Aprendiendo con el mejor
Los Juniors recibieron sus órdenes, y partieron hacia el norte, en donde debían reunirse con formaciones de otros clanes que investigaban unos extraños fenómenos relacionados con la búsqueda del cadáver de Nie MingHue. Su cuerpo había aparecido desmembrado y disperso por el mundo de la cultivación; uno de sus brazos llegó tiempo atrás a la casa Mo, cuando renació Wei Ying. Ahora todas las partes encontradas estaban en poder de su hermano menor, Nie Huaisang, pero las honras fúnebres aún no se habían hecho porque al cadáver le faltaba la cabeza.
Ana había escuchado esa historia, pero como ya sabía el final, tuvo que guardar el secreto: no podía advertirle a nadie que el líder de la secta Nie había fraguado un plan para vengar la muerte de su hermano. El líder de la secta Jin, Jin GuangYao, amigo y hermano jurado de Lan XiChen, había protegido a Xue Yang y evitado que lo ajusticiaran. Entre los dos habían asesinado a Nie MingHue, y Nie Huaisang los descubrió. Ese muchacho que solo sabía hacerse el tonto, era bastante inteligente, y había tramado a espaldas de todos una venganza retorcida, que había salido bien solo gracias a la fértil imaginación de la autora del libro.
El único momento en que Ana iba a poder enfrentarse a Xue Yang era en ciudad Yi, escenario que tenía dos variantes, una en el libro y otra en la serie, y que también podía cambiar ante la presencia de ella y sus amigas. Pero una cosa era cierta: en todas las versiones, Xue Yang buscaba a una pareja de cultivadores errantes, Xiao XingChen y Song Lan, para destruirlos por pura envidia. Ana estaba segura de que esa parte del libro no iba a cambiar, pero no tenía seguridad de en qué momento iba a suceder. Cuando se enteró de la partida de los Juniors, quiso ir con ellos, pero Lan WangJi se lo impidió:
—Tu entrenamiento no está terminado.
—¡Pero, Hanguang Jun! ¡Tengo que ir a buscar a Xue Yang!
—¡Qué niña más caprichosa! —protestó Wei Ying—. ¿Quieres que te maten, o poner en peligro a los Juniors cuando arriesguen sus vidas para defenderte?
—¡Por supuesto que no! —Ana sujetaba su espada con fuerza y, por impulso, la levantó en el aire, aún envainada, y señaló con ella al Cultivador Demoníaco, que dio un paso hacia atrás, sorprendido—. ¡Pero yo puedo…!
No pudo terminar la frase: un fuerte golpe en la espada la hizo dar varias vueltas en el aire y caer lejos, sobre la tierra del patio. No vio qué fue lo que la golpeó, pero sí una ráfaga de luz azul, que la dejó medio ciega.
—¡Lan Zhan! ¡¿Qué hiciste?! —Espantado, Wei Ying corrió hacia la chica y la levantó de un brazo. Quieto como una estatua, WangJi aún tenía la espada desenfundada en la mano—. ¿Estás bien, Ana? Sé que no me apuntaste con tu espada a propósito, pero él reacciona por instinto. No te enojes.
—¡Pero si yo no quise atacarte…! —Ana sintió dolor en la rodilla cuando se levantó. Por lo demás parecía estar bien; solo un poco asustada por el vuelo y el golpe; lo único que tenía afectado era la dignidad—. Solo te señalé con la espada. Pero no la desenvainé…
—Eso es una falta de respeto, y también una invitación a pelear. —Lan WangJi la observó con una expresión severa—. No vuelvas a hacerlo. —Se dio vuelta para volver a la residencia. Pero unos pasos antes de entrar por la puerta, volvió a girarse y se dirigió a ella:
—A partir de hoy comenzarás a entrenar conmigo. En unos días partiremos para encontrarnos con los Juniors.
***
Lan SiZhui comandaba el grupo de los Juniors, caminando al frente, pero cada tanto se giraba para observar a su segundo al mando, Lan Jing Yi, que de ser un muchacho hablador y desfachatado, se había transformado en alguien frío y sin expresiones, que caminaba con prisa tratando de no acercarse a nadie.
—Jing Yi —le susurró. El muchacho ni siquiera lo miró—. ¿Qué te pasa?
—Nada.
La seca respuesta no conformó al líder de los Juniors, que tenía mucha curiosidad y se dedicó a molestar a su silencioso compañero, aprovechando que en ese momento no había ningún superior que lo reprendiera por su conducta impropia.
***
Ana volvió a caer al suelo luego del golpe de luz de Bichen. Jamás había podido acercarse a Lan WangJi; antes de atacar él le decía qué hacer para repelerlo, pero su velocidad era tan grande que no le daba tiempo a reaccionar. El cultivador le reprochó:
—Te estoy avisando lo que voy a hacer, y aún así no puedes defenderte, y menos atacarme. ¿Cómo piensas detener a Xue Yang?
Ana respiraba con dificultad mientras trataba de levantarse. Su uniforme estaba en un estado lamentable, y le dolía todo el cuerpo. Pero entendió que Lan WangJi tenía razón: su entrenamiento con los Juniors no bastaba para detener al villano. Se apoyó en los dos pies como pudo y volvió a poner la espada apuntando hacia adelante:
—Lo entiendo. Necesito aprender más. Sigue, Hanguang Jun.
Wei Ying se había mantenido aparte, pero ya no soportaba ver a la chica tan golpeada:
—¿Por qué no continúan mañana? —dijo—. Ana, ven a comer algo. ¡Rápido, rápido!
—Ahora no, Wei Wuxian. Tengo que aprender a defenderme. —Ana se mantuvo firme frente a Lan WangJi, en posición de ataque. Pero súbitamente el cultivador se ablandó:
—Ve a comer y descansa —le dijo—. Wei Ying, quiero que la prepares para mañana. Enséñale a usar tus talismanes.
—Pero —replicó Wuxian—, ¿los talismanes, Lan Zhan? ¿Quieres que los use contigo?
—Mn.
—¡Son muy peligrosos! ¿Y si te alcanzan?
—Me defenderé. —WangJi bajó la voz, para que Ana no lo oyera—. Ella debe aprender tus mejores trucos, Wei Ying. Así como está no podra vencer ni a los cadáveres furiosos.
—Lan Jing Yi… ¡Ese niño estúpido…! —Wei Ying por fin pudo comprender las razones de Lan Zhan para querer castigar a su subordinado. Más que beneficiarla, el junior había perjudicado a Ana con su actitud sobreprotectora.
***
Al día siguiente, Ana y Lan WangJi volvieron a enfrentarse:
—¡Pelea! —le gritó el cultivador, al tiempo que sacaba su espada para lanzar un golpe. El conocido fulgor de luz azul voló directo hacia ella—. ¡Utiliza los talismanes!
Ana sacó un papel amarillo de las solapas de su hanfu y lo lanzó hacia adelante. El brillo azul se diluyó antes de tocarla. Después de varios ataques parecidos, que pudo repeler con éxito, la chica se llenó de adrenalina, y cuando WangJi la atacó de nuevo, sacó tres talismanes, los más fuertes que tenía, y se los lanzó en rápida sucesión. Sorprendido, WangJi dio unos pasos hacia atrás y volvió a lanzar un golpe de luz con su espada, voló en el aire mientras daba unas vueltas, y aterrizó lejos de la chica, que lo esperaba con otro talismán en la mano.
—¡Cuidado! —gritó Wei Ying.
Pero nadie lo escuchaba: la lucha era feroz, y Ana, que ya estaba algo maltrecha, se enfrentó cara a cara con el Segundo Jade, que no tenía más que golpes leves. Con la mente nublada, recordó que aún le quedaba un as en la manga: un hechizo que le había enseñado el Cultivador Demoníaco, y que servía para darle un poder extra a los talismanes. Aunque Wei Ying le había advertido que solo lo usara contra Xue Yang, ella lo sacó de su hanfu y se lo lanzó a WangJi, que se fue hacia atrás y perdió el equilibrio. Wei Ying le gritó que se detuviera, pero Ana desenvainó su espada, le aplicó a WangJi uno de los golpes que había aprendido en las clases de defensa personal, y lo hizo caer de rodillas. Después tocó su cuello con la punta de la espada, hasta que vio un pequeño hilo de sangre que manchó su túnica.
Horrorizada por su impulso asesino, tiró la espada lejos y se cubrió la cara con las manos. Wei Ying corrió hacia Lan WangJi, que ya se estaba levantando mientras sujetaba la pequeña herida de su cuello.
—¡¿Estás loca?! —gritó Wuxian—. ¡Te dije que solo desplegaras el poder de los talismanes cuando estuvieras ante Xue Yang! ¡¿Cómo fuiste capaz…?!
WangJi lo interrumpió:
—Cálmate. Todo está bien. —Luego se acercó a la chica, que sollozaba, y levantó su espada del suelo—. Toma —le dijo, mientras se la entregaba—. Ahora sí estás lista. Partimos mañana.
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