Introducción
—Oh, baby I love your way…
Cantamos en conjunto Leonardo y yo de camino a la capilla, la mirada de mi novio lucía brillante y emocional, estaba segura de que su corazón latía desbocado como el mío, tras nuestra loca decisión: fugarnos para casarnos.
—Wanna tell you I love your way…
Nuestras familias nunca estuvieron de acuerdo en la organización. Si mi madre decía champán, mi suegra pedía vino; si mi padre quería un cuarteto de cuerdas, mi suegro deseaba un cantante de baladas. Leo y yo, hartos de la situación y las constantes discusiones, los abandonamos con sus preparativos. Era nuestro día especial, pero ellos lo usaban como excusa para declararse la guerra.
—Wanna be with you night and day…
Después de empacar un poco de ropa, abordamos el auto de mi prometido y partimos sin decir nada, incluso dejamos los celulares en casa para evitarnos las molestas llamadas y solo nos lanzamos al camino. Atrás quedó Santa Mónica y el aroma salino que podía percibirse incluso lejos del océano, conforme nos acercábamos a San Sebastián.
La noche previa al viaje, ubicamos por Internet una capilla y apartamos turno, así que el letrero de “Bienvenidos a San Sebastián” disparó la ansiedad, faltaba poco para cumplir nuestro sueño sin las opiniones molestas de su familia o la mía. Para cuando estuviésemos de vuelta, pondríamos en sus caras los anillos y certificado de matrimonio, a ver si así le bajaban dos rayitas a su intensidad.
—¿Lista para esto? —preguntó Leo, su sonrisa lucía un poco nerviosa, entonces lo observé con mala cara y soltó una carcajada— Solo digo, chiquita, es que pareces asustada.
—Pues, señor, déjeme informarle que usted no luce precisamente como un león valiente.
La carcajada de Leo llenó el auto y resonó como un eco de mi propia felicidad. ¿Teníamos miedo? ¡Claro que sí! Pero ninguno de los dos estaba dispuesto a retroceder.
—Te amo, mi duende —me dijo sonriente en un tono burlón y lo empujé de vuelta—. ¡Cuidado! Estoy al volante, no querrás ser viuda antes de tiempo.
Negué con una sonrisa y me quité el cinturón para acercarme a besar su mejilla, aunque él volvió a quejarse sin despegar los ojos del camino.
—Para eso falta mucho, mucho, mucho tiempo. Estaremos juntitos hasta ser un par de viejitos que ameriten pañales —le dije aferrada a su hombro.
Leo hizo una mueca de asco que posteriormente se transformó en risas.
—Y ya no serás mi bella ragazza, sino la viejita apestosita que amo… —Volví a empujarlo y él no paró de reír e incluso se hizo el desentendido—. ¡¿Quééé?! Solo dije que te amaré, aunque estés embarrada de excremento…
—¡Leo, yaaaa!
Un nuevo empujón le propiné, su respuesta fue un dulce y cálido beso que desbocó todavía más mi corazón. Uno que estremeció cada fibra de mi cuerpo, tan profundo y suave a la vez que sentí electricidad recorrer cada nervio desde mis labios hasta los pies…
—Mia bellissima ragazza, ti amerò oltre la morte.
A veces quisiera tener el poder de regresar a ese momento y quedarme en la férrea protección que sus brazos me hacían sentir, aferrarme a él tan fuerte que al abrir los ojos aún permaneciera a mi lado y así forzarlo a cumplir la promesa de estar conmigo más allá de la muerte…
«Oh, baby I love your way (everyday) I wanna tell you I love your way»
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Hola de nuevo, corazones 💕 espero les haya gustado y pos nos leemos lueguito, los loviu so mucho. 💖
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