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XV

El hombre de pelo blanco que se le había enfrentado estaba en el suelo, recostado de lado y respirando costosamente, a cada exhalación unas gotas de sangre salpicaban el blanco delantal de la joven camarera, a cada inhalación el oxígeno rasgaba el interior de su garganta.

Vanessa lloraba junto a él, tan emotivamente que cualquier individuo juraría que se trataba de su padre, dándole palmadas en el rostro, tan delicadamente como lo eran sus pequeñas manos de largas uñas y dedos acanelados. Repetía una y otra vez, como quien descuelga el teléfono y no escucha nada al otro lado de la línea.

- Abre los ojos, ábrelos, por favor- Su tono sonaba desesperado. -Dios, por favor, no dejes que se vaya, no sin saber la verdad, por favor, santa maría, no lo permitas.

La mujer rubia que acababa de descubrir el cuerpo inerte y sin vida volvió a centrarse en él.

-¿Cómo ha podido una bala alcanzarle, pensó, sin darme a mi primero?

Un agujero en su carísima chaqueta demostraba que había sido posible, una las balas le había alcanzado.

-¡Aquí hay otro muerto, tiene un agujero de bala en el costado!- Anunció a su jefe, que llamaba a una ambulancia.

Los últimos pensamientos que rondaron la cabeza de Kirk fueron, si cabe, más dolorosos que el propio disparo. Su hija Jeimy desde que nació, casi siete años atrás, había sido el centro de su vida.

–Todo lo que hice, lo hice para poderte dar un mejor futuro, el que tu mereces, te quiero, te quiero, solo espero que esto acabe aquí- Sus ojos se habían llenado de lágrimas poco antes de sentir como se apagaba su vida, las lágrimas, que caían frías por su rostro, le emborronaron de nuevo la vista, pero esta vez para no volver a encenderla.

El hecho de saber que nunca más vería a su hija, nunca más la abrazaría, no la vería crecer, llorar, enamorarse... no podría ofrecerle su hombro para llorar cuando se desenamorase... ¿Por qué dios, porque me haces esto? Esta vez nadie le contestó, solo reinaba el silencio, un áspero silencio, doloroso por el hecho de que dios también lo había abandonado, si alguna vez estuvo con él, en aquel sucio suelo de aquella sucia cafetería.

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