Capítulo 41- Tratos
Un dolor punzante me obligaba a mantener los ojos cerrados. La oscuridad era opresiva, solo interrumpida por los destellos de luz que se filtraban por mis párpados. El olor a tierra húmeda y a miedo me envolvía como una manta. Me arrastraban por el bosque, cada paso que daba era una tortura. Lilith. Otra vez ella. ¿Qué había hecho para merecer esto? Los hombres de negro, como sombras siniestras, me escoltaban en silencio. ¿Adónde me llevaban? ¿Cuál sería mi destino? Pero cualquiera pregunta muere cuando nos detenemos.
Hago mi mayor esfuerzo por mantener mis ojos abierto, la prometida de Axel aparece en mi rango de visión. Con sus mejillas rojas al igual que su rostro. Confirmando algo que ya sabia. Algo paso en la boda, talvez no se casaron y quieren terminar de cumplir con lo que le dijeron a mi padre, sucesivamente asesinarme.
—Te voy a ofrecer un trato —me explica limpiándose los mocos.
La escucho sin pronunciar palabra alguna.
—Te voy a dar la oportunidad de ver a tus padres, mejor dicho, que ellos vengan y te lleven con ellos. —mi corazón martillar de alegría al escuchar sus palabras, sin embargo, mantengo mi semblante serio— pero.
Siempre hay un, pero.
—Tienes que irte con ellos y no ver más, te olvidarás de Axel. Dejará de existir para ti —sentencia.
Me mantengo en silencio esperando escuchar esa pqeueña voz en mi cabeza que me diga que hacer o que pensar sobre está situación. El problema recae en que ella está en silencio.
—Dejaré que lo pienses —me ofrece.
Sigo sin querer responderle, cuando los guardias vuelven a su trabajo de llevarme a quien sabe dónde. Los siguientes minutos que pasan mi mente procesa su oferta, una y otra vez «¿qué tendría de malo si la acepto?» me pregunto. «¿Le dejarás el camino tan fácil a esa?» Es otra voz en mi cabeza vuelve a asomar.
—Llegaste, creímos que no aparecería nunca —la voz de Lilith me regresa a la realidad.
El mundo se desplomó a mis pies, un torbellino de dolor y sorpresa. Las piedras, como dientes afilados, se clavaron en mis rodillas, arrancando un grito ahogado. El olor a tierra húmeda y hojas descompuestas llenó mis fosas nasales. Con los ojos cerrados, me concentré en mi respiración, tratando de encontrar un ancla en la tormenta interior. Al abrirlos, el cielo gris se extendía como una inmensa sábana, reflejando la tristeza que me embargaba. Sin embargo, en lo profundo de mí, una chispa de rebeldía se encendió. Me levanté, sacudiendo la tierra de mi ropa, y enfrenté el horizonte con la frente en alto. No me rendiría
—Siento tanta pena por usted —su rostro me refleja que no entendió lo que dije—, siento pena de que su salario sea tan malo que no sé capaz de comprarse un vestido con un diseño diferente.
El aire se carga de electricidad. Sus mejillas arden como brasas, y sus ojos, antes serenos, ahora chispean con ira. Me encanta verla así, tan viva, tan real. Con un gesto imperioso, señala el lugar de la ceremonia. Mis ojos se adaptan a la penumbra, recorriendo las paredes adornadas con retratos y objetos antiguos. Un hombre mayor, con el cabello salpicado de canas, destaca entre los invitados. Sus ojos, del mismo color que los de Axel, se cruzan con los míos en una mirada que promete más de lo que revela. El ambiente es denso, cargado de secretos y tensiones ocultas. A mi derecha, Axel permanece impasible, como un espectador más. Decido ignorarlo, centrándome en la mujer enfrente de mí y en el misterio que la rodea
—¿Dígame? ¿Qué quiere? —le pregunto sin llegar a mostrar emoción alguna.
—Hablar querida, eso es todo —el señor habla, su tono es gentil, pero es tan falso como él.
—Voy a preguntar una vez más, ¿Qué carajos quieren? Y eso va dirigido a ti Lilith. —su rostro intenta permanecer sereno y falla en el proceso.
—Quería presentarte al dueño del campamento y al padre de Axel...
—No me interesa en lo más mínimo. Dime el verdadero motivo por el que estoy aquí.—Mi voz es un rugido contenido, y me siento crecer varios centímetros.
—Nunca había conocido a una joven tan irrespetuosa en mi vida—, escucho su réplica, pero sus palabras me resbalan. Me cruzo de brazos, desafiándolo con la mirada.
—¿Respeto? —Espeto, con una sonrisa amarga—.¿Quiere respeto? Después de todo lo que me han hecho? De las veces que me han encerrado en ese lugar oscuro y húmedo, de las noches que he pasado llorando en silencio... No me pida respeto. Usted no sabe nada del dolor que he sufrido. —Mi voz tiembla ligeramente, pero mi mirada se mantiene firme— No me pida respeto, porque yo no se lo daré.
El señor trata en seco, su rostro palidece.
—Por sí todo lo que me han hecho no fuera suficiente, tuve que revivir en mi mente el día en que casi soy violada, cada maltrato que he vivido y ahora el hecho de que Lilith le dijera a mis padres que morí hace dos semanas —escupo con odio las últimas palabras.
Me giro dejando al señor con las palabras en la boca, Lilith mantiene su rostro impasible.
