Capítulo 8 - pecas
Siempre he pensado que dos días de descanso son más que suficiente para arreglar las cosas, en este caso, me sirven para evitar un susodicho.
—Pensando en Axel —me interrumpe Angel.
Se sienta a mi lado en mi cama y toma una de mis manos entre las suyas, apretando ligeramente en el proceso.
—¿Qué fue lo que ella te hizo? —indago finalmente.
Este suspira con gran pesar, su rostro es un poema escrito en ruso y de no conocer el idioma no podrás leerlo.
—No quiero hablar de eso, pero sé que un día lo descubrirás cuando sea el momento indicado —susurra pegando sus labios a mi oído.
Giro mi rostro encontrándome con Sasha quien sale del baño con un vestido veraniego, muy lindo la verdad. Una sonrisa adorna su rostro.
—Hoy vamos a salir —anunció ella.
¿Quienes van a salir? ¿ella y Angel? ¿por fin dejaron sus diferencias y vieron la química que se cargan?
—Elizabeth, no lo pensaste, lo dijiste —me aclara ella cruzándose de brazos.
Carai.
—Bueno, toda acción tiene una reacción —comienza Angel levantándose de mi cama—,por lo que debido a tus necias palabras has de recibir el castigo asignado por nosotros —una sonrisa torcida se forma en su rostro.
Pero ¿qué?
—Exacto y ese castigo consta de dos fases —aclara Sasha—, primero tienes que arreglarte y eso incluye ponerte uno de mis vestidos —la diversión destila por sus ojos, mientras brinca en el proceso, aplaudiendo como foca.
Ella corre en dirección a la bolsa que contiene su ropa y comienza a hurgar de una manera en que temo que se rompa una uña o algo peor. Angel me observa sin pronunciar palabra alguna, ¿que estás planeando? y ¿porque tengo el presentimiento que tiene algo relacionado con Axel lo que vayan a hacer?
Sasha regresa con una sonrisa de orgullo plasmada en su rostro. Despliega un vestido blanco lleno de flores frente a mí.
Asco.
Angel lo nota y niega con la cabeza regresando a la bolsa de la ropa de ella. rebusca, hasta que una sonrisa se forma en su rostro. Esto es malo. Muy malo, pero para mí.
—Te quiero en el baño, ya —ordena con cierta diversión.
Son los mejores quince minutos que he invertido en mi vida, el agua estaba en esa temperatura adecuada, ni muy fría, ni muy caliente. Hasta pude lavar mi cabello. Abandonó el baño con una toalla que me cubre, ambos se observan en silencio y Angel me lanza el vestido hecho una bola, lo atrapo.
Me regreso e inspecciono ese vestido.
Es rojo intenso, vibrante, seda hecha por los mismos dioses de la costura. Una sonrisa amenaza con aparecer en mi rostro. Me pongo el vestido, ajustandolo en la espalda y arreglando mis rizos para darle alguna forma.
Abandonó el baño a la expectativa de lo que ambos dirán.
Sasha brinca emocionada, se acerca a toda velocidad y se coloca a mi lado.
—El corsé ajustado en la parte superior realzaba su silueta, cinchando su cintura con delicados lazos que se entrecruzan como las cuerdas de un instrumento finamente afinado. Las tiras delgadas se posaban sobre sus hombros como un susurro, apenas sosteniendo el peso de la tela que se desplegaba con gracia a su alrededor. —cita Sasha con una velocidad impresionante.
Angel me observa con una sonrisa que ilumina sus ojos.
—La falda, amplia y fluida, se deslizaba con cada movimiento, creando una danza de luces y sombras que jugaban en el suelo. Un sutil corte en la falda dejaba entrever un destello de piel pálida, agregando un toque de misterio y tentación. La textura de la tela reflejaba la luz con un brillo suave, acentuando el contraste entre el vibrante rojo del vestido y la blancura lechosa de su piel. —termina recuperando el aire.
Me observa sin pronunciar palabra alguna, sus ojos se achinan en el proceso.
—¿Le dejamos el collar o lo cambiamos? —le pregunta a Ángel.
lo que hace que de manera instintiva dirija mi mano al collar que aún descansa en mi cuello. El árbol de colores. Probablemente no sería el color más adecuado para un vestido tan hermoso.
—Dejalo, eso provocara otra reacción que queremos —finaliza él. hablando como un don de la mafia.
—Si esto no lo incentiva, no se que lo hará —continua Sasha.
Quisiera poder decir que comprendo su conversación, el problema es que me pierdo y ellos no dan señales de quererme incluir.
—No te preocupes, planta la semilla, déjala germinar y tendrás todo lo que esperas obtener —sentencia.
Este hombre debió pertenecer a alguna organización criminal. Tal vez por eso está aquí.
—¿Cual es la segunda parte del castigo? —pregunto sacandolos de la burbuja en que ambos estaban.
Una sonrisa lobuna regresa al rostro de Ángel.
—Pronto lo sabrás pequeña —espeta.
Ambos toman lugar a cada lado mío y abandonamos la cabaña. La corriente de aire que nos envuelve es asombrosa, capaz de producir un leve destello de alegría constante. El sol en su esplendor alimenta el alma de quien está desfallecido, prometiendo que tal vez, hoy no será tan malo como ayer.
Llegamos a lo que va a ser una fogata, mientras las personas practican ¿que se supone que están haciendo?
—Hoy van a enseñar una hora de vals, ya que muchos lo pidieron y Axel es muy complaciente —dice con sorna Sasha.
Angel me observa y arqueo una ceja, transmitiendo una pregunta clara ¿esto es lo que tenías planeado? y él simplemente niega con la cabeza.
Las personas llegan y para sorpresa mia, nadie me para bola. Talvez pueda caminar un rato, hasta que esto comience. Angel y Sasha se mantienen en lo que parece ser una discusión acalorada y aprovechó para escapar.
Me detengo frente a unas flores en forma de campana, las toco levemente, sintiendo su suavidad en mis dedos. Hasta que el crujir de unas ramas se hace presente detrás de mí. llevo mi mano a mi cuello, precisamente a mi collar. Lo aprieto sin dudarlo, lo hago varias veces.
¿Servirá? ¿Llegara? ¿En cuánto tiempo llegará?
Me giro lentamente encontrándome con Lilith, quien mantiene esa sonrisa falsa plasmada en su rostro.
—Hola querida —comienza ella—, déjame decirte que hoy te ves espectacular.
Asiento, sin pronunciar palabra alguna.
—Voy al grano, quiero hablarte de las pruebas y decirte que van a cambiar levemente —me avisa.
por lo menos me está avisando, pero no lo voy a hacer.
—No voy a seguir —le aclaró.
Ella se pasma al escuchar mis palabras, el asombro y la ira asoman en sus ojos.
—¿A que se debe dicha decisión? —indiga cruzandose de brazos.
—No me siento bien —confieso.
Es verdad y mentira, no me siento bien físicamente, ni mentalmente, pero lo que me detiene es Angel.
—Podemos detenerlas hasta que te recuperes físicamente y continuar...
Pero sus palabras mueren con la llegada de Axel. Mis ojos cruzan su mirada, la cual permanece en mí. al igual que la preocupación plasmada en su rostro, la cual camuflajea tal cual camaleón.
—Ya vamos a comenzar Elizabeth —voltea a ver a Lilith— por lo que me la tengo que llevar.
No pronuncia nada más, solo da un paso en mi dirección llevando su mano a mi espalda baja. Está caliente y me invita a caminar. La mano no abandona mi espalda en ningún momento. Hasta que nos detenemos en una distancia prudente de Lilith y del resto de los campistas.
—¿Entonces si funciona? —le preguntó, tocando el collar.
Su mirada se clava en mí.
—Claro que funciona —mira a ambos lados, para volver su atención a mí, solo que con molestia grabada en sus facciones—, se puede saber ¿por qué carajos estabas con ella, cuando claramente te pedí que no te le acercas? —increpa.
Sus manos se pasean por su cabello desordenándolo en el proceso. sus fosas nasales se amplían a cada segundo. Le va a dar un infarto.
—Ella se me acercó —me defiendo—, es más no debería darte explicaciones.
Me observa con cierta intensidad y parece ser contagiosa. Su mano izquierda va a parar en mi mentón, manteniendolo estirado, manteniendo nuestras miradas juntas. El olor a pino inunda mis fosas nasales, almizclado con algo más. Descubro que tiene pecas en la nariz, pocas, pero están presentes.
—Maraña —comienza con un tono ronco—, estoy tratando con todas mis fuerzas de cuidarte... —le interrumpo.
—No necesito de tu lastima, ni tus cuidados —espeto, escupiendo las palabras.
Una sombra pasa por sus ojos.
—A veces me caes mal —escupe las palabras por lo bajo.
Algo dentro de mi tiembla, pero no le voy a dar lugar.
—El sentimiento es mutuo —contraataco.
Me observa unos segundos más antes de soltar mi mentón de manera brusca. Idiota con problemas de ira.
