Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

-29- De mal en peor

Llego al aeropuerto aguantando las ganas de llorar.
A quien voy a mentir, estoy más sola que la una, intento hacer las cosas como creo que debo hacerlas bien para no molestar ni lastimar a nadie y al parecer nada de lo que hago le agrada a nadie. Me llueven críticas y encima quedo por mala, lo que he hecho por Thiago al parecer se le ha olvidado rápido para ni siquiera venir a despedirme.
Mientras me tomo mi café hablo con Lisandro, por el tono de voz está más que enfadado y no es para menos.
Raquel ha vuelto hacer de las suyas, al ver que Orlando no tiene dinero lo ha dejado solo, pero me quedo helada cuando el motivo de su llamada es porque Orlando ha tenido un accidente de auto.
No tardo en ponerme nerviosa y preocuparme por Orlando, pregunto a Lisandro cómo se encuentra Orlando, no son buenas noticias por lo que en el último minuto no cojo el vuelo para París, prefiero cancelar el billete e irme al hospital para ver a Orlando.
Según me comenta Lisandro tuvo que pagar un helicóptero para que trasladen a Orlando de hospital.
Cargando mi maleta llego al hospital, son pasadas las dos de la tarde y Orlando sigue sedado. De Raquel no hay rastro. Ella al parecer no le ha pasado nada malo, me quedo más tranquila sabiendo que a mi hermana no le ha sucedido nada, pero me mata la angustia de ver a Orlando a través de un cristal durmiendo rodeado de cables conectado a un respirador.
Abrazo a Lisandro preocupados por el estado de salud de su hijo.
Apoyo las palmas de mi mano en el vidrio rezando para que nada malo le ocurra y pueda volver a ser el que era.
Una gota salada cae velozmente por mí rostro, el corazón se me encoje y creo que voy a desmayarme de tanto sufrimiento.
Lisandro me agarra por mí cintura ayudándome a sentarme, me ofrece agua y me deja su hombro para que me arrepese rompiendo a llorar con amargura.

— Masiel no te preocupes, Orlando saldrá bien, él es fuerte. — Su mirada cargada de agua mira en dirección a la habitación donde se encuentra su hijo, el está más dolido que yo y aunque se culpa por lo sucedido me pide perdón por intentar separar a su hijo de Raquel.

No digo nada, Raquel es mi hermana pero no puedo defenderla, ella misma ha demostrado lo que es, a mí solo me queda esperar que se recupere lo antes posible Orlando y coser mi herida por el amor que siento por él y continuar con mi camino.
Y por este mismo sentimiento que me atrae como un imán, paso noches sentada en la silla junto a Lisandro esperando que los médicos nos den buenas noticias.

Entre tanto, hablo con Lisandro el cual se encuentra destrozado por su hijo y mosqueado por el trámite de su divorcio. Según me dice ya no ama a su mujer, quiere encontrar una mujer que no sea tan interesada y al menos le algo de cariño y apoyarlo en sus momentos difíciles.
Pienso en sus palabras sientiendome identificada, yo soy más joven que él y aunque hablo con mis amigos y cuento con su apoyo no es lo mismo que tener a mi familia a mi lado.
Mi madre sigue con su vida junto a su novio viajando, y Raquel he quedado con ella en una cafetería para a hablar respecto a lo que está haciendo.

Horas después, me encuentro sentada enfrente de mi hermana, ella como siempre va vestida con ropa cara y maquillaje para lucir hermosa.
Yo simplemente llevo unos jeans,  con una zapatillas cómodas y una camisa a rayas con mi pelo hecho un moño.
La miro con desdén, bebo varios sorbos de café esperando que hable, como no tengo paciencia empiezo yo la conversación o acabaré por lanzarme a su pescuezo.

— Te veo muy linda para estar preocupada por Orlando. ¿No tienes vergüenza de no ir ni siquiera a preguntar por él?

— Habló la más indicada. La que se casó con Thiago sabiendo que no te ama, y mírate vas de buena samaritana y sigues siendo la misma estúpida de siempre que no obtiene nada. ¿De qué te sirve sacrificarte?

— Yo no tengo el corazón teñido de negro como tú. Sí, me casé con Thiago fue porque tú te escapaste con Orlando para abandonarlo cuando más te necesita.

— Para tu información ya hablé con él y discutimos ese mismo día del accidente porque sigue siendo el mismo imbécil de siempre. Pensé que podríamos estar juntos y casarme con él ya que lo quería, pero al quitarle su padre el dinero, para mí Orlando es un completo idiota.

— ¡Qué  decepción! Así hablas del hombre que supuestamente amas, dejándolo tirado cuando más te necesita. Solo te importa el dinero Raquel, eres igual que mamá, vais por vuestros intereses y así os va. — Raquel se echa a reír con ganas.

— Fracasada. Así es como te veo, Thiago se va divorciar de tí y yo me casaré con el, en parte me arrepiento de lo que hice. Pero sabes qué, ahí tienes a Orlando al menos su papá te acepta porque eres una persona que no te valoras, recoges mis migajas, te conformas con poco, eres tan idiota que esperas que tú príncipe venga a rescatarte de tus sueños de princesa con finales felices.
Siempre vas a ser una fracasada Masiel, serás una mujer sola, amargada atada a tu cuento de hadas que no existe. Me das pena.

Raquel se marcha siendo observada por varios hombres. Mientras ella luce espléndida yo doy pena.
Me termino mi café y llamo a Thiago para que me explique si es cierto que va casarse con mi hermana.
Su respuesta se hace esperar hasta la noche donde viene a visitarme a la habitación del hotel  comunicando me que mañana mismo  vamos a divorciarnos y me hace entrega de un sobre con dinero.
Lo abro despacio, miro que hay dinero dentro, ofendida se lo tiro a la cara levantándome rabiosa comienzo a decirle que se marche.
Si quiere el divorcio se lo daré pero yo no pido limosna y mucho menos necesito de su dinero haciéndole recordar que todo lo hice por su padre.
Echándome un último vistazo se marcha dejándome sola, miro los billetes esparcidos en el suelo pensando en la mala suerte que tengo y porqué demonios me sucede todo esto.
¿Qué estoy haciendo mal? Me repito a mí misma mientras me ducho dejando caer agua por mí cuerpo mientras  pienso donde me estoy equivocando.

— Hola Lisandro. — Respondo a la llamada con la esperanza de que me dé buenas noticias.

— Masiel me gustaría que vinieras al hospital, Orlando se está despertando.

— Voy para allá. — Mi voz suena alegre.

Cojo el primer taxi que veo y me voy directa hacia al hospital para ver a Orlando.
Al verlo despierto mi corazón salta de alegría y mis ojos se cargan de agua de la misma emoción de saber que Orlando está bien.

— Pasa tú primero Masiel, estoy seguro que querrás ver a mi hijo.

— Gracias. — No digo nada más y paso a la habitación temblando.

Veo a Orlando ahora sin tantos cables y respirando por si solo, tiene algunos moratones pero para mí sigue tan bello.
Sus ojos cafés me examinan, sus labios se abren para pronunciar mi nombre.
Estoy tan feliz de que me haya reconocido.
Tomo asiento a su lado sujetando su mano mirándole con cariño y lástima por verlo en su estado.

— Gracias. — Pronuncia débilmente.

— No me las des, estaba preocupada por ti. Me alegro mucho de que estés bien y fuera de peligro. — Beso su mano acariciando su cabello como si fuera un niño pequeño.

Me quedo unos minutos más haciéndole compañía hasta que es la hora de salir para que entre su padre.
Mientras Lisandro está con su hijo yo hablo con Donatella, ella me pide de ir a París o acabará despidiéndome.
Le ruego que me deje unos días más, pero ella se niega.
Acorralada por querer quedarme más tiempo con Orlando y deber de viajar por motivos de trabajo, debo de acceder  a lo que me dice Donatella.

— ¿Te vas? — Pregunta Lisandro ofreciéndome un vaso de café.

— Sí, Donatella me ha pedido, mejor dicho, me ha exigido que viaje a París o me quedaré sin trabajo. Lo siento mucho Lisandro pero debo de marcharme.

— No sientas nada, soy yo el que está agradecido contigo por todo lo que has hecho por mí y mi hijo. Se ve que en verdad lo amas y eso me alegra, pero me gustaría que tú amor hacia Orlando fuera recompensado y terminen casados queriéndose.

— Eso no va suceder. Orlando ama a Raquel, y en el corazón no se manda. Yo soy fuerte, y aunque me duela el rechazo de Orlando, entiendo que no tengo ninguna posibilidad, por lo que me marcho a París para seguir con mi vida.

— Masiel, quiero que sepas que estoy muy agradecido contigo y quiero recompensarte por lo que has hecho.
No dudes en llamarme cuando llegues a París porque quiero hablar contigo.
Gracias por todo Masiel. — Nos abrazamos algo más tranquilos pero triste de no poder seguir al lado de Orlando.

Antes de irme de Londres me reúno con el abogado de Thiago, al parecer él no quiere darme la cara, según su abogado tiene mucho trabajo y está de viaje. Según yo, es que no tiene vergüenza o me oculta algo.
Firmo los papeles de divorcio donde  veo plasmada la firma de Thiago.
Al menos las cosas se han hecho bien y ya nada me ata a él.
Aliviada, y quitándome un gran peso de encima me marcho hacia el aeropuerto poniendo rumbo a París.

El vuelo se me hace una eternidad, y al llegar de noche a la ciudad parisina siento un gran vacío en mi interior. Tengo ganas de llorar y al mismo tiempo de reír de lo patética que soy al preocuparme por los demás comiéndome la cabeza con cosas tan absurdas como si Raquel se llegara a casar con Thiago o qué pasará con Orlando.
Al salir del aeropuerto, el chófer de Donatella me espera. Desganada subo al auto mirando por la ventana las luces de la ciudad abrazada a mi misma temblando por dentro por saber que va ser lo que me va esperar mañana temprano cuando me reúna con Donatella.

Al llegar al apartamento tan frío y oscuro hace que mi autoestima baje más abajo del suelo, en estos momentos necesito alguien que me abrace o me de ánimos, el calor de una persona que me reconforte y me haga desaparecer este lamento que llevo arrastrando desde que salí de Londres.
Estoy cansada del viaje, me doy una ducha y me meto en la cama para que se me alivie el dolor de cabeza.
Duermo como una ceporra hasta que suena la alarma del teléfono.
Me levanto estirandome todo lo larga que soy para cambiarme de ropa y ver lo que me tiene preparado Donatella.

Llego al edificio caminando con mi mirada puesta al frente sujetando mi maletín de piel negra alzando mi cabeza ocultando realmente mi malestar, ante todo ser una tigresa en apariencia aunque por dentro sea una gatita asustada.
Toco ligeramente la puerta con mis nudillos entrando con paso de militar a la oficina de Donatella.

— Buenos días Masiel. — La expresión de su mirada no es nada agradable.

— Buenos días Donatella, qué gusto verte. — Hablo con normalidad cuando por dentro estoy echa un flan de huevo.

— Yo también me alegro de verte y de que termines el proyecto, espero que te esfuerces ya que vas con retraso y necesito que todo salga bien. — Me quedo unos segundos callada mirando directamente a sus ojos intentando descifrar qué le ocurre conmigo.

Anteriormente se portaba muy bien conmigo y ahora me trata como una empleada más que le da lastima de despedir.
Me levanto asintiendo con la cabeza muy obediente camino para mi oficina donde la entrar tomo asiento detrás del escrito comenzando a trabajar en el proyecto mientras leo los emails de Donatella sin tener noticias sobre Thiago.
En parte me gustaría saber cómo sigue, y por eso en la hora de descanso llamo a Manuela para preguntar cómo le van las cosas y de paso cotillear.
Manuela me comenta que Thiago sigue de viaje intentando encontrar la solución para que la empresa siga en pie y de Raquel no hay rastro, al parecer se ha ido a Suiza para continuar trabajando en la empresa.
Siento un gran alivio de saber que Thiago no está con Raquel y al mismo tiempo me siento preocupada por Orlando, no entiendo que me pasa con este hombre que me tiene suspirando imaginándome de estar algún día juntos.
De ilusión también se vive y no se paga impuestos pero se llega a pagar un precio alto al desvanecerse uno a uno los sueños que tengo dirigidos hacia Orlando.
Y hablando de ponerme de mala leche, me llama Raquel. A ver qué quiere la pija esta.

— ¿Qué quieres hermosa? — Respondo desganada.

— Nada, solo quería que supieras que estoy en tu casa porque mi apartamento lo están renovando y no puedo estar durante semanas. Sabía que me dejarías estar en tu casa y con estas vistas tan buenas que tengo.

— Escúchame con atención Raquel, ni te se ocurra hacerte pasar por mí para meterte en la cama con Neil, si lo haces juro que te mato. ¿Me he explicado?

— Tranquila hermanita, no estoy tan desesperada como para meterme en la cama con Neil, tengo otras cosas en mente y soy demasiada guapa y tengo demasiado glamour como para andar con gente se barrio.

— Esa gente de barrio a la que tú miras por encima del hombro, son nuestros vecinos, gente humilde y con un gran corazón. A veces el dinero nos ciega y no somos capaces de recapacitar para valorar lo que tenemos.

— Que si Masiel, lo que tú digas. Te dejo tengo trabajo, ah. Se me olvidaba decirte que estoy trabajando de nuevo con Thiago.

— Me alegro por ti. Yo también tengo trabajo ya hablamos.

Inmediatamente llamo a Neil avisándole de lo sucedido. Mi guapo vecino se echa a reír con ganas asegurándome de mantenerse lejos de Raquel.
Respiro aliviada siguiendo trabajando en el proyecto hasta que comienza a atardecer y pronto sale la luna avisándome de que llevo demasidas horas sentada delante del ordenador.
Agotada, salgo del edificio mirando hacia el cielo como empiezan a caer las primeras gotas.
Camino buscando una parada de bus cuando un auto todoterreno color plata se para justo a mís pies.
Sentada atrás se encuentra Donatella mirándome de arriba abajo reparando en mi atuendo.

— Necesito que me acompañes a una fiesta. — Me suelta la bomba dejándome perpleja.

— Pero... ¿Tú has visto las fachas que llevo?, como que no llevo un vestido de fiesta.

— Por eso no te preocupes, he pensado en todo y solo debes de cambiarte cuando lleguemos. — Fijo mi vista en la bolsa de plástico situada al lado de Donatella.
Subo al auto hablando referente al proyecto hasta que llegamos al lugar donde se va a la una fiesta.

Sin saber que hacer exactamente, sigo a Donatella hasta un apartado. Allí, junto a una muchacha morena y joven es la encargada de ayudarme arreglarme para pasar de la guarra cenicienta a la princesa Aurora, porque ojo el sueño que tengo.

Salgo ya arreglada con un vestido granate muy elegante por cierto en busca de Donatella, pero con quién me topo es con Thiago.
Vaya, desde que no lo he visto se ha dejado barba.
Tampoco le sienta tan mal, de verdad no entiendo que hace para lucir tan sexy el mongolo este.
Me quedo parada esperando que me diga él algo, como suponía viene con dos copas de champagne en la mano, mejor que me hubiera traído una bandeja de comida porque ojo como me crujen las tripas, al mediodía casi no he comido.

— Buenas noches Masiel. — Con una sonrisa tierna me hace entrega de la copa sin quitarme el ojo de encima.

— Gracias señor Ankara, me da mucho gusto verlo.

— Yo también digo lo mismo. — En verdad este hombre me desconcierta, de lejos lo veo furioso y de cerca lo veo como si quisiera comerme entera.

— ¿Cómo sigue su madre? — Le pregunto para que deje de mirar el escote y me mire a los ojos.

— Sigue muy triste, no asimila aún la perdida de mi padre de hecho me ha pedido que te busque para reunirse contigo, quiere tener una conversación contigo.

— ¿Conmigo? ¿De qué quiere hablar? — Estoy que no salgo de mi asombro.

— No sé que es lo que exactamente quiere hablar mi madre contigo. Solo te pido que la esperes, en tres días viajará a París para reunirse contigo.

— Tranquilo de aquí no me voy sin terminar el proyecto.

— Lo sé, después volverás a Suiza.

Somos interrumpidos por varias personas para hablar de negocios, mientras tanto yo me quedo pensando que es lo que exactamente quiere hablar Manuela conmigo.
Entre tanto charlo
con algunos empresarios, mujeres amargadas cincuentonas que tienen menos conversación que un loro y por supuesto con Thiago preocupándome por su actitud tan protectora y amable que tiene sobre mí y más cuando un hombre con menos de cincuenta años habla conmigo, él inmediatamente entra en la conversación poniéndose al lado mío dando a entender que es mi guardaespaldas.
Exactamente no termino de entender el juego de Thiago por lo que decido ir a la otra punta del salón para perderlo de vista, pero cuál es mi mala suerte que acabo teniéndolo pegado a mí como si fuera mi sombra.

— Thiago, ¿Puedes dejar que corra un poco aire entre nosotros? — Pregunto intentando ocultar mi malestar.

— No puedo, estás tan bella está noche con el vestido que te he regalado, tanto que hay varios hombres que te han echado el ojo y no voy a permitir que entren en mi propiedad.

— ¿De tu propiedad? Lo que me faltaba por escuchar. Yo no soy propiedad de nadie, salvo del estado porque tengo que pagar impuestos, pero de tí no. Y si algún hombre me quiere conocer ese no es tú problema, te recuerdo que no estamos casados.

— ¿Tu crees? Aún no hemos firmado el divorcio delante de un juez para que nos anulen el matrimonio.

— ¿Qué? ¿Perdón? Me estas queriendo decir, espera, ¿me estás diciendo que aún seguimos casados? Pero si yo firmé los papeles de divorcio y tú también.

— Delante de mi abogado. Pero esos papeles no se han presentado ante un juez, por lo que aún seguimos casados Masiel. Tú eres mi esposa, señora Ankara.
Y ahora vayamos a bailar.

— No. Contigo no voy no a coger alcachofas.

— Ven, y no montes un escándalo la gente te observa.

— Pues que miren, yo no quiero bailar contigo. Vamos es que no quiero tener nada que ver contigo.

— Debo informarte que tienes que ver conmigo.

Thiago tira suavemente de mi mano hacia la pista de baile donde hay varias parejas bailando.
Estoy demasiado furiosa como para contar cuántas personas me están observando, intento hay con disimulo deshacerme del acercamiento de Thiago pero él no está por la labor de dejarme ir.

— Relájate y actúa como una profesional.

— No puedo relajarme después de lo que me enterado, eres el mismísimo diablo vestido de esmoquin.

— Entonces tú eres mi ángel, la que me salvará de mi infierno para llevarme al paraíso donde tu mayor tesoro será mío pero cuando decidas será tarde porque el fuego se habrá apagado.

— Esto qué es un acertijo o es que estás diciéndome una premonición.

— Abre  los ojos y cierra la boca, no confíes en nadie y actúa antes de tiempo para que no te vean como una completa idiota, se van aprovechar de tí, no hagas todo lo que te dicen porque vas acabar muy mal parada.

Si digo que sus malditas palabras no me están dando miedo es porque me estoy mintiendo.
Y a decir verdad no sé qué clase de acertijo me acaba de decir para dejarme más confundida y demasiado sensible como para pensar que es exactamente lo que me ha querido decir.
El baile termina gracias a Dios y yo salgo corriendo del salón buscando a Donatella la cual se ha marchado hace un buen rato.
Maldiciendo busco un taxi, al parecer van a tardar en venir.
Espero en la calle más helada que una llave hasta que alguien llama mi atención pronunciando mi nombre.
Miro en dirección donde procede la voz y es el chófer de Thiago.
El hombre me saluda y se ofrece de llevarme a casa, se lo agradezco ya que tengo mucho frío y nada más sentarme en el auto el calorcito me alivia pero mi cabeza sigue dándole vueltas al comentario de Thiago.
Maldito sea, primero no se divorcia y ahora me deja con esta maldita incertidumbre que me está matando.

Llego a casa, mando algunos mensajes a Loles contándole lo que me sucede cuando ella me dice que está en París trabajando desde hace días para Sabatino.
Los dedos se me quedan helados y mi corazón late tan deprisa que siento demasiado enfado por quedar ahora mismo como una estúpida.
Se suponía que debía saber que mi mejor amiga está en París y nadie me ha dicho nada cuando Chechu lo sabía y hablé con él ayer mismo.
Me siento traicionada por mis mejores amigos.
Trato de quitarle importancia al asunto para mandarle un mensaje a Loles diciéndole que me alegro por su trabajo proponiéndole de vernos para ponernos al día.
Espero la respuesta de Loles, al parecer no quiere contestarme y eso termina por molestarme más.
Me quito el vestido dejándolo con cuidado en la percha para llevarlo mañana a la tintorería para devolverlo a Thiago no quiero nada de él.
Una vez que me he quitado el maquillaje, me pongo el pijama me quedo dormida hasta que alguien me despierta de madrugada.
Es Lisandro diciéndome cómo va la recuperación de Orlando.
No importa la hora que es, me alegro mucho de saber que pronto Orlando será dado de alta y se pondrá en manos de fisioterapeutas para recuperarse pronto.
Sin embargo me quedo atolondrada  cuando Lisandro me comenta algo que me deja descolocada con mis manos temblando notando pequeños golpes en mi estómago de lo asombrada que estoy a lo que me ha dicho Lisandro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro