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FANTASÍAS...


NARRA ALEXIS

Cuando la luz del día me hace volver a mi realidad me fijo en que estoy en la cama con Alejandro, sin duda un sueño que se ha hecho realidad.

En el momento en el que se despierta me sonríe adormilado, pero igualmente hermoso. Me mira mientras yo hago lo mismo con su hermoso rostro y sus ojos que aún demuestran algo de confusión.

- Tienes unos ojos preciosos.- me dice tomándome por sorpresa.

- Lo mismo digo de los tuyos Alejandro, tengo que irme a mi casa.

Me dirijo hacia la puerta mientras él se va al baño, por suerte no me acompaña.

Por fin en casa de nuevo. Empiezo a hacer otro dibujo, esta vez a carboncillo, trata de una pareja en la cama, acurrucados con la cabeza de ella apoyada en el pecho del chico, que casualmente también se parece a Alejandro.

Al caer las últimas luces del atardecer empieza mi trabajo, el primero que tiene cita hoy es un escritor de éxito, joven y profesor de literatura en la universidad. No solo deja buenas propinas, sino que también es muy amable conmigo, es casi un amigo.

- Estás preciosa Ali, ¿puedo pasar?- me dice muy amable desde la puerta.

- Por supuesto William, pasa.

Tras una charla y un té nos ponemos a ello. Es el cliente más pacífico y amable que tengo ya que siempre es generoso y compasivo con mi cuerpo. Aun siendo tan bueno conmigo, he de decir que es todo un experto dando placer a una chica.

Cuando el acto sexual acaba, me habla de una chica, una tal Micaela, que por lo visto lo vuelve loco y quiere ir bien con ella. Le digo que no sea idiota y que deje de ir tras cualquier falda que se presenta ante su persona.

- Nunca pensé que una damita de compañía diera consejos que le hicieran perder clientes.

- El amor verdadero me puede y se nota que la amas, me lo dice el brillo de tus ojos.- le digo sonriéndole.

- Eres una chica increíble.

- Deberías irte y hablar con ella.

- Te tomo la palabra, aquí tienes tu pago y la propina.- me dice de camino a la puerta.- Cuando necesites cualquier cosa solo pídemela.

- Lo tendré en cuenta, gracias William.

Tras eso él se fue y yo me puse a los estudios ya que no tenía trabajo hasta más tarde. Cuando la hora de la siguiente "cita" llegaba fui al baño para darme una pequeña ducha de agua calentita. Ahora llegaría un empresario de alta cuna que no daba muchas propinas, pero me pagaba doble. Ese día la última cita fue con Aiden, otra vez.

Al terminar salí con unas amigas que, obviamente, no saben cómo me gano la vida. Dimos una vuelta y tomamos apenas una copa, de repente vi a Alejandro en la otra punta de la barra.

Nos miramos y él levantó la copa que llevaba en la mano hacia donde yo estaba. Levanté la mía en su dirección y nos sonreímos mutuamente, hasta que él y su compañía se acercaron a nosotras.

- Hola Alexis.- me dice tan tranquilo.

- Hola.- le respondo algo aturdida por la música y el momento.

Hablamos durante un rato y más tarde me sacó a bailar. Estuvimos bailando mucho rato, hasta que tuve que irme, temprano ya que mañana trabajo todo el santo día. Los hombres están a lo máximo los domingos, ojalá supiera por qué, posiblemente sus mujeres no les den lo que quieren.

Este domingo fue un día mucho más que ajetreado, los clientes se iban cuando ya estaba llegando otro y las duchas fueron abundantes. Alejandro me habló por Whatsapp pero no pude responderle hasta que me dieron un descanso, a eso de las 6 de la tarde. Fue una conversación rápida y breve debido a que mi madre me estaba llamando y un cliente llegó antes de lo previsto.

Me dormí a las 4 de la madrugada y eso que las clases empezaban temprano el lunes, solo esperaba poder descansar lo suficiente como para no tener que ponerme demasiado maquillaje.

NARRA ALEJANDRO

El sábado fue tranquilo, aunque mi vecina estaba que echaba humo. Vi que uno de sus clientes era William Mackenzie, un escritor de éxito y profesor de la facultad de literatura de nuestra universidad.

Unas horas y pajas más tarde un amigo me llamó por teléfono:

- Ale, tenemos que ir de fiesta hoy, me lo prometiste.

- Paso.- le digo secamente.

- No seas así, me diste tu palabra, además, solo vamos a ir tú, yo y unos pocos más, entre ellos Jordan.

- De acuerdo, iré, pero nada de empezar a ligar con cualquiera o presentarme a una chica para que me lie con ella, sabes que lo odio.

- Entendido, no haremos nada que no te guste, lo prometo.

- Tu promesa no significa nada para mí.

- Eso te pasa por ser uno de los pocos hombres de palabra que quedan en esta mierda de mundo.

- Tan optimista como siempre Nahuzet.

- Estate preparado a las 7, iré a buscarte.

- Vale.- dije antes de colgar.

Me fui a dar una ducha antes de vestirme y dejarle un pequeño mensaje a Alexis, al que me respondió diciendo que tenía cosas que hacer pero que cuando pudiera me respondería a lo que yo quisiera.

"Si ella supiera lo que quiero", pensé para mis adentros.

