Capítulo 26 - Odio
—No puedes quedarte despierta toda la noche —me regaña el doc.
Si duermo. Voy a soñar con él y no quiero volver a verlo ni en pintura. Se que es imposible y talvez una rabieta, sin embargo, si puedo prolongar el tener que volver a verlo, lo hare.
—Intenta dormir por lo menos un poco y después si sueñas con él te despiertas y listo... —sus palabras son tan tranquilas.
—Lo intentaré —le respondo, para que deje el tema.
Este se retira de la habitación, dejándome con esa extraña sensación que quiere esparcirse por mi cuerpo... La habitación se torna oscura. Me acomodo sobre la almohada esperando que el sueño se adueñe de mi cuerpo.
No tarda en pasar, cuando mis párpados pesan... Y me dejó llevar...
La luz golpea mi visión, me siento algo extraña... Escucho golpes en mi puerta, intento levantarme, pero ya no estoy en la habitación de la casa del doc. Alguien sigue tocando a la puerta. Me levanto de forma perezosa. Mis piernas pesan al igual que mi cuerpo. Intento acercarme a la puerta, pero una parte de mí se niega a abrir la puerta.
—Abre, necesito hablar contigo. Ahora —la voz de Axel hace estragos en mis oídos.
Mis manos tiemblan, y por alguna extraña razón quiero abrir y contarle todo, pero no me siento capaz de luchar con su "no te creo" o "eso no es así" porque sin importar que tanto diga, que tanto intente explicarle. Nunca me creerá...
—Abre la puerta, por favor —su voz se transforma en una súplica inaudible.
—No puedo... Lo... Lamento —respondo en el mismo tono, poco audible.
—Quiero saber la verdad, eso es todo. Te creeré, te lo prometo... —habla por lo bajo.
Niego con la cabeza... Cierro mis ojos intentando despertarme.
Lo logró, en medio de tantos inconvenientes. En cada segundo que pasa, canalizó cada sentimiento, cada sensación que me ha provocado ese maldito. Cada una, hasta el hecho de que ser su juguete terapéutico, pre- boda.
Día dos...
—¿Vas a dormir? ¿No te quejarás? —pregunta el doc sorprendido.
Asiento con la cabeza, presa del cansancio producido por sus "entrenamientos".
—Igual, te traje esto. Según mi esposa es una cosa que atrapa los sueños malos o algo por el estilo —me explica, mostrándome un atrapa sueños de colores, es grande.
Creo que nunca había visto uno en persona, lo sujeto entre mis manos sintiendo el material, los hilos.
—Lo usaré, pero me ofende que crean que lo necesito —lo acepto con falsa indignación.
—No importa, hasta mañana —se despide dejándome en la oscuridad de la habitación.
Me levanto de la cama armando alguna forma de colocarlo en la pared. Pero todo lo que encuentro es un pequeño clavo. Busco bajo la cama, pero solo encuentro un martillo «¿quién guarda un solo clavo y un martillo bajo la cama?» me preguntó mentalmente.
Ignoro eso y me regreso a la cama, acomodo el clavo en el lugar donde lo voy a querer y volteo a ver al martillo que descansa en mi mano... Sé que no tenemos una buena relación, pero no quiero martillarme la mano en esta ocasión. Le suplico con la mirada.
Perfecto, este maldito sitio me ha dejado más mal, de lo que ya ando. Ahora hablo con el martillo y le pido favores. niego, poniendo los ojos en blanco. Apuntó a la pared calculando, con cuidado el martillo va clavando de poco a poco. Agradezco mentalmente el no haberme martillado hoy...
Muerdo mi labio inferior presa del dolor, provocado por el maldito martillo. Una pequeña lágrima se escapa de mis ojos, la limpio con la mano buena. Mientras dejó caer el martillo a la cama, pero el muy desgraciado salta y termina en mi pie derecho. Caigo en la cama, sintiendo un inmenso deseo de quemar ese maldito martillo.
