Capítulo 31- You say forever
A veces me cuestiono el por que sigo viva, ¿cuál será ese propósito por el que nací, que no me permite morir? he de admitir que aun no tengo respuesta a dicha pregunta, ya que en este momento solo soy conciente del dolor insistente que atormenta mi pecho, ocasionando que mi visión se empañe, mis mejillas se humedezcan y mi vida deje de tener el mismo sentido que tenía antes. En respuesta permitiendo a los demonios atormentar mi mente.
—Eres una hermana muy molesta —se queja Sebastián.
Debería detener los recuerdos, pensar en otra cosa. Agradecer el que estoy viva y respiro, en su lugar permito que ellos sigan clavando sus hachas en mi subconsciente.
—Claro que importa, no quiero perderte, ¿quién me molestara cuando tenga alguna pareja? ¿Quién será mi hermanita si ya no estás? ¿Cómo quieres que siga, si no tengo a una de las personas más importantes en mi vida?
En medio de la oscuridad que invade mi espacio personal y acaricia mi mente, me permito llorar. Recordando lo bueno al igual que lo malo.
—Estarías mejor sin mí, sí... Tan solo... —Susurro a la noche, sintiendo el peso de los acontecimientos caer sobre mí.
Abrazo mis piernas, agradecida de no estar encadenada en está ocasión. Busco consuelo, sin embargo, solo me tengo a mi misma, estoy sola. De muchas maneras. Quisiera que hubiera alguien, sin importar quien fuera, para distraerme de la angustia incesante, la tristeza que se aferra a cada hueso de mi cuerpo y la culpa que me carcome viva.
—¿Qué es lo más complicado que has tenido de qué hacer? —le pregunto a Sebastián en medio del campo.
—No estoy seguro... —es lo único que articula, sin despegar su mirada del atardecer.
—No quiero volver —le respondo.
Su mirada se desvía desde atardecer y recae en mí... Observó mis manos esperando que me apoye.
—Tienes que ser fuerte y enfrentarlos. No puedes dejar que te pisoteen a su antojo. —pronuncia con firmeza.
—Pero yo no soy fuerte...
—Si, si lo eres, solo que el miedo te ha convencido de que no lo eres, deja de escucharlo. Defiéndete, cree en ti, en lo que eres capaz de lograr y si algo paso. Si ellos intentan algo, te prometo que estaré ahí para ayudarte —sus palabras son certeras y la verdad es no sé cómo hacer eso.
—No importa si no sabes cómo lograrlo, te apoyaré e intentaré enseñártelo —finaliza.
—Gracias —susurro en un noto inaudible...
—Eres mi hermana, tengo que enseñarte muchas cosas, pero también velar porque estés bien y que un grupo de idiotas que no tienen nada que hacer en sus casas, vengan a intimidarte y abusar de ti —niega molesto.
Salgo del trance que me llevó a ese recuerdo... Sintiéndome aún más culpable.
Tal vez si apareciera frente a mí, si cruzara esa puerta. Si tan solo estuviera vivo, sería capaz de perdonarme a mí misma. Pero por el momento no me creo capaz de regresar a alguien de entre los muertos y no estoy segura de que eso se pueda hacer.
Cierro mis ojos y como si el destino me odiara, comienzan a reproducirse diferentes escenarios, diferentes recuerdos junto a él, cada riza, cada lágrima, pelea, todo. Ocasionando que mi pecho duela en gran manera, es un dolor punzante que amenaza con deshacerme en mil pedazos. Mi corazón,se convierte en un barco naufragando en una tormenta de emociones, se balancea al ritmo de mi dolor. Intento aferrarme a un salvavidas de esperanza, pero las olas de la desesperación me arrastran hacia el fondo.
&__
—¡Despierta! —un grito torrencial acaba con la tranquilidad en la que se encontraba mi cuerpo.
Mi corazón amenaza con escapar de mi caja torácica, intento aferrarme a lo que sea que tengo enfrente y eso hago. Me encuentro en una jaula de vidrio. Lilith quien se encuentra a mi lado con una pequeña sonrisa que adorna su rostro, la emoción se desborda de su rostro.
