Mi corazón martilleaba en mi pecho, un ritmo frenético que resuena en mis oídos. Lilith, con esa sonrisa burlona, parece disfrutar de mi agonía. El primer hombre se lanzó sobre mí. Sin pensarlo dos veces, levantó el jarrón y lo estrellé contra su cabeza con todas mis fuerzas. El cristal se esparció por el suelo como una lluvia de esquirlas. Me agaché, agarrando un pedazo afilado, y me lancé al siguiente atacante. La adrenalina inunda mis venas, nublando mi mente. Los golpes llovían sobre mí, pero yo respondía con la misma ferocidad. Empujé, arañé, mordí. Con cada pedazo de cristal que se hundía en la piel de mis enemigos, sentía una oleada de alivio mezclada con horror. Estaba luchando por mi vida, y no iba a rendirme sin dar una pelea.

Tomó el primer momento de ventaja, corriendo escalera arriba. Mis rodillas piden tregua al igual que mi cuerpo, pero si logro encontrar el teléfono. tal vez la esperanza no se esfume por completo.

Encuentro una habitación y corro hacia adentro, busco el lugar donde se supone que debe estar ese maldito teléfono.

Me tiro bajo su cama, rebusco, pero no encuentro ese maldito teléfono. Me desespero, carajo.

Veo una pequeña cajita en una esquina, me arrastró. La esperanza se esparce por mi cuerpo, unas manos frías sujetan mis piernas. Me detengo, el frío recorre mi cuerpo. Logró alcanzar el teléfono y con mis manos temblando marcó el número uno, en marcación rápida. Me siguen jalando, pateó lo más que puedo.

Me sueltan, llevó el teléfono a mi oreja.

Primer tono «esperanza».

Segundo tono «tengo miedo».

Tercer tono «nada va a salir bien».

Unas manos fuertes me aprietan sacándome quejidos, no me los puedo quitar de encima. Comienzan a arrastrarme lentamente, no tengo nada de lo que pueda sujetarme. Marco de nuevo el teléfono. Pero se me cae de las manos. Me agarran por el cabello sacándome un quejido. Mis ojos se llenan de lágrimas, pero no me permito derramarlas.

Lilith aparece delante de mí, le entregan el teléfono. Lo coloca en altavoz. Contesta, abro mi boca para gritarle. Pero ella se acerca hacia mí y me susurra al oído.

—Angel y Sasha —me susurra y eso es suficiente para controlarme.

Mi visión amenaza con volverse borrosa.

—Menciónale que marcaste por error —me vuelve a susurrar.

Acercan el teléfono hasta mí, evitando que yo lo toque.

—¿Acabas de salir del aturdimiento en el que te deje? —pregunta el muy idiota risueño.

Siento mi pulso realentizarse en cada segundo que pasa. Quiero gritarle, pedirle ayuda, que haga algo, pero ponerlos en peligro, no es costo que quiera pagar.

—¿Estás bien? —pregunta y noto la preocupación en su voz, al igual que la mirada fulminante de Lilith sobre mí.

—Si —hablo en un susurro. Deseando que se percate sin tener que mencionarle nada.

—¿Quieres que regrese? —me pregunta y quiero decirle que sí, pero no podría cargar con que a ellos les hicieran más daño por mi culpa.

—Sé que nunca me lo vas a pedir, por tu orgullo. —lo escucho suspirar y decirle algo a alguien—, ya voy de regreso.

Lilith me mira y niega con la cabeza.

—No —es lo único que logro articular.

—¿No qué? —me pregunta él.

Trago en seco, mientras ella me muestra una tablet con imágenes del exterior de la cabaña, donde ambos se encuentran.

—Eres un idiota, solo queria recordartelo —intento sonar serena.

Mis palabras son sutiles, muy naturales. No lo culpo.

—Está bien, recuerda no provocar ninguna pelea —noto la diversión en su voz—, cuídate maraña —finaliza.

—Adiós —declaró en un susurro.

Ella cuelga la llamada. La diversión es tan notoria en su rostro.

Existen personas por las cuales vale la pena sangrar, con el fin de que ellos no lo hagan. Es un quid quo pro, yo por ellos. Caigo, por ellos. Porque al final del día, todos estamos jodidamente rotos, de diferentes maneras, el mismo resultado.

La diferencia está en que unos lo ocultan, mientras otros no.

—Ahora sí, nos vamos querida. No tenemos tiempo que perder —les da una orden a sus guardias y ellos me arrastran.

Me llevan lejos de la casa. Mi visión se nubla.

Hay una explicación médica para algunos pacientes.

A veces ellos mejoran rápidamente, todo es radiante y nadie espera que algo malo pase. Sin embargo, solo es el momento previo a la caída.

Una de la que nunca debí levantarme.

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Los minutos pasan, las horas. Los días se mezclan entre sí. Al igual que el día y la noche. Sin embargo, no me interesa. Deje de sentir, de pensar, de razonar. Volviéndome un cuerpo que se siente vacío. Un titere manejado a su antojo.

Por las noches mantienen una intravenosa pegada a mi brazo, mientras un líquido pasa. Haciendo que los primeros minutos se vuelvan pesados. Mi respiración se vuelve pesada y siento que voy a morir. Pero pasa y sigo aquí, siendo su ratón de laboratorio.

