Capitulo 18 -Persona favorita.
Persona favorita
Era lunes, el primer lunes de febrero exactamente, y tenía que levantarse de la cama. Apenas eran la seis y veinte minutos, pero si le sumas todo el tiempo que se toma alistar a los niños, está tarde.
El problema es que Valeria no se quiere levantar a bregar con ellos. Realmente está cansada y no tiene ánimos ni siquiera de ir a la escuela. Hay que suponer que los sentimientos encontrados por la actitud confusa de Ben y su negación a hablar de su mamá o de su consumo de drogas, la fatiga. Porque realmente se preocupa por él.
Cada día, una persona promedio elige algo por lo cual estar entusiasmado todo un día completo. Unos, por ejemplo, porque verán su serie de televisión favorita a las siete, esto puede hacer que pasen todo el día pensando en qué pasará en el próximo capítulo, corren a su trabajo o escuela, aguantan el sol y a las personas molestosas que hablan demasiado, comen con ánimo, se bañan, se visten, y al final, ven su serie de televisión favorita. Y no les importa qué tan mierda haya sido el día, valía la pena porque llegaba la hora de ver su cosa preferida.
Ben era su persona preferida. Así como algunos deciden levantarse por una novela, por comer algo, por un nuevo proyecto o por ir a jugar pelota, Ben era su motivo. Porque pensar en él era placentero, y a la vez agotador, y confuso.
No puede negar que ama esto. Está enamorada de estar enamorada de Ben, y le tiene sin cuidado que opinen los demás o de que tan mal se vea. Nunca iba poder a complacer a todos.
Ya está en el colegio, se acomoda su bolso en el hombro y alguien la alcanza. Es Sabrina, quien le sonríe.
—Oye, Valeria... ese chico que te vino a buscar, ¿quién es? —Su sonrisa aún no se borraba.
Casi sonríe, pero se mantuvo.
—Es vecino.
—Está muy lindo. —Abrió la boca grande con una sonrisota, Valeria siguió caminando y Sabrina lo hacía a la par con ella—. Tiene lindos músculos, y la apariencia de alguien que siempre anda sospechoso, yo ya te había dicho: Quiero. Con. Él.
—Oh ya.
—Pero, por lo que vi y lo que contó el baboso con quien algunas veces te juntas...
—¿Quién?
—Freddy —volteó la cabeza—, y por lo que oí de él, están juntos.
—¿Te dijo eso?
—Ajá.
Se quedaron en silencio, llegaron al aula, Valeria entró y colocó su bolso en la primera butaca vacía que vio adelante. No le gustaba sentarse atrás, creía que era para personas que no iban a estudiar, y ella tenía que estudiar obligatoriamente para mantener su beca.
—¿Entonces...? —le preguntó—, ¿son o no?
—Hasta ahora es un amigo, pero anda detrás de mí.
—Oh, Dios —chilló.
Valeria no compartió su entusiasmo, que ella sepa, hace una semana no le hablaba, y ahora, porque lo ha visto con él, ¿le habla?
—No es del otro mundo.
Si lo era, ¿pero para qué decírselo a ella?
—Carolina, Naomi, y yo, haremos una pijamada mañana, ¿Qué tal si vas? Hablaremos de muchas cosas.
No podía mentir, ya las estaba extrañando y Freddy se había vuelto un poco insoportable con sus preguntas sobre La Sombra y sus constantes e inapropiados celos. Valeria no entiende cómo es que la gente toma la confianza tan rápido.
—Veré.
Se sentaron, la maestra entró.
***
Sí había una forma de cubrir esas prominentes marcas de amor debajo de su oreja: polvo base. Cuando vio uno en la gaveta de su mamá sintió alivio. La que tenía ahora era realmente llamativa. Sus dientes estaban marcados ahí y ya se había empezado a poner de color morado.
Su mamá hizo como que no la notó, aunque la vio cuando Valeria estaba en pijama acompañando a los niños a cepillarse y se había recogido el cabello en una cola; sin embargo, ella no dijo nada. Los demás no se habían fijado en su cuello, o su cabello lo cubría bastante... pero no podía estar con el cabello de lado siempre, tenía que cambiar la rutina o alguien iba a sospechar.
Se untó una excesiva cantidad y después vio que se notaba demasiado el esfuerzo que estaba haciendo para ocultarlo. Se lo volvió a quitar echándose mucha agua, se restregó hasta que le doliera otra vez, ahora la piel de alrededor estaba roja, volvió a ponerse más y de sus ojos empezaban a salir lágrimas. Tenía que hacer algo.
Respiró hondo. Se vistió para ir al colegio y tomó su bolso extra además del bolso que usa para ir al colegio. En él, tenía la ropa de ir a trabajar, la ropa de dormir, y un polo shirt limpio para ir al colegio mañana.
Va a ir a la pijamada de Sabrina, Claribel está emocionada sobre eso, que vaya a dormir en la casa de otra muchacha que no fuera Nina, aunque en realidad nunca haya dormido en casa de Nina de todas formas, ella lo desconocía, y que Valeria fuera amiga de otras chicas, como Sabrina, era toda una felicidad.
***
Cuando acabaron las clases, la mamá de Sabrina recogió a Sabrina y a Valeria del colegio. Al llegar a la habitación de Sabrina, Valeria se recostó de la cama, su cabello se deslizó hacia el colchón dejando su cuello descubierto, Sabrina se subió a la cama después de quitarse los zapatos del colegio.
—¿Qué es eso?
Valeria se espantó.
—¿Qué?
Sabrina se levantó apoyándose de sus rodillas.
—¡Es un pegote de maquillaje! —Se mojó el dedo con saliva y lo frotó en el cuello de Valeria, el maquillaje se corrió—. ¡Tienes un chupón!
Valeria no entendía que le alegraba de eso. En realidad, no había sido un chupón, era una mordida. Se cubrió su marca con su propio cabello.
—Dios, ¿ahora cómo la voy a cubrir para ir a trabajar?
—Yo también tengo una. —Sabrina se quitó la camisa del colegio. Debajo de esa camisa la piel de Sabrina era más blanca que la de sus brazos y cara, y estaba llena de lunares en algunas partes. Debajo de la tercera costilla que se le marcaba, tenía un morado en la piel—. ¿Ves a Eddie, de tercero b?
—¿Ajá?
—Ay, muchacha, no te querrás imaginar. —Empezó a sonreír como boba y se echó en la cama con los brazos abiertos—. Los chicos son vida.
Valeria se levantó hasta el tocador que tenía Sabrina, tenía un espejo grande, se miró su cuello, ahora él estaba denunciando su crimen, estaba a la vista de todos y no tenía su polvo de base.
—Valeria... —Sabrina llamó sin despegar los ojos del techo—. ¿Quién te las hizo?
—Un chico.
—Duh —respondió rápidamente—, obvio que fue un chico, a menos que seas lesbiana.
Valeria trató de poner su cabello por encima y probó con mover la cabeza, el cabello lo dejaba al descubierto cuando lo hacía.
—¿Eres virgen?
Valeria se volteó.
—¿Qué?
—¿Que si eres virgen?, Valeria.
Valeria respiró hondo, ¿era Sabrina la indicada para contarle sobre su otra vida?
—No quiero responder —miró a Sabrina a través del espejo.
***
—¿Qué es lo más dulce que alguna vez han soñado? —Mario se puso soñador mientras cargaba pequeñas cajas con el nombre de la marca de unas velas aromáticas.
—¿Qué? —preguntó La Sombra con una sonrisa en su cara—, ¿en serio estás hablando de eso?
—Yo sueño constantemente con desaparecer de este barrio, y ser rico, tener miles de autos. —Héctor abrió una de las cajas, sacó un par de frascos y una pequeña pala.
—Vaya sueño —bufó Ramírez—. Yo solo quiero echar para a'lante, y ya.
—Ir a los Estados Unidos. —Mario deslizó sus manos como si se tratase de un avión.
Algunos rieron.
—¿Y tú Ben, tus sueños? —Ben estaba recostado de una forma vaga en la mecedora, negó con la cabeza, nada se le ocurría.
Gregorio entró a la habitación sin tocar, vio el panorama, varias cajas de velas aromáticas en el suelo, Mario estaba ayudando a Héctor a echar unas pastillas en pequeños frascos de plástico amarillo. La Sombra estaba sentado, o si se pudiera decir, acostado, en una mecedora. Ramírez revisaba las cajas por fuera.
—Wow, es el doble de lo que pedimos.
—Más vale que sobre, que falte —dijo Ramírez.
Ben ni siquiera subió la mirada.
—Siguen sin hablarse —Mario comentó con molestia—. Parecen niños.
—Si hablo con Sombra, ¿no es sí?
La Sombra lo miró y asintió.
—¿Conocen de un lugar para hacerse tatuajes que no sea donde ese gordo, asqueroso y borrachón? —La Sombra se inclinó hacia delante.
—Al otro lado de la ciudad —contestó Mario—, ¿planeas otro tatuaje colectivo como esa estúpida luna?
—Yo quiero hacerme otro, a ver, ¡Héctor tiene la espalda llena de tatuajes! —Ben lo señaló—. ¿Acaso tengo que pedirles permiso?
—Bien, veré si consigo uno —dijo Mario y volvió a lo que hacía.
Gregorio miró a La Sombra.
—Quiero hablar contigo.
La Sombra no quería pero terminó cediendo. Cerró la puerta detrás de él. Estaban en el pasillo de la casa.
—¿Qué es lo que le estás haciendo?
—¿Le estoy haciendo a quién?
—A Valeria —Gregorio la había visto esa mañana con esa ridícula cantidad de maquillaje en su cuello.
La Sombra iba a volver a la habitación donde estaba, Gregorio lo detuvo.
—Le haces marcas en su cuello, visibles para cualquiera que la mire...
—No, te equivocas, visibles para ti, porque siempre la estás mirando.
Gregorio negó para sí mismo.
—No es justo, ella no se merece esto.
—¿Te merece a ti, verdad? —preguntó alzando una ceja.
Se miraron desafiantes. Gregorio apretó los labios.
—Hermano, no la metas a ella en nuestra amistad. —La Sombra se suavizó y sonrió—. No le hago nada que ella no quiera.
Gregorio lo soltó.
—Valeria está tan enamorada de ti que no ve que lo único que quieres de ella es sexo. Y nada más.
La Sombra no respondió. No tenía sentido discutir con él sus sentimientos, ¿qué iba a entender él?
—Un día te vas a enamorar y te va a doler, y vas a sentirte miserable.
—¿Como te sientes tú porque no tienes a Valeria? —se rio—. Ah, ya sé, yo voy a andar por ahí buscando de ella aunque sepa que ya tiene a alguien...
—Yo no sabía que tú y Valeria tenían algo, tú no lo mencionaste nunca, Benjamín.
—Voy a conseguirle trabajo en un lugar donde pueda correr peligro, ah ya sé, así me va a querer... pero no, va a seguir con el mismo patán —se puso serio—, ¿voy a estar como tú?
—Olvídalo, hombre —Gregorio lo empujó hacia donde él estaba antes.
La Sombra evitó tropezarse mientras se reía de él.
—Eso haré.
***
—Deja ver, Valeria... —Naomi desnudó su cuello—. Wow, es profunda, parece una mordida.
—Lo es —respondió en voz baja.
—Es hasta linda, dan ganas de tomarle fotos —dice Carolina.
—¿Y qué hay de la mía? —Sabrina se levanta su bata que usa para dormir—. ¿No es linda?
—Wow —Carolina se cruzó de brazos—, no es justo, la mía está más escondida aún.
¿Era común eso?, hasta hace unos meses pensaba que solo las chicas de su barrio tenían amantes, pero entonces descubrió que eso pasa a cualquier chica que esté dispuesta sin importar el estatus, es solo que unas los ocultan mejor que otras.
Valeria tenía unos pantalones cortos y una blusa de tiros hasta el ombligo, se la alzo también para que vieran su vientre mientras se acostaba en el piso. Naomi las trazaba.
—Eres demasiado delgada —se quejó Carolina.
—Ese chico te come viva —dijo Sabrina. Estaba sonriendo—. Quiero a alguien como él.
Valeria se incorporó.
—Él es muy tierno, además —sonrió, había algo placentero en que ellas envidiaran su lugar, aunque era difícil ser ella, que ellas quisieran tener esas marcas de amor la hizo sentir increíblemente contenta—, es muy amoroso. —Ni siquiera la lengua le ardía por las mentiras.
