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-36- Cuando menos lo esperas

Debo de reconocer como Thiago me ha hecho el amor con tanta pasión y dulzura.
Desde luego,  para mi sorpresa no me arrepiento de haberlo hecho con él por primera vez.
Siento un gran alivio de poder haberme quitado el embalaje notando como mis alas se despliegan empezando a volar sin rumbo.
Sus manos siguen acariciando mi figura desnuda donde caigo nuevamente rendida a su encanto.
No lo puedo remediar, pero me siento cada vez más atraída por Thiago, mi corazón solo puede latir cuando él me hace sentir la mujer más deseada del planeta Venus.
Estoy agotada, no sabía que el sexo además de escocer un poco el chichi también fuera algo cansado.
Thiago acaricia el contorno de mi rostro mirándome con adoración y ternura.

— ¿En qué piensas? — Le pregunto para romper el hielo y despertar de este sueño que seguramente pasará a ser una pesadilla.

— Pienso en el momento que me has hecho sentir, lo mucho que me gusta la magia de tu sonrisa, tú manera de ser y las ganas que le pones a todo siempre sin pedir nada a cambio. Sencillamente amo tu esencia Masiel, porque eres irremplazable, eres tan perfecta que no te das cuenta de ello.

— Sé perfectamente que esto es como un espejismo. Lo he visto, lo he vivido pero no volverá a pasar.

— No se sabe. Puede que volvamos a encontrarnos en un mundo paralelo donde las cosas sean diferentes y los astros se pongan de nuestro lado. — Me gustaría decirle a Thiago cuanto lo amo, tal vez me vea mejor con mi boca cerrada y aprovecho cada segundo a su lado.

Me quedo dormida en su pecho, donde escuchar sus latidos es la mejor música que pueda escuchar.
Siento su calor envolverme haciéndome sentir vulnerable y con más ganas de amarlo.
Cierro mis ojos para dejarme llevar por el sueño, hasta que la voz de Manuela hace que nos levantemos de golpe sintiéndome un poco avergonzada por la reacción que tendrá Manuela cuando me vea en la cama con su hijo.
No quiero ni pararme a pensar en lo que dirá.
Justamente voy a salir de la habitación y me topo con Manuela de frente.
Por su expresión de sorpresa puedo llegar adivinar lo que estará pensando.
Y lo peor de todo, ¿A ver qué le digo yo?

— Hola Manuela, ¿Cómo se encuentra? — Río nerviosa arrascando mi sesera.

— ¿Masiel? — Pregunta sin salir de su asombro.

— Sí, soy yo. — Me pregunto qué hago ahora.

— Vaya, yo... Pensaba que estaba solo Thiago, en fin mejor me marcho me imagino que tendréis cosas de qué hablar. — Manuela se marcha y yo me apoyo en el umbral de puerta muerta de la vergüenza.
Mientras que Thiago se ríe a carcajadas yo lo fusilo tirándole un zapato.

— Que no es para tanto mujer. Ves, mi madre es muy comprensiva.

— Soy Masiel cebollo y es más que evidente que nos hemos acostado. ¡Madre mía! Sí es que no salgo de Málaga para meterme en Malagón.

— No te preocupes, mi madre no dice nada, de hecho hasta se imaginará que  hemos tenido una reconciliación.

— Eso es no cierto. Además tú vas a casarte con mi hermana. — Thiago me tapa la boca haciéndome entender que no desea escuchar más.

— Masiel deja de mortificarte por Raquel y piensa en tí. Sí esto ha sucedido es por algo, no ha sido un capricho, ha sido un momento maravilloso que los dos deseábamos.

— Thiago, ¿Tú me amas? — Necesito poder escuchar de sus labios una respuesta para saber a qué debo de atenerme.

— Mi respuesta debes de saberla tú Masiel. Tú eres quien mejor puede interpretar las cosas.

— Yo las interpreto según tus hechos. Tampoco quiero que me des una cal y otra de arena.

— A la única mujer que no pienso lastimar y hacerla feliz al mismo tiempo es a tí. Significas mucho para mí Masiel, pero no obtengo una varita mágica para cambiar la situación en la que me veo. No te puedes imaginar cómo me gustaría cambiar las cosas para que fueran tan distintas.

¿Qué hago? Sus palabras son sinceras, en su oceánica mirada veo la transparencia de la verdad, y yo ando enamorada de él y al mismo tiempo debo de alejarme.
Termino de vestirme y arreglar la maraña de pelo que tengo, al ver la sábana con un poco de sangre pienso en el momento tan especial que me ha hecho sentir Thiago.
Huelo su perfume en su almohada entrándome nostalgia al tener que hacer que lo vivido será solo una vez.
Cómo me gustaría que me amara otra vez más como esta primera vez.

Bajo al salón donde veo a Manuela discutiendo con Thiago. Al verme, Manuela clava sus ojos en mí acusándome de no querer continuar con el tratamiento. Intento explicarle el motivo en vano, Manuela está muy enfadada y al parecer no quiere escuchar mi aclaración.
Me pide que me marche no si antes pedirme todo el dinero que me dió.
Me quedo helada observando primero a ella después a Thiago.

— Manuela, yo creí que me daba ese dinero para ayudarme con los estudios y porque usted quiso hacerlo. ¿Porqué cambia de opinión ahora?

— ¿Yo? Por favor Masiel, di las cosas como fueron. Te dije que te daba ese dinero con la condición de alquilar tu vientre. En ningún momento te dije de ayudarte con los estudios. — Habla con tanta sinceridad y soberbia que hasta yo me lo creo.

— Eso no es cierto. Tú misma fuiste a inscribirme a la universidad, me diste un sobre con dinero según tú por agradecimiento por haberme casado con Thiago. Y ahora, ¿Porqué miente?

— Estaba poniéndote a prueba. Al parecer eres peor que tu hermana, hasta que no has conseguido tu propósito de acostarte con mi hijo no has parado, eres una cualquiera Masiel, qué mujer decente se mete en la cama del prometido de su hermana. Alguien como tú. — Miro a Thiago esperando que me defienda, que la mande a callar o niegue las cosas.

Al parecer me voy a quedar con las ganas de que lo haga. Él permanece callado mientras su madre me falta el respeto.

— Sabe una cosa Manuela, en esta vida tenemos que haber de todo. Desde mujeres que se piensan que son tan perfectas y no saben cómo amar a sus maridos, hasta las descaradas que sirven todo en bandeja de plata. Las cuales llegan a ser más inteligentes, exprimen el zumo y la cáscara se la devuelve a la esposa.
Y tú Thiago, espero que te vaya todo bien con mi hermana.
Ya que ambos os ponéis los cuernos mutuamente no tenéis que echaros nada en cara.
La felicidad tiene un precio y un costo. El problema es que ese precio se paga muy caro por no saber responder dando un veredicto entre la verdad y la mentira.

Me volteo y me marcho rabiosa, llegando escuchar la voz de Thiago decirle algo a su madre.
Camino clavando mis tacones en el suelo preguntándome por qué diablos me tiene que salir todo mal.
O es que soy tonta o mismamente soy así de especial que nada me sale a derechas.
Busco un taxi, al subir le pido de llevarme a mi apartamento.

Entro en el apartamento comenzando a tirar al aire los tacones, seguido me dejo caer en el sofá comenzando a golpearle con todas mis fuerzas.

— Pienso que el pobre sofá no tiene culpa de nada. — Me sobresalto al escuchar la voz de Orlando detrás mío.

— ¡Coño que susto! ¿Y tú qué pasa, que no tienes casa? Al final voy a tener que cambiar la cerradura.

— Tranquila Masiel, sé porque estás así. Es por Thiago, ¿Verdad?

— Por que quien va ser si no. Por su madre que ahora dice cosas que no son dejándome a mí por mentirosa y una cualquiera.

— ¿Manuela? ¡¿Pero si pensé que te quería mucho?!

— Mira Orlando, dime qué narices quieres y vete quiero estar sola.

— Solo responde a mi pregunta.

— Un, dos, tres, que te tengo que responder. — Hablo en forma de burla para ver si el enfado desaparece.

— ¿Te has acostado con Thiago? — Abro los ojos al máximo ante su pregunta.

— Sí, lo he hecho y por ello voy a pecar por imprudente.

— Sabía que acabarías en los brazos de Thiago. Como también me he percatado como lo miras de esa forma tan especial y linda.

— Al grano Orlandito. Dime que no has sido tú quien ha hecho la encerrona.

— La verdad que algo he tenido que ver. Le comenté a Thiago mis intenciones de tener sexo contigo, y desde ese día no ha dejado de molestarme, de hecho, creo que hasta hemos pasado más tiempo juntos que cuando éramos unos adolescentes. Thiago te ama Masiel, no te lo dice porque él piensa que no está destinado amar por su rara enfermedad de no poder tener hijos con cualquier mujer. Pero yo sé que aunque no me lo haya dicho, él te ama.

— Sí, menuda manera de amar tiene. Su madre poniéndome verde y él calladito. ¡Viva el amor!

— Entiende que es su madre, y tiene que lidiar con ella. Además Manuela no está bien, y también la tiene que cuidar.