—Ya venía siendo hora, pasaste casi 12 horas dormida —se queja.
¿12 horas? Maldita sea, quién sabe cuánto tiempo he pasado en esta jaula diminuta que amenaza con provocar algunos espasmos de dolor.
—Hoy me siendo jobiosa y por ente te voy a contar algunos detalles que necesitas saber —me informa con emoción.
¿Será que se encontró con alguna aventura de una noche? y al instante en que ese pensamiento cruza mi cabeza, mi sangre se pone fría, mi cuerpo entero. Las náuseas inundan mi ser al pensar en él.
Comienza a caminar de un lado al otro, provocando que quería meterle el pie y que se caiga.
—Hay una cruda realidad que tienes que afrontar y es que... Sin importar cuanto quieras creer algo más, nadie te va a salvar en esta ocasión —sentencia con una sonrisa en su rostro— ¿Por qué? Bueno, como ya sabrás Axel está muy ocupado con los planes de su boca, como para poder lidiar contigo...
Mi boca se seca, una grieta en un desierto árido. Siento un vacío abismal en el pecho, como si me hubieran extraído un órgano vital. Con una máscara de indiferencia, trato de ocultar la tormenta que azota mi interior. Está mal si ella cree que puede perturbarme al mencionar algo de Axel.
—Por ende, pasarás todo el tiempo que sea necesario en este lugar, sin molestar a nadie y mucho menos inmiscuirte en cosas que no te competen —sentencia, pero lo único que quiero es llevarle la contraria.
—¿Y si no quiero? —la reto, disfrutando la irritación cruzar su rostro.
—¿No te valió con ser la culpable de tantas muertes? —pregunta con desdén— primero un pobre chico, después tres de mis guardias, por si fuera poco, una docena extra y 10 guardias para concluir. Todos muertos, porque tú los asesinaste —sus palabras son como taladros que abren un agujero en mi pecho— no, claro que no te importa y tuvo que morir tu querido amigo —mi mundo se detiene con sus palabras—, ese Moreno... Sebastián, creo que se llamaba... —concluye dándose la vuelta.
Y lo que había intentado evitar ocurre... Mi mundo se viene abajo, mi respiración se vuelve irregular, me siento demasiado mareada, mi visión se nubla, mientras mi pecho se oprime de una forma que no había sentido antes. Quiero gritar y el que esté en esta maldita jaula no me ayuda en lo absoluto...
—Te tengo un pequeño regalo, para ayudarte más —susurra con una sonrisa que causa que me erice...
Y antes de que pueda entender, comienza a salir un gas. Lilith se va resonando sus tacones contra el suelo... El gas se vuelve más denso y terminó respirándolo y es cuando ocurre...
Mi mente intenta jugar conmigo... Sensaciones que he intentado enterrar surgen apoderándose de mi cuerpo, el miedo se instala en mi pecho. La respiración me falla, mi visión se nubla y todo lo que veo es oscuridad... Interno tocar el vidrio de la jaula para recordarme que es solo un maldito juego de Lilith... Pero desaparece convirtiéndose en ese algo que había intentado evitar.
Ahora es de madera. Cierro mis ojos.
—No es real —me susurro para mí misma.
Abro mis ojos con la esperanza de volver a ver esos malditos vidrios, pero, así como llegan desaparecen y lo único que puedo sentir es madera. El lugar se siente más pequeño y esas voces a los lejos se mezclan con la realidad que sé que intentan distorsionar.
—Eso te pasa por maldita, para que aprendas que cuando un hombre da una orden, se acata y punto —la voz de Steve, mi ex llega a mis oídos.
Niego con la cabeza, no es real...
La risa de mi ex amiga resuena en el sitio, al igual que la risa de Madison.
—No, no —niego sintiéndome al borde del llanto.
Escucho como tiran la tierra al ataúd, mi pecho se comprime más de lo que ya estaba... El miedo me lleva a comenzar a gritar pidiendo ayuda, aun sabiendo que nadie viene por estos sitios.
—¡AYUDA! —grito con mi voz al borde de quebrarse.
La risa de ellos aumenta, provocando que mi cuerpo tiemble sin remedio alguno. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas, sollozo intentando callarlo para no darle la victoria...
—Ahora sí, nos vamos y espero que tengas suficiente oxígeno hasta mañana y que aprendas la lección —sentencia Steve.
¿Cómo carajos pueden enamorarme, ciegamente de alguien como él?Me reprendo.
—Por favor —mi voz sale más aguda de lo que quería—, sácame —le suplico.
Tengo miedo y lo único que quiero es llegar a mi casa, sentir un abrazo de mi padre o de mi madre. No quiero sermones de "yo te lo advertí" o terminar en una maldita camilla del hospital muerta. Quiero vivir.
Grito sintiendo como mis cuerdas vocales se rasgan, provocando que me ardan de una forma horrible. El tiempo se vuelve en mi contra.
—¿Qué todavía no has aprendido? Entonces voy a tener que dejarte más tiempo —sentencia Steve.
El horror recorre mi rostro y mi cabeza ante esa maldita idea.
—Por favor —suplico— Steve, te lo suplico. No volveré a atreverme a molestarle o llevarte la contraria, mucho menos que me quejaré si quieres tener una relación abierta. —mi voz se rompe al igual que mi corazón al pronunciar todo eso—, te lo suplico. Sácame de aquí —culmino en un tono demasiado bajo.
Sin importarme si me saca o no, vuelvo a llorar solo que en esta ocasión grito repetidas veces golpeando lo que está frente a mí. Mi pecho amenaza con no poder soportar esta maldita sensación tan horrible que se esparce...
—No es real, él no está. Steve no está —la voz de Sebastián llega a mis oídos.
Niego con la cabeza, me estoy volviendo loca ahora lo escucho también a él.
—No has aprendido, quiero escuchar tu gratitud —sentencia Steve.
—No es real, es un recuerdo, déjalo, no te aferres. Él ya no está para hacerte daño —la voz de Sebastián regresa.
Niego repetidas veces con la cabeza. Los sollozos se me escapan, mi cabeza duele de tanto llorar.
—Perdón, perdón, no lo volveré a hacer. Solo sácame, te lo suplico —susurro con mi voz entrecortada—, por favor, Steve, ya aprendí la lección.
Su voz se vuelve un eco, que se combina con su horrible risa.
—No te voy a sacar maldita perra sin cuerpo, métete eso en tu maldita cabeza —me grita, provocando que mi cuerpo se erice y los temblores aumenten.
Niego repetidas veces mientras de mi boca se escapan inaudible "perdones" que no creo que Steve pueda escuchar.
Mis manos se aferran a mi garganta, cada músculo tenso como una cuerda al borde de la ruptura. El aire es un lujo inalcanzable, una quimera que se escapa de mis dedos. Mis ojos se inyectan en sangre, la visión se me nubla y un zumbido ensordecedor me impide pensar. Mis pulmones, como fuelles rotos, se esfuerzan en vano por llenar mi cuerpo de oxígeno. El pánico me paraliza, cada segundo es una eternidad. Quiero gritar, pero mi voz es un susurro ahogado, una súplica perdida en el vacío.
Llevo mis manos hasta mi cabello, intentando que las voces cesen, la risa de Steve, Madison, mi amiga, la voz de Sebastián. Vuelvo a gritar, sintiendo como algo se quema en mi interior. Y con ese último grito un jadeo escapa de mi boca, sintiendo como todo se torna oscuro, mi cuerpo pesa al igual que mi mente se siente jodida. Intento mantenerme despierta cuando siento unos brazos envolverme, pero ya no sé si es real o es mi mente que intenta disminuir el dolor del recuerdo. Sin importar que, me dejó caer en ese lugar oscuro donde tanto va mi mente...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro