III
James no se inmutó, contemplaba la mesa, los papeles perfectamente colocados sobre un archivador de plástico negro. La pluma Parker colocada de pie sobre un soporte para dos, aunque solo una ranura estaba ocupada. James se fijó en una mancha negra, al principio le pareció una gran borrón de tinta negra, pero se movía, sobre el tapete de cuero marrón, sobre algunos papeles y sobre la mesa, caminaba lentamente, se acercaba hacia él. La contemplaba directamente, era una cucaracha. Se detuvo en el borde más cercano a James y éste golpeó con la palma abierta lo más fuerte que pudo.
-¿Qué te ocurre?- Preguntó extrañado el capitán.
James se miró la palma de la mano, no había mancha, nada, ni sangre ni cucaracha, tampoco en la mesa.
-Qué extraño- Dijo James mirándose todavía la palma de la mano- Juraría que había una cucaracha, la he matado con la mano.
El capitán lo miró extrañado. Sabía de sus problemas con el alcohol pero no sabía que estuviera tan mal. Estaba seguro que ya estaba en la fase Delirium tremens, se había fijado en que el pulso le temblaba y se confirmó su sospecha cuando alucinó con la cucaracha. Estaba muy jodido.
-Creo que deberías jubilarte ya- Reafirmó el capitán.
-Te he escuchado antes- Replicó James- Yo creo que no, estoy bien. Mi problema es mi nuevo compañero, Anderson. Es un novato.
-Es un excelente agente- El capitán se molestó por la actitud condescendiente de James hacia Anderson, ni si quiera se había molestado en intentar conocer a su compañero.
-Claro- James se levantó y se marchó sin decir nada más, dando un portazo tras él. Ya había pensado en jubilarse pero ahora que el capitán se lo había insinuado, la idea se le borró de la cabeza. Nunca le gustó hacer nada que no fuera decisión propia. No era capaz de aceptar órdenes, ese había sido su gran problema durante todos sus años de servicio, lo que le había costado muchos expedientes disciplinarios, peleas y suspensiones. Fue la principal causa de su problema, lo que años atrás le empujó al alcoholismo. Y eso, según creía él, había sido la causa de su fracaso como marido y como padre. El alcohol fue el único que no le había abandonado y era una gran ayuda para olvidar, podría decirse que los últimos años era su mejor amigo, de hecho, era su único amigo.
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