— Pero la lengua la tiene sana. Mira Orlando, que no voy a darle vueltas al asunto. Yo voy a continuar con mi vida y Thiago que se case con la perfección de Raquel. — Me cruzo de brazos molesta y dándole vueltas a lo que me dicho Orlando sobre lo que siente Thiago por mí.
En parte me hace feliz saber que también tiene sentimientos hacia mí.
Sin embargo, es un amor imposible donde luchar a contracorriente no merece la pena. Lo que pase entre nosotros pasará siempre y cuando yo decida, pero no puedo cerrar la puerta de mi corazón hasta que no esté segura de querer seguir amando a Thiago.

La semana empieza con normalidad, he quedado con Ivy para ir a la universidad y al entrar una profesora me comunica que el director quiere hablar conmigo.
Voy hasta la oficina del director, hablo con él para que me explique porque no puedo seguir estudiando aquí, según me dice han cancelado los pagos.
Respiro hondo pensando de quién puede estar detrás de todo esto.
Le digo al director de que hoy mismo pagaré la mensualidad.
A lo que termino de hablar con él director me voy al banco donde no quiero hacerlo, pero es por una necesidad. Sacar dinero de la cuenta de la empresa de Lisandro.
Bueno soy su heredera, no tiene nada de malo que tome algo prestado.
Saco dinero y pago las cuotas de la universidad para seguir estudiando.
Nada más pagarlas, le entrego el justificante al director donde éste me pide de volver a retomar mis clases.

Y eso es precisamente lo que hago. Sigo estudiando para poder examinarme y lograr obtener algo en la vida.
Compagino los estudios con el trabajo del restaurante, me encanta la idea de poder dirigir mi propio negocio y llevarme estupendamente con mis compañeros. Para mí es el trato que les doy. Compañeros y cuando hacen algo mal son mis empleados, porque quiero que salga todo bien y nos llevemos tan bien como una familia.
Hasta ahora no he sabido nada de Thiago, lo poco que sé es por lo que me cuenta Orlando que no hay quien lo aguante llorando por Raquel porque ya han puesto fecha para la boda.
A mi tampoco me agrada la idea de ver casado a Thiago con mi hermana, pero dadas las circunstancias, le deseo mucha felicidad y que pueda cumplir su sueño de llegar a ser padre.

— Ivy, me siento algo mareada y la comida me da asco, incluso tengo náuseas por la mañana y llevo dos días vomitando lo que como.

— A decir verdad amiga, ahora que me fijo te veo un poco desmejorada. ¿Deberías ir al médico, y si diera la coincidencia de estar embarazada?

— ¡Qué dices! ¿Cómo voy a estar embarazada? Además solo fueron dos veces lo que lo hicimos y ya no he tenido sexo con nadie. Será un virus.

— Pues en esas dos veces que hiciste el amor, puede que hayas quedado embarazada. Ven, vamos ahora mismo al hospital, mi hermana trabaja de enfermera ella nos atenderá y nos dirá que tienes.

Estoy preocupada, a decir verdad no me ha bajado la regla en dos meses, pero como me dijo el doctor Erber que debido al tratamiento mi menstruación pudiera descontrolarse, y con el estrés del trabajo y los estudios tampoco es que yo me haya planteado de poder estar preña.
Vamos, que no me cabe en la sesera si solo fueron dos asaltos sin precaución...me quedo pensativa mientras pasamos a la planta donde trabaja la hermana de Ivy.
Nos saludamos, la muchacha me lleva a otra sala donde me extrae sangre y me da un vaso para que haga pis.
Hago lo que me dice, estoy nerviosa. Mucho, más todavía por saber si estoy o no embarazada.

Cerca de una hora, la hermana de Ivy me da los resultados.
Tengo algo de anemia, y estoy embarazada.
Miro horrorizada a Ivy que me abraza feliz dándome la enhorabuena por mí embarazo.

— ¿Estás feliz amiga? Vas a ser mamá. — Sujetando mis manos temblorosas me habla Ivy.

— No sé ni cómo me encuentro Ivy, esto no me lo esperaba ha sido toda una gran sorpresa.

— ¿Piensas decirle a Thiago sobre tú embarazo? Digo, debe de saberlo él es el padre.

— Exhalo — Sí, pienso decirle la noticia, pero aún no. Quiero poder asimilar lo que va suceder ahora con mi vida y por supuesto quiero terminar mi formación profesional para ser algo en la vida.

— ¿No me digas que quieres perder al niño? Ah, no. Tú vas a tener al niño o me lo das a mí si no quieres tenerlo, pero no abortes Masiel, ese bebé no tiene culpa de nada.

