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viii. let's go to the beach


˚ ₊ ♡ ❰ BIG TIME BEACH PARTY ❱ ⋆ ✰ ₊˚.༄

ALGO SOBRE tener a cuatro chicos llamando a tu puerta sería una bendición para algunos... para Gabriela, fue un poco diferente.

Abrió la puerta y los vio allí de pie.

—Te invitamos a la playa, estate lista en veinte minutos —dijo Carlos.

—¿Qué os hace pensar que estoy libre?

—No lo sabemos —dijo Kendall—. Pero lo que sí sabemos es que si no estás esperando afuera en los próximos veinte minutos, te vas a quedar tirada.

Gabriela asintió y les cerró la puerta en las narices.

A Gabriela, a decir verdad, no le gustaba la playa. Había algo en la arena que la molestaba.

Decidió preparar las cosas e irse; ¿por qué no?

Se puso un bañador, unos pantalones cortos y un bolso lleno de ropa y otras cosas de playa.

Bajó las escaleras y vio un autobús con un montón de gente preparándose para subir.

—Parecías tan entusiasmado hace veinte minutos —dijo Gabriela a Kendall, viendo que tenía una cara larga.

Kendall suspiró.

—¿No tienes que ir a repetir tomas?

—No —contestó ella—. Han eliminado a mi personaje de un montón de escenas, no me sorprendería que me eliminasen por completo de la serie.

La única persona que sabía algo de esto era Carlos. El personaje de Gabriela fue eliminado de la mayoría de los episodios, pero para compensar escribió canciones para la serie.

—¿En serio? —preguntó Kendall.

—Sí, pero está bien. New Town High no es lo que más me gusta en el mundo. Estaré bien sin ello.

—¡Todo el mundo a bordo del Autobús Para Malibu! —gritó James.

Logan miró hacia él con el ceño fruncido.

—No has dicho nada de fiesta.

—Pues la habrá.

—¡Vámonos! —animó Carlos.

Todos vitorearon y entraron en el autobús.

—Estoy bastante segura de que se reunirá contigo allí —Gabriela sonrió al rubio—. Vamos.

Ella le rodeó la cintura con el brazo y los dos subieron en el autobús.

En cuanto subieron, Gabriela se sentó entre Carlos y Kendall.

La sacaron de sus pensamientos cuando oyó que alguien gritó:

—¡Alto ahí!

—¡Viene con el protector solar! —exclamó Logan.

La señora Knight siguió gritando «¡Alto!» mientras los chicos le decían a Buddha Bob que condujera, así que él lo hizo, dejando atrás a la señora Knight.

El grupo de adolescentes finalmente se dirigió a la playa y Gabriela no podía mentir, la casa de la playa era extremadamente agradable.

—Ahora, lo único que falta es la chica playera —dijo un hombre a Kendall.

—Oye, ¿puedes hacerme un favor? —le preguntó Gabriela a Kendall cuando se acercó a él.

Él asintió.

—¿Puedes echarme este protector solar en la espalda? —preguntó.

Gabriela se fijó en el hombre que tenía delante y le saludó con la mano.

Kendall miró al hombre y de nuevo hacia Gabriela:

—Claro.

Los dos se sentaron en la toalla de playa de Kendall.

Después de un rato, ambos tuvieron pequeñas conversaciones aquí y allá.

—Oye, ¿le has dado mi consejo a tu amigo?

Las gafas de sol de Kendall le cubrían los ojos, así que era difícil leerle. Gabriela se puso la mano sobre los ojos para bloquear el sol y poder verle mejor.

—Eh, sí. Poco a poco va descubriendo las cosas.

—Eso es bueno —Gabriela sonrió—. Ojalá todo salga bien para todos.

Kendall asintió.

—Yo también.

Kendall se levantó y los ojos de Gabriela le siguieron.

—¿Quieres entrar a tomar algo? —preguntó él.

—Sí.

Kendall le tendió la mano y Gabriela la agarró, dejando que él la ayudara a levantarse de la toalla.

Sin embargo, los dos se detuvieron cuando la señora Knight se acercó a ellos.

—Hola cielo, ¿no olvidas algo?

—Mamá, me alegra verte la─

Ella no se molestó en dejarle terminar la frase mientras le disparaba protector solar.

Agarrando la mano de Gabriela, esquivó los disparos de crema y huyó.

—¿Qué tiene de malo el protector solar? —le preguntó.

—Todo está mal con el protector solar.

Los dos caminaron juntos hacia la casa de la playa.

—Voy a buscarnos algo de beber —dijo Gabriela.

Kendall asintió y la vio alejarse.

Una chica se le acercó y le sonrió:

—Hola, soy Sandy.

—¿Hola?

—Sólo para que lo sepas, he actualizado tu estado en tu página de Scuttlebutter.

Ella le puso el móvil en la cara, enseñándole la pantalla, donde en su página había un título que decía «Nueva novia», con fotos de él y Gabriela sentados en la playa.

—Oh, qué mal rollo.

Su teléfono sonó y era Jo que quería hablar con él, al contestar, su preocupación comenzó a notarse.

—Hola, tú —Kendall esbozó una sonrisa.

—¿Por qué se están publicando fotos de ti y Gabriela estando tan cerca? —preguntó ella.

—No es nada. Sólo somos amigos, definitivamente no mi nueva novia porque eres mi novia. Sólo me gustas tú─

Sandy le quitó el teléfono de las manos.

—Estoy bastante segura de que le gusta Gabriela, Jo, pero he escuchado que van a romper pronto, probablemente saldrá conmigo después. Las fotos no mienten. Adiós.

Gabriela sacó dos bebidas de la nevera y oyó sonar su teléfono en el bolsillo trasero.

Lo agarró y contestó:

—¿Hola?

—Gabriela, ¿puedes explicarme las nuevas fotos en el Scuttlebutter de Kendall?

—¿De qué estás hablando, Jo? Kendall y yo no hemos tocado nuestros móviles en todo el día.

—¿Así que lo niegas?

—¿Negar el qué? No puedo negar algo cuando no sé de qué estás hablando.

Kendall pasó corriendo y Gabriela le agarró del brazo:

—¿Por qué me llama Jo preguntándome por tu Scuttlebutter?

Él hizo una mueca y le arrebató el teléfono de las manos y, mientras intentaba hablar con Jo, otra chica corrió hacia ellos, cogió el teléfono de Gabriela y se largó. Kendall corrió tras ella.

Los perdió a ambos entre la multitud y cuando los encontró, estaban en la playa con las Jennifers.

Se puso en cuclillas y tocó el hombro de Kendall:

—¿Quieres explicarme?

—Gabriela... el mejor día de playa de la historia —se levantó y salió corriendo.

—Espera, Kendall, ¿adónde vas? —preguntó la desconocida—. Eres mi nuevo novio —salió corriendo detrás de él.

Gabriela miró a las Jennifers.

—Sé que todas sabéis algo.

—Esa chica colgó fotos tuyas y de Kendall en su Scuttlebutter y afirmó que estabais saliendo. Ella lo está usando como chantaje y está diciendo que están saliendo —dijo la Jennifer de pelo rizado.

Gabriela asintió y se levantó. Se acercó al grupo de chicos a los que por fin la señora Knight había puesto crema solar.

—Tenemos que hablar de esas fotos —dijo Gabriela.

Antes de que Kendall pudiera hablar, llegó un grupo en sus quads.

—Así que, tú eres el muerto que me ha robado a Sandy.

Sandy. Debió acercarse lo suficiente para tomar fotos de Kendall y colgarlas.

—Es hora de partir caras —dijo el tío.

—Te dije que era una playa mágica —dijo el señor mayor.

Pasando por delante del grupo, Sandy corrió hacia Kendall.

—Mira, Tad, lo nuestro se acabó. Kendall y yo estamos enamorados, y vamos a vivir juntos.

—No es verdad.

—Vamos a machacaros.

Dando unos pasos hacia delante, el hombre mayor se interpuso entre los grupos.

—Chicos, debéis arreglar esto como hombres... con una competición de surf o de baile. ¿No?

—No.

—Esto no ha acabado aquí, Hollywood —dijo Tad y se marchó con su grupo.

—Oh, Kendall, hay que ver cómo has luchado por mí.

Gabriela sonrió.

—Qué dulce, pero él y yo tenemos que hablar, así que espero que no te importe, Sandy. —Agarró de la mano a Kendall y tiró de él hacia delante.

—La verdad es que sí me importa.

Gabriela sonrió y se puso delante de Sandy:

—Menos mal que no me importa.

Tiró de Kendall hacia delante sin mirar atrás.

—Mira, puedo explicarlo─

—Ya lo han hecho las Jennifers —lo interrumpió ella—. Lo que vamos a hacer es encontrarte un escondite hasta que se calme todo el asunto de Tad.

Los dos siguieron caminando hasta que se deslizaron detrás de una roca gigante, fuera de la vista de los demás.

Ambos escucharon a Sandy llamándolo.

—Tienes que ser sincero con esta chica, Kendall. Dile que no estáis saliendo, que no tenía derecho a colgar esas fotos y, simplemente, sé firme —dijo Gabriela.

