Capítulo 56: embobada
Todavía tenía los ojos cerrados. Sentí besos alrededor de mi rostro, en mi frente, en mi pelo...
Dylan.
¡Llegó del trabajo y de cargar nafta!, pensé. Abrí rápidamente los ojos esperando encontrar la habitación en la penumbra, pero me sorprendió la luz del sol que entraba por la ventana abierta. Esa preciosa moneda de oro que daña los ojos en las mañanas.
Como un flash, pasó por mi mente la pesadilla que había tenido con el innombrable. Desde ese maldito día me acechaban escenas aberrantes donde estaba presente ese imbécil y terminaba despertando en plena madrugada. Nunca en mi vida había tenido problemas para dormir, pero algunas noches así era y me estaba empezando a preocupar. Más de una vez me quedé dormida sentada en el mostrador del almacén.
Decidí apartar el pensamiento de lo que soñé y prestar atención a quien me estaba agasajando con su presencia.
—¿Cómo has dormido, guapa? —Preguntó en ese mismo instante aquel moreno de ojos negros como la noche, mirada intensa y sonrisa perfecta. ¡Qué lindo era saber que era mi novio!
Me estiré en la cama, sonriendo, mientras él me observaba a mi lado. Lo abracé con mis brazos y piernas de manera que cubría toda su cintura y besé su mejilla. Luego me soltó, diciendo que volvería en un instante. Acto seguido salió de la habitación y regresó con una bandeja en la mano. Allí había colocadas dos tazas de chocolatada y, luego de depositar la bandeja en la mesita de luz que tenía al lado de mi cama, pude ver dos barras de chocolate "Águila". Me entregó una taza y un chocolate, guiñándome el ojo solo como él sabía hacerlo, y después agarró la taza y el dulce que le correspondía.
—Lo he comprado ayer en la gasolinera.
—Gracias. —De pronto se me ocurrió preguntar—: ¿Qué hora es?
—Anoche, cuando regresé, te veías muy cansada. Por eso decidí traerte el desayuno y dejar que durmieras. Vas un poco tarde, pero por suerte hice la mitad del trabajo por ti.
Abrí más mis ojos, como platos.
—¿Cómo? ¡Decime la hora de una buena vez! —Pedí a punto de enojarme.
—Ocho menos cuarto.
Cierto, el sol se veía de esa manera cuando iba de camino al instituto... y todavía no estaba cambiada.
—¿Te volviste loco? —Casi grité, escandalizada por la adrenalina del momento. Hice un movimiento para salirme de la cama, pero Dylan me detuvo.
—Hay tiempo, por eso hice el desayuno para ti.
—¡No llegaré!
—Claro que sí, guapa. Yo te llevaré —respondió con su típica sonrisa de lado. Parece que tenía todo planeado.
Entonces resolví tragarme el resto de chocolatada que restaba en el recipiente y tomar la barra para más tarde. Dylan hizo lo mismo y yo me encaminé al baño para vestirme lo más rápido que mi cuerpo me lo permitió. En solo cinco minutos ya estaba lista para irme. Nunca había hecho tan rápido a la hora de salir de mi casa.
Y llegué a la secundaria. Lo único que odiaba de ir con él era cuando todas se volteaban a verlo. Sí, yo soy su novia y estoy feliz de serlo; pero claro está que, como toda novia, una está celosa. No es agradable saber que tu chico es codiciado por, al menos, la mitad del instituto.
Lo besé a modo de despedida y le deseé suerte en el trabajo. Al pasar la puerta me encontré con Lari, Fer y Matt.
—¿Ya escuchaste lo que andan diciendo? —Preguntó la morena.
Negué, curiosa, y ella continuó con su noticia.
—Por lo visto, habrá una fiesta.
—¿Dónde? —Pregunté, visiblemente interesada.
—En la casa de Renata.
—Ah, ella —concluí antes de encaminarme hacia el salón de clases—. Por supuesto. ¿Quién más, sino?
—¡Exacto! ¿Quién más que ella sería capaz de invitar a todo el curso y a medio colegio si pudiera?
—Pero nosotras no iremos —afirmé—, Lari no debe querer ni verla.
—En realidad, chicas, les tengo que contar algo —respondió la aludida.
—¿Ahora qué pasa? —Preguntó Fer.
—Hace poco hablé con Renata y al menos arreglamos las cosas. Ella me pidió disculpas por cómo me había tratado cuando le confesé mis sentimientos.
—Me imagino que la mandaste a la mierda —dijo Fer.
—No, le dije que la perdonaba —respondió y Fernanda hizo una mueca de desaprobación—. Es que no quería que las cosas queden mal entre nosotras. Pero me preguntó si podíamos volver a ser amigas y ahí sí que rechacé su oferta. Ya no quiero tenerla en mi vida, ni siquiera como amiga.
—Hiciste bien —aprobé su decisión—. Pero hay algo que quiero preguntarte desde hace un tiempo. Si te gustan las chicas, ¿por qué aquel día que hicimos parapente parecía que le estabas tirando onda a Cody?
—Porque eso hacía —dijo, sobria.
Fer y yo intercambiamos miradas atónitas.
—Estaba tan obsesionada con Reni en ese entonces que busqué cualquier medio para hacer que Cody se alejara de ella. —Suspiró, evitando mirarnos a los ojos. Atisbé un dejo de vergüenza en su rostro.
—¿Coqueteando con Cody? —Pregunté. No lo podía creer.
—Sí —admitió.
—¡Carajo, amiga! —Exclamó Fer.
—Tengo que admitir que sos una buena actriz, hasta yo me lo creí. Terminé esa salida con un mal sabor de boca. Llegar hasta esos extremos...
—Perdón, Luci. En serio lo siento muchísimo. No pensaba con claridad en ese entonces. Pero ahora sé que sólo podía retrasar lo inevitable. Renata me contó lo que tanto temía: Cody y ella están saliendo. Tengo que admitir que les llevó más tiempo de lo que creía.
¿Por qué será que no me sorprende del todo?
—¿Todo bien, Luci? —Preguntó Fer.
—Sí, por mí puede irse a China ese.
—¡Esa es la actitud! —Celebró mi amiga.
Lara me sonrió y le hizo lugar a Matt para que se sentara a su lado. Él acababa de comprar una medialuna grande con jamón y queso para almorzar.
—Quiero un poco de eso —pidió Fer, y Matt le convidó un pedazo.
—En otras noticias —siguió hablando Lari—, tengo una buena.
—Genial, ¿qué es? —Pregunté y todos nos enfocamos cien por ciento en nuestra amiga.
—Con todo el alboroto que provocaron la prensa y las redes sociales, más la noticia de los juicios a futuro, perjudicaron a la directora y a Gastón. Ella ya renunció al cargo en este colegio.
—Sí que es una buena noticia —comentó Matthew.
—De todos modos, si el juicio sale bien, no podrá ejercer como profesora en ninguna parte. No tendrá otra opción por ley.
—No tienen idea de lo que estoy disfrutando el abucheo constante a Gastón. Empezó a faltar la última semana, ¿no? —No pude evitar comentarles lo satisfecha que me sentía con la desgracia de ese imbécil repugnante.
—Yo creo que, después del trauma de tener a toda la escuela, a todo el barrio de "Los acantilados" y más allá en contra, no va a volver.
—No estoy a favor del ciberbullying ni del bullying, no se lo deseo a nadie. Pero él se lo merece —admitió de pronto Matt, lo cual nos sorprendió y estuvimos de acuerdo todas.
En ese momento, se escuchó la campana que indicaba que había que regresar a clases y nos encaminamos hacia allí.
En el momento en que entramos en el salón, el ánimo de Fernanda se ensombreció repentinamente. De pronto, comenzó a comportarse de manera irritante. Propinaba quejas sobre todo objeto o persona viviente, detestaba desde la corriente de aire que entraba por la ventana del salón hasta su propia vestimenta, exclamando improperios sobre lo incómoda que era; y, por supuesto, no podía faltar el odio hacia Gastón y Cody.
Hacia el final de la clase logró tranquilizarse, después llegó el receso y volvió a ser la misma de siempre con sus risotadas y comentarios fuera de lugar. Entonces Matt me dijo muy cerca del oído que hacía algún tiempo se comportaba así, que ya era normal en ella y yo asentí, confirmando que tenía razón. No era la primera vez que tenía esos cambios de humor, y eran bien raros.
—¡Iré al baño, chicos! No me esperen —gritó ella unos pasos por delante de nosotros.
—¡Esperá! ¡Te acompaño! —Lari la siguió y Fer se paró en seco.
—No hace falta. —Miró a Matthew como si él fuera a hacer algo.
—Yo también voy al baño de paso —argumentó Lara.
Y mi amigo, sin notar la mirada de súplica de Fer, se limitó a decir:
—Vayan, las esperamos.
Eso pareció convencer a Fer, quien al final prosiguió su camino junto a Lara. Fue una situación bastante extraña en la que miré a Matt por unos instantes, esperando una respuesta que tuviera sentido. Pero él simplemente decidió que sería bueno sentarnos en alguna parte a esperarlas y ni siquiera me devolvió la mirada.
Nos dirigimos al patio abierto, un fuerte viento anunciaba tormentas al día siguiente y el firmamento se encontraba poblado de nubes.
—Va a llover en unas horas —anunció Matt al sentarse a mi lado en un rincón del gran parque.
—¿Hoy? ¿Estás seguro? El pronóstico anunció que sería mañana.
—El pronóstico acaba de cambiar —resolvió él sin dudar—, mi sexto sentido me lo indica.
Y así sin más, me sonrió. Y detrás de ese gesto pude contemplar a la persona más bella del mundo: mi mejor amigo.
La primera gota de lluvia cayó justo en su nariz para luego deslizarse con un ágil recorrido hacia su boca rosada, tan preciosa y sonriente. Entonces cambió el gesto y observó el cielo. Yo quedé como embobada porque cuando desperté de mi contemplación él se encontraba de pie recogiendo su mochila para ir al patio cubierto. Nunca me pasó algo así antes y por ello supe que me había enamorado. Completamente. Y ya era tarde para resistirme al encanto de su persona, simplemente lo asumiría y seguiría siendo la misma de siempre, aun sabiendo que mi cariño era más fuerte.
¿Cómo andan? Espero que muy bien, yo estoy de vacaciones así que este capítulo se subió programado. ¡Gracias por leer!
Al fin se revelaron las razones de la forma de actuar de Lara en los primeros capítulos, en especial cuando fueron a hacer parapente. ¿Se esperaban que fuera por eso? ¿Creen que fue una buena actriz?
¡Que tengan buena semana! ¡Besos!
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