— Tranquila Ivy, no voy a perderlo aunque según me dijo Thiago mi embarazo no va llegar al finalizar. Tengo miedo de perderlo, la idea ya me asusta demasiado.

— Masiel, no te preocupes para eso estamos los médicos. Te haremos pruebas y te pondremos en embarazo de alto riesgo para que tengas más controles y puedas tener al bebé si las cosas no se complican.

— Gracias por tus consejos y ayuda. Hablaré con el doctor y por mí quiero que mi bebé nazca sano y fuerte. — Esbozo una sonrisa cargada de emoción.
Imaginarme que voy a ser madre es lo mejor que me haya podido pasar.
Pero ahora queda como voy a darle la noticia a Thiago.

Hasta el momento había transcurrido cerca de dos semanas y aún no había comentado nada a nadie. Sólo sabe de mi embarazo Ivy, y tras meditarlo he quedado con Thiago que hoy regresaba de Suiza de un viaje de negocios para hablar con él.
Me pongo bella para causarle buena impresión y poder darle la noticia.
Ahora mismo voy de camino hacia su oficina donde hemos quedado en vernos y por supuesto, le pedido de que nadie nos moleste.

Llego a la oficina de Thiago, no he visto a Raquel, no sé donde para y tampoco me interesa.
Toco la puerta, él me da aviso de pasar.
Estoy hecha un manojo de nervios pero al toro, hay que ser valiente.
Camino con cuidado hasta llegar a su escritorio donde tomo asiento en una silla enfrente de él.
Lo miro con mi pulsaciones corriendo a galope, y no es para menos con lo guapo que luce con un traje de tres piezas gris, camisa blanca arremangada y el pelo revoltoso dejando caer varios mechones de su cabello en su frente.

¡Arg! ¡Sí es que esta que cruje el cabronazo!

— Masiel, ¿Cómo te encuentras? Hace mucho que no sé de tí y me agrada mucho tu visita.

— Estoy bien gracias.

— Te lo digo porque te veo algo pálida, con ojeras  y hasta más delgada. Dime, ¿te puedo ayudar en algo?

— Tranquilo estoy perfectamente. Las ojeras son por no dormir bien por las noches, ahora con los exámenes y el restaurante estoy algo ocupada.
Pero el motivo de mi visita es para darte una noticia, estoy embarazada, estoy esperando un hijo tuyo. — Ya está, ya he soltado la bomba sin anestesia.
Thiago se queda callado con expresión de estar sorprendido.

— Vaya, esta noticia no me la esperaba. — Se levanta del sillón rodeando la mesa toma asiento en el borde de la mesa para agarrarme las manos y besarlas.

— Me hace muy feliz la noticia Masiel. Pero lamento decirte que tú embarazo no llegará a su fin.

— Vaya, ¿ahora resulta que eres Dios para saber si llegaré al final de mi embarazo o no?

— Por supuesto que no soy Dios, pero me lo confirmaron las pruebas que te hice cuando me casé contigo. No somos compatibles Masiel. Puedes quedarte embarazada pero el embrión no se va desarrollar. No es la primera vez que me veo en esta situación y quiero avisarte.

— No estés tan seguro Thiago, he hablado con los doctores y me van hacer pruebas para que el embarazo cumpla su tiempo.

— Masiel, no te ilusiones, asimila que lo vas a perder porque es así. No tengo una respuesta científica para darte pero ya te lo he dicho, Raquel es la única mujer compatible conmigo.

— Y si llegara a nacer mi bebé, cabe esa posibilidad.

— Ojalá, y yo sería el hombre más feliz del mundo pero no creo que eso pase. De todas formas te voy a dar mis informes clínicos para que se los des a tu médico. Es lo único que puedo hacer por tí.

— Al menos estarás a mi lado. — Aprieto mis puños enojada del mal rato que estoy pasando.

— Por supuesto que estaré a tu lado. Cualquier cosa hazme la saber. — Lo miro en silencio analizando cada gesto y cada palabra dándome a entender que estará al pendiente como si fuera una mujer que va alquilar su vientre.
No veo rastro de felicidad, una sonrisa que me demuestre lo contento que está ni tampoco veo una pizca de cariño dirigida ha mi.
Exhalo varias veces antes de despedirme de Thiago quedando en que le avisaré sobre cómo va mi embarazo.

Al salir a la calle Ivy me espera, había hablado con ella pidiéndole de vernos.
Abrazo a mi amiga con mi mirada puesta en la nada totalmente desilusionada con el comportamiento de Thiago.
Tampoco esperaba que montara una verbena, pero algo de cariño ha podido demostrar.

— ¿Qué vas hacer ahora amiga? — La pregunta del millón. Miro a mi amiga respondiendo de seguir con mi embarazo.

Eso mismo hago, hablo con mi médico le entrego el informe clínico de Thiago y para mí sorpresa me dice exactamente lo mismo que me comentó él.
Tengo riesgo de perder al bebé.
Esa noticia me entristece mucho, al salir del hospital me voy a casa de Ivy, no quiero ver a nadie y solo quiero pensar que nada malo le va pasar a mi bebé.

— Masiel, mira esta noticia que se ha publicado por la redes sociales. — Con pena me muestra Ivy una foto donde se puede ver muy feliz a mi hermana luciendo un anillo de compromiso y a su lado Thiago sonriendo.
Al leer la noticia me quedo a cuadros al parecer se trata de una boda de reconciliación.
Miro atónita a mi amiga repitiendo varias veces «Reconciliación».

— ¿Cómo te has quedado Masiel? Tu hermana es muy astuta y malvada. ¿Cómo ha podido hacer algo así?

— Estoy segura de que lo ha hecho  para dar a entender que no fue con ella con quién se casó la primera vez y de paso ahorrarse la vergüenza de casarse con su ex cuñado.

— ¡Estúpida de Raquel! Mira que es mala.

— No conoces a mi hermana, es capaz de hacer cualquier cosa para obtener su beneficio y lo que desea. Y todo sea por lastimarme a consta de darle ese hijo tan deseado a Thiago.

— ¿Le vas a contar sobre tú embarazo?

— No. Tengo planeado de irme a Suiza. Lejos de todos y todo y al menos si me ocurre algo malo estaré apoyada por mi gente.

— ¿Los exámenes? Aún nos queda un trimestre.

— De eso ya he hablado con él director y me ha concedido la oportunidad de poder estudiar a distancia y presentarme a los exámenes en la universidad que elija de mi país.

— Oh, me da mucha pena que te vayas. — Abrazo a Ivy con pena, no tenía pensado irme a Suiza. Pero al verme en esta situación, quiero al menos estar rodeada de gente que me aprecie y me quiera en el caso de que algo malo me ocurra.

Dispuesta a poner mis ideas en orden evitando que me vean de sufrir y de qué mi hermana pueda llegar hacerme algo, me reúno con Orlando para hablar referente a lo estipulado en la herencia.
Me invento una historia de tener que volver a Suiza y allí seguir trabajando en el restaurante haciendo un trato con él para no tener que volver a Londres.
Orlando acepta encantado de poder ponerse al frente de la empresa de su padre.
No le digo nada sobre mi embarazo, total contra menos gente se enteren mucho mejor.
Lo que sí comentamos es la boda de Raquel con Thiago.
Orlando no puede salir de su depresión y yo no tengo ni idea de cómo consolarlo, si estoy para que me consuelen a mí.
Después de contarme sus aburridas penas que ya me las sé de memoria, le doy la razón como los tontos y me marcho hacia mí apartamento para recoger todo e irme a Suiza.
Pero claro, si yo creía que me iba a ir tan campante es porque no contaba con que viniera Raquel para pavonearse y tratar de darme envidia restregandome por los hocicos su anillo de compromiso.

— ¿Te gusta Masiel? Es precioso el anillo de compromiso. ¡Uchs! Perdón, no me había dado cuenta de que tú no tuviste nada.

— Me da igual un anillo puesto en mi dedo. Ahora quiero que me expliques porque has puesto en el anuncio que se trata de una reconciliación. — La encaro muy enfadada.

— Calma ratita. Es obvio que no podía decir que voy a casarme con mi ex cuñado. Imagínate lo que dirán en mi círculo social.
A fin de cuentas somos gemelas, y así puedo pasar desapercibida quedando mejor.

— Te has quedado calva maja pensando en cómo puedes hacer para salir airosa de todo.

— Dime una cosa Masiel. ¿Aún amas a Thiago? — Me quedo muda rozando mi vientre.

— Ese asunto no es de tu incumbencia.

— Te aviso, de que no irás a la boda.  Lo siento Masiel, pero no quiero que nadie nos asocie. Imagínate tú clase a la mía, pasaría mucha vergüenza, y a mi boda van asistir muchas personas importantes.

— Gracias por hacerme el favor de no pasar un mal rato, en el fondo sé que te preocupas por mí. De todas formas me voy a Suiza, no tengo nada que hacer aquí en Londres. — Le respondo con sarcasmo.

— Perfecto. No sabes cuánto me alegro de que no te lo tomes a mal. Bueno, tengo que dejarte que tengas buen viaje. Chaíto ratita.
Ya te iré contando sobre los preparativos.

Raquel se va y yo me quedo parada observando la puerta preguntándome porque me tiene que suceder esto a mi.
Siento miedo y al mismo tiempo creo que estoy arriesgando mucho por querer estar con Thiago.
Mi mayor ilusión sería que mi bebé nazca y poder decirle a Thiago que nuestro hijo nos va unir.
Por otro lado, él continúa con sus planes de casarse con Raquel.
Ya nada tengo que hacer, cuando un hombre no le demuestra a una que en verdad la quiere, no tiene sentido llorar y lamentarse por pretender ser correspondida, lo mejor que puedo hacer es  continuar con mi vida.
Ahora más que nunca debo de ser más valiente que nunca demostrando que puedo luchar contra viento y marea sola, sin esperar la compasión de nadie.
Cómo diría Petra Belmon;
"Perro herido bien sabe lamerse las heridas, solo para no volver a confiar'

Comienzo a preparar mi maleta y a despedirme de Ivy, la única persona a la que tengo que agradecer el haberme apoyado y ayudado en estos días tan imperfectos.
Llego al aeropuerto despistada, con la mente puesta en lo que voy a hacer cuando llegue a Suiza, sé que no debo pensar en el mañana porque nadie sabe lo que sucede en el futuro. Aún así, necesito creer de estar todo bien y podré luchar en la batalla más difícil de vencer.

Espero para que den aviso para la salida de mi vuelo, y como tengo hambre voy a comprarme un bocadillo a la cafetería cuando de pronto veo desde lejos a una persona que se parece a mí vecino.
¿Neil? ¿Es enserio, qué hace él aquí?

— Neil — Lo llamo a voces alzando mi mano para que me vea.

Cuando se da cuenta de mí, sale a mi encuentro.

— Masiel. — Pronuncia mi nombre a la vez que me abraza alzando me dos palmos del suelo.

— Oye, ¿Cómo es que estás aquí en Londres? ¿Te se ha perdido algo? — Le pregunto mientras me coloco la chaqueta.

— Que va, venía para hacerte una visita aprovechando que tengo vacaciones en el trabajo.
Tenía muchas ganas de verte vecina y quería darte una sorpresa. Hablé con Petra Belmon y le pedí tu dirección para poder verte. — Sus ojos castaños me examinan mientras su tacto acaricia ligeramente mi mejilla haciendo que me den ganas de llorar de emoción por verlo.

— Gracias Neil por venir. Pero justamente ahora mismo iba a coger un vuelo para Suiza.
Quiero volver a casa. — Pronuncio despacio en un susurro.

—Vaya, no sabía de tu regreso. — Se aparta abriendo sus ojos sorprendido.

— Ya. Si quieres puedes quedarte en mi apartamento el tiempo que quieras estar. — Le propongo sintiendo pena por él. Después de venir a verme me voy.

— Esto... No te preocupes, ahora mismo compro un billete y regreso contigo. Aquí no tengo nada que hacer. Venía para poder estar unos días contigo, y si regresas yo voy contigo.

Sonrío ante la ocurrencia de Neil. En parte me agrada que sin saberlo me está ayudando mucho.
Nos dirigimos al mostrador para comprar un billete pero no hay vuelo para ese día, debe de esperar dos días para coger el siguiente vuelo.
Nos miramos con extrañeza hasta que se me ocurre la idea de cambiar mi billete para poder volar con Neil.

Al salir del aeropuerto, propongo de ir a un hotel a Neil para que nadie sepa que sigo en Londres. Además, Orlando irá al apartamento y no quiero que vea a Neil.
En estos momentos, me siento como una tortuga queriendo esconderme en mi caparazón como si esa fuera la mejor solución de afrontar mis propios problemas cuando en realidad soy una cobarde por no tener la audacia de saber manejar la situación.
Neil no me dice nada al respecto hasta que llegamos al hotel y alquilamos una habitación.
Total, después de todo me da igual dormir en la misma cama con él.
Tampoco es que me vaya a dejar embarazada.

— Masiel, quería preguntarte si te ocurre algo. Te he notado muy extraña y te conozco demasiado bien para saber que esa manera de mirarme tan triste se debe ha algo.

— Exhalo varias veces para armarme de valor.— Neil, pasarme, lo que se dice pasarme me pasa de todo y de nada.
Pero en estos momentos quiero estar sola. Necesito pensar en lo que tengo que hacer para poder afrontar lo que me espera.

— Cuéntame por favor que te sucede. — Lo miro con atención dejando caer una pequeña lágrima por mí rostro a lo que él con mimo me la limpia.

— Neil... Yo... Estoy embarazada...— Bajo mi vista a mi regazo avergonzada.
Sin embargo, él me hace un gesto para que lo mire.

— No sientas vergüenza Masiel. Además es una bonita noticia la que me das. Alégrate Masiel, yo me alegro mucho por tí.

— Gracias. Espera que te cuento cómo ha sucedido todo y después me dices algo para levantarme la moral.

Empiezo a contarle toda la historia a Neil. Él desvía su mirada hacia la ventana para levantarse y darme la espalda dejando caer sus brazos ambos lados de su cuerpo haciendo un puño con sus manos.
Lo miro apenada, me acerco a él para apoyar mi mano en su hombro diciéndole de estar exhausta con todo lo que me sucede y más tener que asumir  la posibilidad de llegar a perder a mi hijo.
Mi cabeza cae hacia delante y aunque no quiero manifestar mi malestar varias gotas revoltosas caen sin mi permiso mientras acaricio mi vientre.

— Masiel, mírame. — Hago lo que me dice permitiendo caer más lagrimas. — No llores más por favor, tú no estás sola. Entiendo que debe ser un momento algo amargo para ti, pero sabes algo.
Te prometo que si no me sueltas de la mano yo tampoco voy a soltar la tuya. Haré lo posible para que estés bien y me perdones mirándome con otros ojos. Espero que valga la pena mi esfuerzo porque todo lo haré por tí porque tú vales todo para mí.

— Gracias Neil. No sé qué decirte, a ti no te corresponde está reponsabilidad, es a Thiago.

— Ese desgraciado me las pagar cuando lo vea. Y...¿Raquel? Tú propia hermana te deja a un lado sintiendo vergüenza por tí.
¡Qué clase de hermana hace eso!
Creía que Raquel era algo más sensata, no tan egoísta y tan...

— Déjala, el karma existe y sólo hay que dar tiempo al tiempo para que la vida le de su escarmiento. Y a Thiago, de él no voy ha hablar de momento. Pero según haga así responderé yo.

— Quería escuchar eso. Ven dame un abrazo y no te preocupes por nada, yo estaré contigo en las malas y en las buenas. Sí me alejo de ti es porque estaré seguro de poder hacerlo. Mientras tanto, seguiré siendo fiel a...

Neil se calla dejándome preocupada, incluso pienso que su  viaje a tenido que ser por algo.
Ahora mismo no deseo tratar el tema de los sentimientos. Simplemente quiero y rezaré para que mi bebé nazca sano y fuerte agradezcida por las palabras de apoyo de Neil. Lo conozco muy bien para saber que puede ser un completo idiota cuando se lo propone, pero es un encanto cuando es cuestión de ayudar a los demás.

Me siento muy agotada, he mirado el teléfono mil veces para ver si Thiago se preocupa de mí. Tan solo he recibido un mensaje deseándome buen viaje y avisarle cuando llegue a casa.
Eso haré, avisarle cuando llegue a Suiza.
Ahora quiero tumbarme y no pensar en nada, Neil se ha encargado de comprar algo para cenar y después de darme una ducha me quedo dormida abrazada  a Neil como si fuera un oso de peluche donde siento miedo y es mi único refugio para alejar el pánico residente en mi cuerpo.

Nada más levantarnos, debo de reconocer de sentirme algo más aliviada gracias a la compañía de Neil. Él se ocupa de comprar el desayuno, de animarme a salir para hacer algo de turismo.
Paseamos por las calles de Londres mostrándole un poco lo más hermoso de la ciudad. Subimos a un autobús sin techo para seguir viendo los lugares más importartes de la ciudad. Lo que en verdad me gusta de Neil es que sabe cómo hacerme reír con sus payasadas, sabe cómo entretenerme para no pensar en nada disfrutando del momento.

Al caer la tarde decidimos de ir cenar.
Pasamos al restaurante tomamos asiento en una mesa, pedimos nuestras comidas y en mitad de la cena noto como el semblante de Neil cambia.
Me volteo despacio para mirar en dirección donde tiene el puesta su mirada y cuál es mi sorpresa de ver a Raquel y Thiago cenando con otra pareja.
Neil aprieta su mandíbula, lo conozco y sé perfectamente que se le puede cruzar un cable y liarla parda y más sabiendo karate.
Así como el que no quiere la cosa le propongo de irnos al ver sus intenciones de levantarse.
Neil no me escucha, me da un pequeño empujón haciéndome a un lado para caminar directo hacia donde se encuentra Thiago y Raquel.
Empiezo a sentir un sudor frío recorrer mi espalda, sigo a Neil con la intención de que no la lie.
Demasiado tarde, Neil no se puede contener y acaba dándole un puñetazo a Thiago.
Todos en el restaurante se alborotan, los camareros vienen a poner orden y sacar del establecimiento a Neil.
Pago la cuenta sintiéndome cada vez más nerviosa.
Estoy a punto de cruzar la puerta cuando Raquel me agarra por mi brazo con fuerza llegando a lastimarme.

— ¿Qué pretendes con traer hasta aquí a Neil? Ahora lo utilizas para que golpeé a Thiago.

— ¿De qué hablas? — Frunzo mi ceño sin saber exactamente a lo que se refiere Raquel.

— Mira Masiel, me tienes harta. No haces una a derechas y parece que estás detrás de todo lo que yo quiero conseguir. Y sabes algo, da igual lo que  hagas porque siempre vas a estar por debajo de mí. Te he dicho muchas veces que no sabes a lo que te expones y tú sigues insistiendo en querer aquello por lo que tanto esfuerzo me ha costado conseguir.

— De verdad estás peor de la cabeza de lo que imaginaba. Tan ciega de avaricia estás que tu cerebro solo acepta pago con tarjeta y en tu mirada se ve el símbolo del dolar.
Me tratas como una vulgar, una inepta que no sé hacer las cosas y siempre ves en mi a tu peor enemiga. Te equivocas Raquel, somos hermanas, te quiero y siempre he estado a tu lado. ¿Porqué te comportas así conmigo?

— Porque no haces más que entrometerte en mis asuntos. Porque eres una envidiosa que tratas de echarme todo a perder y porque no te soporto cuando vas de samaritana por la vida haciendo creer a la gente algo que no eres. Yo sé quién eres Masiel. — Raquel grita culpándome de todo dando a entender que soy un monstruo.
Ya no. Se acabó Raquel. La paciencia tiene su límite y ella me ha herido lo suficiente como darle una cachetada dejándole claro que es una hipócrita sinvergüenza.
Alzo mi mano para darle otra pero alguien me para.
Mis ojos se quedan fijos en Thiago, su semblante me muestra a un hombre enfadado tal y como para decirme de no volver a molestar a Raquel.
Niego con mi cabeza mirando a mi hermana y como hace tan perfecto su papel de víctima.
La miro de arriba a bajo para clavar mis ojos en Thiago.

— Eres un idiota Thiago. Un imbécil por comportarte de este modo conmigo. Pero sabes, me acabo de dar cuenta que eres tan igual a Raquel que hacéis una perfecta pareja.
Ahí lo tienes Raquel, todo tuyo, porque a mí me has hecho un favor con abrirme los ojos y se caiga mi venda a tiempo.
No te voy a molestar Thiago, pero tampoco lo hagas conmigo.

— Te equivocas si piensas que vaya a olvidarte. Puede que me case con Raquel, pero es solo un matrimonio de conveniencia, tú siempre serás mía.

— ¿Quién ha dicho eso? ¿Tú? No me hagas de reír Thiago. Tú y yo hemos roto todos los lazos.

— ¿Estás segura Masiel? — Su pregunta me deja Kao.
Lo fulmino con la mirada mientras abraza a mi hermana consolandola.

— Masiel, ¿Estás aquí? Ven, vámonos o le parto la cara a este desgraciado. — Neil me agarra de mi mano y así, agarrados de la mano salimos hacia la calle donde en mitad de la acera lo abrazo fuerte escondiendo mi cara en su pecho.

— Masiel, no sufras por alguien que no te merece.

— No estoy llorando por Thiago, estoy sufriendo porque este bebé que llevo en mis entrañas es de él y aunque quiera siempre habrá una parte de él conmigo.

— Dime la verdad Masiel. ¿Amas a Thiago? — Jamás he visto una mira tan clara y concisa como la que estoy observando en estos momentos.

— Me enamoré de él Neil, pero ahora mismo mi nivel de amor hacia él está en el mínimo.
Y con el tiempo intentaré que desaparezca.
Ahora mismo, solo tengo recuerdos y un bebé suyo que no sé si va nacer o no.

— Quiero que sepas algo Masiel, siempre estaré para tí, nunca huiré ante las adversidades y tampoco dejaré de abrazarte.
Todo lo haré con cariño sin pedirte nada a cambio.
Salvo que seas sincera conmigo para así poder protegerte. — Me da un beso en la sien y volvemos abrazarnos donde dejamos que una pequeña agua fina nos empape pero no me importa porque sé que en estos momentos estoy resguardada de todo gracias a Neil.

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