Capítulo 2
— Hast du es wirklich getan? Ich hätte nicht gedacht, dass Sie einen Lateinamerikaner so wörtlich einladen würden. [¿En serio lo hiciste? No pensé que te tomarías tan literal lo de invitar a un latino.]— Habla un alemán riendo con muchas ganas.
Rusia bufa.— Вы заплатите, чтобы так меня унизить. [Vas a pagar por humillarme de esta forma].
— Ach komm schon ... Es ist nicht so schlimm, von einem Latino begleitet zu werden. [Oh, vamos. No es tan malo ir acompañado de un latino].
— Тогда пригласите Чили.[Entonces invita a Chile].
Alemania guarda silencio, hasta suspirar.— Ugh, okay ... wenn es peinlich ist. Dann sag ihm, dass du es bereut hast und dass du bereits jemand anderen eingeladen hast. [Ugh, esta bien... Si es vergonzoso. Entonces dile que te arrepentiste y que ya habías invitado a alguien más].
— Я не такой грубый, как ты, я уже просил его ... Я не могу взять это назад в один прекрасный день, это только заставит его возненавидеть меня.[No soy un maleducado como tú, ya se lo pregunté... No puedo retractarme de un día al otro, solo lograría que me odie].
— Ziehen Sie sich einen schönen Anzug an, der Argentinier ist sehr attraktiv und zieht die Aufmerksamkeit auf sich.[Entonces ponte un lindo traje, el argentino es muy atractivo y llama la atención].— Dice el alemán mientras se escucha como esta bebiendo.
— А что мне что? [¿Y eso a mi qué?].
Alemania ríe.— Dass du es überschatten wirst, Idiot. Jeder wird dich komisch für deine warmen Jacken und komisch ansehen, also zieh einen schönen Anzug an. [Que vas a opacarlo, idiota. Todo el mundo te mirará raro por tus chaquetas abrigadas y raras, así que ponte un buen traje].
Rusia se quita el ushanka.— Как вы говорите, вы не тот, кто будет нести на ухо жалобы Аргентины. [Como digas, no eres tú el que va a soportar las quejas de Argentina en tu oído].
— Ich muss gehen, Grüße an deine Schwester ... [Tengo que irme, saludos a tu hermana...]
— Я убью тебя ...
El alemán cuelga. Rusia suspira dejando su teléfono a un costado del escritorio y continuar trabajando. Se sentía obligado a convivir con gente que no sigue sus costumbres, así era el argentino, distinto a él. Eso lo molestaba, le molestaba que sonriera siempre, que sea carismático, activo, y lleno de vida. ¿Acaso no le preocupa lo que le pasa a su gente?, su dólar estaba por las nubes, no tenía reservas, y su pobreza era preocupante, pero él sonríe.
Ni siquiera sabía porque sonreia, y aún así se veía tan... Tan perfecto que hasta le daban ganas de vomitar.
Ya deja de pensar en él.
Uruguay se encontraba siendo regañado por su hermano mayor quien tenía una varilla que cortó de la rama de un árbol para intimidarlo.
El pobre chico de franjas azules ni siquiera lo estaba mirando, tenía sus labios contraídos y unos ojos cristalinos sin tener la posibilidad de defenderse de los agravios de su hermano que le estaban doliendo más que enseñando.
— ¡Porque si seguís drogandote como si fuera deporte olímpico no vas a conseguir nada, Uruguay!, ¡Ponete a estudiar, labura conseguite una novia la puta madre! ¡Hace algo por tu vida!.
El menor, ya irritado solo ríe satírico, callando al latino.— ¡Oh, perdón Argentina!. ¡Perdón por no ser perfecto y tener toda la opulencia del mundo!. No necesito que me lo digas vos, mamá, papá, hasta el abuelo, ya tengo bastante claro que soy un malogrado, un toxicómano vicioso, y el fracaso de la familia. Pero ya me cansé de que me lo repitan como si fuera un pelotudo mononeuronal.
Argentina suspira cuando ve a su hermano al borde de las lágrimas, sintiendose un cretino por el trato hacia su hermano, intenta apoyar una mano en su hombro.— Uru, yo...
Lo aleja abruptamente.— ¡No!. Ni vos ni nadie manda sobre mi vida, yo hago lo que quiero. Me voy, chau.
— ¡Uruguay, esperá!.— Dice el albiceleste tratando de alcanzar a su hermano, pero le cierra la puerta en la cara.
Exhala todo el aire de manera afligida. Ya no sabía cómo ayudar a su hermano menor, aunque más bien le estaba cortando las alas de forma insensible. A pesar de todo, Uruguay era un chico educado, intrépido, emprendedor e incluso bastante inteligente, Argentina sólo quería que lo demostrara con orgullo. Él era capaz de conseguir más de lo que se propone, pero ciertas juntas y vicios lo desviaron personalmente.
El teléfono del argentino comenzó a sonar con su tonito de música que más bien le daban ganas de bailar que de contestar.
— ¿Qué?.— Pregunta irritado.
Hay un silencio prolongado, hasta escuchar un careaspeo y una voz varonil.— Гм ... Аргентина?
— ¡Ruru!. ¿Cómo estás?, ¿Pasó algo?.— Habla el latino caminando por el pasillo de la Casa Rosada.
Otra continuación de silencio.— Я хорошо, спасибо. Я ... Я хотел знать, не жалеете ли вы, что поехали со мной на дебют. [Estoy bien, gracias. Yo... Quería saber si aún no te arrepientes de ir conmigo a la apertura.] — Habla con un tono desesosegado e inquieto.
— ¿Y porque iba a arrepentirme?.— No hay respuesta.— Yo acepté y me comprometí en ir con vos, soy hombre de palabra, a veces.
Se escucha un suspiro de parte de ruso.— О, это глупо-Я имею в виду ... Спасибо, что приняли мое приглашение. [Oh, eso es estú-digo... Gracias por aceptar mi invitación.]
— Si bueno... Perdón pero te tengo que colgar, tengo que resolver unos asuntos. Nos vemos después.
— Конечно, увидимся позже. Береги себя. [Claro, nos vemos luego. Cuidate.] — Dice el de tricolor colgando el teléfono.
Carajo... Casi lo arruino.
No siquiera sabía la razón por la cual se le cortaba la voz cuando escuchaba ese peculiar acento junto con un lunfardo encantador a simple oído, lo odiaba tanto. El ruso se quita sus lentes para pasar las manos por sus ojos, sofocado de tanto trabajo y responsabilidades obligatorias. Termina despeinando su cabello mientras mira el Ushanka sobre el escrito y dando golpecitos del bolígrafo contra la mesa en aquel tortuoso silencio.
Se sentía algo desdichado, hacía buen rato que no probaba una sola gota de alcohol como cuando tenía sus altibajos personales que lo impulsaban a golpear el saco de boxeo que tenía en su habitación en forma de desahogo. Por alguna razón, ya no le llamaba la atención hacerlo, se había recuperado bastante bien y bastante rápido, sorprendiendo a los doctores y familiares. Su temperamento era moderado dependiendo de su estado emocional, pero ya lo había logrado controlar a su pleno antojo.
De todas formas, sentía que le faltaba algo, algo importante.
— ¡Hola, compadre!.— La puerta de su oficina se abre de par en par, mostrando a un latinoamericano muy animado y ebrio.
— Мексика? Как вы попали на мою территорию?.[¿México?, ¿Cómo entraste a mi territorio?.]— Pregunta confundido.
— Igual que como entro al terreno del gringo. ¡Dejalo, Carnal!, ¡Vamos por unas buenas aguas locas!.
El ruso exhala.— Вы знаете, я не пью. [Sabes que no bebo.]
— Tas bien aguafiestas wey, deja de achicopalarte dos segundos.— Habla el mexicano, desalentado.
— Работы хватает.[Tengo bastante trabajo].— Menciona para volver a los papeles.
El centroamericano opta por refunfuñar mientras se levanta del silloncito y comienza a caminar hacia la salida de la oficina. El ruso levanta su mirada y su mente hace clic.
— Мексика!.
El latino se voltea, ansioso.— ¡Dime, güero!.
— Можно вопрос?. [¿Puedo preguntarte algo?.]
— ¿Sí...?
El auroasiatico inhala, nervioso.— Поможешь мне выбрать хороший костюм? Я хочу хорошо выглядеть в дебюте. [¿Me ayudas a elegir un traje? Quiero lucir bien en la inauguración.]
— ¿Con lucir bien lo dices para impresionar a alguien?.
— Het!.
México abre sus ojos.— ¡Te me has interesado en alguien, pendejo!, ¡Ya suelta el chisme!.
— Меня никто не интересует. Ты поможешь мне или нет?.[ No estoy interesado en nadie. ¿Me vas a ayudar o no?.] — Exclama algo irritado.
— Te ayudaré, pero quiero algo a cambio...
Rusia enarca una ceja.— что?.
— Quiero que compres mi traje también. Tomalo o dejalo.
— Está bien, acepto tu trato.
— ¿Desde cuando hablas español?.
— No importa. Te lo compraré, ahora ayúdame con esto.
México se acerca al ruso y lo ayuda a levantar unos papeles matemáticos, su gran debilidad porque odiaba mate. Al menos consiguió su traje gratis.
Cuando a un argentino se le quema la milanesa, es el fin del mundo. Nunca le gustó desperdiciar comida, pero no pudo evitar desviar su atención al partido de la selección argentina.
— Enano de blanca nieves genio de mierda.— Habla colérico, tirando su milanesa al basurin.
Se entretuvo tanto que se olvidó de la comida que estaba preparándose, hasta sentir olor a quemado y al ver la cantidad de humo viniendo que venía de la cocina. Pero ya era tarde, esa milanesa estaba más quemada que un carbón. Para su desgracia no tenía que más cenar, así que tuvo que ponerse su abrigo e ir al chino de la vuelta para comprar al menos un bollo de pan y fiambre. Camina por la calle Rivadavia hasta llegar al chino y entrar al negocio.
Ahora a aguantarme el chino...
— ¿Qué onda, Shifu?.
El chino se da vuelta.— Señol algentina, mucha aleglia. ¿Quiere llevarse ferne?.
— No, gracias. ¿Me das 150 de paleta y 150 de queso?.
— ¿Y no quiere Mortadela?.
— No, solo quiero queso y paleta.
— ¿No quiele pan?.
Argentina asiente.— Ah, si. Pan, sí.
— ¿Y no quiele Mortadela?.
— No, no quiero. Che, shifu, ¿Podemos meterle pata?.— El chino lo ignora y le da sus compras. Procede a darle la plata justa para no volver a llevarse caramelos duros.
— ¡Adiós, señol!.
Argentina sale de la tienda y se choca contra alguien, haciendo que las bolsas de su contrario caigan al suelo. El latino, sintiéndose mal, le ayuda a levantar las compras.
— Perdoname, no me di cuenta.
— ¿Argentina?.
Fin.
Ahre, los veo en otro cap.
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