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✿⨾ Once

Estas en el llanto y en la risa;
en la estrella, en el verso, y en mi boca.

En la luz que gastó la mariposa
para ser mariposa y no ser brisa;
en la tranquilidad que se improvisa
y en la diaria inquietud que nos acosa.

En la angustia que rige cada paso;
en el rojo cansancio del ocaso,
y en el cansancio de mi corazón.

[....]

¿Por qué demonios le dijo que si a Rei-chan?

Se preguntaba internamente el rubio mientras se adentraban en el hogar del peliazul, poco a poco sus nervios le ganaban y sentía que colapsara en cualquier punto.

- Al parecer mi madre aún no llego del trabajo, mientras este es tu hogar ¿si?

El aire regreso a sus pulmones, no estaba temiendo de presentarse como la pareja del chico. ¿O si?

- Esta bien Rei-chan~

El peliazul al dejar sus zapatos en la entrada dejo las cosas del rubio a un costado mientras se adentraba a la cocina, el rubio copio sus gestos de igual adentrándose para luego dirigirse al sofá de la sala y observar curioso a su pareja, se sentía tenso y eso que no era la primera vez que visitaba la residencia de los Ryugazaki, pero, ¿Por qué se sentía ansioso..?

- ¿Quieres té negro?

- Estoy bien con agua.

Luego de algunos sonidos gracias a los utensilios de cocina, el menor se aproximo al de ojos magenta sentándose a un costado entregándole el agua que fue pedida. 

- Gracias Rei-chan~

- Entonces...

-  ¿Entonces.. qué?

- ¿Todo bien Nagisa-kun?

El rubio ante la pregunta quedo en silencio, coloco el vaso vacío a un costado suyo, se quedo atrapado en sus pensamientos por unos momentos en los cuales el de lentes le observaba paciente, aheleando otorgar todo el amor que su querido rubio necesitaba en esos instantes.

- Mis padres están desconcertados, les dije que no me gustan las chicas.- Su labio inferior empezó a temblar ante la impotencia de ser rechazado por las personas que más ama y sentir que les da la espalda es doloroso para él.- Tuvimos una discusión y escape de casa, fin de la historia.

- Nagisa-kun..

- ¡Estoy bien! Sabía que esto pasaría, ¡Estaba preparado!.- Una risa nerviosa escapo de sus labios mientras se rascaba la nuca, pero al girarse al peliazul aquella fachada se quebró y ya no pudo fingir más.

Desvió la mirada del contrario mientras su agarre entre sus manos tomaba fuerza, luego sintió una manos ajenas tomarlas hasta cubrirlas casi por completo y al levantar su mirar del suelo encontrarse con la de su amado. Quedo sin aliento ante lo que expresaban aquellos ojos que tanto amaba y no pudo evitar derrabar algunas lagrimas en silencio, el peliazul con una sonrisa de lado aparto cada una de ellas como si estuviera espantando cada una de sus pesadillas para luego ser ese faro que ilumina toda oscuridad que lo rodea.

- Todo estará bien, ¿sabes por qué?

- ¿P-Por qué..?

- Me tienes a mi, no estás solo.

- Oh, Rei-chan~ - Un hipo escapo de sus labios al pronunciar las palabras, se sentía conmovido.- Eres maravilloso, ¿Lo sabías?

- Lo sé, ¿Como no estar consciente de lo maravilloso que soy?

- Tonto.- Lo golpeo en el hombro levemente con una sonrisa, luego tomo ambos hombros del contrario para atraer lo más a él, necesitaba tenerlo cerca.

Al acercar ambos cuerpos, el peliazul tomó la mejilla que estaba pintada de escarlata dejándolo apreciar una vista magnifica del ser frente suyo para luego ser el rubio quien rompiera aquella distancia que le hacia muy larga, coloco ambas manos al cuello del de lentes con la intención de acercarlo aún más de lo que ya estaban para poder atrapar aquellos labios que reclaman tanto ser unidos a los suyos.

Todo era demasiado hermoso para ser cierto.

- Rei, cariño, al menos comprueba que no estoy.

Ambos chicos se separaron y tuvieron la decencia de estar avergonzados por haber sido descubiertos.

La mujer de cabellos azulados y ojos color miel se había tomado bien la amistad repentina que su Rei estableció con el rubio. Le trataba con cariño e innumerables veces que el de ojos magenta ha pasado por su casa le ha dejado una rica comida que compartir con su hijo mientras ella está trabajando. Pero cabe a destacar que ella algo ya se olía entre ambos.

Aquella vez donde el rubio hizo una de sus visitas cotidianas, le pareció extraño no ver a su hijo en la sala y que el rubio tampoco estuviese. Por eso decidió ir al piso superior encontrando una escena bastante tierna donde ambos estaban acostados acurrucándose entre ambos buscando calor mutuo. Como buena madre que no irrumpe en la intimidad de su hijo -y porque no quería gritar allí mismo- dio media vuelta y se fue a la cocina a prepararles unas galletas para merendar. Ya luego su niño le contara a su tiempo, mientras se alegraría por él.

- Mamá..Hola.- El peliazul se acercó a saludar a su madre con un cálido abrazo.- Ya conoces a Nagisa-kun, quién quiero presentarte ahora como mi pareja.

Este se levanto de inmediato para hacer una pequeña reverencia desde su posición.

- Así que pareja ¿Eh?.- El chico asintió avergonzado, la mujer le regalo una de sus sonrisas sinceras.- Es un gusto verte de nuevo Nagisa-kun.

- Lo mismo digo Suzuki-san. Y perdón por la intromisión.

- Dime Ami, cariño. Después de todo seremos familia.

Las mejillas de Nagisa se sonrojaron y se cubrió con sus manos el rostro intentando que la vergüenza no lo delate.

La mujer enternecida toma uno de los brazos del rubio para guiarlo a la cocina, quería conversar con la nueva pareja a detalle durante la mesa y el peliazul les sigue teniendo una idea de lo que su madre planeaba.

Pasaron unas horas en las que pudieron conversar alegres en la mesa, siendo la mujer quien elaboraba los temas de conversación demostrando a todo su esplendor lo emocionada que estaba por felicidad de la juventud. Luego de recoger las cosas del comedor siendo la insistencia de la madre del peliazul de que ambos descansaras temprano, pero, negada por los adolescentes en busca de asistirla.

- El futon que tenemos lo mande a la lavandería hace algunos días, así que compartirás cama con Nagisa-kun ¿No es molestia, verdad?

- No te preocupes Mamá, nosotros nos acoplamos en mi habitación.

- Bueno, buscare unos tapones para la noche, por eso sientan la comodidad de hacer cualquier cosa. 

- Mamá...

- Cariño, sé suave con Nagisa-kun~

- ¡Mamá! ¡Ya es tarde!

- Si,si,si descanse, ¡Y que las travesuras no pasen de la media noche!

- ¡Fuera! ¡Descansa!

- ¡Ustedes también!

El peliazul cerró de golpe la puerta escuchando la risa burlona de su progenitora desde el otro lado, se recargo en ella para luego suspirar y observar al rubio quién cuando la puerta fue cerrada estallo en carcajadas mientras se apretaba el estomago ante el aire que se escapaba entre tanta risa.

- ¡Oh, Rei-chan~! ¡Adoro a tu madre!

- Creo que es una Fujoshi encubierta.

- Vaya que tiene su encanto.

- Por supuesto, ¿Te darás una ducha primero o..?

- Si,si.

Se levanto de la cama de un salto para así adentrarse a la pequeña habitación que se consideraba el baño del cuarto de su pareja, después de una ducha rápida y cambiarse a una pijama el contrario repitió lo mismo después de su salida, ambos ya se encontraban en la cama del peliazul dándose la espalda.  

El rubio abrazaba la almohada que le fue daba mientras mirada la pared sin conciliar el sueño, con un suspiro profundo se abrazo a sí mismo.

- ¿Ya estas dormido?

- No, ¿Todo bien?

- ¿Sabes, Rei-chan..? No estoy bien y tengo frío. ¿Puedes abrazarme?

- Eso no se pregunta Nagisa-kun, ven aquí.

Ambos se voltearon para luego quedar sumergidos entre los brazos del otro, el rubio luego de respirar profundo y memorizando el olor de su novio que inundaba sus fosas nasales pudo quedar por fin entre los brazos de morfeo.

No estaba solo, lo tenía a él.

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.

Publicado: 01/02/21
Editado: 05/04/21

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