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Vuelta a Gusu

El regreso a Descanso en las Nubes fue de lo más animado: las chicas del fandom, más tranquilas después de comprobar que Ana no iba a morirse a pesar de que aún seguía postrada debido a sus heridas, se olvidaron de que no estaban en el mundo real sino en uno en el que las mujeres eran mucho más recatadas, y pasearon su descaro entre los jóvenes cultivadores. A pesar de no entender su idioma, ellos estaban más que encantados. Lan WangJi conducía las riendas de Manzanita, que llevaba un carro en el que Ana iba cómodamente acostada. El Segundo Jade miró a las chicas del fandom con desagrado, pero Wei Wuxian, que ya no podía montar el burro y marchaba con paso cansino al costado del carro, halló la situación algo cómica:

—Son aún más raras que ella —opinó, señalando a Ana.

—Mn —coincidió WangJi, antes de volver la vista al camino.

—Tienen que irse de aquí lo antes posible. —Wei Wuxian era desfachatado a su manera, pero esas chicas lo pasaban por lejos: Jessica, que a pesar de su brazo fracturado podía caminar perfectamente, se las había ingeniado para que uno de los Juniors la llevara en brazos, y Carla se había colgado del cuello del avergonzado Lan SiZhui mientras lo miraba con ojos soñadores. Paola se reía como tonta, escoltada por un par de lindos y tímidos cultivadores, de los que aparecían de relleno en el live action. Ninguna se había acercado a Lan Jing Yi: él iba al lado de Ana, caminando también junto al carro, y de su rostro no se había ido la preocupación.

—Ma… Maestro Wei —balbuceó Wen Ning, que seguía a Wuxian. El rollito de canela había estado observando el bullicio de las chicas con miradas tímidas; todas lo reconocieron pero no se atrevieron a acercarse a él porque se veía muy feo—. ¿Cómo va a devolver a estas señoritas a su mundo?

Esa no era una pregunta fácil de responder: Xue Yang no había pasado por sí mismo al mundo de esas mujeres: de alguna forma ellas lo llevaron, según lo que le había confesado Ana. Esa chica era la única capaz de explicarles cómo lo había hecho, y Wuxian tenía que esperar a que despertara para idear una forma de hacerlas regresar, si podía:

—Ya se me ocurrirá algo, Wen Ning —le dijo mientras le daba vueltas entre sus dedos a la flauta de bambú y sonreía, tratando de parecer tranquilo. Pero distaba mucho de estarlo: ya había cruzado un par de miradas de mutuo entendimiento con Lan Zhan: Ana sola no había alterado demasiado el mundo de los cultivadores, pero cuatro como ella eran un torbellino difícil de parar—. Mientras tanto las mantendremos en el sector de las mujeres, en GusuLan. 

                        ***

—¡Yo no quiero estar aquí! —Delante de un espejo hecho con un brillante trozo de bronce, Carla arreglaba su cabello tratando de copiar el diseño que le había visto a las chicas de la secta Lan. Para su desgracia, no tenía autorización de usar una de las famosas cintas con patrones de nubes, y menos de salir del sector de las mujeres. Ese detalle la tenía como loca: haber descubierto que estaba en los escenarios de su novela favorita era lo mejor que le había ocurrido en la vida; tenía que verlo todo sí o sí—. ¿Y si nos escapamos y nos vamos a la ciudad de Gusu?

Jessica también estaba aburrida en ese lugar de encierro y demasiada paz para su gusto: la fractura no le dolía tanto gracias a las milagrosas medicinas de la secta Lan, y deseaba correr una aventura. Xue Yang estaba definitivamente muerto, y según sus cálculos ese lugar se iba a desmadrar más adelante, cuando se revelara el plan de Jin GuangYao. Aún tenían unos meses de paz:

—¿Y cómo podemos hacer para burlar a las cultivadoras? Seguramente nos estén vigilando.

Paola estaba preocupada por Ana, que aún no se había recuperado del todo:

—Mejor nos quedamos tranquilas. Hace apenas unos días éramos tres cadáveres furiosos, y Ana se esforzó hasta el límite por salvarnos. No sé cuánto tiempo lleva en el Mundo de la Cultivación, pero es evidente que se preparó muy bien para enfrentar a Xue Yang. —La chica se fue hasta una mesa baja que había en el salón, en donde, sobre un pequeño brasero, humeaba una tetera de porcelana. Con todo el cuidado del que fue capaz tomó un delicado cuenco y lo llenó con el líquido humeante—. Nuestro deber es cuidarla hasta que se recupere. —Mientras observaba las gardenias que colgaban fuera de la ventana del salón, aspiró los aromas que le llegaban y que provenían de ese mundo mágico: el fragante vapor del té que se mezclaba con el de las flores, y el infaltable sándalo, que humeaba en un porta incienso: todo el ambiente reflejaba lo que era el escenario de los libros y dramas xianxia—. ¿No les gusta estar aquí? Es como si viviéramos dentro de The Untamed.

Eso era verdad: en Descanso en las Nubes parecía que nada estaba fuera de su lugar, pero para Carla y Jessica faltaba algo muy importante: lindos cultivadores varones.

—¡Tonterías! —exclamó Jessica—. Nosotras nos largamos a Gusu —anunció mientras tomaba de la mano a Carla, que también hizo un gesto de asentimiento—. Si quieres puedes venir con nosotras, y si no, te lo pierdes.

—¿Y se puede saber cómo van a llegar a Gusu sin un guía ni dinero? —Ana se había levantado y caminaba con lentitud, sosteniendo el costado de su cintura, donde tenía una herida no muy profunda pero que aún le dolía—. Y encima ni siquiera saben hablar chino.

—¡Ana! —Las chicas del fandom corrieron hacia su amiga, que se quejó un poco por sus efusivos abrazos—. ¿Estás mejor? ¿Cómo te sientes?

Ana señaló la mesa, donde estaba el servicio de té:

—Ayúdenme a llegar hasta allí. Necesito sentarme un poco. —Notó las caras de preocupación de sus amigas al verla tan débil, y trató de tranquilizarlas—. Estoy bien; no se preocupen. No es la primera vez que me lastimo, y la medicina del Mundo de la Cultivación es milagrosa. Me curaré en pocos días.

Sentadas alrededor de la mesa, Carla, Jessica y Paola se enteraron de todo lo que había ocurrido durante el tiempo en el que fueron cadáveres furiosos: cómo Ana había tenido que soportar la desaparición de cada una de ellas, y que por ser la última fuera acusada del secuestro y presunto asesinato de todas; su confesión que nadie creyó, y el confinamiento en un hospital psiquiátrico; cómo Lan WangJi y Wei Wuxian la habían salvado después de que Xue Yang la llevara al Mundo de la Cultivación, y el tiempo que le tomó prepararse para enfrentarlo y salvarlas. Cuando terminó de contarles todo, Jessica y Carla lloraban una en brazos de la otra, y Paola se esforzaba para reprimir los sollozos:

—Amiga… Sufriste mucho. —Jessica soltó a Carla para abrazar a Ana, y las otras también se acercaron para unirse al abrazo.

—Ustedes también sufrieron mucho —replicó Ana—. Pero por suerte parece que no recuerdan nada de su tiempo como cadáveres furiosos.

—¿Nos habremos comido a algún cultivador? —La pregunta inocente de Carla hizo que el resto de sus amigas se soltaran, gritando y haciendo gestos de asco. Jessica se puso pálida y se cubrió la boca con la mano, pero la impresión se le transformó en asombro cuando vio al Primer Jade que, espléndido y sonriente tal como lo veían en The Untamed, entraba con elegancia al salón, para visitar a Ana:

—¡¡Lan XiChen!! —Para las chicas del fandom, que jamás lo habían visto, era imposible no reconocerlo: tenía una leve diferencia con el actor, pero tan leve que parecía ser la misma persona. Mientras Ana, que ya lo había visto varias veces aunque nunca cruzó con él más que algún saludo y una corta conversación, se levantaba con dificultad para hacerle una reverencia, el resto de las chicas, con más ganas de besuquear a esa belleza que de seguir el protocolo, la imitaron a regañadientes.

Pero era extraño que el Primer Jade se hubiera hecho presente en el sector de las mujeres: en un principio había aceptado la decisión de su hermano menor de entrenar a esa chica que venía de otro mundo, pero ahora que todo había terminado, parecía preocupado:

—Necesito hacerte una pregunta, Ana —le dijo, con la voz suave y melodiosa que caracterizaba al personaje—. Te he observado, y hay cosas que me parecen extrañas: cuando llegaste a nuestro mundo ya podías hablar nuestro idioma, y noté que sabías muchas cosas de nosotros. ¿Me puedes decir cómo nos conocías si nunca habías estado en el Mundo de la Cultivación?

Por la espalda de Ana corrió un escalofrío. Miró a sus amigas, que no podían ayudarla porque no habían entendido nada de lo que había dicho el Primer Jade:

—Yo…

—Te pido que no me mientas —la interrumpió XiChen—. Si no me dices la verdad, me daré cuenta enseguida. Y no confío en la gente que me miente.

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