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Capítulo 11: humillación

A la hora siguiente salimos de la clase de Química hacia el patio, donde había árboles, bancos de madera y mucho verde para relajarse un rato, comer y divertirse. Caminamos hacia allí solos Matt y yo porque Fernanda y Clara se retrasaron.

Pasamos el portal hacia el patio y nos encaminamos a buscar un sitio apropiado para comer. A mí me daba igual el sitio que eligiéramos, entonces lo dejé a Matt que decidiera por sí mismo a donde le gustaría ubicarse.

—¿Estás segura de que es bueno ese lugar? —preguntó, dudando y con cara de no estar seguro.

—No lo sé, Matt. ¿A vos que te parece? Estas en toda tu libertad de elegir.

Eligió el lugar que había señalado y nos dirigimos hacía allí. Era un rincón entre arbustos y paredes, donde no había muchos estudiantes. No podíamos sentarnos en ningún banco porque no había en esa parte del parque, pero mientras no lloviera bastaba para estar en el pasto verde y no mojar nuestros traseros. Sabía que, con ese viento y esas nubes, el tiempo era muy inestable, pero daba igual. Después de todo, estaba acostumbrada a vivir en ese ambiente desde que nací y también estaba preparada para salir corriendo si la situación lo requería.

El problema es que no llegamos a destino. Por el extremo derecho de nuestro camino alguien empujó a Matt en el hombro, él tropezó y casi se cayó al suelo de cemento. Por suerte yo pude reaccionar a tiempo y lo agarré del otro hombro, atrayendo su cuerpo hacia arriba y hacia atrás en un movimiento brusco.

La persona que lo hizo venía detrás de nosotros y caminó al lado de Matt. Se volteó y, en un gesto burlón y falsamente inocente, se disculpó.

Gastón.

—¡Casi termina contra el piso, idiota! —grité sin poder controlarme. Matt apoyó su mano en mi hombro, para retenerme. Pero no lo dejé.

—Me disculpé, ¿o no? —respondió el moreno mientras se volvía hacia nosotros otra vez.

—¡Fue adrede! Más vale que dejes de ser tan mentiroso o vendrán las consecuencias. —Mientras decía esto me dirigía hacia él, caminando sin titubear. Al terminar la frase, coloqué mi dedo índice sobre su clavícula y presioné.

—¿O qué? —preguntó con una mirada asesina en sus ojos negros. No me esperaba esa respuesta y me sorprendí. Quedé como una tonta, mirando al moreno a los ojos detenidamente y con el ceño fruncido. —¿Qué me vas a hacer vos? —agregó al tiempo que arqueaba las cejas.

—Luci... —me llamó Matt.

Le hice un ademán de que me dejara todo a mí, que estaba bien.

—No le vas a hacer caso a tu amigo, ¿eh? —prosiguió—: ¿O debería decir novio?

Al notar que yo no me inmuté ante ese comentario, probó con otro. Una táctica mucho más humillante, por supuesto, ya que involucraba a medio colegio. Si bien teníamos a la mitad del parque alrededor de nosotros ya, no le bastó eso. ¡Claro que no, si era Gastón! ¡Él siempre estaba sediento de más! Siempre hacía estas cosas, pero ese año nos tocó a nosotros.

—¡Ey, todo el mundo! ¡Señoras y señores!

Los alumnos, siempre como estúpidos cayendo en su jueguito, se acercaron y le dedicaron la atención que, por supuesto, no merecía.

—¿Qué me dicen que ésta parejita? Son bien raritos, ¿verdad?

Un abucheo se escuchó en todo el lugar. Pero no estaba dirigido hacia quien se lo merecía, sino hacia Matt y a mí.

—Él, tan ridículo e imbécil, que hasta da pena. Y ell...

No pudo seguir. Yo grité furiosa y me abalancé sobre él. Quería golpearlo y que sufriera todo lo que le había hecho a cada una de las personas que van a ese instituto. Pero un destello de conciencia se apoderó de mí; sabía que si lo hacía quedaría suspendida o me llevaría a casa una amonestación más grande que el trasero del propio Gastón. Entonces me abstuve y sólo decidí agarrar su camisa por el cuello y arrugar la tela en mis manos, dejando mis nudillos blancos.

—¡Que te calles! —Un calor extraño me subió por todo el cuerpo, pasó por el cuello y llegó hasta mi cabeza: adrenalina. Y también furia, estaba muy furiosa.

—¿Por qué tantos gritos, chica, si a vos nadie te dijo nada? —Actuó otra vez como si él fuese inocente y yo una completa loca. Pero no, no iba a permitir que insulte a Matt. Dejó de mirarme a los ojos y se dirigió a Matthew; yo aún seguía con mis manos en su camisa—. ¡Ey! ¿Sos hombre o qué? ¿No hablás? ¿Sos mudo? —Esperó a que respondiera, pero Matt no lo hizo y prosiguió—: Ah, ya veo: cambio de roles, ¿eh? Ella actúa como hombre y vos como una nenita asustada.

Con un movimiento brusco se encaminó hacia Matt y mi mano se desprendió de su camisa involuntariamente, cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Y como me dolía esa mano...

Lo tomó del brazo y lo arrastró hacia mi lado, se puso en medio de los dos y, antes de que pudiera reaccionar, también tomó mi antebrazo y lo levantó como si fuésemos dos contrincantes de lucha libre o boxeo. Ahora quien hacía el ridículo era él.

—¡Los payasos del año! —dijo, como si fuera una presentación.

Vos serás el payaso acá, pensé. Y TODOS los años.

Nos soltó los brazos y me miró. Se volteó directamente hacia mí, dando la espalda a Matt y me observó detenidamente, yo hice lo mismo. Su mirada era totalmente oscura, no solo en sentido literal, sino que había una especie de venganza en sus ojos, como si yo le hubiese hecho algo y desde entonces me odiara profundamente. ¡JA! ¡Como si yo tuviera algo que ver con los malos tratos que le hacía él a todo el mundo!

Abrió su horrible boca y, aún con su mirada fulminante, siseó —aunque estoy segura de que lo escucharon todos—:

—¡Perra!

Eso me desconcertó, tampoco me esperaba que dijera eso. Así tan de repente que reaccioné de la única manera que lo pude haber hecho.

—¿Yo? Sos un... —estúpido, malcriado, mentiroso, arrogante y repugnante ser vivo.

Eso quería decir, pero no pude. Antes de que me diera cuenta siquiera, se movió como un gato y me dobló los brazos por detrás de la espalda. En el segundo siguiente ya estaba en el piso del patio. El cemento gris me raspaba la mejilla derecha. Intenté soltarme de su agarre, pero era imposible; todo el peso de Gastón estaba sobre mi cuerpo. El golpe me había dejado sin aire por lo que, sumando el doble peso que yacía sobre mi espalda, no podía respirar muy bien y mucho menos hablar ni gritar.

Por el rabillo del ojo pude ver los pies de Matt y sus manos, que estaban convertidas en puños. Sus nudillos estaban blancos como los míos hacía algunos instantes. No podía ver su rostro, pero su expresión corporal delataba que se estaba conteniendo.

—¿Vas a hacer algo o no? ¡Dale, hombre! —bramó la bestia que me sujetaba—. O debería decir "nenita".

En un instante vi a Matt mover un pie y dar un paso hacia Gastón, como si fuera a hacer algo. Pero inmediatamente se escuchó un fuerte grito de hombre que pedía que nos detuviéramos mientras que mi amigo se quedaba quieto en mitad del paso, como congelado.

Con toda la fuerza que pude juntar en mi cuerpo y en mi cuello, me moví y pude ver a Cody caminando hacia nosotros frenéticamente, con expresión enojada. Sentí cómo el mastodonte me fue soltando poco a poco y me levanté lo más rápido que pude. Sentí algo de mareo al principio por tener el cuello doblado de una manera tan vulgar sobre el suelo, pero luego me recuperé.

Mientras salía de la confusión logré recordar que Cody me dijo al comienzo del año que conocía a Gastón, no eran amigos, pero sí conocidos. Mi querido novio ha llegado un poco tarde, como siempre, pensé.

—¿Qué es todo este escándalo? —preguntó a Gastón.

Me miró a los ojos con expresión preocupada.

—¿Estás bien?

No llegué a asentir cuando volvió a dirigirse al matón y le reprochó otra vez.

—¿En qué estabas pensando? ¡Es una chica! —Me señaló, como si lo que estaba diciendo no fuera obvio ya.

—¡Tranquilo, hombre! No quería molestar a tu novia.

¿Y eso qué? Lo hizo. Además, ¿qué si hubiera sido Matt el que terminara en el cemento? ¿Por qué el ser una chica me daría un privilegio y una ventaja? Matt tampoco merece que le hagan pasar por lo que me pasó a mí.

—¡Te pasaste! —bramó—. La directora escuchó los gritos y los abucheos, así como todos los que estábamos dentro del edificio lo escuchamos. Ahora mismo está de camino hacia nosotros.

—Sólo quería darle una lección a este de acá. —Señaló a Matt con el pulgar en gesto despreocupado—. Quería hacerlo reaccionar al ver lo que le pasaba a su amiguita.

Cody apenas desvió su mirada hacia Matt y volvió rápidamente hacia Gastón para dirigir todo su empeño en mirarlo a los ojos y fulminarlo a más no poder.

En ese momento llegó la directora y nos encontró a los tres —Gastón, Cody y yo— en actitud conflictiva. Matt se había hecho a un lado, por lo que no llamó su atención. Fue una suerte para él, no me habría gustado que tuviera que ir a dirección con nosotros cuando no había hecho absolutamente nada.

Nos llamó a su oficina y nos dirigimos hacia allí. Por el rabillo del ojo pude ver a Fernanda y a Clara que llegaban, abriéndose paso entre la ronda de alumnos, me miraron y luego a la escena. Cuando notaron a Matt en un extremo del círculo se acercaron a él, posando una mano en cada hombro. Fer a un lado y Clari al otro. Sus miradas preocupadas se dirigían a mí.

Lo último que vi fue a Matt. Tenía los ojos húmedos y un gesto de angustia contenida surcaba su rostro. 

Ayy pobreshito Matt, se habrá sentido muy frustrado, más que Luci, que al menos reacciona a todo. ¿Ustedes qué piensan? Los leo :D

Gracias por llegar hasta aquí, me encanta leer sus comentarios al final del día. <3<3<3


#StayPositive, besos!!! ;)

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