Alexis y yo nos conocemos de vista desde la primaria, siempre habíamos estado en la misma clase e incluso una vez la defendí delante de un idiota que se metía con ella. Si no recuerdo mal ese día me dio mi primer beso en la mejilla, dado por alguien que no fuera mi madre, claro que teníamos unos 7 años.

Pensando en ella se me va la mayor parte del tiempo, por lo que cuando mi colega viene a recogerme estoy aún a medio vestir.

- Tío, te dije que estuvieras preparado.

- Lo siento, se me ha ido el santo al cielo.

- Ya, el santo y lo que no es el santo.

- Cierra el puto pico.

- ¡BIEN! Ese es el Alejandro que yo conozco, violento y capullo hasta la médula.

- Eso fue hace ya unos años.

- No tantos, uno no deja de ser quien es en tan poco tiempo.- me dice Nahuzet con cara de estúpido.

- ¿No vamos ya o qué?

Una vez en el bar estamos de risas y copas, los que me acompañan son todos de mi antigua pandilla. Cuando era parte del grupo éramos unos cabrones, medio ladrones y siempre teníamos pelea cuando salíamos de bares. Todo eso fue antes de la muerte de mi padre, en ese momento dejé de verlos y empecé a sentar un poco la cabeza, me volví mucho más decente.

Por un momento fijé la vista en la puerta del local, vi que Alexis entró en el bar con compañía, cuatro chicas guapas, dignas amigas de la reencarnación humana de la diosa afrodita, que para mí era la mismísima protagonista de mis fantasías.

Tras beberse una copa, ella me miró y se quedó así, como congelada por verme. Iba preciosa con esos pantalones pitillos y esa blusa, la cual sacaba a relucir sus encantos, pero dejando algo a la imaginación de quien la mirara.

Ella se empezó a fijar en mis antiguos compañeros, sé que a algunos los conoce, por lo menos a Nahu, nunca se llevaron bien pero se conocen.

Levanté mi copa cuando me miró y ella hizo el mismo gesto de cortesía. Cuando Nahuzet y el resto de jilipollas que me acompañan se percatan de aquello me clavan la mirada.

- ¿Esa es Alex, no?

- Sí, la misma con la que intentaste liarte hace unos años, por carnavales creo.

- Sí, sí, la recuerdo, me dio una buena patada en los huevos ese día.

- Te la merecías.- dije al borde de un ataque de risa.

- Viene con amigas, ¿Por qué no nos acercamos?

Fuimos hacia ellas y en unos pocos minutos parecíamos amigos de toda la vida, mis amigos fueros escogiendo amigas de su grupo y yo me quedé con ella.

Bailamos parte de la noche, hasta su partida, por lo que me dijo tenía muchas ocupaciones los domingos, así que la dejé marchar.

Después de que ella se fuera sus amigas se dispersaron dejándonos solos de nuevo. Acabamos en un antro de mala muerte, a los que estoy más acostumbrado de lo que me gustaría admitir. Hubo un pequeño malentendido entre un subnormal y uno de mis compañeros, entre tumba y dale acabé en medio de todo el alboroto.

A uno de ellos le di un puñetazo en la boca del estómago y cuando se echó hacia adelante un rodillazo en la nariz. Otro cayó al suelo gracias a uno de mis amigos y yo solo lo rematé al darle un pisotón en la cara.

Me quité a los demás con relativa facilidad y agilidad, gracias a toda la práctica que había adquirido en los años de mi alocada adolescencia. Aunque la mente olvide el cuerpo recuerda.

Cuando quise darme cuenta tenía el labio partido, el pómulo derecho hinchado y el ojo izquierdo morado, pero había sido divertido. También me había hecho un pequeño esguince en la muñeca, del cual se encargó una vieja amiga de uno de mis amigos y mi primer rollo, aunque nunca llegamos mucho más allá de los toqueteos.

- Hacía mucho que no te metías en un lio como este.

- Lo sé, estoy algo oxidado.- le dije a Melinda con la mejor sonrisa que pude.

- Dime una cosa, ¿aún sigues virgen? Puedo hacer que eso cambie, si quieres claro.

- No estoy de humor y sí, sigo virgen.

- Una pena que un chico tan guapo se eche a perder así.- me dice adoptando una actitud provocadora.

- Gracias por lo de la muñeca, te debo una Mel. Me tengo que ir, son casi las 6 y mañana me toca dormir bien, tengo cosas que hacer para la universidad.

- Ten cuidado universitario.

El domingo sí que no salí de mi casa, me dolía todo y el ojo no había hecho más que empeorar, aunque lo peor era la maldita muñeca.

Me tomé un tranquilizante suave y me puse a investigar y estudiar, ya que un parcial de biotecnología se acercaba y no le había echado el ojo a los apuntes todavía.

Mi maldita vecina no paró en todo el día, no sé por qué pero sus gemidos y gritos me entretenían. No podía parar de imaginarme a Alexis haciendo esos ruidos y a mí siendo el que los provoque.

Esa noche soñé con ello, un sueño dulce y tórrido que no dejaba de atormentarme, pero al mismo tiempo de tentarme a probar.

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Si alguien quiere saber más sobre William y Mica puede leer ENCUENTRO AFORTUNADO, historia que cuenta los sucesos de estos dos con todo detalle.

ANIMO Y OS QUIERO MUCHISIMO.

                                                                            Atte: Mirastr301.

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