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Capítulo 3

Las infiltraciones siempre salen mal.

¡Shiisa, piensa en positivo! ¡Po-si-ti-vo!

Okey, las infiltraciones casi siempre salen mal.

Me miré por última vez en el espejo de mi cuarto. Hoy luego de la escuela pasaría a comprar algunas cosas para la habitación y un nuevo celular. Mi dinero y mis ahorros vinieron conmigo, así que no había problema.

Suspiré. Shii - Como le digo a la Shadow para no confundirme - me seguía de cerca. Samael y Oberon al principio estaban tan celosos de él que lo encerraron en un armario.

»- Es que, nosotros también queremos atención, ama«

Eso fue lo que respondió Oberon. Desde entonces tengo que darles mimos a los tres o se molestan con los demás.

Preparé mi mochila, guardando una pistola que Takaya me regaló y salí a la sala. Jin me acercaría hasta la escuela. Traía el mismo traje verde de siempre y un maletín plateado.

- ¿Lista? - Inquirió con fastidio. Llevaba algo de tiempo de retraso, pero daba justo - Si llegas tarde el primer día, no me haré responsable.

- Okey, Jin - Él pagó un carro hasta la estación. Respiré hondo, el auto tenía los vidrios polarizados y no se podía ver el camino. Jin aún no confiaba en mí como miembro de Strega.

Nos bajamos en la estación Anehazuru, yendo a esperar el tren para la escuela. Apreté los labios, esta era la misma que usaban los de S.E.E.S para ir a la Gekkoukan.

- Voy un momento a comprar un refresco, quédate aquí - Asentí, apoyándome en una columna.

Un grupito de hombres pasaron, lucían problemáticos. Miraron a las mujeres de la estación y la reconocí. Yukari Takeba estaba aguantando su mochila con fuerza. Los hombres le habían rodeado al ver que estaba sola.

- ¡Suéltame! - Yukari intentó soltarse, pero solo consiguió que el hombre apretara más su mano. Ira hirvió dentro de mí ¿¡Por qué nadie le ayudaba?!

Una mano me sujetó.

- Espera, sé que quieres ayudar, pero mira el bulto en la parte trasera del abrigo de cada uno. Están armados - Shiisa comenzó a gruñir, un aura maligna salió de alrededor de él y pude notar que Samael y Oberon emitían la misma aura.

Los ojos de Yukari conectaron por un segundo con los míos y fue suficiente. Ese hombre la arrastraba a un área poco trancurrida de la estación. Tomé la pistola de mi mochila, colocándole un silenciador y disparé.

No era la primera vez que disparaba un arma. Derribé a uno de los hombres. La sangre salió a montones de la herida en su corazón y los otros hombres se pusieron en defensa. Guardé la pistola como si nada y Yukari huyó con rapidez hacia mi dirección.

- De la que me has librado - Hizo una inclinación - ¿Oh, vas a la Gekkoukan? ¿Eres el nuevo ingreso de tercer año? Soy Yukari Takeba. Un gusto eh...

- Shiisa Sanada - Le estreché la mano, ella frunció el ceño.

- ¿Sanada dices? ¿Eres familiar de senpai? - Reí por lo inocente de su comentario -. O sea conoces a un Akihiko Sanada, está en tercero también.

- No, no lo conozco, lo siento - Yukari hizo un gesto de que lo olvidara. Samael se apoyó en mi cuello y Shiisa le gruñía a Yukari. Oberon se mantenía cubriendo mis espaldas.

- Por cierto, ¿puedo acompañarte a la escuela? Siento que te debo algo, ya sabes, por salvarme.

- No sé de qué hablas - Ambas reímos. Miré a todos lados, Jin se había ido -. Entonces, acompáñame, Yukari.

Sentí una voz en mi cabeza resonar:

Yo soy Vos
Vos sois yo

Que el arcano de los amantes
Te guíe con su cariño

Tras obtener un nuevo vínculo,
Tu ser se hará más fuerte

Obtuve una nueva carta de vínculo que como la anterior, entró en mi corazón.

Entrelacé mi brazo y el de Yukari, llevándola a comprar una bebida. El tren llegó puntual y nos fuimos hasta la Gekkoukan, o eso quería decir.

El tren se averió a mitad de camino...

¡Se supone que esto es Japón, no Latinoamérica!

Dijeron que iba a tardar una hora y tantos en arreglar el tren. Yukari suspiró, hoy no era su día.

- Primero casi unos tipos me hacen dios sabe qué y ahora el tren se para y vamos a llegar tarde... ¡Y a primer turno con Toriumi-sensei! Nos va a dar un regaño de los buenos...

- Conmigo a tu lado te lo perdonará. No les conviene que me traslade a otra escuela. Perderían ellos - Un asiento quedó libre e hice que Yukari se sentara en él. Estaba agotada. Lucía como si explotaran demasiado su capacidad física y mental.

- Estoy tan cansada... - murmuró, cerrando los ojos. Decidí dejarla dormir.

Shiisa se acostó en su regazo. Era una Shadow, pero conservaba la divinidad de alejar a los malos espíritus y atraer a los buenos. El cuerpo de la castaña se fue relajando poco a poco gracias a Shiisa.

Samael en cambio se quedó a mí lado, enrollado sobre mi cuello como una muy gruesa bufanda. Oberon se sentó al lado de Yukari.

Cuando el tren por fin fue arreglado, ya era casi media mañana. Desperté a Yukari en nuestra parada, bajándola a tirones del tren.

- Gracias...no sé que hiciste, pero, pude dormir bien - Se restregó los ojos.

- Era lo menos que podía hacer - Caminamos hasta la Gekkoukan, era más hermosa que cualquier arte del juego.

Los cerezos caían, soltando sus pétalos por doquier. La magnífica estructura se ceñia por encima de la gran puerta. Las columnas de mármol nos recibieron y dejamos las cosas en nuestras taquillas, corriendo.

- Demonios, olvidé que estamos en diferentes clases - Yukari se congeló - ¿Yukari?

- Yo... No puedo ir... Si Toriumi se entera de que volví a llegar tarde, me va a suspender su materia y tendré que repetir...

- ¡No seas cobarde! Dile la verdad - Le reprendí, tomando su mano y entrando con ella al salón, con mis Shadows siguiéndome.

Los demás se nos quedaron mirando, incluso una profesora que supuse que sería Toriumi.

- ¡Buenos días! - Dije para tener toda la atención de la profesora.

- Vaya, Takeba, hoy llegaste tan tarde que te tuvieron que traer ¿No? -. Algunos se empezaron a reír y solo los miré, haciendo que cerraran el pico.

- Usted es Toriumi-sensei ¿Verdad? - Ella asintió y yo seguí -. Resulta que en la estación de tren unos tipos se me acercaron demasiado y Takeba me salvó y perdió el tren ¡Me quitó una buena de encima! Parece que hasta los tipos iban armados... ¡Y le dije que vendría a hablar con su profesora para que nada sucediese!

- Pff, aún así, Takeba, conmigo estás suspendida Composición.

- Creo que no me oyó - Volví a repetir.

Me acerqué a ella, tomando con cuidado mi arma de la mochila y poniendosela en la pierna, en un punto ciego para todos los estudiantes. Le susurré al oído.

- Esta niña tiene silenciador, profesora. Le dispararé a una de sus arterias y se desangrará con lentitud, le quedará un par de horas y se sentirá como un infierno. Pero, si no vuelve a molestar a Yukari, no le dispararé y no haré un escándalo en el que usted pueda perder su trabajo luego de una investigación.

Toriumi tragó.

- ¿Cuánto sabes? - susurró entre ella y yo -. Todo está bien con Takeba, mientras no cuentes nada de esto.

- ¡Qué bueno que usted es tan comprensiva, sensei! - Guardé el arma, separándome de Toriumi y escoltando a Yukari a su puesto.

- Shiisa, quédate a cuidarla, por favor - Shii se sentó de nuevo en su regazo, atrayendo una atmósfera positiva al desastre que era Yukari. Solo había una cosa que podía desgastar tanto a un ser humano, el Tártaros.

Llegué sola hasta mi clase.

- Parece que la nueva por fin llegó, preséntate y di por qué llegaste tarde, estaba preocupado - dijo un profesor con un casco en la cabeza, seguro era de historia - Soy el Profesor Ono de historia japonesa, nueva.

Tomé aire. Las presentaciones nunca fueron lo mío. Miré a todos los de la clase, tanto Akihiko como Mitsuru estaban aquí, un segundo ¡Akihiko, mi amor, la joya de mi vida, la esperanza de mi pobre alma está aquí, en la misma clase que yo! Miraba hacia la ventana, tenía un cuaderno y el libro de texto abiertos y jugaba con el boli. Me quedé embobada mirándole, hasta que el sr Ono carraspeó.

- Puedes dejar de... - Lo corté antes de que me avergonzará en público más de lo que ya hizo.

- ¡Soy Shiisa Sanada! ¡Es un placer conocerlos a todos! - Akihiko se giró hacia mí cuando dije eso, demonios, estaba muy nerviosa y me dejé llevar y solté todo.

- ¿Eres pariente de Sanada-san? - Preguntó una chica, asombrada.

- Es cierto, tienen el mismo apellido.

- ¿Son conocidos?

- ¿Parientes?

- No, no, chicos, a simple vista, yo diría que son una pareja de casados - Mis compañeros se rieron, yo en cambio, le encesté una patada en la pantorrilla al viejo que chilló.

- ¿Cuál es tu árbol genealógico? - Preguntó el albino. Tenía una voz muy bonita para mis oídos. Discutimos un poco de nuestras familias y resultó ser que él único lazo era un antiguo tío de nuestros bisabuelos - en el caso de Akihiko de su familia adoptiva (en mi caso me lo había inventado)- que ambos teníamos. Me presenté de nuevo a Akihiko.

- Eres Shiisai* - El aula río por su broma.

(* Akihiko hizo un juego de palabra entre la pronunciación de pequeño en japonés y el nombre de Shiisa)

Caminé hasta él, roja de la furia. No sabía muy bien controlar mis impulsos, así que lo agarré del pelo, tirándolo contra su escritorio. La sangre escurrió de su nariz.

- ¿¡Pero a ti que diablos te pasa?! - Se puso la mano en la nariz, limpiando la sangre.

- Me pasa, que si un chico es engreído conmigo, aunque sea mi novio o algo, lo golpeó hasta que entra en razón - Soné mis puños.

- No vale la pena luchar contra tí, Shiisai - Se me prendió la velita de lucha adentro de mí, así que solté mi mochila y aparté a Samael y a Oberon.

- Ya veremos eso. Él primero que caiga al suelo pierde. - Me acerqué con delicadeza a Akihiko, bajando su guardia un poco. Puse un pie entre los suyos y la mano en su hombro. Apliqué un poco de fuerza en su talón, su centro de masa se movió, apliqué una fuerza abismal en su cabeza y ¡Pum! Agarrándolo del brazo y contra el piso, inmóvil o se lo partía.

Oí muchos murmullos mientras me levantaba como la ganadora. Le tendí la mano a Akihiko, pero él la rechazó. Se levantó, yendo a la enfermería. Y yo fui con él.

Después de todo, esto se veía más emocionante que el juego.

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