—¿por qué llevas ese vestido? —increpa.
Sus ojos vagan por mi cuerpo y por primera vez en mi vida me alegra de que algo me quede ajustado.
—Es lindo, no le veo ningún problema —me defiendo—, además Ángel le costó mucho ayudarme a ponermelo.
La mención de mi compañero hace que sus facciones se vuelvan duras, una sombra permanece en sus ojos. Definitivamente a este paso, le provocare un aneurisma.
—En este campamento hay reglas, una de ellas es limitar la interacción entre ambos sexos —declara con cierta molestia—, si ustedes...
—Ni se te ocurra hacer algo contra ellos o mi cabaña, porque me desconozco de lo que te haré —amenazó.
Sus ojos brillaron con diversión, una macabra.
—Regresa al campamento —me pide acercándose a mí, hasta invadir mi espacio personal, tengo que inclinar la cabeza hacia atrás para verlo directamente a los ojos—, antes de que haga algo de lo que me arrepienta.
—¿Cómo que? —espeto cortando la distancia que queda entre ambos.
Disfrutando de la incomodidad en su rostro. Vuelve a sujetar mi mentón con fuerza, sus labios se aproximan a mi oído.
—No me provoques maraña, estoy controlandome —susurra con cierto hipnotismo.
sus labios dejan un pequeño beso en el lóbulo de mi oreja, mi corazón recuerda que tiene que latir y lo hace con fuerza. Su nariz marca una línea suave, rozando desde mi lóbulo y va avanzando hasta terminar cerca de mis labios.
—Mira como tiemblo —la voz me falla, pero el mensaje se entiende.
Sus labios se estiran en una sonrisa que está a una escasa distancia de los mios. Mierda ¿estoy mirando sus labios? Observo sus ojos, los cuales ahora son dos pozos oscuros sin fin.
—Lo estoy viendo —sentencia dejando un casto beso en mi mejilla y alejándose tan rápido de mí, que me mareo en el proceso—, regresa con el resto.
Se aleja de mí dejándome confundida, camina en dirección contraria a donde están las personas en la fogata.
Espero unos minutos y lo sigo. Si cree que puede venir y darme ordenes esta muy equivocado. Pero me detengo al verlo frente a Lilith ¿la fue a buscar? ¿por qué? Me acerco ocultandome detras de unos arbustos y por primera vez agradezco ser pequeña.
—Tienes un preferitimso por ella —sentencia ella irritada.
el rostro de él es inescrutable, una máscara tan bien puesta, que no se distingue nada.
—No tengo ningun preferitismo por Elizabeth —aclara—, además no te debo explicaciones.
Parece que no le gusta mucho escuchar esas palabras, porque su rostro se vuelve rojo.
—Ella es una pieza fundamental en mi laboratorio, en el experimento —declara ella.
¿Por que yo?
—No, simplemente no, no con ella —se queja él.
Ella niega con la cabeza.
—¿Te gusta, verdad? —pregunta ella—, en nuestro comunidad eso es traición Axel y lo sabes ¿que crees que hará tu padre si descubre eso? —le confronta.
¿Comunidad? ¿le gusto? esperen ¿que?
—No es de tu incumbencia lo que yo piense, al igual que tengo que aclarar que no me gusta —hay cierto desdén en sus palabras.
Idiota, descuidate que voy a averiguar si hay algun rio, para ahogarte. Me voy, no necesito escuchar más de esta mierda.
—No puedes tenerla tampoco —sentencia Lilith—, hay un trato sobre la mesa y no puedes interferir o sufriras las consecuencias de tus acciones con tu padre.
Eso se siente como una constante amenaza.
—No quiero tenerla, solo no quiero que esté en ese laboratorio, no quiero que salga rota de este lugar —su voz va perdiendo fuerza con cada palabra.
Algo dentro de mi me duele de una manera que no sé explicar.
—Ese es el problema Axel, ella siempre ha estado quebrada —finaliza Lilith—, solo que tu no lo ves.
Ella se aleja de él y este se inclina hasta quedar en cuclilla. Se pasa las manos por el cabello y tira con fuerza de este en el proceso. Una parte de mí quiere detenerlo y la otra prefiere quedarse en las sombras. Hasta que él levanta su rostro, terminando de romper algo dentro de mí. Está rojo como un tomate, sus ojos reflejan tanto, pero son sus lágrimas las que me lastiman.
Por mucho que esté molesta con alguien, no me gusta ver llorar a nadie.
El seca sus lágrimas, se coloca sus gafas y su rostro se enmascara.
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