—Me lo pensaré.

—¿Te lo pensarás? —preguntó Gabriela, se puso de pie y vio de lejos a Sandy—. Lo que va a pasar en este momento es que vas a hablar con ella y le vas a contar todo.

—Bien.

—Yo voy a ver. Estarás bien.

Él resopló y fue hacia Sandy. Aunque Gabriela no podía oír la conversación y las cosas parecían bonitas, dejaron de parecerlo cuando oyó a Sandy gritar llamando a Tad.

Vio que Tad y sus amigos se acercaban, así que decidió unirse a ellos.

—Me ha hecho daño —dijo Sandy—. Pégale.

—¿Qué? —preguntaron los dos.

—¿Me robas a mi novia y luego la hieres? —preguntó Tad—. Es hora de reventarte la cabeza.

—Yo también puedo jugar —dijo Kendall, levantando el dedo índice.

Empujó ligeramente a Gabriela.

Ella puso los ojos en blanco.

—Primero te enteras de que tu ex novia ha roto contigo sin ni siquiera decírtelo, ¿y ahora que sus pequeños sentimientos están heridos vas a seguir defendiéndola?

Tad no hizo más que dar un paso al frente.

Fue entonces cuando el hombre mayor se acercó:

—Hola, adolescentes. He estado pensando. Y sólo hay un modo de arreglarlo. Una carrera de quads.

—Se me ocurren otros cincuenta y siete modos de arreglarlo —dijo Kendall.

—Sí, ya, si Kendall gana, los alborotadores os marcháis de la playa. Pero si Tad gana, Kendall y sus amigos de Hollywood dejarán la playa para no volver nunca.

—¿Qué?

—Parece que alguien es un gallina —provocó Tad—. ¿Habéis oído? Hollywood es un gallina, porque sabe bien que una carrera de quads contra Tad, perderá. ¿Verdad?

La gente que los rodeaba empezó a corear:

—Que corran, que corran, que corran.

—Lo hará —dijo Gabriela.

—Una carrera. Saldremos de la Playa Sycamore en una hora, te espero, en tu vehículo, para la carrera. ¿Entendido? ¿Entendido?

—¡De acuerdo!

—Cometiste un enorme error enamorándote de mí —dijo Sandy, señalándole con el dedo.

Gabriela puso los ojos en blanco.

—Lárgate.

Sandy así lo hizo y una vez que la multitud se calmó, Kendall se puso frente a Gabriela y el hombre mayor.

—¿Una carrera de quads?

—Es la ley de la playa. Te dejaré mi vehículo, Kendall.

—Hay un problema. ¡No he conducido un quad en mi vida!

—¿Y cómo se te ocurre retar a Tad a una carrera de quads?

—Yo te enseño —dijo Gabriela—. No es tan difícil.

—¿Ella sabe conducir y tú no? —preguntó el hombre mayor.

Después de conducir el quad hasta la playa, Gabriela se sentó en él.

—Mientras conozcas las marchas, te irá bien.

Kendall asintió.

—Es como montar en bici, pero diez veces más rápido. Tienes el cambio de marchas, el embrague y, por último, el acelerador. También tienes un pequeño freno de pie en la parte inferior.

—¿Cómo aprendiste a montar? —le preguntó él.

—Mi madre me enseñó cuando era más joven. No más preguntas, guárdalas para después. Súbete.

Kendall se sentó delante. Gabriela se puso de pie detrás de él.

—Empieza con suavidad.

Con suavidad definitivamente no fue suave, Gabriela se sintió sacudida hacia adelante.

—¡Vale! Esto va a tardar más de lo que pensaba.

Muy pronto, Kendall mejoró algo... algo.

Un grupo se formó alrededor de los tres.

—Kendall, ¿de qué va esto? —preguntó Logan.

El rubio señaló al señor mayor.

—¡Una carrera de quads! —dijo el hombre con una sonrisa, sosteniendo un casco—. Si Kendall gana, podréis quedaros en la playa y Tad deberá irse. Pero si gana Tad, tendréis que iros para no volver.

Tad y su grupo aparcaron lentamente mientras los demás gritaban.

—¡No tuve elección! —gritó Kendall, callándolos—. ¿Os vais a quedar ahí criticándome o vais a animarme para que le gane?

—Es hora de aplastaros las cabezas.

Entonces el grupo le animó. Se fueron para pararse cerca de la entrada de la carrera.

—Esto es divertido —confesó Kendall.

—Te dije que es una playa mágica —dijo J.D (el señor mayor).

J.D. se marchó dejando allí a Kendall y a Gabriela.

