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Beca

En la esquina de la avenida número cinco hay una cafetería en la que cada sábado, de manera casi religiosa, a eso de las seis de la tarde, seis y media para no errar, tenía una mesa cerca del ventanal esperando con mi nombre, eso de ser clienta VIP se me daba bastante bien, y podías tener la película completa, el mismo lugar, a la misma hora, disfrutando la misma taza de café humeante.

No lo voy a negar, no tengo cara ni vergüenza para eso, por el contrario, lo afirmo hasta por escrito; Soy una chica de rituales, más no de rutina. Ri-tua-les. Porque uno llega a cierta edad donde tiene que aprender a romantizar la cotidianidad para no sentirse encarcelado, volverse loco, o, lo que suceda primero, ¿verdad? 

Y bueno, ese era uno de esos rituales que no debía perder, porque si lo hiciera, sería como perderme a mí misma.

Hablando a corazón abierto, podre vivir en una gran ciudad, llena de luces, estruendo y comida rápida hiper procesada, pero, puedo jurar en nombre de todos los granos de café del país, que no hay ninguna otra cafetería que sea tan especial como Nabi Café.

Por excelencia mi favorita.

¿El sabor?, ¿el lugar?, ¿la música? o acaso ¿la atención?, que eso ultimo vaya que valía cada maldito dólar sobre la mesa.

Tal vez era todo en conjunto, la coexistencia de los elementos perfectos.

La manera en que el lugar te hace sentir como si estuvieras en tu hogar, aunque en realidad te encuentres a miles de kilómetros de distancia de él. La calidez de las personas que todavía tienen la decencia de detenerse a preguntarte: "Hey, ¿cómo estuvo tu día?" sin verte solo como un signo de pesos estampado en el rostro. El exquisito olor a café perfectamente recién tostado y molido; La música jazz como un abrazo al alma, relajante, en el volumen indicado; Los estantes de madera llenos de libros con pequeñas notas desgastadas de lectores apasionados, entre ellas algunas de Charlie y mías, por supuesto, esa era nuestra pequeña contribución a la humanidad.

Esta demás decirlo pero atesoro y hasta me porto como fangirl, cuando se trata de hablar de Nabi Café, pero no miento, palabra de lectora apasionada, es mi lugar seguro (bueno, y los cualquier libro de romance).

Por último, para no agobiar describiendo detalles innecesarios, pero, como si de un capítulo extra se tratase, la de cereza del pastel, que sí, también aquí sabe delicioso, (desgraciados querubines reposteros que deben de tener secuestrados en la cocina, porque no hay otra lógica). Los enormes ventanales que dan hacia la calle por donde transitan cientos de personas día con día sumergidas en su cotidianidad. Eso sí que era como una telenovela abierta, ¿Netflix? Cariño, mira el semblante de esos individuos y no necesitaras más drama en tu vida (excepto si se trata de un k-drama, ese drama siempre, es bienvenido).

Vaya que tenía razón Fritz Perls cuando definió en la terapia Gestalt, centrémonos en "el aquí y  ahora" y dejemos los delirios color rosa pastel para después. 

Escuché como alguien se acercaba en mi dirección.

El alguien del cual conozco de memoria el sonido de sus botas dando pasos desgarbados.

Sonreí para mí misma y traté de disimular mi emoción, no quería parecer una desesperada por nuestro encuentro. Cerré el libro (que diez minutos atrás había dejado de leer) y con disimulo lo hice a un lado, como dije, en todo menos en el aquí y el ahora. 

Dejé las manos sobre la mesa y comencé a jugar con mis anillos, era una clase de hábito para cuando me sentía ansiosa.

—Hola Beca—saludó Charlie con su sonrisa campeona.

Una vez más mis oídos se llevan la victoria.

Le devolví el saludo agitando la mano.

—¿Cómo va todo?

Perfecto, ¿cómo podría ir algo mal cuando te tengo frente a mí, Charlie?

—Lo mismo de siempre—me encogí de hombros—, solo una chica tratando de sobrevivir en este mundo caótico. 

