Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19: paseo por la ciudad de Mar del Plata

La reacción mis amigos tampoco fue muy animadora que digamos. Ellos, como yo, también sabían que la decisión estaba tomada y que no podía hacer nada.

—¡Me niego a aceptarlo! —Farfulló Fer, cruzándose de brazos—. Ya es suficiente con que mis padres anden cada uno por su lado, como les da la gana. ¿Y ahora también te vas vos?

Sí, sus padres estaban atravesando un divorcio repentino. Cuando Fernanda lo supo, quedó helada y le costó asimilarlo. Y las vivencias que vinieron después ni hablar, nosotras estábamos ahí para ella cuando lo necesitaba, y ahora también estaba Matt. Pero pronto yo me iría.

Sentí como si la estuviera abandonando. A ella y a todos.

—Intenta pensar en que cuando lleguéis al centro seguramente habrá un montón de chuladas que ver. Instituto nuevo, casa nueva, ciudad nueva. Yo me hospedo ahí cada vez que vengo, así que puedo aseguraros de que quedaréis encantados con el ambiente.

—¿Es que no ves que no quiere irse de acá? Además, para vos es fácil porque están lejos mucho tiempo y es un estilo de vida que estás muy acostumbrada a llevar —interrumpió Clari a Anahí, visiblemente irritada.

—¿Es que no veis que intento hacer sentir mejor a Lucía? —contrarrestó la rubia.

Matt estaba callado. Y aunque me sorprendió lo mal que le cayó la noticia a Fer, sabía que Matt me iba a necesitar mucho. A pesar de que estaría con las chicas, era más que obvio que conmigo era mucho más cercano y abierto. Su confianza aumentaba cuando se trataba de hablar de algo conmigo, con ellas no lo hacía igual. Lo iba a extrañar enormemente. Y lo sentía mucho por él y por todas.

—Muchas gracias por el intento. Pero no va a funcionar, ya estoy desanimada desde que supe la noticia.

Entonces me dirigí a Fer y la tomé de las manos.

Heladas. Era casi invierno y hacía un viento frío, pero, aunque estuviésemos en pleno verano, siempre tenía las manos frías. A veces realmente era preocupante, pero ella parecía estar bien.

—Siento mucho tener que irme. Ya sabés lo que me duele dejarte, pero manténganse unidas por mí y yo les prometo que estaré bien. Usaré el móvil más que nunca para estar en contacto con vos y con todos.

Me decidí a cumplirlo, no me importaba hacer o no amigos en el nuevo instituto. Eso es lo que le preocuparía a un adolescente cualquiera de dieciséis años, pero yo solamente estaba decidida a mantener el contacto con mis antiguos amigos, los de siempre. No los perdería por nada del mundo.

Además, lo había logrado con Anahí. ¿Por qué no podría con Clara, Fernanda y Matthew? El temor era casi irracional, podía hacerlo siempre y cuando me lo propusiera.

Y entonces, Matt se acercó y me abrazó. Fue apenas un brazo en mi hombro, pero de todos modos me pareció inaudito, supongo que le habrá producido algo de incomodidad animarse al gesto, aunque realmente lo ameritaba y lo aprecié mucho.

Luego siguieron Fer y Clari. Por último, Anahí, completando un abrazo grupal.

Estoy segura de que ella creía que mis amigos estaban siendo unos exagerados, pero como Clari dijo: Anahí acostumbraba a vivir lejos temporadas enteras y luego encontrarnos. Ellos no lo hacían.

Después de que nos separamos del abrazo, la conversación tomó otro rumbo.

—Porque quiero pasar una linda tarde y porque me lo debes, iremos al centro a ver tiendas y monadas. Además, sería bueno que conocierais vuestro futuro hogar. Y sí, hablo en plural porque seremos nosotras y nuestras familias —afirmó de pronto Anahí con una sonrisa que dividía su rostro.

Clara y Fernanda se miraron, cómplices, y luego a mí.

Supe inmediatamente a qué se referían; y sí, usaría la ropa que me prepararon con anticipación y accedieron a prestarme para, justamente, aquella salida. Mis amigas siempre tenían todo preparado por si acaso.

********

Sentada en mi cama, me ponía las plataformas blancas que me prestaron. En eso estaba mientras pensaba en que me iría de ese hermoso lugar. Siempre lo había llamado hogar y así lo seguiría llamando, porque lo era completa y totalmente. Recordé mi explicación a Cody de los repentinos acontecimientos que se sucederían dentro de una semana y su reacción que, aunque no era agradable, no podía ser otra. No mostró ningún tipo de enfado ni negación como lo habían hecho mis amigos y eso me entristeció un poco, pero me dije que eran puros caprichos míos. Decidimos seguir así hasta que dure la relación, a distancia, pero firme. Eso acordamos.

Y estuvo bien, realmente estuvo bien por su parte intentarlo.

—¡Lucía! Se nos hace tarde, hija —gritó mamá desde el otro lado de la puerta de mi habitación, haciendo que me sobresalte y sacándome de mis cavilaciones.

Terminé y me levanté lo más rápido que pude para salir al encuentro de mi familia.

Saber que en una semana todo lo que conocía se iría al traste me afectó más de lo que creía y durante todo el viaje hacia el centro no paraba de darle vueltas al asunto. Tenía que concentrarme en el bonito paisaje de la ciudad que me ofrecía la vista desde el auto, en ayudar a mi familia a encontrar el hotel donde se hospedaban mi amiga y su familia.

Finalmente lo encontramos y yo fui la encargada de preguntar por ellos en la recepción.

Seguramente estarían ya preparados y listos desde hacía un tiempo, porque a los cinco minutos aparecieron unos, por un lado, bajando las escaleras y otros por el extremo opuesto de la planta baja, usando el ascensor.

Anahí, por supuesto, resplandecía al igual que siempre. Bajó por las escaleras casi corriendo, despeinando su cabello rubio y se lanzó a mis brazos como si fuese aquel domingo que llegó a mi casa, desde que no nos veíamos hacía años. Pero en realidad nos habíamos visto las caras hacía unos cuantos días. Sorprendida, la recibí con una gran sonrisa. Me estampó un beso muy sonoro en la mejilla y me abrazó más fuerte aún.

Ella ya sabía a dónde se dirigiría su familia y la mía. Pero, para mi sorpresa, nos dejaron que vayamos nosotras a pasear y ellos irían a ver algo relacionado con el trabajo de papá y de su tío. Nos encargaron a Agustín, mi hermano de diez años, para que lo cuidáramos.

—Te encantará lo que hay terminando esta cuadra, por la calle San Martín —dijo Anahí con una sonrisa de pura emoción.

—¿También a mí me va a gustar? —preguntó Agus.

—¡Por supuesto! —Respondió mi amiga—. Quedaréis encantados.

Llegamos al lugar indicado por Anahí: calle San Martín.

En temporada de verano se convierte en peatonal, y es un lugar muy transitado por turistas de toda la Argentina que vienen a "la feliz". Lo supe porque me sorprendió un recuerdo de cuando era muy niña, borroso pero lo suficientemente nítido para saber que era este lugar. No sé qué estaríamos haciendo acá en verano, dado que ni nos arrimábamos por el tumulto de personas que había en cada rincón de la ciudad y porque no se podía caminar tranquilamente estuvieses donde estuvieses.

Anahí comenzó a hablar locamente sobre lo fabulosa que era esa calle y todas las atracciones que tenía. "Ni se imagina lo que es en enero", me dije.

—Pero mira ese tío que va por ahí —me decía al oído en algunas ocasiones.

—¿Por qué en España no hay hombres como éstos? ¡Vosotros parecéis los reyes de la belleza! ¿Qué tenéis de especial?

—Esa es tu cabeza, te gustan los argentinos porque es tu verdadero hogar, pero no podés quedarte y tenés que volver. Vos misma hacés que te parezcan más atrayentes, linda. Son hombres como los hay en todos lados —respondí.

Muy a menudo me hacía esos comentarios y rara vez me hablaba de lo guapos que son los españoles. Sin embargo, a mí me encantaban.