—Yo tengo entre los muslos —dijo Naomi y abrió las piernas, tenía una sola—. Pero no fue con la boca, solo me pellizcó.
—¿Ustedes son vírgenes? —preguntó Valeria.
—Yo lo soy —confesó Sabrina.
—Y yo —Carolina hizo bembita—. Mi sueño es perderla en mi noche de bodas, será tan mágico. —Soñó despierta, y por un instante Valeria deseó poder decir lo mismo.
Naomi torció la boca.
—Yo no.
Valeria no dijo nada.
—A nadie le gustan las que no son vírgenes —comentó Sabrina—. ¿Han escuchado a la profesora hablar de las que ya son mujeres?
Todas la habían escuchado, Valeria no quería recordarlo.
—Bah, ojalá yo no serlo. —Carolina se quejó mientras se amarraba el cabello. Había olvidado completamente lo que había dicho hace menos de un minuto.
—¿Y tú lo eres? —Sabrina volvió a preguntar. Valeria desvió la mirada.
—Sí, lo soy.
—¡Ay, Dios!, ¿te atreves a decirlo? —contestó Naomi—, ¿vas a decir que él chico que te deja chupones y mordidas aún no se ha acostado contigo?
Las tres se sorprendieron al ver su reacción.
—Okey —Sabrina se levantó del piso—, esto se está yendo de las manos, Naomi, no hables así.
—Perdonen, solo se me salió —dijo dándole vueltas a un mechón de su cabello—. Será la mejor sensación de todas para ustedes.
—¿Cómo es? —preguntó Carolina.
—Te sientes en el cielo. Todo te tiembla, y más si te gusta el chico, todo lo vuelve más emocionante.
—¿Has llegado a la gran O? —preguntó Sabrina.
—Oh sí, es el cielo.
—¿Gran O? —preguntó Valeria. En realidad, si a virginidad mental se refería, lo era a medias, recién ahora empezaba a descubrir cosas sobre su cuerpo o la sexualidad humana.
Todo lo que sabía se lo había enseñado La Sombra, pero no le ponía nombres, solo lo hacía.
—El éxtasis, cuando te tuerces de placer y te quedas sin aliento.
—¿Cómo sé si tengo una? —Valeria reformuló su pregunta—. Cuando deje de ser virgen, ¿cómo sabré que he tenido eso?
—Te vuelves gelatina, sientes como... un... es que no sé cómo explicarte, tu cara se vuelve una mueca rara y...
Valeria miró a las otras, Carolina y Sabrina miraban a Naomi con ojos brillosos, Valeria podía fácilmente hacer el papel de Naomi y contar sus experiencias con La Sombra, ¿pero valía la pena quitarles la inocencia a ellas dos? Mejor prefirió fingir que era inocente, que no sabía nada.
—¿Cómo hacen los hombres?
—No sé en realidad, ellos es como...
—¡Ya, ya, ya, ya! —protestó Carolina—. ¿Por qué estamos hablando de sexo? Antes solo hablábamos de besos.
—Yo no sé. El tema solo surgió —se excusó Naomi.
Carolina apagó las luces y prendió la linterna de su celular.
—Es hora de cuentos de terror.
—Esperen —Valeria las detuvo—, Naomi, ¿cómo podemos...? —miró a sus otras dos amigas—. ¿Cómo podemos nosotras seducir a un hombre?
—Los hombres son muy fáciles de seducir, todo de ellos es con la vista, maquíllate, arréglate el cabello y córtate las puntas, actúa como si no lo quieres aunque te mueras por ellos. Tócalos, un leve toque en su espalda, en su hombros o en su brazos. Mueve tus caderas, ropa interior sexy. Otra cosa, sonríe.
—¡Haré eso con Carlos!
—¿No que ibas a esperar al matrimonio? —le reprochó Sabrina a Carolina.
—¿Un hombre se enamoraría así de mí? —preguntó Valeria.
—Sí, ¿por qué no? Si no se enamoran de ti a la primera, sedúcelos.
Valeria meditó en eso. Quería seducirlo. Pero no tenía maquillaje y no sabía cómo mover sus caderas. Su ropa interior tal vez no sea fea o vieja, pero su estilo era demasiado formal, no era sexy, no usaba tangas ni nada de eso. Se lamentó dentro de sí.
Las chicas ahora hablaban de cuentos de terror, ellas se habían olvidado de la conversación, pero era todo lo que Valeria no podía hacer en ese momento.
***
Eran las seis y media, y mediante un acuerdo que Estefani hizo con Fresa, Valeria podía salir los martes, miércoles, y jueves más temprano que cualquier otro día para ensayar para su cumpleaños. Todo lo que sabía era que ella era pureza. Y que debía hacer un tipo de drama en forma de baile simbolizando eso.
Marian participará y una chica llamada Emily. También una prima de Estefani llamada Daniela, y Argentina, porque aunque Rose y Estefani se llevaban un poco mal, Argentina y Estefani eran contemporáneas en la edad y habían estudiado juntas en el colegio.
El lugar era muy bonito. Había un lobby, que eran donde estaban todos esperando a Estefani, quien había pasado a buscar a Valeria en el auto de Gregorio y La Sombra, y la había traído consigo.
Pero Ben no estaba, ni tampoco Gregorio, los chicos que iban a participar eran del barrio, pero no eran como ellos. No es que eran santos, pero sí tenían mejor imagen y la mamá de Estefani los eligió.
Después del lobby, las cinco chicas y los cinco chicos se dirigieron a un salón, específicamente el salón llamado Ámbar, que consistía en un gran espacio sin sillas ni nada, con grandes ventanales que filtraban la luz. En una esquina había mesas desmanteladas, y en el lado más cercano a la puerta, una mesa y colchones para sentarse en el suelo. Los colchones pertenecen a la clase de yoga que hay todas las mañanas en ese lugar.
Es un lugar limpio y el aire huele a vainilla. Hay un pasillo afuera del salón con una puerta que lo conecta a una salida y a los baños.
—Vas a invitar a un montón de gente.
—Quizás a todo el barrio.
Valeria tragó en seco. Argentina se puso en el medio, alzó los brazos y sonrió.
—Esto es hermoso.
Emily y Marian se sentaron, y todos los demás también lo hicieron. Era tiempo de que Estefani hablara como dijo que lo haría al llegar al lugar.
—Mi cumpleaños será algo súper especial para mí y mi familia. Hace cinco años en la familia ocurrió una tragedia y mi fiesta de cumpleaños, que desde ese tiempo empezábamos a organizar, fue cancelada, tan solo tenía trece años y entonces fue muy duro para mí. Toda mi vida soñé con ese día tan especial.
A Valeria no le celebraron sus quince, o sus trece, nunca ha tenido una fiesta de cumpleaños.
—Después de más de cinco años de luto, mi familia, en especial mi mamá, ha decidido que su sobrina descanse en paz, y así su alma no nos atormentará más.
Fue ahí cuando se dio cuenta que hablaban de la mamá de Ben. Su suicidio había causado hostilidad en la familia, y en esa casa, la vida ya no era la misma. Ni siquiera eran capaces de hacerse cargo del pequeño que había dejado cuando su papá lo abandonó de su cuenta en esa casa, ¿Quién se iba a atrever a entrar de todos modos? Mucho menos la mamá de Estefani o su abuela, que eran supersticiosas y pensaban que su espíritu aún estaba ahí errante y que poseía a Ben algunas noches, decían eso porque sus ojos se ponían del mismo tono de marrón claro que tenía su madre y al otro día volvían a su oscuro normal. Nunca pensaron que eso solo se debía a los cambios climáticos.
Él era su recuerdo latente de que la mamá de Ben había elegido la vía fácil y que había dejado a todo el mundo por su cuenta.
—Durante mi vida, varios sentimientos me han acompañado. —Se rascó su menuda nariz, la cual hacia que sus ojos grandes se enmarcaran más, y que sus pestañas se vieran más abundantes de lo debido gracias al rímel. Estefani tenía cabello normal, marrón, muy rizado, y tenía también un lunar encima del labio, en la parte derecha—. Pasión, pureza, esperanza, alegría y tristeza. Para cada uno de esos sentimientos hay un baile, que nuestro coreógrafo —señaló al moreno apuesto que estaba a su lado—, va a enseñarles a cada uno. Por favor, quiero que recuerden que esto no sería posible sin mi tío. Estoy muy agradecida por él y por su apoyo después de la muerte de su esposa.
Todos se quedaron en un silencio incómodo.
Después de esa breve introducción, hicieron público quién tenía cuáles sentimientos. Todos tenían su pareja y Valeria no había memorizado aún sus nombres, solo sabía que el chico que le tocaba era más bajo que ella, como por varios centímetros, la quijada del chico daba por sus hombros. Quizás él era muy bajo o Valeria muy alta, pero con los tacos, ella iba a parecer una amazona y él un pequeño duendecillo.
Se iba a quejar, pero no quería ser maleducada. El chico estaba incómodo y molesto. Además, vivía a dos casas de Valeria y nunca le había dirigido la palabra.
Cuando terminaron de informar sobre los minutos que debían tomar para estirarse, y dieron una introducción de cada coreografía, todos fueron despedidos hasta la próxima reunión.
Valeria se acercó a Estefani.
—Uhm... —dudó unos segundos—. Estefani, tengo un problema.
—¿Qué?, ¿es el baile un poco fuera de lugar?
—No, no —sus orejas ardieron al recordar cuando el moreno, que pasaba a ser el coreógrafo y no sabía su nombre, le había dado un vistazo de cómo iba a hacer todo.
—Ah, ¿entonces qué?
—Brayan está un poco...
—Molesto, lo sé, no quiere participar, su mamá lo obligó
—completó sin darle importancia.
—¿Por qué no consigues a nadie más?
—No hay nadie más. Tranquila, estarán bien.
Entonces no protestó más.
***
El trabajo había sido estresante estos últimos días, y para su rareza, Alejandro no había ido, ni tampoco el día anterior. Valeria trataba de mantenerse a flote con el trabajo, las tareas de la escuela y los trabajos que tenía que entregar, también tenía que aguantar a su mamá que se quejaba porque todo el dinero que Valeria ganaba se lo enviaba a tía Victoria para saldar la deuda. No era que hubiese cobrado miles de veces, solo habían sido tres o dos, no lo recuerda bien.
Respecto a su primera paga, los tres mil pesos aparecieron en la mochila de Carlitos, y cuando se lo fue a devolver a La Sombra esté juro que no lo había puesto allí.
Valeria la dejó pasar, de todas formas, necesitaba el dinero.
Tocó la puerta de Ben, no estaba yendo cada dos días, ni cada tres, a veces solo lo veía dos veces por semana como mucho. Pero cuando iba, no iba a tener sexo con él, hace un mes que ellos no están haciendo nada, desde que él le dijo que no volviera.
Ahora solo estaban tratando de ser amigos. «Ja, amigos» se dijo. Pero en ocasiones se besaban y él la abrazaba. No llegaron a más de ahí. Las conversaciones fluían, pero solo hablaban de ella y de sus amigas, de que sucede en una pijamada, incluso hasta se rieron de Freddy, y hablaron sobre lo inteligente que es Carol. Pero no de él.
—Esperaba verte —dijo al abrir la puerta. Valeria entró y él la cerró.
Ben vio a Valeria maquillada, no era algo exagerado, pero sí tenía lápiz negro, rímel y pintalabios rojo fuego.
—Wow.
—¿Qué?
La acercó a él tomándola de la cintura, pero más por encima, donde podía sentir sus costillas.
—¿Puedo quitarte ese pintalabios? —murmuró en su oreja.
—No, porque me queda muy bien —se apartó.
—¿Dónde te maquillaste?
—Lo hizo una asesora que Estefani contrató para su cumpleaños, estaba probando mi piel y los colores rojos que más combinaban conmigo. —Lo decía mirando a una puerta. Y ahora que lo recuerda, nunca ha visto esa puerta abierta, ¿qué había detrás de ella?
—Combinan muy bien —se alzó de hombros—. Sigues viniendo, Val...
Valeria sintió una sensación en el pecho, se volteó para mirarlo.
—Si quieres, me voy ¿eh?
—No... —susurró. Se acercó a ella y con su mano deslizó la manga de su hombro hasta dejarlo desnudo, puso sus labios ahí, sus labios estaban fríos y Valeria sintió escalofrío—, quiero tenerte aquí...
Valeria cerró sus ojos, cruzó sus brazos por su cuello.
—¿Pero no me habías dicho que no volviera?
—No todo lo digo en serio. —Besó su mejilla, muy cerca de su ojo—. Vamos a mi habitación.
Para Valeria sonó como una pregunta. Y ella decidió que no. Que no quería. Si iba entonces va a volver estar peor, como antes, al menos ahora se encontraba bien y no pensaba tanto en él, al menos ahora tenía más control de sus sentimientos, pero si volvía con él iba a caer de nuevo.
Iba a volver a lo mismo de siempre. Iba a querer que él le dijera que la quería tanto como ella lo hacía. Porque quizás para él todo es un juego. Jugar con su corazón, jugar con las necesidades de su cuerpo, con sus sentimientos.
—No —agarró su mano—. No quiero, lo siento.
Ben se alejó con la cabeza confusa, su cabello estaba despeinado.
—Entonces, ¿quieres algo de comer? —Su voz tembló solo un poco. Parecía nervioso.
—No, gracias.
—Entonces... —Volteó a donde ella. Estaba sentada en unas de las sillas del comedor—. ¿Cómo te va?
—Decidí no dejar que me toques hasta que admitas que te gusto, o que me quieres.
—¿De dónde sacaste esto?
—Tú no puedes negar que entre nosotros existe algo —dijo como respuesta, pero entonces decidió decir lo que pensaba—. Cuando vine aquí la primera vez estaba cegada, no sé qué pasaba por mi mente. Me sentí mal por semanas y aun así volvía aquí, me sentí mal más tiempo. Porque todos parecían juzgarme a mí aunque no sabían nada. Pero tú no lo hacías y lo sabías todo. Y nunca habíamos discutido de sentimientos, y no sabía que éramos «nosotros», no lo sé aún. Pero descubrí que te quería, y no entiendo porqué pensabas que yo iba a estar teniendo sexo contigo y no iba a desarrollar ninguna emoción hacia a ti. Eso es imposible, Ben.
—No es imposible.
—Y sé que tú me quieres también, es lo mismo. Es solo que no lo quieres aceptar —se puso de pie—. No te estoy diciendo que te amo, ni siquiera que me gustas, solo te estoy diciendo que te quiero, ¿sabes lo que es querer?
Estuvo de pie frente a él. Valeria era más alta que sus amigas, pero él también lo era. La quijada de Valeria apenas llegaba a sus hombros, y eso si solo la tenía hacia arriba.
—Claro que lo sé.
—Puedo querer un beso tuyo, puedo querer saber de ti, puedo quererte a ti. —Se acercó más, hasta casi tocar su boca con la suya—. Solo dímelo.
Pero entonces Ben pensó que decirlo, sería un paso más a decir las otras dos palabras. Y no quería hacerlo. No quería enfrentar las consecuencias otra vez.
—¿Tratas de sobornarme? —Sonrió, robándole un beso rápido que Valeria rechazó alejándose de él.
—Solo estoy tratando de jugar nuestro juego. —Hizo un gesto con los brazos.
—¿Estás burlándote de mi, es eso? —Caminó hacia a ella y agarró su brazo.
—Puedes adornarlo como sea, Ben. —Logró zafarse de él, se dio media vuelta, abrió la puerta y se marchó.
Ben miraba aun a la puerta mientras se tocaba la quijada, ¿qué había sido eso?
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Antes de que puedan si quiera emocionarse o esperar que se torne de esta forma rara en que los dos van a jugar ese juego, déjenme decirles: no. No va a suceder.
En este capitulo hay partes que no eran del todo necesarias, pero surgió de recortes unidos, y que si eran necesarios para que los próximos capítulos tengan donde apoyarse. Aun así debo decir que aquí hay partes que me gustan mucho!
Gracias por leer, y el apoyo, y comentar, y votar :)
No sientan miedo tampoco de dar su opinión sea cual sea, seré lo mas amable que pueda, de verdad :) Si SON muy tímidos entonces pueden dejar su comentario, duda o molestia sobre personajes, trama, o sobre algo en general, o sobre mi, en mi ask:
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respondo cuando puedo (que es siempre)
VOMENTEN!
(perdonen por el shitty tema de este capitulo es que no me decidía y puse el que menos me convenció porque así es la vida
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