—Recuerda, no demasiado fuerte pero tampoco demasiado suave —dijo ella.

—Entendido —Kendall asintió—. Gracias otra vez.

—No me des las gracias hasta que ganes —Gabriela sonrió.

Sandy pasó junto a ellos, preparándose para comenzar la carrera.

Gabriela levantó los pulgares y caminó hacia J.D.

Sandy no tardó en soltarse el pañuelo del pelo y dio comienzo la carrera.

Kendall no se movía. Gabriela suspiró y se subió a la parte trasera.

Puso el quad en marcha y los dos arrancaron.

—¡Ya sabes! —gritó ella— ¡Hemos practicado durante una hora y es triste que la marcha sea lo que te ha impedido correr!

Ella mantuvo su agarre alrededor de su cintura, para evitar caerse.

Pronto, Gustavo salió de la nada y se plantó delante del camino de Kendall.

—¡Gira! —gritó Gabriela.

Ella puso su mano sobre la de él y se apartó del camino. Tad por otro lado... lo atropelló.

Al acercarse a la salida, Tad los sacó de su trayectoria.

Gabriela apretó más fuerte.

—¡Sigue recto y estarás bien!

—¡Hay una rampa!

—¡Pisa el acelerador y estarás bien!

Hizo lo que le dijo y los dos saltaron la rampa, cayendo delante de Tad.

Los dos cruzaron la línea de meta, superando a Tad que llegó poco después.

El grupo los rodeó, aplaudiendo.

Sandy corrió hacia el grupo.

—¡Kendall! ¡Kendall! Has corrido para impresionarme, y quiero decirte que te perdono.

—Sandy, no hay nada entre nosotros. Jo es mi novia, y es la única con la que quiero compartir esa toalla.

—¿En serio?

—Me llamó para preguntarme qué ocurría —dijo Camille.

Él sonrió, quitándole el teléfono de la mano.

—No te muevas de la playa. Voy para allá —dijo Jo.

La llamada se desconectó y Kendall miró a Sandy.

—Lo nuestro no va muy bien, así que voy a volver con Tad.

Tiró la toalla al suelo y se marchó con Tad.

J.D. se acercó a ellos riéndose por el camino.

—¿Lo ves? Te lo dije, chico. Al final todo sale bien. Ahora, lo que necesitamos es una canción de playa.

—Eh —dijo Katie, llamando la atención de todos—. ¿Qué os parece animar la fiesta que da Russell Brand en su casa?

Los vítores continuaron y pronto los adolescentes se colocaron alrededor de Russel Brand.

—¡Damas y caballeros, e invitados VIP, un aplauso para Big Time Rush!

Gabriela sintió las manos de alguien sobre sus hombros, se giró y vio a Jo allí de pie.

—Hola —saludó con una sonrisa.

—Hola —dijo Jo—. Tengo que disculparme. Realmente parecía que no sabías lo que estaba pasando y fue un error por mi parte saltar rápidamente sobre ti sin conocer la situación completa.

Gabriela atrajo a Jo en un abrazo.

—Créeme, si mi novio tuviera un estado diciendo que tenía una nueva novia mientras estábamos saliendo yo también fliparía.

Las dos se soltaron del abrazo y dirigieron su atención hacia los chicos en el escenario.

—Gabriela, al final del día seguía odiando la playa.

Gabriela se encontró de pie, mirando el océano. Había oscurecido y simplemente se quedó allí en la orilla.

Kendall se acercó y se puso a su lado:

—Ya que ganamos, tengo que darte otra vez las gracias.

—Ja, ja —ella sonrió—. No hay problema.

Ella tiró de la chaqueta más sobre sus hombros, era la chaqueta de Kendall.

—En serio, ¿has visto lo alto que hemos volado? Ha sido una locura.

Ella miro hacia el para verlo sonriendo de oreja a oreja.

—Eso ha sido algo, ¿verdad?

—No podría haberlo hecho sin ti —dijo él.

Ella se encogió de hombros.

—Creo que estabas nervioso, eso es todo.

Gabriela se inclinó y apoyó la cabeza en su hombro.

Kendall bajó la mirada para mirarla y permanecieron allí en silencio.

—¡Eh, Gabriela!

Los dos se dieron la vuelta y vieron a Carlos allí de pie.

—¿Te apetece jugar al voleibol antes de que nos vayamos?

Ella levantó la mirada para mirar a Kendall.

—¿Te unes?

—Estaré allí pronto.

Ella salió del agua y corrió hacia Carlos.

Kendall la vio marcharse y suspiró.

Tal vez la playa se convertiría en su lugar menos favorito.

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