Capítulo 2: ataque
Nota: para disfrutar mejor de este capítulo, pueden escuchar "Días de verano", de Amaral. Les dejé el link del video arriba. (Contexto: en Argentina, las clases comienzan en marzo, cuando está terminando el verano, y finalizan en noviembre- diciembre, al final de la primavera).
La expresión de Clara en cuanto se enteró de que ni Fernanda, ni Lara vendrían era la misma que estaba en mi rostro cuando recibí las noticias por parte de ellas.
—Bueno, ellas se lo pierden —dijo al fin.
Por otro lado, Matt pareció no inmutarse, lo cual era comprensible puesto que no tenía ninguna relación con las chicas y apenas las conocía.
Decidimos ver algunas películas que trajo Clari. Por supuesto que no pudimos ver las que Fernanda tenía planeado traer, pero al menos Clara tenía algunas más o menos buenas. En un momento, Clari mostró la portada de un DVD que se llamaba "Las ventajas de ser invisible" y Matt comentó:
—¡Ah! Esta película es una adaptación. Espero que esté bien adaptada porque adoro el libro. —su expresión cambió en un instante y preguntó, algo inseguro—: ¿De casualidad a alguna le gusta leer?
Clari me miró con su sonrisa pícara, luego a Matt, y acto seguido me señaló con el dedo índice. Mi rostro debía desbordar felicidad porque hasta Matt se contagió de mi sonrisa cuando me vio, me sentía tan emocionada que hasta me dio escalofríos.
—A vos también te gusta —afirmé a la vez que no dejaba de sonreír.
—¿La película?
—No. A vos también te gusta, como a mí, disfrutar del placer de leer un buen libro.
A Matthew le cambió la expresión de tal manera, con tal gesto de verdadera alegría, que asustaría a cualquiera de no ser porque sabíamos que el otro entendía nuestro sentimiento.
—No he visto la película, tampoco he leído el libro. Pero te aseguro que lo voy a hacer —resolví.
—Entonces, mejor no la veamos ahora, leé el libro primero y cuando sea el momento la veremos —respondió él, todavía con una sonrisa que le surcaba el rostro como nunca antes.
Me dio pena, con las ganas que tenía de verla... Pero, al fin y al cabo, yo habría hecho lo mismo, no tenía sentido verla si no podríamos discutir la adaptación.
***
Más tarde, como a las cinco PM, tomamos la calle 491 y decidimos ir a la playa antes del anochecer, a pasar el rato y observar cómo caía el sol detrás de las casas de Los Acantilados.
—Me encanta venir a lugares como estos —comenté.
—¿Lugares como estos? —preguntó Clari.
—Los acantilados. Transmiten una paz muy bella.
—¿A pesar del viento?
—A pesar del viento, el paisaje es tan bonito desde acá arriba que no se puede describir el sentimiento de una manera totalmente adecuada. Ni las palabras "paz" y "belleza" alcanzan.
—Nunca noté eso, yo sólo odio que haya mucho viento. Tenés razón, Luci, y nunca me había puesto a pensar en lo hermoso que es contemplar un atardecer a las siete y media de la tarde, cuando ya no quedan días de verano.
—¿Y los amaneceres? Durante todo el tempo que vivo acá, que es toda mi vida hasta ahora, no he visto un amanecer desde estos acantilados. Deben ser los mejores, el sol sale por el mar.
Ni Matt ni Clari vieron uno, siempre lo hicieron desde sus habitaciones, si es que daban al mar. En el caso de mi amiga, vive más lejos de los acantilados, pero Matt dijo que su casa está en una esquina y que su habitación da justo en donde sale el sol, por lo que puede verlo, pero sólo desde allí. Nunca se animó a salir de su casa y cruzar la ruta 11 en plena madrugada para observar cómo el sol salía por el mar. Iba a la tarde antes de que el sol se ponga detrás de las casas.
—Te escuché decir que Fernanda no venía. Y tampoco Lara —dijo de pronto Matt con un aire de desdén. No lo culpo, Lara no se esforzó por ser muy amigable con él cuando fueron presentados. De todas formas, cada vez nos hablaba más y eso me gustaba. Me gusta conocer a la gente.
—Ni me lo recuerdes —refunfuñó Clari.
—A Lara es mejor dejarla. Estoy cansada de intentar que no se apegue mucho a Renata y a su tipo de vida. Como ya lo ves, Clari, no da resultado y si ella quiere ser de esa manera, que lo sea porque es su decisión. Me rindo formalmente, si ella quiere estar con nosotros bien, y si no también.
A las ocho de la noche nos despedimos y volvimos a nuestras respectivas casas.
********
El día lunes en el instituto, cada uno pareció seguir con su vida como siempre. Lara ignorándonos por momentos y haciendo como si no sucediera nada en otros, Matt tímido, Clari despreocupada y Fer siendo simplemente Fer.
Después de la primera clase me dirigí hacia la cafetería para comer algo de almuerzo. No esperé ni a Fernanda ni a Clara porque estaba muy hambrienta y ellas me dijeron que luego me alcanzarían. Matthew, por su parte, se había ido apresuradamente antes que yo. Decidí comprar medialunas rellenas con jamón y queso calentadas en el microondas, y también un pote de ensalada de frutas.
Iba caminando por el pasillo transitado de estudiantes en apuros, luchando con los empujones de todos, con mi mochila al hombro y el almuerzo en ambas manos; intentaba no chocar con ninguno de los transeúntes, aunque sin mucho éxito. En un momento divisé a Matt caminando en la misma dirección que yo y al instante a Gastón Martínez —una persona digna de ser ignorada, por cierto— del lado contrario.
Todo sucedió muy rápido y no reaccioné sino hasta más tarde. Matt iba cabizbajo, mirando hacia las baldosas de hormigón y Gastón muy apurado. Este, además, es alto y con masa muscular predominante, por lo que ocupa un lugar amplio, sin tener en cuenta que es medio torpe y va por la vida como le place sin medir por dónde camina. En cuanto se acercó al sitio por donde iba Matt, se le ocurrió pasarse para el otro lado, específicamente por donde transitábamos Matt y yo. Mala idea, estaba en contramano. Matthew, en su caminata tranquila mirando al suelo y siguiendo en línea recta a la multitud sin mirar a su alrededor, se chocó con el gigante. Obviamente Martínez fue quien chocó a Matt, pero para él la otra persona siempre tiene la culpa de todo lo que le pasa.
Matt levantó su mirada del suelo al sentir que alguien le obstruía el paso. Por lo poco que lo conocía, supuse que aterrorizado y en especial si se trataba de alguien con la inmensa altura que tiene el moreno. Este se enojó notablemente y observó a mi amigo de forma muy amenazante. Acto seguido lo tomó de la camisa y lo empujó contra la pared. Al ver esta escena, todo el mundo se detuvo y se hizo un gran silencio. En eso se escuchó que Gastón le gritó a Matt:
—¡Que sea la última vez que te veo en mi camino cuando estoy apurado, pelotudo!
Al fin lo soltó de la camisa y escapó, dando grandes y rápidas zancadas hacia quien sabe dónde mientras la multitud le abría el paso.
Yo reaccioné en ese momento y me dirigí hacia mi nuevo amigo lo más rápido que mis piernas me lo permitieron. El golpe fue fuerte. La multitud volvió a transitar y mi amigo se quedó de pie, apoyado contra la pared, lo que pareció indicar que estaba bien, pero de pronto se tocó la parte de atrás de su cabeza. Eso me preocupó y corrí más rápido.
Cuando llegué, estaba mirando fijamente hacia la pared contraria, su rostro aterrorizado y contorsionado por el dolor. Lo tomé de los hombros.
—¿Estás bien?
—No le caigo bien, ¿verdad? —respondió con otra pregunta. ¡Ja!, eso era lo de menos.
—¡Matthew! ¿Estás bien?
—¿Por qué siempre vuelve a suceder? —siseó a nadie en particular.
—¿Qué es lo que vuelve a suceder? —pregunté mientras lo tomaba del brazo para intentar darle vuelta y ver si se hizo daño detrás de la cabeza.
Bajó la mirada a sus manos temblorosas. No conseguí ver si estaba herido porque no me lo permitió.
Pasé mis manos desde sus hombros hacia su rostro y levanté su mentón, haciendo que me mire a los ojos.
—Necesito saber si estás bien —dije en el tono más tranquilo que conseguí expresar.
—Estoy bien.
—Bien. Ahora, ¿qué es eso que siempre vuelve a suceder?
—No importa —Volvió la mirada hacia sus manos por segunda vez.
—Para mí sí que importa —insistí. Me miró por un milisegundo y luego desvió sus ojos hacia otro lugar.
—Cada vez que voy a un lugar nuevo, a un colegio nuevo, la gente me trata así. Nunca dejan de hacerlo.
Me dejó confundida. Lo observé fijamente mientras él seguía con la mirada puesta en sus manos. En eso escuché una voz a mis espaldas y sentí una mano que me tocó el hombro izquierdo.
—¿Lucía? ¿Puedo preguntar qué pasa?
Era Cody. Me miró extrañado y luego a Matt, quien se había sentado en el suelo con la espalda en la pared mientras hablábamos y seguía pensativo. Me habré quedado mirando a Cody fijamente, porque de pronto preguntó:
—¿Quién es él?
—¿Qué? ¡Oh, sí! Es Matt, un amigo. ¿Conocés a Gastón?
—Sí, es de tu clase. ¿Verdad?
—Exacto, ese Gastón. Golpeó a Matthew contra la pared y sonó muy fuerte. Él me dijo que está bien, pero le debe de estar doliendo mucho la cabez...
No pude continuar. Matt parecía agitado, como si fuera a ahogarse, nunca lo había visto así. Su pecho se movía rápidamente, ensanchándose y achicándose. Me arrodillé frente a él.
—¡Matthew! Pero, ¿qué te está pasando? —Si no me quería responder antes, mucho menos lo haría ahora. Así que fue una pregunta retórica—. Cody, llamá a alguien ya mismo.
En ese momento vi a lo lejos a Fernanda y a Clara. Cody se quedó como paralizado, atontado, así que decidí que mejor alguna de ellas haga el trabajo que le solicité a él.
—Clari, por favor, corré ya mismo a avisar a alguien —grité mientras ella venía a la distancia, apurada.
—¿Qué le pasó? —Llegó al fin, con la respiración agitada.
—¡No sé! —respondí mientras tomaba de las manos a Matt y tiraba de ellas para ponerlo de pie.
—Pero, ¿qué tiene? —preguntó Cody, todavía sin saber qué hacer.
Por suerte, Clari era rápida en los deportes. Así que se fue a cumplir con mi pedido y desapareció de nuestra vista en un santiamén.
Quería tomar el rostro de mi nuevo amigo y hacer que me viera a los ojos, pero suponía que no lo iba a hacer y mucho menos en el estado en el que se encontraba. Así que sólo me limité a indicar que Cody y Fernanda lo levanten correctamente, sujetándolo finalmente por debajo de sus brazos. Conseguimos hacerlo caminar con nosotros y dimos algunos pasos.
Pero pronto noté que no lograban hacerlo correctamente porque Matt daba pasos muy torpes. Estaba mareado. Miré a Fer, preocupada, quien me devolvió el mismo gesto lleno de preocupación. Cody seguía intentando caminar correctamente junto a Matt, aunque sin mucho éxito.
Se me ocurrió una idea. Entonces comencé a gritar a todos que abran paso, lo hicieron y pudimos pasar los cuatro por un camino amplio hecho por los estudiantes. Yo tomando la delantera y abriendo paso constantemente, y los tres a mis espaldas intentando no caerse. El espacio les facilitó mucho el camino y muy pronto vimos las figuras de Clari, que corría hacia nosotros y, detrás de ella, a Teresa, la enfermera del instituto.
—Está mareado y le cuesta respirar —informé a Teresa mientras las alcanzaba. Ella se encargó de Matt y entre todos lo llevamos a la enfermería sin llamar no poca atención.
¡Holis! ¡Gracias por leer! Estaré respondiendo sus comentarios siempre que pueda, me encanta leerlos.
Ya apareció el antagonista. ¿Qué piensan de él a primera vista? De a poco este personaje se irá desarrollando más.
Les dejo mis redes por si gustan seguirme por ahí:
¡Besos!
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