Capítulo 28- Axel
Axel.
—¿No piensan decir absolutamente nada? —les pregunto por milésima vez a los amigos de Elizabeth.
Ellos se miran entre sí, compartiendo una mirada de complicidad que termina con ambos cruzados de brazos y sus miradas que parecen antorchas de fuego listas para ser lanzadas.
—¿Creen que no me importa la seguridad de ella? —les vuelvo a preguntar.
—Dígame ¿Cómo se siente con su casi boda? —pregunta Ángel.
Me desconcierta por segundos «¿Cómo saben de la boda?»
—¿Quién les dijo eso? —pregunto incrédulo.
—El demonio habla de más —se encoge de hombros, Ángel, como si nada.
«Lilith».
—Reitero mi pregunta ¿Dónde está ella? ¿Qué le ocurrió en el cuello? ¿Qué paso en mi ausencia? —increpó molesto.
El chico parece molestarle todo lo que sale de mi boca, se levanta de forma rápida, provocando la silla chirre y caiga al suelo. Se inclina en la mesa de mi escritorio, lanzando dardos con la mirada.
—Jódase —increpa, mientras lanza todo lo que esta en mi escritorio al suelo.
Abro mi boca para callar a ese niño insolente, cuando la amiga se une a él.
—Compórtese como un hombre, deje de mentir —me reclama ahora ella.
—Un hombre no es solo aquel que tiene un puto pantalón y un puto pene colgándole entre las piernas —espeta Ángel—. Un hombre es aquel al tomar una decisión se hace cargo de las cosas que hace, de las consecuencias que puedan surgir.
«Tiene que ver con ella, esas palabras. Algo paso y usaron mi nombre».
—Yo no considero a un infeliz como usted, un hombre. Ya que un verdadero hombre, tampoco intenta asfixiar a una mujer, hasta dejarle marcas en el cuello...
«Sus palabras me descolocan, pero sé que lo dice por mí. Sin embargo, yo no le hice eso»
—¿Qué te hace creer que yo le hice eso? —inquiero con molestia.
—Ella nos lo dijo, que entró en sus sueños y casi la mata —susurra Sasha, algo más calmada.
—Bueno, como han visto, no he podido tener siestas tan largas. Además, no atentaría contra la vida de...
—De tu juguete preboda ¿Verdad? —habla Ángel interrumpiéndome.
Niego con la cabeza «ella es demasiadas cosas juntas, pero un juguete no es».
—No es ningún juguete... —intento explicarle.
—Mentira, ¿Cuándo pensaba dejar de jugar con ella? ¿Cuándo el campamento terminará? ¿O le iba a borrar la memoria? ¿Acaso la iba a volver su amante de campamentos, mientras en su casita lo espera su esposita? —pregunta molesta.
Tiene razón, solo que este matrimonio no lo elegí yo... Mucho menos quiero llegar a ese altar.
—Hay quienes no tenemos elección —intento que comprenda.
—Mentira, si quieres algo luchas por eso. Si no te gusta algo te defiendes, no puedes dejar que el resto del mundo dicte quién eres o lo que serás, lo que harás o dejaras de hacer —me grita.
«Tiene razón, pero es muy joven para poder entender este tipo de cosas».
—Si no me van a decir donde está, entonces pueden retirarse —pronunció de forma cortes.
—Está mejor con Sebastián, que con usted —pronuncia por lo bajo Ángel.
«Algo dentro de mí hace clic dándole un nombre al Moreno que llegó por ella».
La molestia sube por todo mi cuerpo, cierro mis ojos intentando controlarme por completo, pero lo único que logro es querer...
—Si, en realidad hacen bonita pareja —agrega la chica.
—Lárguense ahora —espeto molesto.
Una sonrisa asoma en el rostro de ambos y salen de mi oficina de forma rápida. Mientras a mi mente asoman los recuerdos de cuando la vi.
Su cabello estaba suelto, sus ojos se veían hinchados, rojos, su cuello tenía un color extraño, estaba lleno de marcas. Cuando su nombre abandono mi boca, ella se giró y es como si el tiempo se detuviera. Quiero que ella regrese y quiero saber lo que paso en mi ausencia. Porque si de algo estoy seguro es que Lilith no desaprovechó esa oportunidad.
Ella cerro sus ojos y vi la batalla interna que se libra. No la culpo, no es fácil cargar con estar en este lugar. Y cuando por fin parece haber tomado una decisión aquel chico Moreno aparece sujetándola de la mano. Provocando un corto circuito en mi interior. Ella no dudo en aferrarse a él e irse con él.
—Entonces, esa es tu pareja y así vienes a quejarte de que me voy a casar —bufo molesto.
Me levanto de la silla, busco a Lilith por todo el campamento, no obstante, cuando ya no le encuentro entiendo que está en los laboratorios. Me dirijo a ellos pasando todas las claves que ella pone. Hasta que el frío del pasillo me recibe. Ella se encuentra en lo que parece ser un invernadero o algo por el estilo. Me acerco a ella a paso firme, su vestido celeste se ajusta a su cuerpo, como todos los demás.
