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-50- Existe el perdón

Han pasado varias semanas desde que decidí empezar mi vida desde cero junto a mi hijo, y también estoy aprendiendo a luchar sola y ser independiente, aunque a decir verdad en ocasiones siento que hay algo que me falta.
Soy mujer, y también pido que me quieran, sentirme querida y arropada por un hombre, pero eso al parecer va para rato.

Respiro hondo, antes de abrir la puerta de mi negocio.
Sí, al fin he podido cumplir con mi sueño de tener mi propio negocio y desde hace unos días que lo inauguré, hasta el momento tengo clientela y he contratado dos chicas que me ayudan mucho.
Al menos, estar en mi negocio me permite tener mi mente ocupada aunque por dentro la preocupación de mi hijo me arrastra a la desolación.
Esta misma mañana, he hablado con el doctor, según las últimas pruebas sigue estable, el tratamiento le hace efecto pero no hay nada seguro todavía.
Incluso sus defensas puede caer y empeorar.
Trago saliva con fuerza mientras miro a mi hijo.
Soy madre, es lo que pienso cuando voy caminando hacia la oficina de Thiago para hablar con él y hacer algo con lo que pueda arrepentir después. Aún así, es la única solución que encuentro para darle una mejor vida a mi hijo.

Llego a la oficina y no veo a Thiago con la que me topo es con Grace. Ella muy sonriente me saluda, incluso me invita a un café.
Acepto encantada y de paso le cuento lo que quiero hacer.
Al mencionarle que quiero tener un hijo de Thiago, su respuesta es tajante.
No acepta que me meta en la cama de su ahora su prometido.
Le ruego que por mi hijo, suplico como necesidad por Leandro.
Ni con esas logro ablandar su ego.
Me resigno y digo que no volveré a intentar nada, solo espero que siga pagando el tratamiento Thiago de nuestro hijo.
Al levantarme, me topo con Manuela.
Ella me dice que hablemos a solas.
Muchas ganas no tengo de hablar con ella, tampoco pierdo nada si la escucho.

— Tú dirás Manuela. — Hablo abatida.

— Masiel he escuchado todo lo que le has dicho a Grace, y aunque no es santo de mi devoción, le he hecho  una promesa a mi hijo de no meterme en su vida.

— Haces bien Manuela, eso es lo que deberías haber hecho hace mucho tiempo.

— Lo sé. Ahora quiero ayudarte Masiel.

— ¿Cómo? Cómo no drogues a Thiago para que me deje preña como las yeguas, no sé qué lo vamos a hacer.

— Sonará una locura, pero llevo dándole vueltas mucho tiempo, he hablado con el doctor y podemos hacer que te quedes embarazada a través de la subrogación.

— Por Fertilidad invitro. ¿Pero crees que Thiago va acceder? Mejor dicho, la prometida.

— Exactamente no son los espermas de Thiago, si no de su padre. Recuerdas que te comenté que te quedaras embarazada, ahora es el momento y nadie, absolutamente nadie debe saberlo, y tú estarás salvando la vida a mi nieto.

— ¿Qué dices mujer? ¿Te se ha ido la cobertura? ¡Qué estamos hablando de un muerto! Hasta escalofríos me dan. Quita, quita...¡Lagarto, lagarto! Toco madera.

— Piénsalo Masiel. Mi marido y tu hijo tienen el mismo grupo sanguíneo, además estamos hablando de los genes de su abuelo. — Miro a Manuela como si estuviera recitando el Génesis.
Siento miedo y al mismo tiempo me intriga la idea de ir con los doctores haber que opinan.

Y a quien le cuento esto, me va decir que me falta dos tornillos, pero más cosas raras se han visto.
Paso a la consulta del doctor junto con Manuela. 
Hablo con él, a su vez Manuela le muestra más papeles que hojas tiene un diccionario.
El doctor muy serio lee todo con atención hasta que para mí sorpresa dice que sí se puede probar y así Leandro  posiblemente su calidad de vida será más efectiva.
Alucino pepinillos con esto.
Tal vez estoy medio loca, pero que madre en mi lugar no haría cualquier estupidez, o locura por un hijo al que ama con toda su alma.

Por ejemplo yo.
Yo hago lo que haga falta por mí hijo, y aquí estoy haciéndome pruebas para que me dejen embarazada con el esperma del abuelo de mi hijo que lleva congelado vete tú a saber.
Espérate que después de hacerle caso a Manuela me salga la jugada mal por estar fuera de juego.
Mientras voy siguiendo el tratamiento de infertilidad, trabajo y cuido de mi hijo.
Llevo una vida un poco aburrida pero es lo que hay.

Y tras varias semanas haciéndome pruebas, hoy por fin me van a enchuminar para quedarme embarazada.
Aquí ando, en la consulta de la biologa con las piernas más abiertas que la puerta de Alcalá y contando los minutos y rezando para que todo salga perfecto.
La bióloga, y otra doctora me dicen que ya está y que deberé de volver para hacerme otra prueba y saber el resultado en unas semanas.

Salgo de la consulta pensando en que voy a quedarme embarazada de un muerto, de verdad que placentero y sin fingir el orgasmo.
Manuela me espera en la sala, me abraza medio llorando y yo dejo que me abrace sin salir de mi estado de pasmada.
Porque todo esto me parece surrealista, aunque lo haga por una buena causa debo de admitir que estoy para que me encierren.

Y mientras pasan los días, menos sé de Raquel. Lo último que sé de ella es que se quedó en New York junto a Orlando a vivir su amor.
¡Qué le vaya bien! Menudo peso me quitado de encima.

De Thiago solo hablamos referente a Leandro, no le he dicho nada sobre lo que estoy haciendo, espero no hacerlo o me tomará por loca.
Después de todo, no le voy a dar un hijo, si no que voy a tener a su hermano, todo queda en familia.
Me río sola, cuando aparece Grace con dos mujeres y un hombre en mi cafetería.
Ella se acerca dándome dos besos comunicándome de querer reservar el local para celebrar su compromiso ya que pondrán la fecha de boda.
La miro desafiante, preguntándome si no hay mejores restaurantes para tener que venir precisamente al mío.

— Por supuesto, no tengo ningún problema. — Digo muy sonriente aceptando su cheque.
Las pérdidas hay que pagarlas bonita.

— Sabía que podía contar contigo. ¡Qué buena eres Masiel! — Y tú una falsa, me repito para mí misma mientras la miro con detalle como galantea ante esas personas, llegando a cuestionarme que yo podría estar en su lugar si no hubiera cerrado mi boca y hubiera luchado por el amor de Thiago.
Ahora me jodo un rato, dejo que esas personas se encarguen de decorar la cafetería para convertirla en un lugar acogedor donde vendrán sus amistades y familia para anunciar la fecha de su boda.

Y mientras yo siento puñales traspasar mi cuerpo, debo de acudir a mi cita con la doctora para que me den los resultados de las pruebas.
Y...¡Estoy embarazada!
Sí, me vuelto a quedar embarazada, salto de alegría llorando de alegría en el hombro de Manuela porque voy a poder hacer aquello por lo que he estado luchando.
Gracias al abuelo. Tendré que llevarle unas flores para explicarle que va ser padre después de años de fallecer.
¡Aaahh! Siento un escalofrío recorrer mi espalda.

— Gracias Masiel por haber cumplido unos de mis sueños y poder salvar a Leandro.

— No tienes que agradecer nada, espero y pido que sea agraciada con la llegada de mi bebé.

Ambas nos miramos con ternura, incluso nos vamos a celebrarlo tomando una comida deliciosa hablando de lo que espero en un futuro y para no variar de la próxima boda de Thiago.
Manuela posa su mano en la mía, con cariño me pide de ser sincera.

— ¿Amas a mi hijo? — Bajo mi mirada al plato.

— Qué importa eso ahora. Ya es demasiado tarde para intentar solucionar las cosas. Deseo que sea feliz.

— Es una pena de no hayáis podido entenderos y haber sido una familia. Me culpo a mí por haber hablado tantas veces con él en tu contra. Lamento mucho lo que hecho y quiero poder ayudarte en lo que pueda.
De momento estoy a tu lado, siempre que me necesites búscame.

— Lo haré no te preocupes. — Sonrío tímidamente viendo la cara de pena que tiene Manuela.

Un rato después me despido de Manuela y me voy hacia mi negocio donde al entrar veo la decoración.
Aunque me de rabia, debo de admitir que todo está quedando bien, incluso me gustaría tener una fiesta igual.

— ¿Te gusta la decoración? — Me sobresalto al escuchar la voz de Thiago detrás mío.

— Eh... sí, me gusta mucho. Seguro que vas a tener una fiesta muy bonita.

— Creo que si, Greca se está ocupando de todo, a pesar que trabaja mucho está muy ilusionada con nuestra boda.

No digo nada, solo rozo con la yema de mis demos mi vientre pensando en mi bebé. Sin darme cuenta sonrío.

— Y...¿Esa sonrisa a qué se debe? — Me pregunta con actitud burlona.

— Oh, nada. No es nada, me sonrojo. — Thiago me hace cosquillas,.sabe que es mi debilidad, me echo a reír intentando apartarlo sin darme cuenta como nuestros cuerpos se han pegado como dos imanes.
En su mirada me pierdo y sin querer miro sus labios con ganas de besarlo.
Cómo si leyera mi mente pone una mano en mi espalda acercándome más posando su mirada brillante en mí se acerca lentamente provocándome oleadas de calor de sentirme tan cerca de él y querer probar su miel.

— Esto está mal Thiago. — En el último segundo he podido separarme de él.

— Es cierto, no quiero darle motivos a Greca de tener una discusión.

— Creo que mejor me voy, y...bueno que tengas una hermosa fiesta.

— ¿No vas a venir? Estás invitada.

— No es conveniente que yo esté presente. — Le doy un beso en la mejilla y me marcho.

El desconsuelo me arropa, la realidad duele y hay que echarle ovarios para seguir adelante, el mundo no se acaba aquí. Él va continuar con su vida y yo haré la mía.

Llego a casa, me encuentro con Petra y le doy la noticia.
Ella me abraza muy contenta aunque me dice que estoy como un cencerro, se alegra por mí. Ella es la única persona que sabe la verdad, y aunque le queme, deberá llevarse el secreto a la tumba.
Voy a preparar la cena cuando me percato que Leandro tiene fiebre. Le doy su medicamento y espero que le baje.
Una hora después, la fiebre no baja, le doy un baño para ver si le baja.
Cómo no consigo que le baje la fiebre lo llevo al hospital.
Ya en el hospital, Petra me dice de avisar a Thiago, en un principio no quiero por no molestarlo, después de que la doctora me dice que hay que hacerle unas pruebas decido llamar a Thiago.
En menos que canta un gallo, Thiago está a mi lado junto con Greca, la verdad tiene una cara de disgusto y enfado que no se la lame.
Me disculpo con ella, al parecer guarda silencio mirándome con asco.
Sí ya sabía yo que la amabilidad se perdió hace mucho tiempo.

Esperamos en silencio en la sala de espera hasta que sale la doctora y nos comunica de hacerle una radiografía a Leandro.

— Mamá, debe venir con nostros para que el niño esté calmado. — Siento como la tierra se abre ante mis pies por tener que enterarse Thiago de mi embarazo.
A ver, pensaba decirlo, pero más adelante. Quizás cuando hubiera nacido el bebé.

— Mejor que vaya su padre. — Desvío mis ojos hacia Thiago, el cual me devuelve la mirada algo confundido.

— Mejor que venga usted, las mamás saben cómo manejar la situación. — La madre que parió a la doctora, en qué parte del "no quiero", no se entera.

Sin quedarme de otra hablo. Respiro hondo y allá voy.

— Me gustaría ir, pero no puedo entrar debido a que estoy embarazada, mejor que sea su padre quien vaya. — Ya lo he dicho.

— Ah, disculpe por mí insistencia. Enhorabuena mamá, que bien que vayan a tener otro hijo. — La pobre doctora nos felicita.

Greca, más enfadada que un gallo de pelea me da la enhorabuena entre dientes. Es obvio, que no le ha hecho gracia. Yo por si acaso le digo que nada tiene que ver Thiago. Al menos su semblante a cambiado.
El que no ha cambiado es el Thiago, solo hay que verlo la forma tan poco amistosa con la que me dedica una sonrisa.

Después de un rato, Greca se marcha para despedirse de sus invitados ya que no han llegado a celebrar nada.
Por otro lado me quedo a solas con Thiago donde sin darme tiempo a estornudar se planta delante de mí y todo lo grande que es me acorrala entre la pared y su cuerpo poniendo un brazo para que no me escape.
A decir verdad me pone fiestera esta escena tanto que tengo ganas de plantarle un beso.

— ¿Cómo has vuelto a quedarte embarazada de ese imbécil? — Frunzo mi ceño, ¿Se refiere a Neil?

— Ah, no... déjame explicarte, que no me ha tocado ningún hombre. Ha sido por la ciencia.

— ¿Por la ciencia? — Ahora se extraña.

— No puedo explicarte nada, pero si, me han echuminado como las yeguas, con semen de otro y ¡zas! Me quedado embarazada.

— ¿Estás bien de la cabeza? ¿Cómo has hecho esto sin consultarme?

— Quita de en medio que me das calor. Punto 1. Te dije hace tiempo que nos acostemos porque deeaba  tener un hijo tuyo. Bueno dos. Te negaste.
Entiendo que has seguido con tu vida, pero es mi hijo quién necesita un milagro, y si está en mis manos darle una mejor calidad de vida a mi hijo lo haré. Aunque tenga que vender mi alma al diablo lo haré con tal de ver a mi hijo llevando una vida normal.

— Para hacer algo así, debes tener en cuenta muchas cosas.
No, cualquiera puede darle la sangre a Leandro. Puede que sea hermano, ¿pero y si son incompatibles porque la genética no es la misma?
¡Estás consciente de lo que haces!

Me quedo callada, si él supiera que es su hermano el que está en mi vientre no se pondría así tan molesto.
Lo siento, pero esto es algo personal y no comparto.
Enfadado se marcha dejándome toda la noche sola con mi hijo.
Después de todo, es como me siento, más sola que la una, pero con una armadura para no perder esta batalla.

A la mañana siguiente aparece Thiago, habla con el niño, le da de desayunar ignorándome por completo.
Intento preguntar lo que le ocurre, no dice nada. Cambia de tema y sigue ignorándome.
Yo me siento en el sillón y hablo por teléfono.
Cuando ya se ha aburrido de ignorarme, me agarra por mí muñeca y me levanta, dándome una expresión fría con mirada tentadora.

— ¿Qué te pica ahora Ankara? — Sé que le molesta que le diga así por lo que lo provoco más haciendo que nuestros cuerpos se peguen más, nuestros rostros queden a pocos centímetros.

— No juegues conmigo Masiel, te puede ir muy mal. — Su voz ronca me excita al modo de poner mis hormonas a saltar.

— Dime que me harías. Estoy dispuesta asumir el reto. — Hablo como voz melosa, todo sea por provocarle y que me toque de una puñetera vez. Aunque si lo pienso bien, un hospital no es lugar adecuado.
Mierda, tendré que prolongar el encuentro hasta que me salgan canas y se me arrugue la piel.

— No me provoques, sabes perfectamente que en estos momentos te tomaría. — Su boca está demasiado cerca de la mía, de mi boca sale un gemido, es tanto las ganas que tengo que se me escapa y se lo hago saber.
Con una sonrisa de pícaro me besa con fervor, me agarra por mis nalgas, posa sus labios  bajando por mi cuello susurrándome en mi oreja de no poder ser.

Me quedo como la novia de mi pueblo. Compuesta y sin catarlo.
Thiago se aparta de mi para responder el teléfono. Al parecer es Greca, le hace un resumen e incluso le cuenta mi caso.
Él me lanza una mirada asesina y después finaliza la llamada.

— No sé qué demonios estás pensando en quedarte embarazada con esa intención pero debo comunicarte que ha sido una estupidez lo que has hecho.

— Sé perfectamente lo que he hecho, y estoy muy orgullosa de lo que he hecho. — Alzo mi barbilla con orgullo.

— ¿Tú crees? Según me ha contado Greca, hay un mínimo de probabilidad de poder salvar a Leandro.

— Dile a la científica, que siga pegada al telescopio, y me deje en paz. Ha sido mi decisión y yo soy responsable de ello.

— Ese no es el problema. El problema es que puedes abortar, vas a estar sola en el embarazo, nadie te va cuidar, tendrás a tu hijo sola porque no te voy ayudar en tú locura.

— Ya contaba con ello Thiago. Cuando una pasa por tanto en la vida, agradece que le echen una mano aunque sea al cuello.
Hay momentos que me gustaría que me consuelen, me ofrezcan un minuto de amor, pero ya he pasado por ello.
Sé lo que es las visitas al médico sola, la preparación al parto sola, escuchar los latidos del corazón de mi bebé sola, esperar para saber el sexo de mi bebé y llorar de amargura porque no hay nadie a mi lado que sujete mi mano cuando traje a mi hijo al mundo.
Sé lo que es sufrir Thiago más que sonreír.

— No entiendo porqué vas a pasar por lo mismo dos veces. Sin apoyo de nadie, porque yo...voy a casarme Masiel y espero hacer mi vida junto a Grace.

— Haces lo que debes Thiago. Sí en verdad la amas, que...Por cierto, aún no te he escuchado decir cuanto la amas, mientras que a mí hace un momento te has excitado.
Nos hemos excitado, y porque no se puede, sino hubiéramos acabado haciéndolo.
No la amas Thiago, sigues pensando en mí como yo en ti.

— ¿Aún me amas? — Mierda porque he hablado.

— Es mi secreto. — Lo miro con dulzura sintiendo palpitar mi corazón.

— Nunca he dejado de amarte, tengo planes con Greca, quiero intentar construir mi hogar, y aún así tú sigues viviendo en mi mente y corazón.

— Entonces porqué te alejas de mí, hagamos que nuestro corazones se vuelvan a juntar.

— Demasiado tarde, hemos cometido tantos errores que ya no se puede reparar.
Piensa bien lo que vas hacer Masiel, en esta ocasión no puedo estar a tu lado.

— Lo haces porque te casas con Grace o por orgullo propio.

— Ambas. Ya intenté cuidarte una vez, acabé destruyendo me, tu cercanía es un peligro para mí, los recuerdos no me dejan en paz, hacen que yo mismo me diga lo cobarde y poco hombre que he sido al no luchar por tí. Y ahora, me gustaría ayudarte, sin embargo, no quiero lastimar a otra persona. Necesito refugiarme en el amor de Grace para continuar con mi vida.

— Entiendo. — Respiro hondo varias veces ahuyentando mis revoltosas lágrimas. — No te preocupes por mí, estaré bien. Te lo prometo.
Y quiero decirte que te amo Thiago, y...de verdad que este orgullo me ha hecho de equivocarme, he querido reparar mis errores pero he llegado tarde, cada cual tenemos una razón para mantener una buena amistad alejándonos de paso.

— Masiel — Su voz es más dulce. — Déjame darte un último beso, por favor. — Acepto. — Sus labios rozan ligeramente los míos dándome a probar su dulce sabor.
Al separarnos me sonrojo saboreando mis labios.

— Te quiero Masiel. Nunca te voy a olvidar. — Me dice antes de marcharme y dejarme con un mal sabor.

Necesito llorar, no. No tengo porqué hacerlo, a fin de cuentas él debe continuar con su vida, si el destino no permite de estar juntos, no puedo luchar contra ello.
Ahora debo de ir mentalizando me de seguir con mi embarazo y hacerlo sola.
Aunque en esta ocasión, es su hermano quién llevo en mi vientre. Me río por no llorar porque este es mi destino y debo de luchar para salir adelante.