Se quedó pensativa un breve segundo.

—Puede ser, pero mira el guapetón que tienes a tu derecha. No sé tú, pero yo le hablaría —miró hacia alguien detrás de mí—. ¡Hola!

—¡¿Que hacés?! —La tomé de los hombros y nos hice desaparecer por un extremo de la vía pública.

—Algo que tú, obviamente, nunca has hecho en tu vida. Se llama divertirse socializando.

—Tengo novio —repuse.

—Y menudo novio, últimamente hasta siento que no te da la suficiente atención. Debería estar preocupado porque te irás. Pero escucha, ni que te fueras a enrollar con ese tío.

—Parecía que pretendías algo por el estilo.

La impulsividad de Anahí y también la de Clari me hacía pensar que eran hermanas separadas al nacer. Pero a diferencia de Clara, Anahí es mucho más sincera y tanto, que a veces parece cruel. Pero es que no sabe medir sus palabras. Y sí, duele mucho en esas ocasiones.

Ella rodó los ojos y miró a su alrededor, de pronto se le iluminó el rostro y me miró otra vez con su sonrisa pícara de siempre, esa que le contagió a su primo.

—Cierta vez me contaste que deseabas una cámara semiprofesional, ¿cierto?

—¿Eh? —Seguramente el rostro se me arrugó de una manera extraña.

La sonrisa expectante de mi amiga seguía intacta y ya daba miedo. Alzó su mano y, con su dedo índice, señaló hacia el cielo.

Miré hacia arriba. Nos encontrábamos frente a un local gigante con un súper cartel que ponía "Kodak". No podía hablar en serio, no iba a comprar la cámara esa ni loca. Aunque la deseara con todas mis fuerzas. No tenía suficiente dinero.

—No —respondí, seca.

—¡Anímate! ¿Por mí?

—No.

—¡Te encantará! —suplicó, como si se la fuese a comprar para ella.

—¿De dónde se supone que saque el dinero, eh? ¿Te volviste loca o qué?

—Por tu amiguita que no ves sino cada millón de años. —Hizo una carita de perrito, como si así fuera a ceder y pronto se le iluminó el rostro otra vez. Tuvo una idea y estaba segura de que no me gustaría nada—. ¡Oh, ya sé! Te la compro yo.

—¿Vos?

—Sí, con la tarjeta de crédito de mis padres.

De pronto recordé que también tenía una.

—¡¿Qué?! ¡No! Definitivamente no voy a permitir que compres nada con el dinero de tus padres.

—Considéralo como un regalo de cumpleaños adelantado, ya que es probable que no te vea hasta quién sabe qué momento.

—Dije que no. Además, si comprara algo con tarjeta de crédito sería con la mía.

—¡Exacto! Ahí lo tienes —exclamó alzando los brazos hacia el cielo exageradamente.

¿Por qué dije aquello? ¿Es que no me daba cuenta de en qué situación estaba? Yo solita me mandé al frente. Dios mío, justo tenía que ser Anahí.

—Si no lo compras tú, lo haré yo misma —amenazó.

Y sabía perfectamente que así sería. Mi amiga era muy capaz de hacerlo, demasiado impulsiva y atrevida. No quería que gaste dinero o, mejor dicho, que sus padres gasten dinero por mí. Prefería hacerlo yo misma.

Quizás me librara de los monólogos largos de mis padres si ella les explicaba la situación. Sólo quizás.

Suspiré y asentí, entonces tomé a Agustín de la mano —que había permanecido escuchando todo a nuestro lado, divertido— y nos adentramos en el local.

—Vos sos mi testigo frente a papá y mamá —le advertí y él asintió. 

Holis! Acá Sofi. Gracias por leer hasta aquí :D

¿Qué les está pareciendo la historia? ¿Verdad que Anahí es una loquilla?

Los estaré leyendo y respondiendo en los comentarios, saben que siempre lo hago encantada. <3

También les dejo mis redes sociales por si me quieren buscar por ahí, donde siempre anuncio cuando publico un nuevo cap:


#StayPositive 

¡¡¡Besoos!!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro