10. Penitencia
Noah jamás supo en dónde estuvo, ni cuánto tiempo pasó. Sus interrogadores solo hablaron con ella dos veces: la primera para decirle que solo tendría una oportunidad para confesar lo que supiera, y la segunda para decirlo.
Las dos veces que alguien entró a hablar con ella, se trató de personas distintas. No conocía a ninguna: la primera vez no dijo nada. Ni siquiera tuvo oportunidad. La segunda vez le alumbraron el rostro con una cegadora luz blanca mientras estaban a oscuras en aquella habitación. Las preguntas se repetían constantemente, como esperando que ella se equivocara al responder.
— ¿Dónde se oculta Arze? ¿Cuánta gente tiene? ¿Cuáles son sus planes? ¿Cuándo va a atacar? ¿Dónde se oculta Arze? ¿Cuánta gente tiene?
"En Oaxaca". "Cientos de personas". "Quiere volver a atacar la capital". "No lo sé", repitió Noah hasta el cansancio. Tras horas de interrogatorio, cayó dormida en esa misma sala, y cuando despertó, ya estaba a bordo de un vehículo blindado, atravesando alguna carretera a mitad de la noche, con una escolta de Alba Dorada sentada frente a ella.
A ambos lados de Noah, había otras dos prisioneras: Noah sintió cómo se le encogía el corazón al reconocer el rostro de Patricia, alias Tenebra, con su cabeza colgando del cuello, noqueada. A su lado estaba Niambi, también inmovilizada, con ambas manos bien sujetas, y con las esposas colgando de un gancho en el techo. Ella solo estaba esposada, pero los dos dorados que tenía, uno a cada lado, la sujetaban una de cada brazo.
— ¿Ya despertaste? -preguntó una voz al lado suyo.
Noah volteó: era Violet, una de las chicas que la arrestaron a las afueras de Xalapa. A través de la rendija que separaba las celdas de los asientos del coche, pudo ver a Alyssa y Ezra sentados como conductora y copiloto, respectivamente.
— No sabes cuánto tiempo estuve esperando a capturarte -le confesó Violet-. Desde que traicionaste a Alba Dorada...
— Me engañaron.
— Tuviste elección -la calló Violet-. Pudiste hacer algo diferente y cada que tuviste que tomar una decisión, lo hiciste de la peor manera posible.
Noah guardó silencio: había olvidado quién era Violet.
Su memoria viajó de regreso al Bach 1, donde estudió la preparatoria. Ambas eran del mismo año, pero no del mismo grupo. Violet llegaba en coche a clases desde tercer semestre, y lo mantenía oculto de sus compañeros: no quería que se juntaran con ella solo por su posición económica.
Noah supo de ella en sus últimos meses siendo parte de Alba Dorada: aunque ya la conocía de antes, se enteró poco menos de dos meses antes del asedio a La Ciudad, de que Violet era colaboradora del grupo de Kai: pasaba información, daba aventones... Violet no había peleado nunca, pero estuvo al pie del cañón durante el asedio. Mientras tanto, Noah estuvo en casa, contemplando impotente la masacre mientras otros hacían el trabajo.
— No supe mucho de ti después de...
— De que te señalaran como traidora. De que te expulsaran de Alba Dorada -recordó Violet-. Yo decidí entrar a la Prueba Dorada después de que te expulsaran. Decidí volverme una élite para arrestarte en cuanto volvieras a mover un dedo contra la organización, porque siempre supe que lo harías, Noah. Si ya lo hiciste una vez...
— ¿Por qué me odias tanto? -se atrevió a preguntar Noah.
— Caín era mi amigo -espetó Violet-.
Y era precisamente por Caín que ella conocía de vistas a Violet: ambos se llevaban bien, pero Noah no llegó a saber mucho más de ella. Ahora que la tenía enfrente, no podía dejar de preguntarse por qué era culpa de ella que Caín hubiese decidido terminar con su vida.
— Yo no lo maté.
— No -reconoció Violet-. Murió de tristeza y de pena. Murió de culpa. ¿Sabías que justo después de poncharse las venas con una aguja, se enteró de que iba a ser padre? Fue muy tarde para remediarlo en cuanto escuchó a Zarina decirle. ¿Sabes por qué se mató Caín, Noah? Se mató porque se sentía culpable. Porque después de cortar contigo, después de esa pelea, se lanzó a morir durante el asedio, pero vio a Zarina en peligro. Impidió que la mataran, durmieron juntos... no sé si te has dado cuenta, pero todos, todos estábamos mejor sin ti.
De vuelta a cuando estaba en cuarto curso de prepa, Noah recordó vívidamente cómo Kai había discutido con ella en esa ocasión. Recordó que la hizo a un lado por primera vez, ignorando lo que ella vino a advertirle en esa ocasión. Ella sabía que no se había portado del todo bien, pero nunca pensó que Kai, el siempre atento Kai, cuya paciencia y amor le parecieron alguna vez inquebrantables, le podría contestar tan mal.
A partir de entonces, mientras ocurrían los juicios y la mitad de sus amigos acudieron como testigos para defender a Kai contra las chicas del Triunvirato, Noah solo observó mientras el resto lo defendía. Ella quería participar, pero al mismo tiempo, una parte dentro de su corazón no quería, ofendida. Noah quería ayudarlo, pero se sentía incapaz de tenderle una mano, porque no podía olvidar la única vez que la trató mal. Ella estaba mal, y lo sabía, por querer un amor incondicional de su parte, pero... ¿era mucho pedir? Siempre la había tratado con preferencia. ¿Era demasiado pedir que lo hiciera una vez más?
No lo hizo, y Noah calló, y el día que Kai anunció que se iba de La Ciudad, Noah se sintió dolida, abandonada, pero porque Kai jamás se acercó de nuevo, a ocupar otra vez su lugar como protector. No pidió disculpas. Solo se fue.
— Crees que el mundo te debe algo. Cualquiera pensaría que después de vivir en la calle tanto tiempo, te habrías vuelto más humilde, ¿o tan rápido se te olvidó? -acusó Violet-. Caín no te debía nada, y se mató por la culpa que sentía, creyendo que te había traicionado. ¿Querías que Kai hiciera lo mismo?
— ¡Yo no deseé que se murieran! -chilló Noah, asustada porque aparentemente Violet había leído sus pensamientos-. ¡Estaba enojada con Caín, y lo estuve con Kai, pero...!
— Les deseaste lo peor hasta que lo peor les ocurrió. Caín se mató y un edificio le cayó encima a Kai.
— No está muerto -aseveró Noah-. Arze dijo que lo enfrentó durante la batalla del Ángel- recordó Noah.
Violet se puso de pie y le acomodó un puñetazo en la cara a Noah, haciéndola cerrar los ojos del dolor. Sintió cómo casi se desmayaba, y su rostro entumido se quedó con el recuerdo de la muñequera metálica de Violet, estampada en su rostro.
— Si fuera por ti, Kai también estaría bajo tierra -reclamó Violet-. Eres tan responsable de la muerte de Caín como él.
— Yo nunca quise que les pasara nada -balbuceó Noah, sintiendo un hilo de sangre corriéndole desde la frente-. Además... -tosió, para después callar.
— Me das asco.
La consciencia de Noah iba y venía, tambaleándose como el camión blindado conforme pasaban por algunos baches. En una ocasión, Noah abrió los ojos y vio a su lado el rostro de Niambi, totalmente inconsciente.
— ¿Y ellas? -preguntó Noah, cuando juntó el valor para hacerlo.
— Ellas también irán a la Prisión Vertical -le hizo saber Violet-. Quisimos hacer el traspaso nosotros mismos, y Ezra decidió acompañarnos. Es personal para él. Creo que para todos. Alyssa está rastreando a unos tratantes de personas, así que tiene bien cogida a Niambi.
— ¿Y tú?
— Yo solo quiero estar presente cuando te pudras en ese pozo -admitió Violet.
Noah soñó con su época de preparatoria: ahí, Caín seguía con vida y el asedio jamás ocurrió. Cada cierto rato, sentía como si el mundo se tambaleara, y su cuerpo chocara con planchas de metal, o con otras personas, pero no veía nada fuera de lo normal.
Llevaba rato soñando cuando se encontró a Kai, sentado en una esquina del pasillo, con la mirada baja.
— ¿Kai? -preguntó ella. No le veía la cara, pero era evidente que era él: su desordenada mata de cabello, el reloj en su mano izquierda, la sudadera amarrada a la cintura, como si fuera una falda...
— Dime -respondió él-. Su mirada estaba fija, apuntando a la planta baja, en el pasillo que había justo bajo el balcón. Noah se asomó, y pudo ver ahí a Zarina hablando con ella misma, o más bien, con la Noah de preparatoria, y al lado de ellas, Ulises.
Volteó a ver de nuevo a Kai, y vio junto a él a Caín, ambos sentados jugando en sus teléfonos, codo a codo, pero sin hablarse. No veía bien el rostro de su novio: el copete de Caín le tapaba la vista.
— ¿Por qué no me hablan? -preguntó, pero al acercarse un poco a ellos, Caín alzó la cabeza: estaba pálido, y de su cuello escurría mucha sangre. Ella juraría que hacía un segundo no lucía así - ¡Kai! ¡Haz algo! -chilló Noah, pero al voltear con él, vio el rostro de Kai sucio, polvoriento, y con manchas de sangre sobre la cara.
"Claro. Murió aplastado", dijo ella. "Nadie volvió a verlo después del atentado en Xalapa. Son rumores de Arze, nada más".
Despertó sudorosa. Frente a ella estaba Violet, comiéndose un sándwich de pollo.
— ¿Quieres? -preguntó, tendiéndole el bocadillo para que lo cogiera con la boca.
Noah se acercó a ella. Sin embargo, cuando estuvo a punto de cerrar sus dientes sobre el pan, Violet lo alejó lentamente y mordió otro bocado. Mascó varios segundos, tragó, y siguió comiendo.
— Si fuera por mí, te mataría de hambre.
— ¿Por qué me odias tanto? -preguntó Noah, pese a que esa pregunta ya había sido respondida antes.
— Mataste a Caín. Él era mi amigo. ¿Es tan difícil entender eso, perra?
— Eres de Alba Dorada. No se supone que seas así de cruel.
— Tú eras de Alba Dorada -espetó Violet.
Noah recordó la noche en la que pelearon con Kai, tres contra uno. Se encargó de despachar a Tenebra, después a Niambi, y cuando quedaron ellos dos a solas, frente a frente, cuando Kai le pidió que se rindiera...
— Siempre me has hecho de menos. ¿No me crees capaz?
— Noah, no... no se trata de eso -dijo Kai-. Lamento haber dicho que fue tu culpa que muriera Caín.
— Pero lo pensabas -dijo ella, herida-. Piensas que se mató por mi culpa.
— Se mató porque ya no aguantaba. Siempre hay una salida, pero no siempre sabemos cuál es. A veces hay algunos que ni siquiera tienen fuerzas para buscarla -había dicho Kai, pero eso no iba a cambiar la percepción de Noah.
"Siempre creyó que fue mi culpa".
El bamboleo la despertó una vez más. A su lado, estaban despiertas sus acompañantes.
— Tardaron en encontrarte -masculló Tenebra-.
— Cállate, Patricia. Más bien nos la pusiste muy fácil -le recordó Violet.
Niambi guardó silencio.
— ¿Quién te pagó para que traicionaras a Alba Dorada? -quiso saber Noah-. Creo que al menos merecemos saber a quién nos vendiste.
— No sé de qué hablas.
— Arze lo sabía. Sabía que no trabajabas para él. Al menos no del todo. Dime. De todos modos nos pudriremos en una celda de la Prisión Vertical hasta que alguien se acuerde de nosotros.
— No gano nada diciéndoles.
Tenebra volteó hacia su amiga.
— ¿De qué está hablando?
"Entonces no lo sabe", pensó Noah.
— ¿Arze no te dijo? -preguntó Noah, provocando a Patricia-. Le pagaron para que nos peleáramos con Kai. Arze lo sabe, los dorados también lo saben... si me dejaron libre fue porque descubrieron que me manipularon. ¿Tú no sabías?
Tenebra apretó la mandíbula.
— ¿Es verdad? -preguntó, volteando a ver a Niambi.
Ella guardó silencio por un momento, pero después, confesó:
— Las Lunas de Jonsu pagan bien.
La camioneta chocó contra algo y se fue de lado: Violet cayó encima de las prisioneras y Noah se dio un fuerte golpe en la nuca contra la pared del carro blindado. El mundo se oscureció.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro