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-16- Jamás lo hubiera esperado

Aquí ando echa un lío pensando en las palabras de mi hermana y lo que ha ocurrido entre Orlando y yo. A decir verdad, no sé qué hago comiéndome la cabeza si él hasta el momento no se ha sobrepasado conmigo. Ha sido sincero o al menos eso creo.
Miro a mi marido en un futuro muy lejano como está tendiendo la ropa, lo saludo pero él no responde.
Llevará los auriculares puestos porque mi Neil no es un borde. ¿O sí?
Para saber lo que le ocurre lo mejor que puedo hacer es ir a pedirle vinagre.
Toco la puerta de su apartamento y como ya me esperaba sale a recibirme sin camiseta, su piel brilla por el sudor, su cabello está húmedo y mi pipitilla ya ha comenzado a calentarse.
Estoy segura de que Neil es el hombre que amo, no puedo pensar en otro hombre que no sea en él, porque además de lo que me gusta, sé que él debe de sentir algo por mí.

— Dime Masiel, ¿Querías algo?

— Vinagre. Necesito vinagre y saber qué te ocurre, llevo unos días observando tu actitud tan pasota conmigo.

— Vaya, precisamente me habla la nueva pija del barrio.
Desde que traes a tus rollos pijos al barrio has cambiado Masiel.

— ¿Yo? Tú estás peor de lo que yo imaginaba. Punto uno. No soy ninguna pija. Punto dos: Si me revuelco con un pijo es asunto mío, tú lo haces muy a menudo y yo no te digo nada, claro porque tampoco me importa. Y punto tres: ...

Beso. Sí, Neil me ha besado, bueno no me ha metido la lengua hasta las anginas pero sus labios chocolate han chocado fuerte con los míos haciéndome sentir la mujer maravilla.
Vaya esta es la sensación tan agradable que se siente cuando he sido besada por mí marido del futuro.
Me quedo temblando, confundida sin saber con exactitud qué ha sucedido para que me bese Neil. Pero me ha gustado mucho su manera de sorprenderme y hacer que miles de hormigas se instalen en mi estómago temblando de la misma emoción.

— Neil...— Susurro aún con nuestras frentes pegadas y sus manos puestas en mi cuello.

— Siento no haberme dado cuenta antes, perdóname por haber estado tan ciego Masiel. — ¿Se me está declarando?

— Déjalo así, me gustas mucho Neil y yo...— De nuevo la oscuridad me hace de sentir vulnerable al contacto de Neil y todo lo que él me provoca.
Esta vez nos besamos con más pasión hasta que somos interrumpidos por Petra y su cuadrilla.

¡Maldita sea! ¿Es que no tienen otro oficio mejor que hacer que el de ser cámaras de vigilancia?
¡Chinchorreras, cotillas!
Siento que mi precioso rostro quema de lo enojada que estoy con este par de cotorras.
Por supuesto, la Petra que no tiene pelos en la lengua me dice directamente lo descarada que soy por andar insinuando me ante los hombres.

— Escúchame Petra, no le voy a permitir que hable de ese modo de mí. Lo que haga o deje de hacer con mi vida es mi problema no es el tuyo.

— Escúchame Masiel no te enfades rica. — Ignacia me lleva aparte y con su hábitual voz bajita y mirada de abuela tierna me dice algo que me da qué pensar.

— Masiel nosotras solo queremos advertirte de que no andes haciendo esas cosas, al final serás criticada por tus acciones, y te aviso de que ya estás en boca de todos en el barrio por traer ese hombre rico y ahora te vemos besándote con Neil, un buen muchacho pero que nunca te ha prestado atención. Mi consejo es que si quieres que te respeten debes hacerlo tú misma rica mía. Las mujeres ya mismo acabamos siendo lo peor por las malas lenguas. Cuídate Masiel, sabes que te queremos mucho y te apreciamos no te estamos diciendo nada para molestarte.

— Gracias Ignacia. Yo también os quiero mucho y a decir verdad agradezco que me deis un tirón de orejas por mí comportamiento.

Ignacia hace un gesto al resto de la cuadrilla y se marchan supuestamente a misa.

Miro a Neil el cual sigue apoyado en la puerta riéndose. Pues a mí no me hace ni gota de gracia de que la gente hable de mí. Decido pasar a mi apartamento y seguir con la faena de limpiar la casa así podré tener mi mente ocupada aunque me resulta muy difícil no dejar de pensar en el beso de Neil. Un simple gesto que he estado esperando durante años, y ahora me sabe a limón, e incluso yo misma me siento decepcionada conmigo misma por dejarme arrastrar por un sentimiento que tengo almacenado desde que me bajó la regla y empecé a sentir curiosidad por saber qué se siente que un hombre te trate como una princesa.
Mentira. Con qué me trate como me merezco me apaño.

En estos momentos en los que me encuentro mirando algo de ropa por internet me llama Thiago.
Me quedo dudando si responder o no, pero como soy educada no le respondo, si quiere algo que llame a Raquel.
Al final, después de estar el teléfono sonando durante un buen rato tuve que responderle.

— Buenos días señorita Abara.

— Buenas tardes querrá decir señor Ankara, y soy Masiel llame a mi hermana para que haga su trabajo adiós. — Le cuelgo pero el muy desesperante vuelve a llamar.

— Masiel deje de comportarse como una niña de párvulo. Le he llamo a usted no a su hermana, necesito que nos reunamos en mi apartamento esta noche para terminar el proyecto que tenemos en propuesta con el señor Azral.

— Ah, era eso. ¿Y porqué tenemos que quedar en su apartamento? ¿Mejor en su oficina?

— No puedo atenderte en mi oficina, voy a tener dos reuniones y cuando termine lo que menos me apetece es volver a la oficina a trabajar. Mejor en mi apartamento tendrá loa materiales necesarios para elaborar su trabajo.

— Digo que me pagará por ayudarle. Aunque tengo trabajo, necesito el dinero para ahorrar. — Escucho como se ríe a carcajadas.

— Tranquila, ya le tengo preparado el cheque, eso ya lo tengo en cuenta. Y gracias por su ayuda y colaboración. Nos vemos a las nueve en mi apartamento.

— Allí estaré. Qué tenga buen día.

— Igualmente Masiel.

Vaya después de todo voy a ganarme unos extras para poder comprarme un auto, hasta los ojos me brillan de la idea de poder comprarme al fin un auto de cinco plazas porque el último que he tenido ha sido un Smart de dos plazas. Pero me hacia su servicio llevándome a todos lados.

A las mismas nueve y media llego al apartamento de Thiago. Creo que venido antes de tiempo, espero no incomodarle.
Toco la puerta varias veces cuando veo que sale a recibirme Chayanne pasado por agua.
¡La virgen qué bueno que está!

Thiago solo lleva puesto un pantalón de chándal, una camiseta demasiada ajustada a su cuerpecito de gimnasio, su pelo aún húmedo y alborotado le dan un toque muy sexy y con esos mechones de cabello pegados en su frente su mirada de gato felino brilla dándole aún más sensualidad a su aspecto.

— Gracias por venir Masiel, ven vayamos al salón y comenzamos a trabajar inmediatamente. — Pienso mientras camino si me va poner algo de comer porque no he merendado para poder comer con más ganas.

Sigo a Thiago hasta su salón, tomo asiento en el sofá mirando con atención los papeles que hay esparcidos en la mesa. Uno a uno lo voy revisando en silencio hasta que me entran las ideas para que mi linda boca hable.
Thiago me escucha con atención, como si estuviera dando un mitin político, hablo y hablo y este hombre ni agua me ofrece.
Saco del bolso una botella de agua y echo un trago dándole a entender que tengo sed.
Pero nada, el buen hombre sigue con la vista pegada a la tablet y a mí que me den dos duros.
Continuamos trabajando en el proyecto un buen rato hasta que mis tripas me dicen que hay que llegar la caverna y el buen hombre sigue a lo suyo.

— Esto señor Thiago, digo que llevo aquí más de dos horas y me duele la cabeza, ¿le importa si lo dejamos para mañana?

— De acuerdo, disculpe no me di cuenta de la hora. — De la hora solo capullo, si no me has ofrecido ni un vaso de agua. Cómo trate a sus conquistas sexuales así, pobre mujeres deberán conformarse con sexo en ayunas.

— Quedamos si quiere mañana a la misma hora. — Me quedo mirándole pensando si tengo que traer el táper con comida porque ojo que hambre tengo.

— De acuerdo, seré puntual. Hasta mañana señor Ankara.

— Hasta mañana Masiel que descanse. — Sí, con las tripas vacías no te jode el otro.

Voy a salir del apartamento de Thiago cuando me encuentro de frente a mi hermana. Vaya, ¡qué sorpresa!

— Que tal Masiel. — Habla mi fotocopia casi escupiendo las palabras, parece que no le ha prestado muy bien verme en el apartamento del jefe.

— Bien gracias, ¿Vienes por asuntos de trabajo? — Hablo con sarcasmo no lo puedo remediar.

— Por supuesto, debo de  reunirme con mi jefe. — Raquel me da un pequeño empujón pasando dentro del apartamento dejándome consternada mirando al jefe que sigue sin abrir la boca.

— Hasta mañana señor Ankara.

No espero la respuesta de Thiago me marcho directa hacia el ascensor para salir de aquel lugar lo más rápido posible.
Al llegar a casa y preparame la cena, y cenar como Dios quiere y manda, me dejó caer en la cama dándole vueltas a la actitud de mi hermana.
Ella está molesta conmigo, de eso no me cabe la menor duda. Pero...¿Porqué?
Hasta donde yo sé no le hecho nada malo, pero... ¿Porqué me trata mal en vez de hablar conmigo?

Mis preocupaciones se quedan en el aire en momento que escucho tocar la puerta y ver a mi marido del futuro parado más guapo que un sol con una sonrisa tan blanca como la nieve y una mirada que me viola haciendo que me ponga más caliente que una estufa.
Neil me invita a ir hasta su apartamento, le sigo como una tonta enamorada que espera que al fin se me declare.

— ¿Has cenado? — Me pregunta mientras tomo asiento en el sofá estirando mis piernas.

— Sí. Pero me gustaría beber un poco de vino.

— De acuerdo princesa. — Neil me prepara mi copa con vino rosado y el se sirve otra.

Tomando asiento a mi lado hablamos durante un rato hasta que nuestras bocas se buscan.
Sus labios buscan mi zonas sensibles, sus manos recorren despacio mi figura aún con ropa, yo lo rodeo por su cuello entregándome a él, amo a este hombre y quiero que me desvirgue.
¡Ejem! Que me haga el amor.

Nos magreamos un buen rato hasta que él comienza a quitarse la ropa, yo voy a imitarlo cuando lo llaman por teléfono.
!Venga ya! Gruño para mis adentros mientras él atiende la llamada.
Al colgar me dice que debe de marcharse para ir en busca de su hermano.
Me quedo quieta pensando si es verdad o mentira lo que me ha dicho.
No digo nada, me aliso la ropa y me marcho más desilusionada que cuando la Pepa se queda sin palmeras de chocolate.

De nuevo en mi apartamento, sola. Tumbada en la cama aún con la calentura provocada por Neil, este hombre lo amo mucho y espero que me pida en matrimonio porque sería la mujer más feliz del mundo.
Con ese pensamiento morboso para mí me quedo dormida hasta la hora que me tengo que preparar para irme al trabajo.

El día en el restaurante ha sido tranquilo, no he visto a Orlando en todo el día y según he podido escuchar, Orlando ha comenzado a salir con una chica.
Creo que ya sé de quién se trata, pero aún me queda el misterio de saber qué coño hacia mi hermana en el apartamento de Thiago.
¿Tendrá un lío amoroso con los dos? ¿Habrá ido a decirle que ya no quiere nada con él? Aunque mi sucia mente me dice que fue a cosa hecha.

Al salir del trabajo me reúno con mis amigos en el bar del Manolo. Nos echamos unas cervezas y jugamos un rato al futbolín.
Entre cerveza y partidas de futbolín se me pasa el tiempo.
Mi teléfono suena y es Thiago pidiéndome de ir a su casa. Mierda se me olvidó por completo.
Me despido de mis amigos mientras subo a un taxi dirección apartamento del jefe.

Llego al apartamento aún un poco alegre por el puntillo de las cervezas.
Toco la puerta varias veces, no abre y tampoco responde y como que me caigo de sueño mejor me voy.
En el momento que me iba a marchar sale Thiago abriendo la puerta con una albornoz puesto con su pelo húmedo, parece que se ha dado una ducha.

— Hola señor Thiago, vengo tarde porque me ha surgido un contratiempo disculpe la espera. — Miento mejor que Pinocho.

— No pasa nada, pase por favor.

Al pasar cerca de él su olor a fragancia o a desodorante me hace de sonreírle diciéndole lo bien que huele. Él solo me sonríe y atención, me ha ofrecido algo de tomar.
¡Aleluya!

Mientras espero a que Thiago me traiga algo de zampar, comienzo a trabajar. O al menos lo intento ya que mi vista se va y viene debido a las cervezas.
Deberé dejar de tomar cerveza y centrarme en mi futuro marido.
Suspiro pesadamente recordando a Neil cuando Thiago aparece con una bandeja grande con algo de picotear y beber y vestido con unos jeans y camiseta blanca ajustándose a su cuerpecito de gimnasio.

— Disculpa la tardanza. Me imagino que tendrás hambre. Espero que te guste lo que he preparado.

— Muy amable, y a decir verdad, pues si tengo yo un poco de hambre. Gracias por el detalle jefe.

Thiago toma asiento muy relajado estirando sus piernas todo lo largo que es comenzando a echarse un trozo de queso en la boca de una manera tan sensual que hasta mí me dan ganas de de lanzarme a su cuello.
Me sirve una copa de vino, está delicioso todo hay que decirlo, pero como soy torpe vierto un poco de vino en mi camiseta.

— Dices tú que soy torpe. Menuda faena con lo mal que salen estás manchas como no lo hagas rápidamente.

— Si lo deseas puedes quitarte la camiseta, yo mismo te prestaré una mía.

— Me da vergüenza, no pasa nada después la lavo.

— Anda ven, te llevo hasta el baño y en mi habitación puedes cambiarte.

— Si insistes...

Voy detrás de Thiago hacia el baño donde me quito la camiseta y restrego la maldita mancha pero no se va, después me voy hacia su cuarto y veo que hay una blanca camisa muy planchada encima de la cama.
Me la pongo me está algo grande ocurriendo me de quitarme los pantalones.
Hace tiempo que quería hacer algo parecido ya que no fornico al menos dejaré volar mi imaginación.
Mierda, ahora me entran las ganas de hacer pipi.
Salgo con cuidado hacia al baño cuando alguien toca la puerta.
Espero en el baño para poder salir cuando escucho la voz de Raquel.
¡Mierda! ¿Y esta pagafantas que hace aquí todos los días?

Abro la puerta un poco y veo que están en el salón, salgo escopetá hacia el cuarto de Thiago poniendo mis pantalones rápidamente.
Me miro en el espejo, estoy presentable puedo salir pero al hacerlo escucho discutir a mi hermana con el jefe. Por lo que llego a entender, mi fotocopia está molesta porque ha sido Thiago quién me ha elegido para hacer el proyecto y no a ella.
Con disimulo, vuelo a ir al baño, mejor que me vea salir del baño que no de su cuarto.
Me preparo mentalmente para lo que será una discusión clara con mi medio yo.

Salgo del baño caminando hacia el salón donde mi hermana está sujetando unos papeles y se los tira al jefe riéndose con sorna.

— Vaya Raquel, al parecer te molesta demasiado que tú hermana accienda en su trabajo.

— ¿Masiel? — La cara de mi hermana me dice claramente que no esperaba verme.

— Dime qué te pasa Raquel para que te pongas de este modo. Pareces una niña pequeña haciendo una pataleta.

— Deja de decir estupideces Masiel. Este proyecto es mío, yo he debido de hacerlo y no tú, porque tú eres una persona inculta que no tienes ni estudios, además no sabes más que limpiar mesas. Quieres imitarte pero no te pega querida. Nunca llegarás hasta donde he llegado yo mételo en la cabeza y ahora mejor vete porque das a entender que te estás acostando con mi jefe porque otra cosa...

— ¡CÁLLATE! No te voy a permitir que hables de ese modo de mí. Tú, que eres mi hermana y mejor me conoces, hablas como si yo fuera tonta, pero claro, ahora vistes ropa cara gracias a que yo debía de trabajar para que tú estudies, tienes un trabajo importante porque yo debía de limpiar mesas, mientras yo estaba sucia con mis manos cayosas tú has estado presentable y sin arañazos.
Somos gemelas pero no iguales Raquel no te confundas.

Agarro mi bolso y me despido de Thiago caminando furiosa hacia la salida donde al subir al ascensor me limpio las lágrimas que sin pedirme permiso salen como cascadas del dolor que me causa mi hermana y su maldita costumbre de verme como la guarra cenicienta.
Yo sé que valgo más que eso, pero jamás lo he intentado porque me he adaptado a mi vida humilde.
Pienso que jamás me hubiera imaginado que mi hermana llegara a pesar de ese modo de mí cuando yo siempre he sido quién le ha ayudado en todo.
No me merezco que me haga esto, y tampoco voy a permitir que se salga con las suya.

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