—Cariño, ¿en qué puedo ayudarte? —pregunta tan tranquila.
—¿Usaste mi imagen? —pregunto, pero afirmó a mi duda.
—¿Qué te hace creer eso? —me pregunta desconcertada.
—Respóndeme de una maldita vez —me alteró.
—No sé de qué me estás hablando, es más me llamo Katia, para hablar de la boda y...
—Katia puede esperar, la boda puede esperar. Mis respuestas no pueden —afirmó.
Ella se tensa, pero lo disimula. Se gira por completo hacia donde me encuentro yo, pasa su mano por mi rostro, intentando calmarme, pero lo único que provoca es que más ira recorra mi cuerpo.
—Sé que quieres encontrarla, pero atacándome no es la forma correcta —finaliza.
—¿Qué hiciste en mi ausencia? —le preguntó de manera directa.
—Muchas cosas, descubrí que ella tiene un gran poder. O varios, es más, es una de las pocas en este mundo que lo tienen...
—Seguiste experimentando con ella, cuando te di una orden clara de que no lo hicieras —me quejo.
Ella pone los ojos en blanco, exasperándose por mi reacción.
—Quieres cogértela, hazlo, pero no quiero que tus "sentimientos" interfieran con la misión principal de este campamento —espeta.
—Quiera o no quiera cogérmela, es mi problema no el tuyo. Lo que haga y deje de hacer también es mi problema. Lo que no debería ser problema es cuando doy una orden y me desobedecen. —finalizó.
No dejo que me responda, me giro sobre mis talones. Sintiendo como la sangre me hierve, «lo sabía, por eso ella no quiere regresar. Quien sabe la cantidad de cosas que ella le hizo a Eli».
—Puedes buscarla cerca del acantilado —esas palabras me detienen, me giro y Lilith tiene los brazos cruzados.
—¿Por qué? —pregunto molesto.
—Porque por ese lugar vive uno de los mejores doctores que trabaja aquí, talvez se esconde en su casa y él no sabe —pronuncia con simpleza.
«Pero si de algo estoy seguro es que... Con ella nada es simple».
Me giro de nuevo, solo que en esta ocasión ya sé dónde puede estar. Sin embargo, no estoy seguro de querer ir por ella. Está mejor lejos de este sitio. Está más segura, pero si Lilith lo acaba de decir eso significa que ella si tiene en mente ir a buscarla. Porque para ella es su pequeña moneda de oro. Pero para mí es algo más importante que el oro.
Elizabeth...
—¿Cuál es la clave del control? —pregunta el doc.
—Estar sereno —respondo no muy segura.
—Debes tener dominio sobre ti misma, no dejarte llevar por los impulsos que quieren recorrer tu cuerpo, esos que quieren dominar tu mente —me explica.
—Además, de no dejarte llevar por los sentimientos, que puedas tener hacia alguien —concluye Sebastián.
Me giro sobre mis talones, entendiendo la indirecta. Estamos afuera de la casa segura, pero en esta ocasión necesito aire. No es que en la casa no hay, más bien es... Ni yo entiendo. La brisa golpea mi rostro, transmitiendo paz, a todo mi cuerpo.
—¿Por qué dudaste al ver que tenías que irte? —me pregunta el doc. sentándose en una silla frente a mí.
—No lo sé, sentí que... —dejo las palabras en el aire.
—Sebastián, retiraré, por favor —le indica el doc.
Este sin muchos ánimos se retira dejándonos a mi parada caminada de un lado al otro, con los nervios de punta y el doc. que intenta entender mi reacción.
—Te gusta —habla rompiendo el silencio.
«No me gusta»
—No —susurro.
—Claro que si, por lo menos un poco, lo suficiente para hacer estragos dentro de ti —habla de nuevo.
Niego con la cabeza.
—No me gusta, lo odio, eso es claro. ¿Quién en su sano juicio puede tener sentimientos hacia un infeliz, que te mete en un campamento a la fuerza, te hace la vida de cuadritos? —pregunto.
El doc. arquea a una ceja y pone cara de "ni tú te la crees".
—No me gusta y punto —finalizó molesta.
—Si tú lo dices con esa firmeza, te voy a creer —pronuncia levantando las manos en señal de rendición.
«Muy bien, ahora sigue adelante, no pienses en ese idiota que solo te uso como juegue post boda» habla esa voz en mi cabeza.
«Tiene razón, que se joda, es más, si lo veo lo castro» finalizó ahora.
—Ahora creo que es un excelente momento, para que intentes conectar con tus poderes y tomar dominios de ellos. —me explica.
Las siguientes horas del día, pasamos intentando que yo "conecte con mis poderes" pero lo único que he logrado es que las ganas de ir al baño aumenten, al igual que el hambre. Sacando como finalidad de qué... Mis poderes salen cuando me siento amenazada o en peligro.
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