—Ya somos dos—me guiñó un ojo con picardía. Charlie, ¿querías matarme?—, tienes mi número, una llamada y cualquier día de estos incendiamos todo hasta que solo queden cenizas.

Ese chico, caray, ese chico, los ojos y sonrisa de mis desvelos. 

Charlie, ¿querías matarme?

Lo que inició como un trabajo de medio tiempo en verano para ahorrar dinero para una batería nueva, hace siete años ya de eso, claramente se terminó convirtiendo en algo de tiempo completo y puedo decir que hasta más que eso, para los dueños, los señores Park, una pareja de coreanos que llegaron al país hace años en busca de un mejor futuro y por azares del destino no tuvieron hijos, bueno, a lo que sé solo tienen una sobrina, Kim Lee, la conozco de vista, pero sé por Charlie que es excelente repostera...pero eso ya es otro tema.

Nuestro joven estrella se ha vuelto para los señores Park mucho más que su mano derecha, lo tratan como si fuera un hijo y, para él, sé que es reciproco el sentimiento.

También, son siete años desde que él y yo nos conocemos, de hecho, nos conocimos aquí, en Nabi Café y el desgraciado no ha cambiado nada. Bueno...solo su aspecto físico, claro, para ponerse más bueno, es un maldito fuckboy y el tonto ni lo ve. Como dije, Charlie es una de las delicatesen del menú, el mejor postre. Cuando lo vez que acercase a ti con una taza de café en mano, es una revelación, un monumento, un atractivo turístico.

No estoy segura cuál de los factores sea el más mortal; ¿su aire despreocupado y casual pero amable al mismo tiempo?, ¿qué conversar con él es lo más sencillo del mundo y te hace sentir escuchada y cómoda?, o, ¿el irrefutable hecho de que esos rasgos físicos no deberían de ser legales?. El cabello castaño claro en el perfecto largo, ¿gel? Él no lo conoce. Unos ojos oscuros enmarcándole el rostro como los de un felino asechando por la noche, nariz pequeña, tez apiñonada y ¿su look? por supuesto, siempre usando playeras de bandas que sólo pocos tienen el gusto de conocer. En pocas palabras... todo un rompecorazones.

Es enserio, este hombre tiene a más de una chica y chicos enamorados frecuentando el lugar hasta cuatro veces a la semana.  

Charlie, se cae de guapo.

¿Y qué si yo me caía por él?

Puede ser...pero eso lo mantendremos en secreto de la nación.

—¿Beca? —me llamó—, ¿No me escuchaste?

¿Aquí y el ahora?, ¿Gestalt?, ¿Oprah?

—Sí, perdón—carraspeé. ¿Hace calor aquí? Me pase un mechón de cabello detrás de la oreja un poco nerviosa—. Me perdí por un momento.

Bendiciones Charlie, no puedes leer mentes ajenas.

—Sí, me di cuenta—afirmó clavando sus ojos de forma desvergonzada al título del libro que estaba leyendo—, por un momento pensé que un alma había poseído tu cuerpo—rio por debajo—. ¿Ya sabes que vas ordenar?—preguntó de nuevo con la mirada fija aun en la portada. 

—Lo usual, Charlie—respondí inmediato.

—Muy bien—asintió mirándome ahora a los ojos.

Contacto visual, cariño, eso es todo lo que necesito.

Como parte del ritual, Charlie, sacó una libreta y una pluma negra del bolsillo derecho de su pantalón de mezclilla y comenzó garabatear.

Su letra... era horrible. Algún defecto tenía que tener ¿no?

Me reí por debajo y mi amigo me echó una ojeada rápida para ver si de lo que me reía era de él.

—¿Qué? —preguntó confundido—. Hoy estás extraña—señaló—, más de lo normal—agregó y sonrió.

—Nada—dije divertida, nos conocíamos muy bien—. ¿Ya terminaste?— extendí la mano hacia la libreta.

—Dame un momento— escribió unas últimas líneas y me paso la libreta—, ¿qué te parece?

Charlie y yo teníamos ese "juego", broma interna, en el cual cada que nos veíamos teníamos que intercambiar una nota con la última frase célebre que hayamos escuchado de un extraño. No tenía que ser una frase emotiva o inteligente, solo algo que escucháramos de algún individuo desconocido que nos llamara la atención. La leíamos y nos contábamos el jugoso contexto.

¿Éramos unos chismosos? Tal vez, pero era un precio que estábamos dispuestos a pagar.

La frase de esta vez era "Deja de hacer escándalo"

—¿Qué te parece?—me preguntó con una sonrisa maliciosa.

—Suena jugoso—afirmé a la espera de su historia.

—Lo fue—fingió remangarse las mangas para agregar drama, porque en realidad traía una playera—. Una señora, no mayor—vaciló reconsiderando—, bueno, como cuarentona yo creo, vino el jueves a la hora del almuerzo con su compañera—vi a Charlie hacer una mueca—, antes de que empieces Beca, sé que era su compañera de trabajo porque venían con el mismo uniforme, deduzco que trabajan en un despacho o algo por el estilo—asentí complacida. Yo necesitaba los detalles—. El punto es, que llegó al mostrador con cara de ogro escupiendo fuego por la boca...o casi, contándole a su compañera que ya estaba harta de las barbaridades de otra de sus compañeras, olvide el nombre, el punto es, que esta chica lleva comida súper maloliente para almorzar, pero en lugar de ir al área común o salir del edificio, come en su cubículo. Hubieras estado aquí Beca, la señora repetía: "Los papeles, cariño, los papeles, es una salvaje", pero, aquí viene el giro inesperado, la chica de la que estuvieron hablando llevaba media hora sentada en otra de las mesas y ¡escuchó todo!

—¡No!—chillé.

Sentí vergüenza ajena por las señoras.

— ¡Sí! — me respondió emocionado—, la chica se paró de su lugar y fue a encarar a las otras dos señoras, cuando la vieron llegar se pusieron pálidas a lo que la chica comenzó diciendo "Dejen de hacer escandalo..."

Hizo una pequeña pausa para despedir a unos comensales. 

— Y ¿qué más? —moví las manos señalando que continuara.

—Lo siguiente que dijo fue algo así como "ustedes brujas o arpías", no recuerdo cuál de las dos palabras fue, pero fue una de esas, "...yo podré comer mi comida apestosa, pero por lo menos yo como lo que quiera cuando quiera y no subo de peso" se dio media vuelta y se fue. Las señoras hasta las rebanadas de pastel que me habían encargado para llevar, cancelaron.

—Estuvo buena—admití emocionada con el cotilleo.

—Una joya—afirmó asintiendo con gusto mientras guardaba de nuevo la libreta en su pantalón—. Entonces, ¿lo de siempre? —me volvió a preguntar y yo asentí en respuesta—. Va, ahorita te traigo un café americano con piquete.

—Perfecto.

Charlie, dio media vuelta y se dirigió a la barra, pero ni bien dados tres pasos se giró en seco.

Moví la cabeza como para preguntar "¿qué?", sabía que iba a decirme algo.

—Interesante el título del libro que estas leyendo Beca, "Polvo de estrella" nunca había escuchado nada igual, cuando lo termines debes prestármelo.

Sonreí complacida.

—Claro que lo haré.

De la misma forma, se giró y reanudó su paso, lo seguí con la mirada hasta que se perdió detrás de la barra.

El sensor de la puerta principal al abrirse atrajo mi atención.

Un cliente acababa de entrar en la cafetería y al abrir la puerta el viento helado y el olor a lluvia se coló en el lugar como un niño travieso buscando la calidez en un chocolate caliente.

Se me puso la piel de gallina y por instinto me froté el brazo.

Vaya que este año el invierno estaba pegando duro.

Mi mirada se quedó fija en los ventanales y en unos segundos mi mente estaba más allá, observando con cuidado y fascinación a las personas. Algunos individuos reían mientras conversaban, otras solo pasaban como zombies con urgencia pegados a sus teléfonos último modelo, mientras solo unos cuantos transitaban a solas y con un andar tranquilo, al contrario de otros que se empujaban y sacaban la vuelta con brusquedad, esa actitud desde mi parecer únicamente era justificada por la enorme urgencia de ir al baño.

Pero, lo que siempre me llama la atención es que, a pesar de las distintas circunstancias, todas estas personas tenían algo en común, no se detenían ni siquiera un segundo para ver lo que tenían frente sus ojos. Parecía como si estuvieran en una carrera contra reloj.

¿Dónde queda la libertad de disfrutar las pequeñas cosas, si nunca tienes tiempo?

—Listo Beca—anunció Charlie sacándome de mi ensoñación.

Colocó la taza de café humeante frente a mí y volví a la vida.

No solo olía delicioso, sino que se veía increíble y placentera, con la espuma hasta arriba y una mariposa hecha con un diseño de canela en polvo. Listo para tomarle foto y subirlo a cualquier red social.

—Gracias, Charlie—sonreí satisfecha.

—Pruébalo—exigió mi amigo.

Y sin hacerme del rogar lo hice.

Me llevé la taza de café humeante y le di solo un pequeño sorbo para no quemarme.

Charlie me veía emocionado, expectante.

Un sorbo bastó para que un cantico celestial se desatara en mis papilas gustativas.

—¿Y bien? —me preguntó curioso inclinándose un poco hacia mí por si mi respuesta llegara a ser negativa.

—El elixir de la vida eterna—suspiré extasiada.

Charlie rio complacido y me puso una mano en el hombro.

—Voy mejorando ¿verdad? —quiso saber.

Él realmente se esforzaba en su trabajo. Admiraba esa parte de él.

—Después de siete años—comencé a decir dándole otro sorbo a la taza—, creo que te estas volviendo todo un experto amigo mío—afirmé.

Un leve sonrojo se asomó en sus mejillas. Su mano, seguía posada en mi hombro cual mariposa en una flor, ese repetido gesto de contacto físico cuando nos veíamos siempre me ponía nerviosa.

—Gracias—le dio un leve apretón a mi hombro y después con lentitud retiró su mano—. Bueno, al rato seguimos platicando que está llegando más gente, ¿te parece bien?

Asentí y se fue.

—Beca-se volvió a girar a medio camino—. No te vayas a ir sin despedirte-me pidió.

Negué con la cabeza divertida.

—Ay Charlie...— suspiré—. Eres único—dije para mí misma.

Le di otro sorbo a la taza de café y al dejarla en la mesa no pude evitar mirarla con detenimiento.

Café en una taza blanca.

Aunque el café que bebía en ese instante no era oscuro, el contraste de colores me saltó a la vista.

Si lo piensas bien, es una buena metáfora. Dentro de todo lo malo hay algo bueno y dentro de todo lo bueno hay algo malo. El dinamismo que nos da la vida. La oportunidad de hacer o no hacer.

Todo eso, y todos los problemas, para mí se desaparecen al entrar en Nabi Café, con cada sorbo que da mi boca a mi bebida y, por un instante, todo se detiene y es como si todo cupiera en una taza de café.

_______________

Hola, extraño. Como lo mencioné en el apartado de "Nota de autora", Nabi Café es un relato corto, que habla de Beca y Charlie, personajes que resultaron siendo por azares del destino y de mi inconsciente, personajes antagónicos de una novela corta que estoy escribiendo. Pero...para ser sincera disfruté mucho corregir este relato y si a ustedes les gusta, quisiera saber si les gustaría que escribiera este encuentro pero ahora desde la perspectiva de Charlie, porque él, un sol, pero y, ¿Beca?, no sabemos que pasa por la cabecita de nuestro mesero/administrador/Fuckboy favorito. ¿Qué dicen?

Háganmelo saber en los comentarios, me alimento de ellos :)

Si has llegado hasta aquí, te lo agradezco con todo mi corazón.

Te has ganado muchas tazas de café preparadas por Charlie.

Puedes seguirme en Instagram, Twitter y TikTok como: chris_hevia

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