Capítulo 3 - Campamento
Me pregunto qué es más probable, morir por asfixia o por un olor tan fuerte y desagradable pueda matarme primero.
—Angel si no te colocas esas zapatillas de nuevo, voy a prenderle fuego a tu ropa —le amenazó.
No puedo verlo, sin embargo tengo la extraña sensación de que tiene una sonrisa plasmada en su rostro, su risa hace eco en furgoneta.
—Quisiera verte intentarlo.
antes me parecía una locura todo esto, primero que nos dejaran en una autopista en medio de la nada, después furgonetas con congelador que estaban defectuosos y casi no se siente nada de aire, lo que uno podía respirar a sido contagiado por un olor a cayo o talvez hongos o puede ser una infección que este chico tenga en su pie.
Pero lo peor que ha pasado son estos uniformes de penitenciaría, acompañados de cadenas tan largas y pesadas que hacen que mis extremidades duelan en el proceso.
Creo que no nos mataran, pero es posible que ese campamento sea una fachada y en su lugar vamos a una penitenciaría o tal vez es la fachada solo para nosotros. quizás todos somos un problema en nuestros hogares y quieren deshacerse de nosotros con una lección de dudosa procedencia.
—¿Cuánto tiempo se supone que falta para llegar? —le pregunto revistiendo de toda la paciencia que no tengo.
—No mucho, estos viajes no son tan largos —me responde Sasha—, lo único es que se pierde el sentido del tiempo cuando estás en un agujero oscuro, maloliente.
—¿Tu también con eso, tilly? —se queja Angel.
—Mira mal engendro, te voy a poner estas mismas cadenas en el cuello mientras duermes —le amenaza, sin embargo, suena de muchas formas menos una amenaza.
—Tilly, tilly,tilly oh mi querida tilly —se burla Angel.
Esos dos... o tienen algo o lo tuvieron, pero algo va a pasar.
Ojalá nada de esto hubiera pasado, pero la vida no se puede basar en ojalá o tal vez. Los hechos no van a cambiar por más que yo quisiera, siempre será mi palabra contra los hechos, contra lo que ellos dijeron.
La furgoneta se detiene, las puertas se abren lastimando mis ojos por el cambio tan abrupto de oscuridad a luz. Seguido por la melodiosa voz de troncha toro que lastima mis oídos.
—¡Quiero que todos bajen! —grita.
Seguido por el arrastre de las cadenas que hacen eco en el pequeño lugar. Al salir de la furgoneta, mis pies tocaron el suelo de un denso bosque que parecía sacado de un sueño oscuro y opresivo. Los árboles, altos e imponentes, se arremolinaban a nuestro alrededor, sus copas se entrelazan en lo alto, creando un dosel que apenas dejaba filtrar la luz del sol. Sus troncos eran gruesos y robustos, cubiertos de una corteza áspera y oscura que parecía haber sido moldeada por años de intemperie. Cada árbol parecía susurrar historias antiguas, historias de supervivencia y resistencia.
El aire está impregnado de un olor terroso y húmedo, mezclado con el aroma penetrante de la vegetación en descomposición. Las hojas secas y crujientes se acumulaban en el suelo, formando una alfombra irregular que amortiguaba nuestros pasos. Al caminar, el crujido bajo mis pies rompía el silencio del lugar, un silencio casi tangible que sólo era interrumpido por el susurro del viento a través de las ramas y el ocasional canto lejano de algún pájaro.
A lo lejos, la reja se alzaba de manera imponente, una barrera metálica que se extiende en ambas direcciones, aparentemente infinita. La estructura no sólo estaba hecha para mantenernos dentro, sino para advertirnos de manera clara y amenazante: "No hay escapatoria".
El ambiente es denso y sofocante, una mezcla de la opresiva presencia de los árboles y el conocimiento de que estábamos atrapados en este lugar sin salida. Cada detalle del bosque, desde la altura de los árboles hasta el silencio que nos envolvía, contribuía a una sensación de desesperanza y claustrofobia. Sin embargo, había algo vagamente familiar en todo esto, una sensación de déjà vu que no podía ignorar, como si hubiera estado aquí antes, en otro tiempo, en otra vida.
—Si consideras escalar, déjame advertirte que todo está electrificado, se recarga con la luz del sol, por lo que no se puede sabotear, en cambio puedes morir y ser de utilidad para alimentar a los pumas —me advierte tronchatoro.
Vieja del demonio. Su mirada conecta con la mía, pero todo lo que se puede contemplar son sus demonios. Ella gira su rostro cual depredador al contemplar su próxima presa. Sigo su rostro hasta encontrar a Sasha quien está bajando con tanta paciencia mientras su cuerpo parece sufrir una epilepsia.
Tronchatoro se le acerca y comienza a gritarle, Sasha baja su rostro en el proceso. Angel solo observa en silencio. Debería hacer lo mismo ¿verdad?
—Baja de una puta vez, pez viscoso.
Si.
—Ni mi madre era tan lenta como tú, mocosa de mierda —le sigue gritando.
No.
—Te voy a dar tres, o yo misma te arrastro fuera —vuelve a gritarle.
Giro mi rostro, pero nadie se ha dignado en querer ayudar, simplemente ignoran lo que está sucediendo.
Si.
La mano de esa vieja loca se levanta en el aire y se que me arrepentire. Interceptó su mano, manteniéndola en alto y evitando que la lastime. El tiempo se detiene, por lo menos así se siente, todos voltean a verme, siento sus miradas transmitiendo lástima a excepción de la de tronchatoro, que es una promesa vivida de esto marcará un antes y un después no muy placentero para mí.
—Quita tu mano —advierte.
No me muevo, mantengo la misma posición con la mirada fija en ella.
—No —sentenció.
Ella gruñe en mí cara, emanando el olor fétido de su aliento. Una sonrisa asoma entre mis labios. Una mano aterriza en mi cabello con fuerza, tirando sin piedad. El dolor en mi cuero cabelludo es inmediato y agudo, extendiéndose como un fuego ardiente. Cada segundo que pasaba, mis músculos se tensan más, como si estuvieran hechos de acero.
Es un dolor punzante se abre paso en mi cabeza. muerdo mi labio inferior para no gritar, no le daré el gusto de verme sufrir. Ella sonríe y comparte cierto parecido con una hiena. Mi cuello se eriza, mi corazón galopa en mi caja torácica, no es por esta vieja loca... algo está pasando. Sin embargo, algo me tumba al piso, pero no caigo por completo, me mantengo casi de rodillas, mientras la vieja loca jala mas de mi cabello.
Duele como el diablo.
Cierro mis ojos espantando las ganas de llorar, llevo mis manos a su brazo arañando para que me suelte.
De un momento a otro, siento una presencia colocarse detrás de mí... Abro mis ojos lentamente sintiendo el escozor.
—Sueltala —esa voz, yo la conozco.
—Debe aprender o hará lo que quiera —contraataca tronchatoro.
Ella jala más y gruño en respuesta. Me va a dejar calva.
—Sueltala ahora —brama Axel.
Mierda, nunca lo he escuchado hablar en ese tono de voz a alguien.
—Será tu culpa si ella...
pero no termina de hablar.
En su lugar, mi cabello es liberado, pero aún permanece el eco del dolor, volviendo mi cabello algo sensible. llevo mis manos a mi cabeza masajeando con delicadeza. Las lágrimas se acumulan en mis ojos.
Que se descuide que le voy a rapar la cabeza.
Siento a Axel detrás de mí, seguido por su mano en mi hombre. El dolor mengua ligeramente, no comprendo porque. Abro mis ojos lentamente encontrándome con el cabrón que me acaba de salvar. Algo brilla en sus ojos... ¿preocupación? imposible, por su culpa estoy aquí.
—Levántate —susurra.
Quiero discutirle, pero por primera vez no es una orden, es una petición. Lo pienso un poco, pero la voz de tronchatoro se hace presente nuevamente.
—La vas a malcriar —se queja—, además de mostrar preferitismo por ella o es que se metió en tus pantalones.
Lo observo detenidamente, el odio que desprende sus ojos, enmascarado por algo más, solo que no logro saber que es. Él se levanta.
—Toquela de nuevo y tendremos problemas —sentencia y hace que mi corazón se detenga—, recuerde quien soy yo y quién es usted, puedo despedirla cuando se me antoje y nadie lo cuestionara.
No creí que él tuviera ese lado oscuro.
Tronchatoro lo observa molesta, pero no le discute, solo se cruza de brazos.
—Quítele las esposas a ella y a todos los demás —brama—, quiero que les regresen sus ropas.
Por primera vez en mi corta existencia, quiero agradecerle por ayudarme, pero eso solo alimenta su terrible ego.
Siento una mano levantarme del suelo, quisiera darle las gracias a quien me ayudó, pero el problema es que siento que si le quito los ojos de encima a esa discusión, voy a volver a ser golpeada por esa vieja loca.
Ella se acerca y su sola presencia reanuda el dolor en mi cabeza, saca un juego de llaves y me quita las esposas de las manos, las observo detenidamente contemplando el contraste de color en mi piel, el rojo intenso. Realiza el mismo procedimiento con las cadenas en mis piernas, hasta encontrarme libre, por lo menos en un sentido.
El resto de las personas nos observan detenidamente ¿es la primera vez que esto ocurre? tronchatoro se aleja de mí y repite el mismo procedimiento con el resto de los pacientes. Axel se acerca lentamente detallándome en el proceso, yo hago lo mismo.
Es la primera vez en dos años que no lo veo con un abrigo, en su lugar lleva una camisa de manga larga arremangada hasta los codos.
—El color te sienta bien —se burla—, corresponde a tu verdadera naturaleza —sentencia.
Jodete, grandísimo hijo de puta.
Lo observo sin pronunciar palabra alguna. El simplemente asiente y saca de su bolsillo lo que parece un collar, lo coloca frente a mí. es dorado, con un dije en forma de un árbol frondoso. ¿por qué me ofrece eso?
—Si aprietas el árbol, podré ayudarte si algo como esto vuelve a ocurrir o —lo deja en el aire y sus labios se mueven, solo que no escucho lo que dicen.
Lo coloca en la palma de mí mano y está tibio, ligeramente tibio. Parece querer decir algo más, no obstante de sus labios no brota nada. Se aleja lentamente en dirección a lo que parece ser una tarima improvisada, donde está subiendo una mujer rubia con aspecto de señora adinerada. ¿será su madre? no se ve tan vieja.
—Bienvenidos al campamento Nueva Vida —comienza—, quisiera darle la bienvenida a los nuevos y aquellos que ya nos conocemos. Este año contaremos con la presencia del Doctor Axel Sterling.
Sasha se coloca a mi izquierda y Ángel a mi derecha. ambos se cruzan de brazos.
—Ella nunca me ha agradado —pronuncia Ángel en voz baja.
—Nadie te agrada, idiota —contraataca—, por otro lado siempre he creido que ellos dos tienen o tenian algo.
Despego mi vista de ellos y la concentro en ella.
—No creí que fuera alguien de las que le gusta mayores —comento, más para mi que para ellos.
Regreso mi vista a donde se encuentran ellos y mi mirada choca con la de él. Quien me observa sin disimular. Cosa que ocasiona que una nueva mirada viaje en mi dirección. La señora rubia.
—Mantente fuera del radar de ella —advierte Sasha.
—Busca un aliado —brama Angel—, solo no confundas tus sentimientos. Este lugar suele jugar con tu mente de una forma muy cruel.
Donde mierdas me han metido
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