Dos días después, llego a casa, Thiago me ha acompañado en todo momento, y a decir verdad es una situación muy complicada el saber que hay emociones ligadas y debemos estar apartados tratándonos con cordialidad.
Comienzo a preparar la cena, Thiago se queda a cenar mientras tanto juega con Leandro.
Nos sentamos en la mesa, Thiago está pendiente de Leandro incluso cuando terminamos de comer lo duerme.
Yo mientras tanto corro al baño para vomitar.
Agachada vomitando la comida, siento su presencia, sus manos apartan mi cabello de la cara y con la otra mano la pone en mi espalda.
Termino de echar la papilla y me da un trozo de papel para limpiarme.
Me lavo los dientes y con vergüenza me disculpo.

— Son cosas del embarazo, pero estoy bien. — Aprieto mis labios  para sujetar de algún modo mi lamento interior.

— Entiendo, ¿Necesitas algo? — Te necesito a tí pienso mientras lo observl en silencio.

— Eh...no, gracias. Voy a darme una ducha y después iré a la cama.

— De acuerdo, si no te se ofrece nada me marcho.
Qué descanses.

— Igualmente, cuídate muchísimo. — Sujeto mís gotas hasta que se va, ahí es cuando me doy cuenta que a veces nuestro orgullo nos juega malas pasadas.

Tomo una ducha, necesito quitarme este mal estar que me impide respirar.
Comienzo a lavar mi cabello, me entra jabón en los ojos y caigo al suelo en el momento que voy a coger una toalla.
El golpe hace que me duela el tobillo creo que me hecho un esguince, preocupada busco mi teléfono, casi no veo nada, llamo a Petra para que me ayude el dolor se me hace insoportable.
Cómo no responde le dejo un mensaje, ahora me queda esperar si lo escucha.
Seco mis ojos que me escuecen demasiado, me pongo una bata para buscar algo de ropa cuando tocan la puerta.
Abro a la pata coja y con quién me encuentro es a Thiago.

—  Hola de nuevo. — Pregunto manteniendo el equilibrio.

— ¿Qué te ha pasado? — Inmediatamente me rodea por mi cintura y pasando mi brazo por su cuello me lleva hasta el sofá donde al sentarme la bata se abre.
La cierro todo lo deprisa que puedo.

— Me he caído, pero he llamado a Petra.

— En cierto modo he acudido a tu llamada.
Déjame revisar tu pie. — me tumbo en el sofá mientras dejo que Thiago me de un masaje en mi pie.
Al terminar, sus manos suben por mi pantorrilla llegando hasta mi muslo, donde al percatarme de sus intenciones, intento de detenerlo aunque yo estoy más que deseando ser suya.
Es tarde, su peso junto con su dureza hace que me deje vencer por el fuego de la pasión.
Su ropa es arrancada por mí desesperación, el está encima de mi besando paulatinamente mi boca roja, ardiente de deseo, donde su voz ronca me susurra al oído palabras que me encienden saliendo un quejido de mi ser.
Sus labios se posan con delicadeza en mi cuello, muerdo sus carnosos labios agitando más nuestras respiraciones. Sus hábiles manos palpan el mapa de mi piel con una cadencia total, donde su duro pero delicado, y mordaz  empieza hacerme el amor.
Nos miramos a los ojos y de nuevo nos besamos, son besos ardientes que surgieren seguir caminando por mí vientre donde con sus movimientos me arrancan gritos de placer, dejando plasmado en mi sexo su amor, que tanto me excita y al mismo tiempo me quema.
Nuestras pieles se rozan, su sudor impregnado en mi piel me hace feliz, él se levanta despacio tirando de mí para volver a besarme llevándome a la cama, donde tumbados nos miramos con pasión y ternura.
Con su dedo juega con un mechón de mi cabello, le sonrío acariciando sus brazos bajando por su espalda.
El silencio nos arropa y quiero disfrutar de este bello momento.
Con él, con su pecho como mi almohada me dejo vencer por el sueño.

Al despertar, lo miro a sus hermosos ojos, me sonríe y besa mis labios rozando con delicadeza mi figura.
Hablamos unos minutos, antes de caer rendida a su encanto donde nuevamente mi cuerpo se activa, inquieta busco navegar de nuevo en un mar lleno de peligro donde con sus brazos son mi ancla, la pasión es mutua y aunque nadamos a contracorriente llegamos a nuestro destino.
La pasión, la satisfacción de haber hecho el amor con Thiago y donde me he sentido aunque sea por unos minutos amada.

Al despertar de la realidad, él se marcha tiene que ir en busca de Grace para comenzar con los preparativos de boda.
De nuevo una despedida, pero aquí ya no hay retorno, él se marcha y a mi me deja con su aroma pegado a mi piel.
Me doy una ducha, pienso y pienso que ya es hora de arrancarme esto que siento por Thiago.
Este amor no me va llevar a ninguna parte y al igual que él va casarse yo debo mentalizarme en lo que se me  avecina.

Después de dos semanas, me llega una invitación a la boda de Thiago.
Por supuesto, no quiero saber cuándo se casará.
La dejo a un lado y me preparo para ir al médico.
Manuela me acompaña, entramos en la sala y soy atendida por un ginecólogo muy guapo por cierto.
El ginecólogo me examina, me hace el ultrasonido, me dice que todo está bien.
Salgo de la consulta feliz, junto con Manuela vamos a un centro comercial donde decidimos ver ropa de bebé.
Salgo de la tienda y vemos a Thiago con Grace.
Manuela se disculpa para ir a saludarles. Yo me quedo mirando alguna ropita que hay en rebajas.

— ¿Cómo estás Masiel? Me ha dicho mi madre que le has dicho que vienes del doctor. ¿Qué tal está el bebé? — Porqué me hace esto. Porque no se aleja de una maldita vez de mí.

— Gracias por preguntar, hay voy llevándolo, el bebé está bien. — Respondo acariciando mi vientre.

— Suerte entonces.

— Gracias. — Le sonrío ocultando mi amargura al ver cómo abraza a Grace comparten un helado y se miran enamorados.

Me despido de Manuela y me voy hacia mi trabajo.
Allí empiezo a trabajar y hablar con los clientes hasta que es la hora de cerrar y dormir a mi pequeño.
En mitad de la noche, comienzo a sentir náuseas, vómito pero mi cuerpo está frágil.
Comienzo a sentirme mareada, llamo a Petra, no responde.
Y como todo comienza a darme vueltas marco el numero de Thiago.

— Disculpa Thiago que te moleste.

— No importa. ¿Le ocurre algo a Leandro? — Pregunta preocupado.

— A él no. Soy yo la que no se siente bien, necesito...

— Lo siento Masiel, pero ahora estoy algo ocupado. Llama a una ambulancia.

— Sí, era lo que iba hacer. Pero...da igual, perdona por molestarte.

— Masiel, intenta no molestar a Thiago por cualquier cosa que te ocurre. Es tú problema no el suyo. Gracias y adiós. — La voz de Grace me ha hecho de percatarme de lo estúpida que soy.
Cómo sigo encontrándome mal, llamo a un taxi y me llevo a mi hijo conmigo.
En el hospital me chequean, me dicen que tengo que quedarme en observación hasta que me baje la tensión.
Debo de pasar la noche en el hospital junto a mi hijo.
Ahora sí me doy cuenta de la soledad tan grande que me rodea.

— Disculpe Masiel, un señor que dice ser el padre de su hijo viene a visitarla.— Me dice una enfermera cuando me estaba quedando dormida.

Veo a Thiago con rostro de preocupación, mira a nuestro hijo dormido a mi lado.
Me besa la frente tomando asiento en una silla.

— Thiago llévate al niño, yo estaré bien, mañana cuando salga voy a buscar al niño. No tienes porqué quedarte.

— De acuerdo. — Thiago me echa un último vistazo antes de llevarse a mi hijo.

Yo permanezco entera, no pienso llorar, esta es mi realidad ya va siendo hora  de superar todos los obstáculos como pueda.
Con ese pensamiento me quedo dormida.
Lentamente voy abriendo los ojos, bostezo estirando me todo lo grande que soy hasta me quedo inmóvil al ver dormido en un lado de la cama a Thiago.
Siento nervios por saber que no me dejado sola y ha estado cuidándome toda la noche.
Sonrío acariciando su pelo y al abrir sus ojos nuestras miradas se encuentran llenas de cariño.

— Buenos días, bella durmiente. — Saludo colocándome en la cama para bajar para ir al baño.

— Buenos días princesa Aurora. Veo que estás bien. — Mientras habla me ayuda a ir hasta el baño donde dentro me tocó las mejillas muy calientes, estoy roja de tener a mi lado a Thiago.
Quizás esté exagerando.

— Thiago, has sido muy amable en quedarte, te lo agradezco mucho. — Hablo nada más salir del baño.

— Estaba preocupado por tí y por si te podría pasar nuevamente lo mismo.

— Espero que no. Vendrán pronto los médicos para darme un diagnóstico y poder irme a casa. — Thiago me contempla con una bella e inigualable sonrisa y aunque su aspecto está cansado, luce tan bello.

Hablamos hasta que vienen los médicos, me dan los resultados de las pruebas y no tengo nada, solo debo de vigilar la tensión. El bebé está bien, de hecho me hacen una ecografía donde veo como Thiago mira la pantalla fijamente, y aunque la doctora se refiere a él como el padre, él no lo niega incluso le hace preguntas para asegurarse que esté todo bien.

Me dan el alta médica. Thiago me invita a desayunar y a decir verdad se ve muy relajado y contento. No deja de gastarme bromas, de rodearme por mí cintura y cuando quiero poner distancia él me agarra de mi mano entrelazando nuestros dedos.
Así permanecemos en un ambiente cargado de cariño hasta que la llama inesperada de Greca hace que todo cambie.
Llego a escuchar a Thiago hablar con ella.

— Entiende Greca, solo la estoy ayudando, ella no me pidió nada. Simplemente me preocupo porque es la madre de mi hijo. — Sus explicaciones me duelen para que negarlo. Yo creía que había una gota de amor que lo hacía de preocuparse por mí. Él termina de hablar y antes de que hable le corto.

— Discúlpame Thiago, yo no quiero crear problemas entre vosotros. Greca lleva razón, no tienes porqué preocuparte por mí y mi hijo. Tu deber es con Leandro. Perdón si he causado algun malentendido.

— Tú no tienes culpa de nada, ella es la que se molesta por nada.

— Debo decirte que lleva razón. Gracias por todo lo que haces por mí, yo intentaré hacer lo posible para alejarme de tí, no quiero que tengas discursiones innecesarias por mi culpa.
Todo lo contrario, quiero que seas feliz ya que pronto te vas a casar. — Hace una mueca de digusto. Aunque guarda silencio,  su manera de acariciar mis brazos y mirarme me expresa el amor que hay dentro de él por mí.
Me gustaría besarlo, me contengo y me marcho para la parada del bus hacia la casa de Manuela para recoger a Leandro.

Nada más llegar al apartamento de Manuela, escucho unas voces, voy a tocar la puerta y al parecer estaba abierta.
Paso sigilosamente escuchando hablar a Greca con Manuela.

— Estoy harta de todo está situación. Quiero a esa mujer lejos de muestras vidas. — Habla Greca.

— Masiel, es buena mujer y no hace nada para crear problemas cómo tú estás dando a entender. Sí amas a mi hijo debes de cuidar a su hijo.

— ¿Yo? Por favor, ese no es mi deber. De eso que se ocupe Thiago yo he pensado en contratar una niñera, yo trabajo mucho y necesito disfrutar y salir con mis amigos.— Maldigo mil veces a la víbora está. Y yo creía que sólo existía Raquel, pero veo que hay quien le supera.

— Mira Greca, haz lo que quieras con tu vida, pero este niño es mi nieto y yo lo cuidaré no es necesario que tú lo hagas y esté en al cuidado de una extraña. Y sobre Masiel no te permito que hables mal de ella en mi presencia, porque la quiero mucho.

— No me digas. Pero mírate, si estás para que te cuiden a tí. Y yo estoy en mi derecho de molestarme con Thiago por estar cerca de esa mujer.

Ya no aguanto más y paso dentro donde inmediatamente se hace un silencio.
Sin pelos en la lengua me dirijo hacia Greca.

— Escúchame con atención científica de pacotilla. Sí vuelves otra vez ha intentar de referirte a mi hijo te juro que me vas a conocer.
Lo segundo, abre tus oídos, te guste o te joda,soy la ex mujer de Thiago y la madre de su hijo, soy la primera en su vida, y creo que no puedes reemplazar los momentos que hemos pasado juntos, vamos que no me llegas ni a la suela de los zapatos.
Por qué te quiero explicar, que si discutes con Thiago es porque eres una tóxica no una mujer sensata.

— Ponte en mi lugar a ver qué harías Masiel. — Pronuncia mi nombre con asco.

— Estoy en tú lugar. Y no por ello tengo que buscar tres patas al gato. Sí en verdad amas a una persona y reconoces que las cosas ya no pueden ser, que todo ya está terminado y la relación no da para más o hay hechos que te llevan a tener que separarte de esa persona.
No hay que ser celosa, ni egoísta y ser mala persona contaminando a los hijos en contra del padre. He aceptado todo de buen grado y lo que más c deseo es que encuentre una mujer mejor que yo para que sea feliz.
Pero...lamento decirte que como yo no hay dos. Por lo cual nunca va ha encontrar otra Masiel, que me supere. Siempre vas a estar por debajo. Porque como yo ninguna, como tú...quizás bastantes.

— Insolente. — Responde Greca entre dientes dejándome sola con Manuela marchándose rabiosa diría yo.

Manuela se echa a reír, y yo la imito por lo gracioso que nos ha resultado la escena de celos Greca.

Después de la pequeña discursión mantenida con Greca no he vuelto a ver a Thiago. Él mismo me pidió de dejar a Leandro en casa de su madre para recogerlo.
Lo obedezco y hoy traigo a Leandro porque le toca pasar el fin de semana con su padre.
Manuela me ha dejado la llave para entrar, al parecer tiene algo importante que hacer.
Al entrar al salón, me encuentro a Thiago, él me observa con detenimiento apretando sus puños.

— Thiago, ¿te ocurre algo? — Pregunto viendo su estado.

— Nada. — Responde tajante.

— Por favor, dime qué te ocurre y si te puedo ayudar en algo dímelo.

— ¿Qué me vas ayudar Masiel?
Sí todas las discursiones mantenidas con Greca provienen de tí.

— ¿Yo? ¡Que me maten primo! Yo no he hecho nada malo. De hecho sigo con mi vida, trabajo cuido de mi hijo... Vamos que no tengo tiempo para echar leña al fuego entre vosotros.

— Masiel, voy a casarme en cuestión de seis meses con Greca. El tiempo suficiente para que des a luz a tu hijo, y así me quedo tranquilo porque mi hijo se va salvar.
Después me marcharé junto a Greca a Londres y haré mi vida.
No pienso renunciar a Leandro, vendré para estar junto a él.

— Estoy de acuerdo contigo. Y...bueno, te agradezco que tengas ese detalle conmigo.

— Ese bebé que llevas es tú responsabilidad, no la mía, yo simplemente quiero asegurarme del bienestar de Leandro.

— Es bueno saberlo. Ahora entiendo porque te preocupa mi salud. No soy yo, si no el bebé.

— Tú has hecho tú parte, yo debo hacer la mía. No me voy a quedar conforme hasta saber que ese hijo que has engendrado de vete tú a saber, pueda salvarle la vida a mi hijo. — Las últimas palabras me han escocido suficiente como para responderle de una vez por todas y ponerlo en su lugar.

— Escúchame porque estoy que echo fuego como los dragones. No soy ninguna estúpida y sé perfectamente lo hago. Este bebé que estoy esperando es tu hermano.

— ¿Mi hermano, de qué demonios estás hablando?— UPS, se ha quedo aaombr

— Lo que escuchas, el esperma que utilicé para enchuminarme fue el semen de tú padre, al parecer llevaba más tiempo congelado que una merluza y tu madre me surgió de quedarme embarazada y eso es precisamente lo que he hecho. — Esbozo una sonrisa de victoria.

— Mi madre está mal de la cabeza, pero es que tú no te quedas atrás por hacerle caso.

— Perfecto, ahora estoy mal de la azotea. ¡Venga ya!

— Masiel, cálmate. Te voy a decir algo.
Sabes que tengo problema para tener hijos porque no todas las mujeres responden a mis espermas. Por eso decidí colaborar en un estudio de inseminación artificial y cuando lograra encontrar una mujer que fuera compatible conmigo compraría su vientre, por lo que dejé mi esperma congelado y autoricé a mi madre para seguir con el caso por mis continuos viajes. Solo debería someterme algunas pruebas.
Resumiendo, ese bebé que estás esperando es mío, no de mi padre. Mi madre te contaría una historia pagando al médico para salirse con la suya. Y creo que lo ha logrado.
Mi padre tuvo muchas amantes y mi madre se quedó estéril debido a una mala cirugía.
Esa es la verdad Masiel.

— Joder, entonces me quieres decir que me vuelto a quedar embarazada de tí.

— Exacto, vas a tener otro hijo mío.

Estoy que no salgo de mi asombro, me siento en una silla con mis piernas temblando.
No sé qué es peor si quedarse embarazada del vivo o del muerto.

— Masiel, escúchame. Ahora que sé la verdad, no voy a dejarte sola. Estaré a tu lado, quiero hacer con este bebé lo que no hice con Leandro.

— Mira Ankara. Hace un momento me has contado tus planes, incluso me has dicho que estaré sola porque no era de tu incumbencia este bebé. Pues, sigue con tu idea y haz todo como me has dicho. Cásate con Greca, vete a Londres y forma tú familia.
Yo, ya veré cómo salgo de esto.

— ¿Para qué voy a irme a Londres a formar una familia si ya la tengo?

— Eso debiste pensarlo antes. Ahora ya es tarde.

— No. Ya he cometido muchos errores contigo y no quiero castigarte por mi culpa. Te necesito a tí, de eso estoy seguro, ante todo soy el padre del bebé que esperas y tengo la responsabilidad de cuidaros, amaros y velar por vosotros para que nada les falte.

— Vaya, ahora cambias de opinión — Sigo retándole.

— Sí, cambio más de opinión que el hombre del tiempo. Y ya ha llegado el momento que afronte mis sentimientos por tí, cancelando mi compromiso con Greca para casarme contigo, con la mujer que amo, no por conveniencia como iba a ser el matrimonio con Greca.
El padre de Greca me pidió casarme con su hija por una buena suma de dinero para salvar la empresa.
Y ahora que lo pienso, para qué quiero tener un imperio, trabajar duro y vivir al lado de una mujer que no amo, y lo que en verdad deseo lo dejo nuevamente escapar.
No, no estoy dispuesto a dejarme vencer, si tengo que pelear con tu terquedad soportando tú orgullo estoy dispuesto afrontar el reto.
Todo sea por tener mi familia, conquistar a la mujer que amo y poder decirle cuánto te amo con hechos y palabras expresadas desde lo más profundo de mi alma.

Me quedo embobada observándole con ganas de lanzarme a sus brazos. Me quedo pegada a la silla, pero él con su encanto y esa sensualidad tan singular, me levanta suavemente de la silla para besarme de una manera arrolladora. Tan cariñosa con un sabor a  palmera de chocolate.
Y como es mi dulce preferido, sus besos son mi debilidad y hace que quiera más, por lo que mi cuerpo se pega más al suyo sin importar lo que haya pasado  anteriormente.

Este es el momento donde todo se ha esclarecido, da igual lo que creí en un pasado, un presente donde he sobrevivido a tantos obstáculos y aquí estoy, abrazada al hombre del cual siempre he estado enamorada, el padre de mis hijos y donde  la amnistía debe hacernos mejor personas y saber cuándo en verdad esa persona que amamos nos pide clemencia con sinceridad y está dispuesto para no cometer el mismo error o peores.

Yo de momento voy a ser generosa con Thiago y he decido perdonar para comenzar una vida juntos sin más errores.
Por supuesto, debe de enfrentarse con mi terquedad para comprobar su sinceridad.
Aunque por dentro mi corazón late con intensidad, mi alma  ha reconocido la suya y no quieren separarse.
Porque es lo que no deseo, separarme del hombre que amo.

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