Tiro el martillo al suelo y me coloco en posición fetal, intentando controlar el dolor que se expande por mi mano y mi pie. Pongo los ojos en blanco, decidida a dormir aún sintiendo el dolor.
Cierro mis ojos dejándome llevar por la suavidad que aporta la cama a este cuerpo cansado...
El sonido del constante sonar de la puerta, provoca que abra mis ojos. Pero algo en mi cuerpo me indica que no estoy despierta... Le hago caso a esa voz en mi interior.
—Abre la puerta, de una vez o la tiro —la amenaza de Axel, provoca que algo en mi interior se revuelva.
—No —es lo único que pronunció en medio de un susurro.
Cierro mis ojos deseando despertar de este maldito sueño «Recuerda todo lo que ocasionado, que esto es culpa de él. Todo» pronuncia una voz en mi cabeza.
«Si no fuera por él, no estarías en este campamento o sufriendo lo que estás pasando» vuelve a hablar esa voz.
—Eso es mentira, si no fuera por stev... —el nombre de mi ex se queda en el aire.
«Sabes que es mentira, es más. Recuerda que eres su juguete preboda» vuelve a hablar.
Un estruendo hace que vuelva a concentrarme, sin necesidad de abrir mis ojos siento su cercanía, el cómo mi cuerpo entero reacciona al saber que está cerca. Pero no abro mis ojos, niego con la cabeza. Sintiendo como mis mejillas se mojan. Siento como se aproxima a tocarme, pero retrocedo, abro mis ojos sacando toda la ira que me corroe por dentro.
—No —dictó molesta.
Su mirada cambia de forma drástica, a una molesta, en la que se reflejan las mismas estúpidas preguntas.
—Dime ¿Dónde estás? —exige acortando la distancia.
La carne es débil, hasta en los sueños.
—N-o —respondo tartamudeando.
Su cuerpo sigue avanzando hacia donde estoy e intento retroceder, pero es en vano, ya que termina acorralándome contra la pared. Sus manos colocadas a ambos lados de mi rostro, su mirada irradia chispas de fuego y mi cuerpo me traiciona.
Entre abro mis labios de manera involuntaria, intentando oxigenar mi cerebro, para que trabaje más que mis hormonas. Pero es vano, su rostro termina acortando la distancia que hay entre nosotros, sus labios se acercan a los míos y sin previo aviso se estrellan, colisionando, pero hay algo diferente... «No es él» habla mi mente.
Le hago caso a esa voz, e intento moverlo, pero no logro nada. El desespero se instala en mi pecho, y sin que pueda verlo venir sus manos viajan hasta mi cuello donde intenta asfixiarme levantándome en el aire, y estrellando mi cuerpo repetidas veces contra la pared. Intento patearlo, pero es más alto que yo. La respiración comienza a fallarme. Y sin saber cómo esa misma canción regresa a mi cabeza.
«I put my armor on, show you how strong how I am. I put my armor on, I'll show you that I am. I'm unstoppable» susurra esa voz en mi cabeza.
Y todo vuelve a ponerse oscuro...
Día 3...
—Hoy es diferente por muchos motivos, pero ahora necesitamos que vayas a ese lugar. Al antiguo laboratorio e investigues —me recuerda por tercera vez el doc.
Asiento sin muchas ganas, el cuello me duele y tengo marcas de manos por doquier, fueron lo suficientemente fuerte para dejarme moretones. Lo único productivo es que no tuve que dar una gran explicación.
Lo que todavia no comprendo es ¿si no fue el, entonces quien? ya que, por extraño que suene, lo siento en mi cuerpo, no era él.
—¿Qué es lo que tienes que hacer? —me pregunta por segunda vez.
—Ir, caminar, ver, regresar —artículo sintiendo la molestia en mi cuello.
—Exacto, ¿Qué no tienes que hacer? —vuelve a preguntarme.
—Matar —respondo molesta.
En este mundo, hay muchas cosas que me molestan. Pero el hecho de querer dormir y no poder es una, después el tener semejante pesadilla que parecía tan real. Lo suficiente para amanecer con el cuello de mil colores.
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