—Yo solo quería presentarte a mi mayor trabajador, es uno de los mejores científicos que he tenido, es un prodigio —su voz se va apagando poco a poco, pero la ira en mí se enciende.
Abro mi boca para mandarla al carajo, pero aparece Sebastián frente a mí... No tiene ningún rasguño, ni quemadura, tiene unos pantalones de tela y un suéter. Esta... Vivo... Un peso se va de mi cuerpo.
—Estas... Vivo —es una afirmación
Él asiente y se acerca poco a poco a mí. Acortó la distancia entre nosotros, feliz de que él siga con vida. Sus brazos me envuelven, ignoro mi alrededor y me concentró en la felicidad que me ocasiona el que siga con vida.
—Como ya dije, mi prodigio de la ciencia, Sebastián —la voz de Lilith pone mi cuerpo frío.
El bosque se envuelta en un silencio sepulcral, amplificaba el latido frenético de mi corazón. Mis manos temblaban mientras me alejaba de él, como si estuviera caminando sobre brasas. Sus ojos, antes llenos de amor, ahora reflejaban un dolor desgarrador. La culpa era una soga que me estrangulaba, impidiéndome respirar. Recordé la promesa que le había hecho, la promesa que había roto. La traición era una mancha indeleble que había manchado nuestra historia
—¿Eso es... Verdad? —es lo único que logro articular.
—YO...
—Solo dilo —le exijo.
Un velo de lágrimas nubla mi visión mientras me alejo de él. Mi pecho se oprime, como si estuviera siendo aplastado por una tonelada de ladrillos. Era mi confidente, mi compañero de aventuras, mi hermano del alma. Y ahora, descubro que todo era una mentira. La traición se cuela en mis venas como un veneno mortal, envenenando cada rincón de mi ser.
—Te lo puedo explicar —me pide, pero yo retrocedo.
—Ojalá fueras pensado en eso, antes de que yo arriesgara mi vida para salvar la tuya —susurro sintiendo como mi voz se quiebra—, ¿Acaso sabes la cantidad de heridas con las que salí? Yo no salí de ese maldito incendio porque tú estabas dentro, porque mi hermano estaba allí y no me podría permitir seguir viviendo y saber que no hice nada para impedir que fallecieras
Las lágrimas se acumulan en mis ojos.
—¿Qué fue real? ¿Desde cuándo dejó de serlo? —cuestiono, mientras él se encoge, acariciando su cuello—, ya entiendo nada lo fue.
Suelto un suspiro que estaba atorado en mi garganta y con él una lágrima se desliza por mi mejilla, sintiendome usada.
—¿Acaso mandaste a Steve? ¿Le dijiste que me enterrara o talvez el que casi me viola? —sintiendo como mi voz se apaga.
—No, no, no, no, yo nunca lo mande y mucho le dije que te hiciera eso. Eres mi hermanita...
—No me digas así, porque no lo eres, porque no soy tu hermana. —mis palabras son fuertes y siento como lo estoy hiriendo—, no puedo considerar hermano a alguien al cual solo fue un experimento de laboratorio.
Sus ojos se tornan rojos y lo siguiente que veo es como las lágrimas acarician su rostro.
—Es mucho drama, hasta para mí —la voz de Lilith aparece—Todavía faltan más personas, así que reserva lágrimas.
Una risa amarga amenaza con brotar de mis labios. Al parecer hoy sera el día en que me terminen de quebrar.
—Mi otro científico, ya lo conoces —el doc. aparece frente a mí, bajando la mirada—, él y Sebastián fueron quien nos dijo dónde estabas.
Abro mi boca sintiéndome el doble traicionada.
—También fue donde descubrimos que su hijo se puede meter en los sueños —le habla al padre de Axel—, bueno solamente lo ha hecho con ella, pero es un gran descubrimiento.
—Eso es un tema donde no debes inmiscuirte —la interrumpe Axel.
—Claro, disculpa, olvidé que es tu protegida —se burla ella.
Axel parece querer hacer algo más que responderle y voltea a verme, pero niego con la cabeza. Logrando que se detenga.
—Y uno de mis últimos puntos, la chica que me ayuda a saber todo de ti. Sasha —señala a alguien atrás de mí.
Me giro y allí está ella, con la cabeza erguida. Su semblante no demuestra nada, está vacio, como todos aqui.
—Mírame —demandó.
Ella lo hace de forma lenta.
—¿Por que? —es lo unico que pregunto.
La ira se aviva en su rostro y en sus terminaciones nerviosas.
—Angel —brama—, ¿sabias que tuvo que volver a acostarse con esa vibora para descubrir donde estas? ¿sabias que tenias dos personas que te protegian? tu noviecito, y él. Por eso Lilith te dejaba descansar tanto tiempo —sus palabras son como brasas calientes quemando mi piel.
Siento la mirada de Axel sobre mi espalda, pero no puedo lidiar con el ahora. No ahora.
Me siento como una mierda egoista, que estuvo tanto tiempo revolcandose en su miseria que nunca noto lo que les pasaba a los demas.
—Usas tus traumas, tu dolor, para excusarte de ser como eres —finaliza Sasha.
"Yo no haria nada de eso" la voz de Axel me eriza, pero a la vez es como un terciopelo, suave a mis heridas.
"Ya no se que es real" le respondo, sin mirarlo.
"Soy real, todo lo que vivimos lo fue, desde el primer día en que nos conocimos" responde.
Cierro mis ojos apartándome de él y siento como ese algo se apodera de mi cuerpo nuevamente...
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