-23- Compromiso y falta de memoria
El auto para, y como una estrella de Hollywood bajo con ayuda del chófer el cual, se despide de nosotras para venir más tarde a regernos.
Entro junto a Donatella a un hotel muy elegante con la estructura antigua. Yo diría que fue construido cuando nació la reina de Inglaterra por lo menos.
Fijo que aquí se celebró las primeras olimpiadas.
Sin separarme de Donatella nos dirigimos hacia un gran salón donde hay varias mesas decoradas con manteles de tela roja y blanca, flores, vajilla blanca de porcelana, copas de cristal con un filo de oro, cubertería de plata reluciente y una lámpara grande de cristal de araña como la que tenía el Titanic.
Todo es muy elegante, hasta las alfombras son muy bellas.
Todo lo que veo del salón me encanta, es un lugar que te hace viajar en el tiempo, a la época victoriana y al mismo tiempo estás en el presente.
Veo a grupos de personas a cual más joven, el que no tiene sesenta años es porque acaba de regresar de la segunda guerra mundial.
Miro para todos las direcciones a las personas hasta que Donatella me propone de acercarnos hasta un corrillo de personas maduritas.
¡Qué juventud!
Donetalla avanza hacia el grupo de veteranos donde habla unos minutos animadamente hasta que hace las presentaciones.
— Masiel me gustaría presentarte al señor Lisandro Prill y a su esposa Beatrice— La esposa por supuesto es mucho más joven que él. Extiendo mi mano algo inquieta ante la mirada del empresario tan extraña.
Por lo bajito Donatella me dice que ese señor es el padre de Orlando.
— Mucho gusto Masiel, pensábamos que eras otra persona por tu parecido físico.
— Quizás se quieran referir a Raquel, su hermana gemela. — Aclara Donatella.
— Vaya, no sabíamos que Raquel tenía otra hermana. Según nos contó fue adoptada. — Será cabrona. Mentirosa se le queda corto.
— No señor Prill, mi hermana y yo sólo somos huérfanas de padre, mi madre aún vive y siempre hemos vivido en el mismo hogar en un barrio humilde. — Alzo orgullosa mi mentón aclarando de ser pobre pero honrá, donde no siento vergüenza al decir que soy una persona sencilla y no vengo de alta cuna como ha querido hacer creer Raquel.
— Vaya, eso solo me confirma mis dudas referente a Raquel.
— Discúlpeme, pero tiene que saber que Raquel es mi hermana y no permito que hable mal de ella, pero sus acciones son de ella yo no tengo nada que ver en lo que ella haga o haya hecho.
— De acuerdo, tomaré nota de ello. — Lisandro me lanza una mirada negra y yo le mantengo la mía dejándole claro que no me dejo de avasallar tan fácil.
A continuación, Donatella me presenta a Gregorio Ankara y su esposa Manuela.
Al menos los padres de Thiago son más encantadores, por lo menos me miran con compasión y no como el padre de Orlando que parece que le debo algo. Y la esposa, la pobre parece que está en Babia, mirando sus uñas y cuando no el teléfono.
Comenzamos con una conversación fluida sin más percances hasta la hora de la cena.
Todos juntos tomamos asiento en la misma mesa redonda donde nos sirven la comida acompañada de un buen vino.
Mientras yo trato de evitar la mirada de Lisandro hablando de cualquier cosa, él se limita a lanzarme indirectas haciendo que mi paciencia llegue al máximo.
— Señor Prill, ¿Me conoce para tener que molestarse por cual comentario que hago referente al trabajo? Digo, porque sus indirectas son más que evidentes que no le agrado. — Se hace un silencio y Donatella me mira de una manera asombrada.
Sin embargo, el padre de Orlando continúa observándome masticando como las cabras sin decir nada.
Donatella, algo nerviosa propone de hacer un brindis para suavizar el ambiente y continuar cenando en un ambiente un poco más relajado.
Mientras me tomo el café, hablo con los padres de Thiago, el padre me cuenta que tuvo un ictos y a pesar de estar bien aún se siente debil y feliz porque vaya a casarse con Raquel.
Ahí es donde aprovecho para enterarme como fue de que Raquel es tan privilegiada.
Gregorio hace un gesto como de no querer hablar, mientras yo lo miro entrecerrando mis ojos a lo que aprovecho para lanzarle la pregunta cuando su esposa no está.
— ¿Porqué mi hermana fue su favorita para entrar a trabajar en la empresa? Y no me diga que es muy inteligente, porque conozco muy bien a Raquel.
— Masiel no pienses como todos te lo ruego. Sí, Raquel fue un capricho en el momento que pasé a un club y la vi bailando tan sensual y con su mirada tan triste.
Hablé con ella, estaba muy mal tanto que quería quitarse la vida.
La ayudé económicamente, y conforme pasaban los días más cariño le tomaba, pero no el que tú piensas.
Ella me dijo que no tenía familia, estaba sola y la familia Prill le había tratado muy mal incluso me dijo que estuvo en una clínica para abortar.
Sentí mucha pena por ella y por eso la ayudé pero no sabía nada referente a tí y mucho menos sobre tú madre.
— Raquel y su manera de querer obtener todo por la vía fácil.
— Percibo una mezcla entre ganas de asesinar y vergüenza ajena.
Gregorio se da cuenta de mi malestar y me lleva hadta donde se encuentra Donatella hablando con su esposa y otras personas más para seguir pasando lo que queda de noche hasta que llega la hora de marcharnos.
Donatella está algo preocupada por algunos negocios que no se han dado como ella esperaba, hablamos sobre ello hasta llegar al hotel donde al adentrarnos en el ascensor para subir a mi suite, Donatella se despide mi agradeciendo el haberle dado ideas sobre ventas.
Con una cálido beso en mi mejilla se marcha hacia su suite situada a dos metros de la mía y yo entro directa al baño para darme un baño en el jacuzzi, ya que de estos baños no voy a tener más.
Sumergida en la pedazo de bañera escucho mi teléfono sonar, al mirar la pantalla veo ni más ni menos que me está llamando Neil.
Siento un pequeño hormigueo en mis tripas, acepto la llamada y al escuchar su voz es una sensación demasiado agradable para mis oídos y mis sentidos.
— Buenas noches Masiel, ¿Como estás? — Su voz aterciopelada suena tímida.
— Neil, qué tal. Pues mira ahora mismo estoy en Londres en un viaje de negocios y no veas qué chulada de habitación me ha pagado la jefa.
Estoy en remojo como los garbanzos y tú tienes faena para esta noche.
— No, de hecho desde que estuve con Raquel no he vuelto a estar con otra chica.
— ¿No me digas que te has subido al carro de los fans de mi hermana? Ya sí que me da la risa.
— No, estoy muy arrepentido Masiel, te prometo que no supe diferenciarlas, de hecho ella misma me aseguró que eras tú y me habló de lo enamorada que estabas de mí. Le he dado vueltas Masiel y aunque no tuve respuesta a lo que me dijiste, lamento mucho lo sucedido. No era mi intención hacerte daño porque eras tú con quién quería estar, no con Raquel. — Nos quedamos callados un rato escuchando nuestras respiraciones.
— Tranquilo Neil, yo... Ya sabes cómo soy, y sí. Me gustas mucho pero en estos momentos quiero centrarme en mi carrera, en esta oportunidad que me han dado y no quiero desaprovecharla.
— Entiendo, y me parece perfecto tú decisión, incluso te animo para que te conviertas en toda una ejecutiva.
Yo seguiré acordándome de tí, esperándote para que llegue el día que podamos vernos de nuevo, con ansias, sin tregua llenando me de ilusión para volver a verte. Mientras, me conformo con poder escuchar tu voz y saber que la distancia no es nuestra enemiga, sino nuestra aliada. — Me quedo asombrada por las palabras de Neil.
Jamás hubiera imaginado que llegara el día que me hable de este modo.
Mi marido del futuro ha regresado, tarde pero al menos las esperanzas siguen ahí, que se cumpla o no eso es caso aparte.
— Neil, todo está perdonado, pero no vuelvas hacerlo capullo. Y bueno, yo ahora no tengo la cabeza para amoríos, pero aquí estoy para lo que necesites. — Me excuso con una negativa por no decir lo mucho que me dolió su metedura de pata y en verdad, yo también quiero poder verlo de nuevo.
Me despedido de mi vecino favorito, to' guapo él, para hablar con Loles y contarle la novedad.
Nos mandamos mensajes hasta que una llamada de Orlando me interrumpe la conversación.
— Dime Orlandito que te pica para que me llames a estas horas.
— Masiel necesito verte. — Este hombre delira.
— Estoy en Londres querido, como mucho haz una videollamada y nos vemos.
— Estaré en Londres mañana. Por favor, dime en qué hotel te hospedas para ir a buscarte.
— ¿Pasa algo malo y yo no me enterado?
— Pasa que Thiago va llevar a Raquel a Londres para formalizar su compromiso. Necesito verte para que hables con Raquel y trates de impedir que haga una locura. — Ruedo mis ojos pensando si es idiota o aún tiene garantía para devolverlo.
— Vale, hablaré con Raquel pero no te prometo nada. — Se hace un silencio.
— Gracias, Masiel que tengas buena noche nos vemos mañana.
— Hasta mañana.
Corto la llamada y me quedo mirando el teléfono como si me fuera a predecir mi futuro.
En cierto modo me siento como Caperucita Roja buscando el camino para llegar a la casa que abra la puerta de mis sueños.
Ilusionarse no tiene nada de malo, querer obtener aquello que tanto deseas y ves como diariamente trabajas duro y sigues quedándote con lo mismo porque tus posibilidades no te permiten avanzar y es ahí cuando sientes que tu mundo no avanza y cuando crees que ya lo has obtenido, algo trágico sucede para quitarte de nuevo esos sueños.
Sueño despierta con tener aquello que merezco, mis dudas acechan impidiéndome avanzar y cuando creo que el silencio se está volviendo mi enemigo y debo de expresar lo que siento todo se vuelve en mi contra cargando una cruz pesada de responsabilidad, de palabras de otros que me ven con malos ojos mis acciones.
Tengo o no que ayudar a Orlando, yo siento algo por él, quizás sea atracción física, porque también creí haberme enamorado de Neil, y todo se evapora en el momento que vi a Raquel en su apartamento.
Y al final yo sigo estando sola, mientras que ella va conseguir lo que más desea.
Intentaré hablar con ella, aunque sé que va ser en vano tratándose de lujos y llevar una vida de confort la pija no va ha cambiar de opinión.
Mejor me duermo y ya veré qué hago mañana.
¡Uhmm! ¡Qué bien he dormido!
Porque no me cabe el colchón en la maleta, sino me lo llevo.
Pero las toallas voy a echarlas ahora mismo antes que se me olvide.
Me levanto como una rosa, hacia tiempo que no tenía esta sensación de relajación en mis músculos.
Salgo del baño lista para ir con Donatella a una reunión, agarro el minúsculo bolso que no cabe nada y al salir me voy directamente hacia recepción para esperar a Donatella.
Al verla pienso en mi suerte, y ahora más que nunca estoy decidida a seguir con mi propósito.
Donatella me lleva hacia una de sus tiendas, allí me explica las ventas, los nuevos productos y al paso me presenta a la gerente.
Charlamos con ella mientras yo tomo mentalmente anotaciones de todo lo que la gerente nos explica.
Finalizada la conversación vamos a comer a un restaurante cerca de la tienda.
Antes de entrar me encuentro con Orlando.
Nos saludamos y juntos pasamos dentro del restaurante para comenzar a comer.
Durante la comida hablamos de cosas personales, hasta que llega mi turno y como no tengo pelos en la lengua, digo a Orlando lo que pienso de su padre.
Él, simplemente agacha su cabeza como si estuviera avergonzado.
Decido no proseguir con la conversación y seguir comiendo con la boca calladita para que no me entren moscas.
Al salir del restaurante, Donatella se disculpa por tener que marcharse dejándome sola con Orlando y sus tristezas.
Caminamos directos hacia un parque, donde ya harta de no hablar nada empiezo diciéndole que debe de admitir lo sucedido con mi hermana e intentar hacer su vida.
Él me dice que sí, dándome la razón pero no puede arrancarse el amor que siente hacia mi hermana y saber que Thiago se va casar con ella lo mata.
Trato de convencerle de lo equivocado que está, pero el hombre más terco que una mula sigue en sus trece de morir amando a Raquel.
Menos mal que llega la noche y puedo hablar con Raquel por teléfono. Cuando la niña se ha dignado a responder. Odiosa.
— Mira ratita estoy muy feliz con mi buena suerte, justamente es lo que quería, y me da exactamente igual lo diga Orlando. Ya fui su novia y no supo valorarme ahora es tarde que se fastidie.
— Era más mala que arrancao. De verdad que me jode todo lo que sale por tu boca. Además, tú fuiste la primera en mentir, fuiste la que causó la desconfíanza en su familia lo que provocaste nadie tuvo la culpa salvo tú. Ahora no me vengas haciéndote la inocente.
— Di lo que quieras. Thiago va ser mi marido y eso es lo que cuenta. Lo que me interesa.
— El interés no te va llevar a ningún lado, pienso que tú egoísmo el karma te va devolver lo que haces. Por supuesto, cuando quieras darte cuenta será tarde. Piensa en Orlando y cuánto te ama. Y tú también lo amas, deja a un lado tú maldita avaricia y no sigas adelante con este juego porque vas a salir mal parada.
— Escúchame Masiel, no necesito de tus consejos. Más bien, deberías utilizarlos para tí misma y no te creas que vas a llegar a donde yo he llegado por tener tanta confianza con Donatella. Tarde o temprano volverás a trabajar como camarera viviendo en ese barrio tan pobre. Cuídate tú misma y no te preocupes por mí. — La llamada finaliza y mi ira aumenta.
Si no fuera porque no puedo vivir sin teléfono ya lo hubiera estrellado contra el suelo por no tener a Raquel delante y darle su merecido.
A todo esto, debo de reunirme con Orlandito y decirle que tiene dos caminos o huir al polo norte y hacerse una choza o tomar las riendas de su vida.
Orlando me responde a la llamada en tono desesperado, tratándose de Raquel todo va seguir igual, pero este cabezón se lamenta y a mí me dan ganas de llorar por pensar que un hombre tan bueno ame con tanta intensidad a la modorra de mi hermana.
Como es habitual cada vez que me levanto me doy un baño relajante para vestirme con trajes caros, me miro al espejo y apenas me conozco.
Tan sólo llevo un mes involucrada en el mundo de los negocios para volverme otra persona.
Admito que estoy muy estresada, y apenas respondo a los mensajes de mis amigos, espero que no se lo tomen a mal solo deseo que todo esto acabe pronto y volver de nuevo a mí hogar.
Por eso me estoy arreglando como Sofía Loren para asistir a la comida que se dará hoy en casa de Thiago con el motivo de poner fecha para su boda.
Cuando la estelista se marcha, salgo de la suite dirección a la calle donde me espera el chófer prestado de Donatella para llevarme hasta la casa de los futuros suegros de la pija.
A decir verdad, estoy muy bella, me gusta mucho el peinado y el vestido me hace parecer a la duquesa de Cambridge.
Una hora después, llegamos a la casa de los padres de Thiago situada a las afueras de la ciudad en un lugar muy tranquilo rodeado de naturaleza y todo es silencio respirando aire puro para mis pulmones.
Bajo del auto despacio admirando el bello paisaje mientras camino hacia la casa donde soy reciba por Manuela, por su sonrisa debo de adivinar lo feliz que está por presenciar el compromiso de su hijo.
Manuela me lleva hacia un jardín donde veo a mi hermana interpretando su papel de nuera perfecta. Con andares de modelo de pasarela pisando huevos viene hacia mí para darme un abrazo y dos besos. Eso es por si no le ha quedado a nadie claro que mi hermana me ama a pesar de nuestros encontronazos.
Le sigo el juego porque no quiero ser como ella y mucho menos crear una imagen de mí que no soy.
Agarraicas de la mano, Raquel me presenta a un grupo de amigos, la muy astuta sonríe como diciendo ya me ha tocado la lotería de por vida.
Como es de suponer, no todo es de color del arco iris, y cuando aparece Orlando junto a Thiago la pija se queda más pálida que un zombie.
Y no es para menos, Orlando está demasido hermoso como para no hacerle un favor y Thiago está que cruje vestido de manera informal y con una sonrisa en sus rostros haciéndoles más bellos.
Orlando toma mi mano, y si no fuera poco me rodea por la cintura susurrándome a la oreja de seguirle el juego.
¿Qué hago? Pienso yo para mis adentros mientras lucho una batalla interior por su maldito contacto y porque mi cerebro no se pone de acuerdo con mi cuerpazo de querer comunicarse con el suyo y tengo que fingir.
Hago mi actuación enfrente de mi hermana y cuando puedo me separo de Orlando dos metros y espérate que cuando lo hago me encuentro al padre.
Por supuesto, el buen señor me lanza una mirada de querer asesinarme, pero yo le lanzo una de querer hacer el amor con él. Paz y no guerra.
— Vaya, veo que te llevas muy bien con mi hijo. — Sus palabras son cuchillas afiladas.
— Enefecto señor Prill. Orlando y yo somos muy buenos amigos, pero tranquilo, que no hemos cruzado otro muro que no sea el de la amistad.
— Pienso que eres como tú hermana, pero mírala como se las ha ingeniado para casarse con Thiago.
— Le doy la razón, hasta siento lástima por Thiago por cargar con mi hermana. En fin, el amor es ciego.
— Estoy de acuerdo contigo, Thiago no debe casarse con Raquel.
— ¿Lo dice porque no se aman, o porque no está libre de que le pongan los cuernos?
— Ambas cosas. Mejor que tú no conoces a tu hermana.
— Casi le puedo decir que no la conozco, pero no veo bien lo que hace y todo por interés donde el dinero está por encima de los sentimientos. Eso no es así, el amor no se compra, se ofrece, se demuestra y se intercambia sin pedir nada a cambio. — Veo como Lisandro me mira de arriba abajo y al pasar un camarero me ofrece una copa de champagne.
— Brindemos por los futuros novios.
— Si vamos, que encima le va tener que agradecer a Thiago que le quite de nuera a mi hermana. — Me echo a reír.
— Exacto. Aunque he intentado de hablar con Gregorio para que no la acepte, él está conforme con este matrimonio quizás sea por su enfermedad otra explicación no le encuentro.
— Pero quién me da más pena es Orlando. Ama a Raquel y ella a él. — Suspiro mirando a mi hermana cómo sujeta a Thiago del brazo como si se lo fuera a llevar el aire.
Nos quedamos en silencio cuando Thiago empieza hablando supuestamente sobre sus sentimientos hacia mi hermana, ella le responde que lo ama pero mira a Orlando no a Thiago.
Veo a Orlando con su cabeza gacha y sus manos echas puños, me disculpo con su padre que hasta amigo me lo echado, para ir a consolar a Orlando que aunque quiera sonreír sé cómo sufre por dentro.
—Yo misma sé cómo te sientes cuando te desilusionas y crees que todo ya está perdido.— Le digo mirando sus ojos rasgados en agua.
Nos alejamos un poco de la gente y a solas le pido a Orlando de que olvide a mi hermana y siga con su vida.
Él, con sus ojos cafés me mira entristecido haciéndome prometer que buscará una solución a su desamor.
Lo abrazo dándome el olor a su perfume haciéndome recordar a Neil las veces que lo he abrazado y como me encantaba el olor a su perfume.
Me entristece recordar que ya las cosas no serán como antes.
Y como se suele decir, el alcohol cura las heridas y para no variar durante el tiempo que dura la fiesta Orlando y yo bebemos porque nos sentimos unos desdichados, entremedias nos se escapan unas lágrimas y si él llora yo también. Para evitarlo abrimos otra botella de whisky y ya no sigo contando porque no recuerdo más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro