Capítulo 19 -Confiar
Ir o no ir, esa es la cuestión. Si me quedo, me atrapan, si voy, no se a donde me dirijo y nada en este señor me indica que pueda confiar en él.
Mis pies deciden por mí y en menos de lo que lo tengo planeado, ya me encuentro siguiéndole el paso, cosa que no se me complica mucho. Ya que camina algo lento, debería sentir desconfianza, pero siento todo lo contrario.
Los minutos se hacen eternos para mí, mi estomago ruge por algo de comida y que esta sea decente. Mis manos pican con ligeros rasguños que adornan mi piel, añadiendo a la colección de heridas que tengo. En medio de la oscuridad y los densos árboles que nos rodean, se levantan contenedores, son los mismos que cualquiera puede apreciar en un barco de carga. Grandes, impotentes, parecen un laberinto conectado. ¿Que tendrá adentro? ¿si me mata? seguimos caminando en línea recta hasta que aparece una puerta en mi rango de visión.
Quiero preguntarle, estar segura de no haber cometido un error o tal vez todo esto fue planeado por Lilith y simplemente es una buena actuación. Todo se detiene, cualquier miedo se apacigua al contemplar un rostro cruzar esa puerta, logrando sacarme una sonrisa.
Extiende sus brazos en dirección hacia mí, no obstante, no estoy segura si es o no una alucinación. Sin embargo, quiero disfrutarlo. El color oscuro de su piel, trae a mi mente la cantidad de veces que le tuve que ahuyentar las moscas (chicas) sobre eso. Una sonrisa adorna su rostro, acompañada de una hilera de dientes, donde me reciben esos ojos que siempre me han cuidado. Me acerco a él corriendo y me abalanzó a su cuerpo. Pero solo quedó abrazando su estómago, ya que es más alto que yo. Sebastián.
Todavía recuerdo que, en un período de mi vida, en el que me enamore de él. Sin embargo, nunca le metí mente a eso, ya que su amistad es más valiosa que cualquiera malinterpretación de sentimientos. La fragancia de su perfume inunda mis fosas nasales, transmitiendo seguridad.
—Cuanto tiempo sin verte, enana —pronuncia con su voz ligeramente aguda.
—¿Cuánto tiempo, grandullón? —le preguntó.
No responde de inmediato, se da su tiempo. Cuando menos lo espero se inclina y deja un beso en mi cabeza.
—Dos meses —pronuncia y todavía no creo que sea real.
—No puede ser —es lo único que logro articular.
No me responde, en su lugar pasa sus brazos por mi cintura y me levanta ligeramente, dejando mis pies encima de sus zapatillas, sin esperar tanto, comienza a caminar conmigo abrazada a su torso y mis pies sobre sus zapatos.
Una risa brota de mis labios sin que pueda evitarlo, mientras él se tambalea de un lado al otro conmigo. El ambiente completo me muestra un poco de alegría en medio de tanto caos que puede aparecer.
—Ya estás más viejo, ¿verdad? —le pregunto.
—Claro, te llevo 6 años —ríe de forma irónica.
Pongo los ojos en blanco, y lo siguiente que ocurre es que me deja dentro de lo que parece ser una casa o algo por el estilo...
Me giro sobre mis talones, observando todo a mi alrededor, las paredes son blancas como en el laboratorio. Pero la diferencia es que acá hay fotos del doctor recibiendo diferentes certificados. Hay una mesa pegada a la pared, donde mi amigo se sienta, reclinándose en una silla que no sabía que existía y levantando las piernas sobre la mesa.
Me giro revisando todo el lugar, hay una televisión, y unos... ¿Tubos de cristal? No soy tan grande, no obstante, tampoco tan pequeño. Me petrifico al ver a una muchacha de cabello oscuro, piel morena, me parece conocida, sin embargo, no recuerdo de donde, sin embargo, está dentro de uno de estos tubos.
—¿No la recuerdas? —me pregunta Sebastián, con una sonrisa a medias.
Niego con la cabeza, sin entender.
—Eso significa que tampoco me recuerdas a mí —pronuncia el doctor, regresando de... No sé dónde.
Niego de nuevo.
—No pensé que el efecto fuera tan fuerte. Creo que no lo medimos —vuelve a hablar.
«Efecto ¿de qué?»
—Me presentó, soy Tayler. —extiende la mano el doctor.
Algo en mi cabeza hace. Clic. Desatando qué mi cabeza duela, cierro los ojos intentando controlarlo, pero se me hace imposible y antes de que pueda dar cuenta, mis piernas tiemblan, trayendo flashes.
—Hola. Mucho gusto, muy pronto iras al campamento, por eso tu cuerpo debe irse adaptando a los medicamentos que le ingresarán a su cuerpo —dice el doctor Tayler.
Abro mis ojos regresando a la realidad.
—¡¿Cómo carajos hacen eso?! —les grito molesta.
«Tengo suficiencia con todo lo que ha estado pasando, para ahora tener que lidiar con al parecer lo conozco desde hace tiempo».
—No grites, que despertará a mi esposa —me regaña Tayler.
—¿Cómo quieres que no grite? Si ahora resulta que pueden borrar mis recuerdos —me quejo.
—Nadie borro tus recuerdos, son manipulados —habla muy tranquilo intentando acercarse a mí.
Niego alejándome.
—¿Cómo pueden hacer que suene tan tranquilo? —me quejo de nuevo.
Tayler y Sebastián se miran entre sí «ahora me surgen más dudas, es más ¿qué hace Sebastián aquí?» pero en medio de mis quejas y dudas, resuenan los tacones de alguien acercándose. El doctor se pone más pálido de lo que es y comienza a tocar unos botones de un control. Lo siguiente que ocurre es que todo se cambia, es como ver las películas de mini espías, versión realista.
Lo siguiente que ocurre es que entra una mujer castaña, con un pantalón y una blusa del mismo color que su cabello. Tiene unos tacones tan altos que me duele el tobillo solo de observarlos, su piel es morena como la de la chica que está dentro del tubo. Al observarme una sonrisa se forma en su rostro, es sincera y no entiendo por qué me mira así. «¿nos conocemos? Quiero preguntarle, sin embargo, no me atrevo.
—Si, si nos conocemos —habla ella.
Asiento con la cabeza.
—No importa cariño, soy la esposa de Tayler —dice con una sonrisa en su rostro.
—Mucho gusto, volverla a conocer —respondo tratando de incluir coherencia en lo que expreso, pero no pasa.
Ella se ríe al ver mi reacción, sin embargo, lo pasa desapercibido. Observa a su esposo y se acerca a él.
—Cariño, recuerda ofrecerle algo de tomar o comer a nuestra invitada —le palmea su hombro—, ya preparé su habitación, llévala y que se sienta cómoda —sentencia.
Él asiente y ella se despide de todos, se gira saliendo por la misma puerta por la que entró.
—¿Alguien puede aclarar mis dudas? —indago, irritada de tantos secretos.
Tayler y Sebastián comparten una mirada, no obstante, quien comienza a caminar es Tayler.
—Sígueme, vamos, para poder explicarte todo debemos comenzar desde el inicio. —me explica.
Lo sigo sin muchas ganas, salimos de lo que parecía ser un contenedor. Ahora estamos en el bosque, de nuevo. Todo sigue igual. Él sigue caminando adentrándonos en lo profundo del bosque. La oscuridad del lugar poco a poco se va haciendo presente, el frío comienza a azotar mi cuerpo, provocando que tiemble ligeramente.
—Ya estamos llegando —me informa.
¿Cómo camina sin ver dónde pisa? No lo sé
Pero se detiene, se gira hacia donde me encuentro, sus ojos poseen cierto parecido al de un gato, solo que más espeluznante y brillan. Creo que me he orinado ¿En dónde me he metido?
—Entremos —señala lo que parece ser una puerta que no había notado debido a la oscuridad.
La puerta es de madera, observo todo detallando. Él abre la puerta y todo lo que logró observar desde mi posición es blanco. Nos adentramos al sitio y de nuevo todo está blanco. Las paredes, el techo a excepción del piso «de aquí a que salga, voy a detestar el blanco». El doctor Tayler comienza a caminar lentamente hasta que se detiene frente a una pared, la toca y está muestra un sensor de huella, juntamente con una pantalla donde coloca una clave.
Se voltea y su rostro es... Normal. Una puerta emerge del piso, abriéndose frente a nosotros. Él entra y yo lo sigo. Mi piel se eriza y mi cuerpo se petrifica al ver lo que hay dentro...
Hay muchos, demasiados tubos, pero dentro hay jóvenes. Lo único que estos tienen rasgos animales, facciones, ojos, hasta su cuerpo parece tener un parecido al de animales. Solo que todos son iguales.
—Esto que observas, es la creación de Lilith —pronuncia el doctor.
Abro mi boca intentando articular algo, sin embargo, no me sale nada.
—No... Entiendo —es lo único que logro pronunciar.
—Lilith desde que era joven, era diferente —comienza su discurso—, el problema no es si era o no diferente. Es como las perspectivas de lo que deseas cambia y se vuelve avaricia.
—Es la típica villana de la historia, continúa —le restó importancia.
—En eso te equivocas, no es una villana. Solo es una persona que ha perdido el horizonte de lo que pudo haber sido un mega proyecto con grandes finalidades. —ahora si capta mi atención.
Ahora es cuando me contará una mega historia. Espero que sean igual de buenas de las de doofenshmirtz.
—¿Quieres saber la verdad sobre Axel? —Indiga con él.
¿Qué les hace creer que quiero saber algo de ese idiota de mierda que se largo?
Me cruzó de brazos y le muestro mi mejor cara de asco.
—¿Capte tu atención? —cuestiona con una sonrisa sorna en su rostro—, entonces necesitas saber toda la verdad, por lo menos la que puedas digerir.
No respondo, me quedo quieta esperando que algo que salga de sus labios pueda iluminar mi mente y armar este maldito rompecabezas.
—La idea principal, era crear algo al estilo superhéroe, con poderes otorgados por animales —creo que mi rostro le está diciendo que no entiendo a qué se refiere— en otras palabras, ella quería fusionar el ADN de humano con el de un animal o mejor dicho con el de todos los animales, para poder crear algo nuevo, especial y diferente.
Esto parece sacado de algún libro, la diferencia es que en esos libros los protas tienen debilidad por la chica y la protegen... Mientras yo estoy sola.
—Es una especie de thundercats o algo por el estilo —le preguntó extrañada.
—Tienes una gran imaginación, sin embargo, algo similar.
—¿Cómo llegamos al punto actual? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué Lilith declaró que era importante? —pregunto intentando encontrar una pregunta coherente en mi mente.
—Todo el proyecto fue acto de burla por sus compañeros, hasta que un día se asoció con un psiquiatra reconocido y juntos ocasionaron algo nuevo, diferente...
—Son los fundadores de este campamento —terminó por él.
—Exacto, todo iba bien. Hasta que comenzaron las pruebas en los adolescentes, ya que todavía estaban en su proceso de crecimiento. Al inicio algunos de ellos tuvieron complicaciones y murieron... —permanece en silencio por un corto tiempo—, algunos siguieron con vida. Se iban a dar por vencidos, pero el hijo del psiquiatra comenzó a presentar signos que no entendian.
—¿Cómo no los detuvieron? —pregunto extrañada.
—Dinero, el dinero hace al mono bailar. El hijo de este señor comenzó a ser diferente, porque le pusieron algo diferente —cruza sus manos, en su regazo—, él no tenía rasgos animales, no obstante, si tenía poderes o lo más similar. Algo asombroso ocurrió en el estudio. Comenzó a escuchar los pensamientos de otros.
—Eso sí es asombroso, es como x-Men o algo por el estilo —lo interrumpo.
—Parecido, algunos otros comenzaron a presentar mezclas físicas de animales con poderes.
—Ahora es cuando aparezco yo en medio de todo el torbellino —replico, sintiendo mi molestia comenzar a crecer.
—Muchos de estos jóvenes se integraron en la sociedad. Convirtiéndose en psicólogos y psiquiatras, ahora es cuando comienza la segunda fase de su plan. —me informa—. Ellos iban y mandaban a jóvenes sanos, cuerdos, a este campamento. Donde experimentan con ellos.
Lo sabía. Nunca tuve pruebas, pero tampoco dudas. Entre la razón y la locura existe un juego perverso, donde los limites se difuminan y la cordura se vuelve una enfermedad. Si nos detenemos un minutos a pensar, tantas personas que buscan "ayudar" a otros, a veces se encuentran peor que a quienes quieren ayudar.
Un chasquido de dedos me saca de mi mente, regresandome a este laboratorio.
—De nuevo ¿Cómo no los demandan? ¿Cómo no los detienen? —me exaspero.
—Por el hecho de qué... Un día antes de salir, tiene que bloquear sus recuerdos y estos se activan cuando regresa a este bosque. A este campamento.
Eso me lo dijo Angel, nunca dude de él.
—¿Entonces los psicólogos y psiquiatras están locos? —pregunto extrañada.
—Allá voy, todos los poderes físicos y mentales, adquirieron algo nuevo... Es como el efecto adverso de un medicamento. Desarrollaron problemas psicológicos, solo que estos se manifiestan de formas diferentes. Respondiendo a tu pregunta... Nadie está complementamente cuerdo.
Perfecto, los locos están cuerdos y los que deberían ser "cuerdos" ahora están locos. Es irónico.
—Me está diciendo que yo estoy completamente bien, y que todo fue un maldito juego. lo que no entiendo es ¿qué papel cumplo en todo esto? —me exaspero.
—Si, relativamente.
—¿Cómo los jóvenes llegan a estos consultorios? —le preguntó intentando controlarme.
—Los psicólogos y este tipo de personas, no solamente escuchan, también tienen su lado oscuro que usan para "cosas buenas" pero que se pueden prestar para actos incorrectos, como hipnotizar a una persona y que ella no se percate de nada.
«De nuevo mi cabeza, ha explotado»
—No solo eso, en ocasiones interfieren en la vida de algunas personas, creando estos acontecimientos que llevan a la persona hasta su consultorio ¿Por qué? Te preguntarás, porque según un algoritmo que tienen, saben que persona puede ser especial o que es la predilecta.
—Estoy aquí por un maldito algoritmo —me quejo.
—Algo así, a ti te observaron de cerca. Desde que eras niña, te observan —la honestidad en su voz me provoca nauseas.
¿Desde niña? yo no recuerdo nada...
—¡Malditos hijos de su putichingada madre! —grito.
—Todavía faltan muchas cosas que debes entender.
—Axel es el hijo del psiquiatra —más que una pregunta es una confirmación.
Su rostro se contrae con cierta molestia, sus ojos brillan de nuevo, provocando que mi piel se erice.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro