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-46- Cuando menos esperas

Siento una felicidad instalada en mi corazón de poder contar con gente tan buena como Orlando. De pronto, mi corazón se para por no poder armarlo como se merece.
Por otro lado está Neil, me vuelve loca nada más verlo, sin embargo, no es la mejor opción dado que él lleva una vida muy distinta a la vida.
Ni siquiera se ha preocupado en llamarme después de lo ocurrido en el pub.
Siento decepción conmigo misma a la vez que noto como desaparece una a una las ilusiones hechas por conseguir su amor.
Creo que no estoy hecha para el amor, conozco hombres pero todo me sale mal, pienso que va siendo hora de rendirse y seguir con mi vida.

El cartero interrumpe mis pensamientos deprimentes.
Me entrega una carta y al marcharse la abro, se trata del banco.
Comienzo a leerla quedándome en shock.
No hay movimiento en mi cuenta salvo los pagos de factura y compra de tarjeta.
Pero...¿Porqué no se están cobrando de la cuota a devolver por el préstamo?
Todo esto me parece muy raro.
Para poder resolver mis dudas me voy directamente al banco para hablar con Neil.

- Tranquila Masiel, no te alteres, la cuota empieza a cobrarse al tercer mes pero no desde tú cuenta, te lo quitan de tu nómina por eso no pasa por el banco.

- ¿Qué raro no, que ahora para devolver un cuota te la quiten de la nómina?

- Es así, el banco trabaja a lo seguro. Pero vamos tú tranquila que verás como pronto tendrás tu cafetería en marcha.

- Es lo que más deseo, de hecho la obra está avanzando bastante bien. - Sonrío tímidamente imaginando cuando será el día que pueda presumir de lo que es mío.

- Esto Masiel... Me gustaría invitarte a comer. - Ahora pone cara de no haber roto un plato.

- Gracias, pero tengo que resolver otros asuntos e ir a recoger a Leandro antes que se vaya Thiago y Raquel para Londres.

- Vale, pero después podemos quedar en mi casa.

- No sé, ya veré a ver cómo ando de tiempo. - En cierto modo quería ser amable con él, pero no me parece correcto ir a su casa para echar una pólvora.

Con estilo me marcho de la oficina para ir directamente a la casa de Thiago.
En el camino Orlando me llama preguntando cuando voy a recoger a Leandro.
Quedamos en vernos en la puerta del edificio de Thiago.
A decir verdad, le agradezco su preocupación porque no me apetece mucho entrar sola y enfrentarme a la pareja de traidores.

Al llegar al edificio donde vive Thiago, Orlando me espera apoyado en su auto. Desde lejos lo veo y no puedo negar lo atractivo que es, él sin darse cuenta parece como un modelo, con sus gafas de sol, sus pantalones de lino y polo ajustado con su pelo revuelto dejando caer varios mechones por su frente consiguiendo un toque más sexy.
Al notar mi presencia inmediatamente me sonríe, me saluda y al sentir su fragancia me quedo hipnotizada.
Ambos pasamos a recoger a Leandro donde se encuentra jugando con Thiago, Raquel le está dando de comer pero al vernos mi hijo corre para abrazar primero a Orlando y después a mí.
Normal lleva una bolsa con un regalo en las manos y el niño que no es tonto va al regalo.
Nos echamos a reír para hablar un rato sobre Leandro.
Cuando ya hemos dicho todo me despido de mi hermana algo fría, es que no me sale el amor fraternal en estos momentos por ella, y a Thiago solo me despido sin acercarme nada a él.
Con mi hijo en brazos salimos del edificio y es ahí donde puedo liberar la tensión que está manteniendo antes.

- Masiel, debes de hablar con ellos. Me he dado cuenta el distanciamiento que hay entre Raquel y tú y de Thiago que decir. Piensa que debes llevarte bien por Leandro. A fin de cuentas ellos son su familia también.

- Llevas razón Orlando, pero es que no me sale ser cariñosa con ninguno de los dos. Me siento tan afectada con todo lo que me han hecho, en verdad necesito tiempo hasta adaptarme a esta situación.

- De acuerdo. Ahora vayamos los tres a comer.

- Orlando no podemos ir, tu auto es muy bonito, muy deportivo...pero es de dos plazas. ¿Dónde voy a poner la silla de Leandro, en el maletero? - Orlando se da cuenta y hace un mohin pronunciando por lo bajito una blasfemia.

- Tranquilo iré en el bus, no hay problema nos vemos en el restaurante y después me gustaría que me acompañes a ver cómo va la obra.

- Cuenta con ello. - Orlando me da un beso en mi mejilla y otro a mi pequeño, se disculpa por lo sucedido, le quitó importancia y nos separamos.

Camino unos cuantos metros cuando me doy cuenta que me olvidé del biberón de Leandro.
Me doy la vuelta de nuevo hacia el apartamento de Thiago. Entro en el edificio sin llamar ya que salía una mujer del mismo edificio.
Subo al apartamento y me percato de unas voces.
Desde luego en los pisos se escucha hasta de mear.
Voy a tocar la puerta pero mejor me quedo quieta al escuchar la voz de Orlando.
Intrigada escucho la conversación, porque al parecer ando yo rodando en sus bocas.

- Vale ya Orlando, deja de insistir con mi hermana, ¿Acaso no te das cuenta que ella no te quiere? Ella está enamorada de Neil, de hecho siempre lo ha amado y ahora pasan más tiempo juntos. El propio Neil me lo ha confirmado. - Anda Masiel busca enemigos si lo tienes metidos en casa.

- Me da igual, yo quiero a Masiel y pienso demostrarle que la amo a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros. - La voz de Orlando me estremece.

- ¡Basta ya Orlando!
Abre los ojos de una vez y acepta que no tienes nada qué hacer con Masiel, olvídate ya de lo que hablemos. Además, no me gusta que te acerques a ella a través de mi hijo. - Maldito Thiago. Juro que lo llevo a la horca.

- Disculpa Thiago, pero te se olvida que antes de que naciera Leandro yo ya estaba cerca de Masiel, mientras que tú la rechazaste, yo hice por ella lo que tú te negaste hacer. Pienso que Leandro es más hijo mío que tuyo. Aunque Leandro lleve tu sangre, yo he estado y estoy a su lado queriéndolo como mi hijo. Por lo cual no estoy utilizando a Leandro para acercarme a Masiel. - Bien hecho Orlando por cerrarle la boca al miserable de Thiago.

- No te das cuenta Orlando que es obsesión la que tienes por Masiel. No amas en verdad a Masiel, ves en mi hermana lo que no fuiste capaz de obtener conmigo. - Maldita Raquel, siempre tiene que sobresalir por encima del aceite.

- Nuevamente te equivocas Raquel. Masiel es una mujer valiente, hermosa, graciosa, inteligente y mi corazón la ama por ser ella misma, no por el parecido que tenéis. Además tú ni siquiera le llegas a la suela de los zapatos, Masiel es mucho mejor persona que tú, su manera de ser, de ver las cosas y sobre todo su corazón tan noble la hace de ser especial y por eso estoy enamorado de ella. No es obsesión Raquel, es amor lo que siento por ella y Leandro.
Y tú, en vez de criticarla, aprende de ella, porque podría ser idénticas físicamente, pero de corazón no se parecen en lo más absoluto.

- No hables así de Raquel. Ella ha cambiado. - Thiago saca la cara por mí hermana yo escucho un ruido y salgo corriendo escondiéndome para no ser vista..
Orlando sale del apartamento de Thiago y se sube al ascensor.
Acto seguido salgo de mi escondite y miro a Leandro que se ha quedado dormido.
Pienso que mejor te compro otro biberón.

Durante el trayecto hasta el restaurante no dejo de pensar en las palabras de Orlando y en lo estúpida que he sido de no valorar todo lo que ha hecho él por mí.
Hubo una ocasión que creí amarlo, después mi hermana volvió a entrometerse y un mal entendido tras otro nos ha llevado a esta situación.

Llego al restaurante, tomo asiento en una mesa y comienzo a darle de comer a mi pequeño. Orlando me asusta haciéndome cosquillas.
Nos reímos unos segundos para después ponernos a comer.
Durante la comida pienso que es mejor que le aclare las cosas a Orlando.

- Orlando quiero decirte que yo no tengo nada con Neil, solo somos vecinos, y él me está ayudando con los trámites del préstamo.

- Me alegra saberlo, pero no es necesario que me des explicaciones sobre tu vida privada. Simplemente quiero que algún día encuentres un hombre que te ame tal y como mereces.

- Quizás lo haya encontrado y he estado demasiado ciega. - Respondo sonrojándome.

- Muchas veces tenemos aquellas personas que nos miran de otro modo a nuestro lado y no nos damos cuenta.

- Sabes algo. Dejemos atrás el pasado y empecemos a disfrutar del presente. - Brindamos para seguir comiendo en una ambiente relajado y con ganas de poderle decir algún día que lo amo.

Mientras tanto, decidido proponerle de ir a dar un paseo y así puedo pasar más tiempo con él.
Llegamos a un pequeño parque, donde jugamos durante un rato hasta que agotados decidimos ir a mi casa.

Nada más llegar, Orlando me ayuda con la sillita y dentro Leandro llora para que no se vaya Orlando. Porque yo soy adulta si no haría lo mismo.
Orlando se deja convencer y decide quedarse ayudarme con el pequeño mientras yo preparo la cena.
Ver a Orlando cómo juega con Leandro, le da comer consigue que mi corazón se ablande.
Lavo los platos y al terminar salgo al salón donde veo a Orlando y mi hijo dormidos.
Es una escena tan preciosa, me pone feliz y me emociono tanto se querer escuchar a mi corazón, que sea él quien me siga dirigiendo para ser amada como merezco.
Menos mal que el sofá y también cama y puedo dormir junto a mis dos hombres.
A decir verdad me emociono mucho, sale una sonrisa desde mi interior sintiendo mariquitas revoloteando en mi estómago de que al fin mi suerte este cambiando.

Abro un ojo y después el otro. Miro a mi alrededor y no hay ni rastro de Orlando ni de Leandro. Me levanto alterada, lo llamo pero se ve que estoy sola.
Justo voy a salir a la calle cuando Orlando trae en brazos a mi pequeño sujetando una bolsa.

- Buenos días mami. Te traemos el desayuno. - Miro en la bolsa. ¡OMG! Pero si son las palmeras de chocolate que tanto me gustan.
Abrazo a Orlando saltando como una niña haciendo de reír a los dos.
Desayunamos en un ambiente de felicidad y ganas de querer agarrar la mano de Orlando para comenzar desde cero y al menos intentar una relación.
De momento no quiero ir deprisa, necesito estar segura que en verdad mi corazón lo ama antes de dar un paso en falso o llevarme el chasco de mi vida.
Quiero ser precavida, hacer las cosas bien y centrarme solo en Orlando.
Cuando él no está, yo me mantengo haciendo mi vida junto a mi hijo, de Neil ya le he dejado claro que se puede ir a la mierda. No me interesa nada de lo que provenga de él.
Al parecer a él como que le da igual todo, y sigue insistiendo en querer tener sexo conmigo.
Me niego en rotundo, quiero hacer las cosas bien, y no defraudar a Orlando.
Necesito que vea en mí a través de mis hechos cuanto lo quiero, ya que mi boca se queda muda por el temor de volver a retroceder en la casilla del amor.

Precisamente estamos terminando de desayunar cuando Neil se asoma por el balcón comenzando hablarme con ese descaro del que acostumbra.

- Vecina, hace mucho que no te veo, ya te echo de menos como ya no vienes a mi oficina para pasar un rato divertido. - Me guiña un ojo y sonríe divertido.

- Neil, deja de decir estupideces. Yo voy a tu oficina por asuntos de mi préstamo. Cierra el pico y no insinues lo que no es. - Hablo molesta.
Al parecer a él como le da igual y sigue hablando.

- Ah, por cierto. Mañana tenemos que reunirnos tengo algo de que hablar y después te invito a comer. Aunque lo que más me gusta es el postre. - Cierro la ventana de golpe poniéndome nerviosa.
Miro a Orlando y aunque parece que no le quiere dar importancia al asunto se disculpa para irse. Trato de detenerlo y decirle la verdad. No hay nada entre Neil y yo.
Él asiente y me da un beso casto en mi mejilla y se marcha sin añadir nada más.

Lo miro con preocupación hasta que desaparece, por supuesto no voy a quedarme quieta y me voy hacia la casa de Neil para discutir con él.
Neil abre la puerta con arrogancia, sus ojos se posan en mí mordiéndose su labio me invita a pasar.

- Eres idiota ¿Verdad? ¿Porqué has tenido que hablar de ese modo delante de Orlando? Eres gilipollas de verdad.

- Vaya, pues si estás ofendida. Tampoco he dicho nada que no sea mentira.

- Pero que patético eres. ¿Qué quieres de mí? Además de sexo. ¿Qué esperas de mí Neil?

- Hacerte entender que estás equivocando conmigo. Me estas juzgando mal y yo no quiero solo sexo contigo, quiero que sientas conmigo lo mismo que yo siento por tí. Solo los cuerpos pueden expresar más de nosotros que nuestras propias bocas. Dame la oportunidad de tener sexo contigo y comprueba por ti misma que soy el hombre que te puede hacer feliz.

- Te refieres en la cama. Porque fuera de ella tú te olvidas de todo. Te conozco Neil perfectamente para saber que no soy esa mujer que quieres en tú vida. Sí fuera como tú dices ya lo habrías demostrado hace tiempo.
Así que, descansa la lengua y deja de hablar cosas sin sentido y más cuando está Orlando presente.

- ¡Uy, perdón! No sabía que delante de su majestad no se puede uno expresar como deseo. ¿Sabes qué?

- Cierra el pico Neil. ¡Me tienes harta! - Me volteo dejándole hablando solo.

Entro, hago la faena de casa y entra Petra con cara de pocos amigos.
La miro con detenimiento hasta que explota en mi cara diciéndome o más bien advirtiéndome que debo de elegir entre Neil u Orlando.
Me quedó paralizada con sus palabras.

- Sí, Masiel deja ya de hacer la pava y piensa en este niño y en tí. Sí en verdad quieres estar con Neil o con Orlando o te quedas sola. Pero ya me tienes hasta el moño con esta actitud que tienes.

- Petra la pastilla de la tensión la tienes a mano. Mira que si te da algo no me lo perdono.
Y sí, he tomado una decisión y quiero estar con Orlando.
Pero...

- Déjate de tantas dudas y ataca. Ese hombre te quiere y no va a estar esperando toda la vida. Así que está noche te lo llevas al huerto sí o sí.

Me quedo sorprendida con la Petra, preguntándome que le pica a la vieja chocha está para que hable así.
A pesar de negarme en tener una cita romántica con Orlando, acepto, pero claro quiero que me vea hermosa y ropa muy elegante no tengo.
Al salir de casa para ir de compras sale al mismo tiempo Neil.
Con su habitual sonrisa y ese porte de modelo de pasarela se acerca hasta mí para preguntar. Yo como no me puedo ver callada le digo lo que me sucede, a lo que él sin darme tiempo ni a parpadear tira de mí para subirme a su auto para llevarme hasta una boutique de una amiga suya, según él, según yo será alguna que se haya acostado con ella.
Me hace de probarme tres vestidos, a regañadientes me lo pruebo y cuando estoy en el probador me doy cuenta del buen gusto que tiene el capullo este.
Salgo con el primer vestido para mostrarle, no le convence me pone pegas, el segundo vestido me dice que me sienta bien pero no le termina de convencer y el último vestido es el que más me gusta y también le gusta a él.
De hecho, al salir lo veo observándome con una brillante y una sonrisa seductora.
Trago saliva con dificultad notando mis mejillas arder ante su imponente mirada y esa manera de hablar tan seductora pegado a mi oído.

- Te ves demasiado preciosa para que otro hombre no aprecie tu belleza. Da igual el vestido que te pongas, sigues siendo igual de hermosa. Aunque a mí me gustas más sin ropa tendida en mi cama a mi merced siendo el dueño de tus besos y escuchar la.suave melodía de tus gemidos mientras te hago el amor. Deja plantado a ese patán y vente conmigo. - No puedo negarlo que acabo de mojar las bragas de imaginarme una escena de película porno.
Aún así, me cuesta un poco recomponerme y dejarle claro que no voy a tener sexo con él.

Me vuelvo a poner mi ropa y al pagar la buena amiga de Neil me dice que es un regalo.
Neil me ha comprado el vestido y un juego de lencería demasiado transparente y bonito para mi gusto.

- Esto se lo das con la que te acuestes esta noche. - Le devuelvo varios tangas que ha metido en al bolsa.

- Lo he comprado para tí, a si cuando te lo pongas y vayan a quitártelos acuérdate de mí.

- Más cabrones no lo he visto de verdad. - Neil se echa a reír y yo me enfado con su actitud.

A decir verdad Neil llevaba algo de razón, al ponerme el vestido mi mente ha vuelto a recordar sus palabras.
Sonrío tímidamente diciéndome a mi misma que nada tengo que hacer con Neil.
Me arreglo para acudir a la cita con Orlando.

Al llegar al restaurante, uno de los empleados me pide que espere ya que está reunido.
Espero un rato, hasta que al fin se desocupa y al verme nos saludamos con normalidad, algo que me extraña mucho por su manera tan fría de saludarme.
Quiero preguntar qué le ocurre pero somos interrumpidos por una pareja amigos de Orlando.
Me la presenta y los cuatro nos sentamos a cenar.
Los amigos de Orlando son algo raros, no se ven mala gente pero son demasiado pijos y algo escrupulosos para mi gusto.
Después de terminar la cena, Orlando propone de irnos a tomar algo. Acepto encantada llamando antes a Petra para ver cómo está mi hijo.
Subo al auto de Orlando, pregunto dónde vamos pero él con una sonrisa pícara me dice que es una sorpresa.
Llegamos al pub, me quedo clavada en el sillón cuando sus labios se posan en los míos. Siento una sensación rara, no es precisamente lo que yo esperaba sentir.
Aún así, quiero darle una oportunidad y le sigo al local.
Dentro nos pedimos unas bebidas tomando a su vez asiento en una mesa.
La pareja perfecta no deja de intercambiar baba y a mi me da cada más más angustia de verlos, por lo que propongo a Orlando de ir a bailar.
Él acepta encantado.
Vamos hacia la pista de baile y empezamos a bailar sintiendo abejas revolotear en mi interior disfrutando no sólo de la música y del buen ambiente que se respira al estar al lado de Orlando. Es su cercanía, su manera de tratarme de... ¡Espera un momento!
Y...¿Este par de zanganas por donde han salido?
Me quedo quieta observando de arriba a abajo a dos muchachas delgadas con un tipazo y unas tetas operadas coqueteando con Orlando.
Ellos ríen animadamente y yo sigo de pie esperando que abra la boca el señor.
Cómo no aguanto más ver el grupo que se ha formado y al parecer Orlandito se ha olvidado de mí, decido ir a sentarme a mi lugar de antes y llamar a un taxi.
Visto lo visto aquí no pinto nada.
Comienzo a buscar en mi agenda el número de teléfono para llamar a un taxi cuando una voz muy familiar me hace que me sobresalte.

