Se levantó de su silla acolchada y forrada en cuero negro. Le costó un esfuerzo enorme, odiaba sentirse viejo, a pesar de saber que su falta de fuerza no se debía a la edad, era por culpa de la abstinencia que sentía, la falta de un buen vaso de whisky. Él estaba completamente seguro que, sus problemas de salud se podrían arreglar con unos chupitos pero, por desgracia, su médico no opinaba igual.

Al salir de su despacho contempló la comisaría, estaba medio vacía, simplemente quedaban los oficinistas tecleando frente sus ordenadores, bebiendo café o riendo a carcajadas en grupos de tres o cuatro. James opinaba que todos ellos eran ratas, ratas asquerosas e inmundas que no se atrevían a salir de sus cubículos de dos por dos. ¿Para eso quieren ser policías?- Pensaba- Para eso son las secretarias que además como añadido, son sexys. Claro que, tras un par de copas, la lengua se le soltaba de mala manera. Esbozó una mueca de desaprobación, nunca le gustaron los burócratas, y se dirigió al despacho del capitán.

-¿Me llamabas?- Preguntó tras abrir la puerta, sin llamar.

-Siéntate- Señaló una de las sillas colocadas frente su mesa- Tenemos que hablar.

James miró al capitán con desdén, se conocían muchos años atrás, en una época incluso fueron amigos pero con el paso del tiempo su relación se fue enfriando hasta ser meramente profesional.

-He estado observándote las últimas semanas, desde que tienes a tu nuevo compañero. Me ha parecido que no te cae demasiado bien- Afirmó el capitán, frunciendo el ceño- Necesito que os llevéis bien, sois los dos mejores detectives de Nueva York, tú tienes experiencia y él ganas de prosperar por lo que creo que deb...

-¿Qué quieres?- Interrumpió sin mucho interés y poco respeto, con intención de acabar lo antes posible y abandonar la comisaría, casi era la hora de comer.

-Directo al grano- Sonrió el capitán- Como siempre. Tu actitud no ha sido positiva estos últimos meses, has cambiado de compañero cuatro veces, ya no sales a recoger pruebas, o a tomar testimonio a los testigos, solo apareces por la escena del crimen para pasar el tiempo- El capitán le miraba a los ojos, que desde la desaparición de su hija parecían estar vacíos, sin vida. Creo que deberías jubilarte.