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Entre los Juniors

—¡Silencio! —La potente voz de Lan WangJi enmudeció el cuchicheo y las protestas de los Juniors: Ana era la primera mujer en integrarse a su grupo. Luego del grito volvieron a formarse, bajando la vista—. SiZhui…

—¡Sí, Hanguang Jun! —exclamó el chico después de hacer una reverencia con los brazos extendidos y la espada al frente, tal y como hacían en la serie. Alterada por el encuentro con tantos personajes nuevos, Ana casi lanzó un grito de fanática loca: el segundo al mando de los Juniors era precioso, tal como en The Untamed, aunque lucía mucho más real con los brillantes detalles de plata y jade de su adorno para el cabello y el cinturón, y en su espada que, como todas las que había visto en ese mundo, era de verdad. Pero el bello chico también la miró con desagrado; la única persona que parecía aceptarla allí era alguien que la observó con curiosidad y una ligera sonrisa: Lan Jing Yi.

«¡Esto es un sueño hecho realidad!», pensó la chica. La gente de la secta Lan era rígida y aferrada a sus principios, pero en Mo Dao Zu Shi las cosas habían ido cambiando gradualmente: si de a poco habían aceptado la relación amorosa de dos hombres, ¿por qué no iban a aceptar mujeres entre los Juniors? Tenía que soportar el rechazo y probar que era fuerte y capaz, para que por fin la consideraran una de ellos.

Las órdenes que Lan Zhan le dio a SiZhui la sacaron de sus pensamientos:

—Esta muchacha se llama Ana. No es una cultivadora pero tiene una misión importante, y para eso debe aprender a usar una espada lo antes posible. Quiero que la ayudes.

—Pero, Hanguang Jun… —SiZhui dio unos inciertos pasos hacia atrás como si quisiera huir de la situación, aunque no podía romper la formación del grupo. Sus hombros se hundieron mientras observaba a su líder—, ¿cómo va a aprender la técnica de espadas si no es una de nosotros?

Wei Ying apareció al rescate: con su infaltable sonrisa le dio un par de vueltas a la flauta de bambú, y luego le propinó a SiZhui un cariñoso golpe en el hombro:

—¡Tranquilo! Es una niña muy linda, pero inofensiva. No te va a hacer nada…

Lan SiZhui se puso rojo y clavó los ojos en el suelo, y la sonrisa de Wei Ying se acentuó. WangJi hizo uno de sus típicos gestos de impaciencia y apartó la vista. Los cuchicheos entre los Juniors comenzaron de nuevo, pero la voz de Lan Jing Yi se alzó sobre las otras:

—En la secta GusuLan tenemos una regla: ayudar y proteger a los débiles. No se preocupe, señorita Ana; le enseñaremos la técnica de espadas. —El chico se puso tímido porque todos lo miraban en silencio, y sus últimas palabras fueron un murmullo algo tartamudeado, pero valiente—: Si SiZhui no quiere, yo puedo enseñarle…

Las burlas de Wei Ying no se hicieron esperar: se acercó al joven cultivador para darle otros golpecitos en el hombro con su flauta, mientras observaba sus orejas teñidas de rosado:

—¿Así que tienes boca, Lan Jing Yi? Nunca te había escuchado hablar más que para protestar, ¿y ahora te ofreces para ayudar a esta bella niña? ¿Cuáles son tus intenciones?

Lan Jing Yi abrió mucho los ojos y  volvió a enredarse al hablar, tratando de justificarse: 

—¿Intenciones? Pero… ¡Señor Wei! —Había perdido la compostura por completo, y tartamudeó dos o tres palabras de protesta mientras apuntaba un dedo acusatorio hacia Wuxian, que se sujetó el estómago para reír a sus anchas.

—Lan Jing Yi, tú te encargarás de enseñarle la técnica de espadas a Ana. —Lan WangJi quería dar por terminada esa reunión. Hizo un movimiento con las mangas de su hanfu, y de la nada apareció una espada un poco más pequeña que las de los Juniors, pero igual de bonita: tenía unas incrustaciones de jade color verde agua casi transparente sobre el cuerpo acerado de su funda. El Segundo Jade la extendió hacia la chica, en un gesto casi amable a pesar de su frialdad—. Para ti. 

«¿Un regalo de mi amado Lan Zhan?», pensó Ana y, recordando las innumerables reglas de ese lugar, le hizo una respetuosa reverencia mientras extendía las manos para recibir el arma: 

—Gracias, Hanguang Jun… —Luego se dio vuelta hacia Lan Jing Yi—. Y gracias a ti también. Prometo que me esforzaré en aprender.

Las orejas del chico ya eran de color escarlata; se inclinó levemente mientras ocultaba el rostro entre las mangas de su hanfu, en respuesta al agradecimiento y la promesa de la chica, pero de su boca no salió una palabra.

                         *** 

La espada espiritual que Lan WangJi le dio a Ana era ligera y en apariencia fácil de usar: cuando la chica la desenfundó, el zumbido de su hoja de acero rozando la funda le pareció mágico. Recordó que el actor que le daba vida al Segundo Jade en The Untamed también le había regalado una espada a una chica, en otra serie e interpretando a otro de sus hermosos personajes. Un escalofrío de emoción le recorrió la columna, y volvió a enfundar la espada con cuidado.

Eran casi las cinco de la mañana, y estaba sola en el patio principal de la residencia, esperando la llegada de los Juniors. Se puso a hacer algunos movimientos que había aprendido en el curso de defensa personal. El hanfu no era cómodo para los manotazos y patadas que le había enseñado su profesor, pero se las arregló bastante bien: si la espada fallaba, un buen rodillazo en las partes nobles de Xue Yang podría hacer la diferencia.

¿Y por qué no combinar esos movimientos con los de la espada? Se atrevió a desenfundarla de nuevo, y con el brazo extendido cortó el aire con ella. La fina hoja de acero lanzó un silbido bajo, y unas plantas ornamentales, llenas de flores blancas y delicadas, que lanzaban un dulce aroma en el patio de la secta, se sacudieron, a pocos centímetros de donde ella estaba. Las finas ramas se quebraron, y un enorme trozo de la planta cayó al suelo.

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