- ¡Coño qué susto! - Pronuncio echándome la mano al pecho.

- Mujer, sé que soy feo pero no tanto. Y...bueno, ¿Qué haces aquí tan solita que no estás con tu amiguito?

- He venido a sentarme un rato me duelen los pies. - Me excuso ante la mirada interrogatoria de Neil.

- Sí, si. Estás aquí sentada buscando un taxi porque el gilipollas ese está demasiado entretenido con las dos mozas que tiene a su lado que están pidiendo un orgasmo a gritos y el chaval parece que se le está poniendo dura y como que tú...vamos que no entras en el juego.

- De verdad que eres listo cuando te lo propones.

- La verdad duele querida Masiel. ¡Venga! Vamos a beber algo y después te llevo a mi casa para terminar la fiesta.

- ¿Así es como ligas y te da resultado?

- A decir verdad no. Cómo soy un caballero solo espero a la mujer que sea ella quien tome la iniciativa después sigo yo.

- Bueno me voy, aquí no pinto nada. - La mano de Neil me hace de sentarme y con su mirada sincera me hace de recapacitar.

- Si te vas, hazlo porque quieras irte, no porque veas a ese imbécil tonteando con otra.
Sí quieres hacer algo, dímelo. Aquí estoy para lo que necesites, pero no quiero que cometas una locura por dejarte guiar por la ingenuidad.
Masiel, abre los ojos. Tienes todo lo necesario para no depender de nadie, no te trates de esta forma a ti misma y le hagas daño a tu hijo.
Recuerda que todo lo que tú sientas se lo vas a transmitir a tu hijo y él no tiene culpa de nada.
Dime, ¿Qué quieres hacer? - Me quedo callada, miro hacia mis pies abochornada porque si es cierto que la verdad duele, a mi en estos momentos siento un terrible escozor bajar desde mi garganta hasta mi estómago.

- Ven, vamos a tomar algo, ya he llamado a Petra y Leandro está bien, no te preocupes.

- ¿Qué has llamado a Petra, tú estás tonto o que te pasa?

- Petra, la Petra Belmon, la mayor chinchorrera que te puedes echar como amiga, sabe guardar secretos. Ahora que reviente por no poder hablar eso es a parte.

Me quedo confundida sin saber que hacer, lo único que hago es dejarme arrastrar por Neil hasta la barra donde pedimos unos chupitos, después unas copas y empezamos a reír a lo tonto hasta que la presencia de Orlando rompe nuestro buen humor.
Neil cuadra sus hombros mirando a Orlando con ganas de partirle la cara.
Me pongo en medio de ambos, ya que la mirada que lanza Orlando a Neil no es muy amigable que digamos.
Trato de ponerme en medio y hacer lo posible para que este par se tranquilicen.
Propongo de beber unos chupitos, luego bailar y después ya no me acuerdo cómo es que acabo en una cama que no es la mía.

¡Por Maradona qué dolor de cabeza! Yo soy la peor de las mujeres que hay.
Miro a mi izquierda y veo a Orlando durmiendo plácidamente, pero cuando miro a la derecha me encuentro con Neil roncando como el motor de un tractor.
¿Qué? Lo primero que hago es mirarme si llevo puestas las bragas.
Sí, las llevo puestas, el sujetador y hasta las medidas y la faja.
Joder ya decía yo que me dolía todo mi cuerpo.

Me levanto con cuidado sin hacer ruido para largarme cuanto antes. No llego ni a la puerta cuando Orlando me llama, doy un grito ahogado del susto haciendo que la bella durmiente deje de roncar.

- Joder, ¿dónde estoy? - Pregunta Neil echándose mano a la cabeza.

- En mi casa capullo. ¿Dónde si no? Irresponsable, no podías ni coger el auto, pero tú Masiel...

- Cierra el hocico idiota o te lo cierro, pero no hables de mi Masiel.

- No es tuya imbécil. - Verás que se enganchan estos dos.
A decir verdad, los debería dejar ya que disfruto de ver cómo dos hombres se pelean por mí.

- ¡Parad los dos! ¿Es que no os podéis llevar bien? Y tú, Neil no soy nada tuyo, salvo tu vecina.

- Sabes perfectamente que tenemos que casarnos dentro de dos meses, pero no quieres admitir nuestro amor. Me hieres Masiel, con lo que te amo. - Me quedo observando el teatro que hace y lo peor de todo que Orlando se lo cree.

- Orlando eso no es verdad, no le creas. - Titubeo poniéndome cada vez más nerviosa por lo que decido salir de la habitación para buscar el baño poder cambiarme e irme cuanto antes de aquí.
La sorpresa que me llevo es mínima, cuando veo a una mujer como su madre la trajo al mundo con la camisa de Neil puesta.

- Vaya, al fin te has despertado De verdad chica lo que te perdiste anoche.

- No sé que me perdí. - Gruñó aparentando serenidad.

- Tú amigo es todo un tigre en la cama, diríamos que me dejó bien satisfecha. Jamás he sentido algo igual con otro hombre, Neil sabe como hacer feliz a una mujer. Pasa de romántico a todo un depredador. ¡Umm! Tan solo de recordarlo me excito.

Me volteo para pasar a la habitación donde veo a Neil terminando de vestirse.
Sin pelos en la lengua comienzo una discusión.

- Vaya vecino no sabías que estabas hecho un fiera en la cama.

- ¿De qué hablas Masiel, te se ha ido la cabeza?

- ¿A mí, que va? Pregúntale a la golfa que lleva tu camisa puesta.

- ¿De qué hablas? - Extrañado Neil sigue buscando su camisa y más atónito se queda al ver quién lleva su camisa puesta.

- Hola Neil. - Saluda la golfa con la mano acercándose hasta Neil para besarlo, pero este la rechaza diciéndome de no saber quién es.
Por supuesto, Orlando apunta en mi dirección con palabras acusatorias hacia Neil dejando entrever que pasó la noche con la golfa.
Siento fuego dentro de mí, sin embargo, para qué molestarme si ya sé cómo es Neil.

- Deja de darme explicaciones Neil, si ya te conozco.

- Te digo la verdad Masiel, yo estuve toda la noche contigo, no tengo ni idea porque hemos venido a parar aquí y porque esta chica va vestida con mi camisa, te prometo que no tuve sexo con ella.

- Quizás ibas tan borracho que ni te acuerdas. - Grito molesta a pesar de sentir mi cabeza explotar y mi corazón colapsar.

- Por eso mismo, si voy tomado como voy a tener sexo. No se me empina Masiel, por favor créeme.

- Neil, deja de decir estupideces y admite que tú mismo me pediste de venir a mi casa porque no podías conducir.
Os traje aquí, y mientras yo atendía a Masiel porque no dejaba de vomitar tú estabas en la habitación de al lado manteniendo sexo.
Después, viniste hasta aquí, seguiste bebiendo y te quedaste dormido.

- Eso es mentira. - Gruñe Neil sin apartar sus ojos de mí. - Masiel siempre he sido sincero contigo, mejor que tú no me conoces, cuando tengo sexo te lo digo, y cuando no también. ¿Porque te voy a mentir?

- No sé, explícame tú porque un santo no eres. Y yo sé perfectamente que cuando ves una chica bonita no dudas en ir ha comerle la concha.

- Me duele Masiel que no me creas, pero sabes qué. Yo no voy a interferir en tú vida.
Ya eres mayor para saber a quién debes de creer y a quien no. El problema, es que nunca vas a dejar de ser una ignorante por querer algo bueno en la persona equivocada.

Neil se abre paso dejándome sola con la pareja.
En silencio me voy al baño y me cambio de ropa.
Me pongo una blusa y unos jeans que había comprado Orlando para mí.
Ya en el bus, pienso en la conversación mantenida con Neil, y antes de bajarme recibo un mensaje de Thiago.

✓ Sigue así que te va costar caro la custodia de Leandro.
Miro la foto y se ve como estoy tendida en la cama con Neil y Orlando.
Empiezo a temblar, llamo de inmediato a Thiago y es más que obvio que empiezo a discutir con él, donde él me asegura que hará lo necesario para quitarme a mi hijo.

Llamo a Raquel entre sollozos, intento hablar diciéndole que hable con Thiago y le hago la promesa de no volver hacerlo más.
Raquel no dice nada, pero tampoco es que sus palabras me sirvan para mucho.
Solo sabe decirme que me lo he buscado yo solita.

Echo a correr hacia mi casa con los ojos empañecidos, entro y veo a mi abogado hablando con dos personas, al parecer son de protección del menor.
Seco mi rostro, hablo con esas personas explicando que no soy mala madre, que sé cuidar de mi hijo, pero ellos solo se basan en lo que ven, y por ello me comunican de que se celebrará otro juicio donde deberé compartir la custodia con Thiago o incluso perder la custodia de mi hijo.
La pareja de desarmados se van y mi abogado me dice que ya hará lo posible por que todo esto no llegue a más.
Miro a Leandro, a Petra, me arrepiento digo entre sollozos cayendo al suelo como si mi cuerpo no pesara nada.
Mi cabeza se esconde entre mis brazos, siento vergüenza de mi misma, siento coraje por verme incapaz de no saber ni proteger lo que es mío.
Lloro amargamente siendo observada por mi hijo que al igual que yo llora.
El dolor es demasiado fuerte, aún así me levanto del suelo y abrazo a mi hijo.
Al abrazarlo me percato que tiene fiebre, inmediatamente salgo a la calle para llevar a mi hijo a un hospital.
Neil sale de su casa, y sin decir nada me hace de subir a su auto para llevarme al hospital.

Allí comienzan a revisar a mi hijo, yo no dejo de angustiarme y más cuando tengo que darle la noticia a Thiago y éste sigue culpándome de no saber cuidar de mi hijo.
Espero en la sala de espera inquieta por falta de información. A mi lado se encuentra Neil haciendo unas llamadas.

- Masiel debo de marcharme, lamento no poder quedarme, cuando sepas algo avísame por favor. Petra te la encargo. - Neil se marcha y Petra me vuelve abrazar tranquilizándome como puede.

Así estoy durante no sé cuánto tiempo, hasta que un médico me comunica que deben de seguir haciendo pruebas a Leandro para dar un diagnóstico más claro. Pero al parecer padece de una extraña enfermedad en la sangre.
Trato de calmarme pero no puedo, pensar que le pueda ocurrir algo malo a mi hijo me quema por dentro llenándome de coraje y más cuando Thiago hace su aparición con ese ego que solo él derrocha.
Ambos hablamos con los médicos después de llevar días en el hospital sin saber con exactitud que le sucede a mi hijo.
Ante la poca información obtenida, Thiago pide el traslado a un hospital de Houston para que evalúen al niño y nos puedan dan un diagnóstico más exacto.

Por hijo hago cualquier cosa, hasta de tragarme mi orgullo y guardar silencio con la manera de dirigirse a mí que tiene Thiago tan poco afable reprochándome de no saber cuidar de mi hijo.
Siento cada vez más asco hacia él, pero debo de viajar junto a él a los Estados Unidos para encontrar alguna solución para salvar la vida de mi hijo.

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