Por si fuera poco, las drogas que me inyectan no son tan molestas o por lo menos no me dejan tan idiota. Me han hecho pasar diferentes pruebas físicas. Tengo la extraña sensación de que he muerto o dejado este mundo, pero al abrir mis ojos aquí estoy de nuevo.

Cada vez que he intentado negarme, me muestran a Sasha o Angel amarrados en algun lugar. Así que ya no me niego, ya no me importa. Porque si ellos están bien, entonces valdrá la pena cada maldito segundo que paso en este lugar.

Los primeros días cruzaba mis dedos y tenia sueños vividos con mis padres, despertaba y eran reemplazados con Axel. En ninguno de los escenarios las cosas mejoran, siempre van mal, no me creen y terminan con el mismo final.

—Del Castillo, vamos —ordena uno de los guardias.

Me levanto de la cama y lo sigo, sin mostrar emoción alguna. Los pasillos blancos me reciben con su insípido color. Las puertas del laboratorio se abren, los topos están en sus trabajos. Lilith me recibe con una sonrisa que se expande a cada segundo.

—Hoy, tendremos uno de las pruebas más importantes, de las cuales va a depender si sales o no de este lugar —está animada.

No respondo, solo miro un punto fijo donde puedo perderme por minutos. Los guardias me llevan hasta lo que parece ser un cuarto de baño con paredes transparentes ¿talvez vidrio?

«¿Qué carajos?» me preguntó extrañada.

Cierran las puertas dejándome dentro. Comienza a salir agua por todos lados, apareciendo huecos que nunca había visto. Esto comienza a llenarse de agua. Mi pijama se va mojando en cada segundo que pasa. La desesperación me inunda, un dolor extraño se apodera de mi pecho. Me pego al vidrio. Lilith me observa como un cientifico mira su investigación más preciada.

—No quiero estar aquí, sáquenme —les grito molesta.

Pero todos me ignoran. El agua sigue subiendo cada vez más, ahora moja mi cabello.

«Mierda nunca espere morir ahogada, tanto tiempo queriendo ahogar a Axel y ahora voy a morir de esa forma».

El aire me falta, lo que queda se vuelve denso. Tengo la esperanza de que se va a detener. Pero no es así. Cada segundo que pasa mi tiempo se acorta Y antes de que pueda volver a respirar. Todo está lleno de agua. Lilith sigue observándome, pero sin hacer nada.

El agua me invade, ahogándome en el proceso. Dejó de ver, de sentir. Volviendo todo oscuro...

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—Cariño, despierta —reconozco la voz de mi madre.

Me muevo lentamente, hasta que mis ojos se abren. Estoy en mi cuarto, pero ¿Cómo? ¿Qué paso? Yo estaba en ese campamento.

—¿Y el campamento? —le pregunto extrañada.

—¿Qué campamento? Hija ¿te sientes mal? —me pregunta pegando su mano a mi frente.

Niego con la cabeza.

—Vamos que tu padre te espera —me indica ella.

Me levanto de la cama y comienzo a caminar hacia la sala. Y ahí está él, leyendo el periódico

—Papá, ¿qué hago aquí? Yo estaba en el campamento —habló confundida.

Me mira extrañado y se acerca a mí. Hace algo que nunca espere, me abraza. Le correspondo un poco extrañada de las sensaciones que provoca en mí interior.

—Cariño, de nuevo con esos sueños extraños —asiento, no muy convencida.

«¿Todo fue un sueño? No es posible».

—Arréglate que tu novio va a llegar pronto —me indica.

«¿Novio?»

El timbre suena. Mi padre me lanza una mala mirada, la abre y quien entra es ¿Axel? Este saluda a mi padre y parecen ¿Amigos? «CARAJOS» se acerca a mí con una sonrisa que adorna su rostro. Sus manos viajan hasta mis mejillas, donde las acaricia lentamente. Acerca su rostro al mío y dejó de respirar, cuando deposita un tierno beso en mis labios.

—Aún media dormida te ves hermosa —susurra apartando su rostro del mío.

—Lo siento suegro, es que, aun así. Sigue siendo hermosa su hija —le habla a mi padre.

«¿Suegro? ¡Acaba de decir suegro!».

—No te preocupes, es mi niña, pero tú me agradas, eres la mejor pareja que ha tenido.

«¿Qué?»

Abro mi boca para hablar, pero la mano de mi padre pasa por encima de mis hombros.

—Hija, viene tu futura suegra —me manifiesta.

«¿Suegra? ¿Qué suegra?».

La puerta se vuelve a abrir, entrando ¿Lilith? Se acerca y me saluda.

—Mucho gusto, es un placer conocerte nuera —expresa ella.

Se acerca, me abraza, pero sus manos viajan hasta mi cuello. Donde comienza a asfixiarme ¿Por qué nadie me ayuda? Las risas de Axel y mi padre se hacen más fuertes. El aire me falta. Mis ojos comienzan a cerrarse, mientras todo se vuelve oscuro.

Jadeo en busca de aire.

Mi corazón late frenéticamente, Lilith aparece delante de mí.

—Bienvenida de regreso —vocifera con una emoción que no comparto.