⟢7⟣
—Oh, perdón —murmuró el azabache al tiempo que se apartaba de él y se aclaraba la garganta, incómodo—. Ibas a caer y por eso… No quise…
—E-Está bien, fue mi culpa, no estaba mirando.
El más bajo retrocedió un paso, estaba demasiado avergonzado; aunque por lo general él era bastante torpe y no necesitaba más que sus pies y el piso para caerse. Hizo una reverencia simple y se disculpó una vez más, pero cuando estaba a punto de dirigirse a la cocina Jungkook lo detuvo tomándolo del brazo.
—Jimin… Me gustaría que no nos sintiéramos así de incómodos… —pidió.
El rubito carraspeó antes de contestar:
—C-Claro que no, Jungkook. ¿Por qué dices eso? —Trató de sonreír pero más bien lo único que logró fue una mueca rara.
—Tal vez puedes engañar a Tae, pero a mí no, Jimin. Puedo sentir que estás disgustado.
—¿Cómo puedes saberlo?
Jimin se extrañó muchísimo, pues nadie debería ser capaz de conocer esas cosas más que tu pareja a través del lazo.
—Soy un Alfa pura sangre, hay muchas cosas que puedo descifrar con solo tu aroma o tu comportamiento —explicó.
El rubito suspiró entonces, rendido.
—Lo siento…
—Descuida, no es como si yo estuviera eufórico con todo esto —confesó el Alfa—. Aun así creo que deberíamos hacer un esfuerzo por llevarnos bien. Incluso podríamos ser amigos y, tal vez, las cosas no resulten tan extrañas todo el tiempo entre los tres.
—Sé que tienes razón, lo sé —admitió Jimin—, pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Jungkook asintió con la cabeza, encontrando tierno el puchero contrario.
—Hey, tengo una idea. Quizás podamos hacer algo juntos.
El Omega alzó las cejas sorprendido. ¿Qué podrían tener en común él y Jungkook más que sus ganas de arrebatarse a Tae?
»Mmm, empecemos con algo fácil; hagamos el desayuno —propuso el Alfa.
El mayor consideró la idea y no le pareció tan descabellada. Por su mente no pasó que aquello era una tarea demasiado hogareña para ellos. Sin embargo, se encontró a sí mismo disfrutando de la compañía del pelinegro mientras cocinaban un poco de arroz, estofado de carne y algunas verduras para acompañar.
Y media hora después los dos reían y parecían un par de amigos relajados, mientras un Taehyung acabado de despertar observaba la escena boquiabierto desde el umbral de la entrada a la cocina.
—Oh, Tae Tae, ¡buenos días! —El rubio fue el primero en notar su presencia.
—Buenos días —soltó Tae aún pasmado.
«¿Desde cuándo se llevan tan bien?».
—Buenos días —dijo también el pelinegro muy animado—. Taehyung, tienes que probar esto; es el mejor sabor que he probado en años.
Tomó un tazón y comenzó a servirle estofado de carne y arroz.
—No exageres, Jungkook —Jimin rio con timidez—. Lo que pasa es que esa receta lleva tiempo en mi familia.
—Bueno, solo digo, si algún día te cansas de ser profesor en el instituto, estoy seguro que a mi amigo Hoseok le encantaría contratarte en su restaurante.
La sonrisa de Jimin fue brillante esta vez.
—Bueno, algún día visitaré ese restaurante del que tanto hablas para darle un par de consejos al dueño sobre mi delicioso estofado de carne —añadió con suficiencia, mas en tono de broma.
El castaño observaba aquella interacción como quien ve a un gato y un pollito darse mimos. Algo que no era completamente imposible pero sí muy poco probable. Sintió su pecho apretarse poquito con una sensación desconocida, su lobo se removía inquieto dentro de él. ¿Acaso estaba celoso? Pero no había motivos, ¿o sí?
Tae participó de la conversación con monosílabos o respuestas cortas mientras los otros dos reían y comentaban detalles de su infancia y sus amigos. Le parecía un poco extraño todo y por eso no intercambiaba mucho con ellos. ¿Sería esto parte de lo que el doctor Kim le dijo que pasaría? Después de todo, los tres debían llevarse bien para que sus lobos estuvieran en armonía y significaba algo bueno para él mismo, ¿verdad?
—Tae Tae, ¿escuchaste?
—¿Huh? —Salió de su estupor al escuchar la voz de Jimin decir su nombre.
—A Jungkook le gustaría llevarnos al restaurante donde trabaja, así podemos conocer a sus amigos. ¿Qué crees?
Desprevenido, el castaño no hizo más que asentir sin pensar mucho en la pregunta del Omega.
—C-Claro.
—¿Está todo bien, Tae? —inquirió Jungkook esta vez.
—Sí, sí. Es que estaba pensando en las calificaciones atrasadas de mis estudiantes y me preocupa no poder hacerlo todo a tiempo. Disculpen mi comportamiento.
—Descuida, si no te da tiempo puedo ayudarte.
—Gracias, Chim —contestó con una pequeña sonrisa.
Justo en ese momento, en el que Tae se arrepentía de su mentira piadosa con respecto a los exámenes, su móvil sonó desde algún lugar de la sala y se excusó para levantarse y contestar. Jungkook y Jimin continuaron desayunando.
—Director Choi, buenos días. ¿En qué puedo ayudarlo?
Se extrañó de que el director del instituto lo estuviste llamando un domingo tan temprano, pero en ocasiones anteriores le había pedido ayuda con algunos estudiantes poco aventajados que recuperaban clases en horarios extra. Se alejó un poco para poder escuchar mejor y unos minutos después regresó a la cocina con expresión perpleja.
—Tae, ¿sucedió algo? —Jungkook inclinó su cabeza azabache al preguntar.
—El director Choi acaba de llamar —dijo el castaño sin reaccionar todavía—. Hay una vacante para una conferencia de historia del arte en la Universidad de Ulsan, y me ha ofrecido presentar un compendio de los temas que contiene mi tesis de doctorado.
—Oh, por Dios, Tae Tae. ¡Qué buena noticia! —Jimin brincó de su asiento—. Esto te dará los créditos que necesitas para finalmente presentar tu trabajo y obtener tu título.
—Lo sé —murmuró Taehyung.
—Solo mírate, estás en shock. —El rubito rio—. ¡Alégrate, Tae! Llevas mucho tiempo esperando esto.
Una sonrisa hizo amago de dibujarse en el rostro de Taehyung pero se desvaneció antes de mostrarse.
—Tendré que marcharme y serán tres días… No creo que sea una buena idea.
—¿Solo tres días? Hey, eso está bien —opinó el Alfa—. Podemos hacer videollamada y enviarnos mensajes todo el tiempo. Si es algo importante para ti, no renuncies solo porque será un poco difícil estar lejos.
—Pero… la última vez que estuvimos lejos… —dejó caer el castaño.
—Eso era porque estabas reacio a aceptarme y tu lobo estaba asustado. Ya no es así, Tae.
—Jungkook tiene razón. No creo que debas desperdiciar esta oportunidad. Tal vez no haya una próxima y tengas que esperar otro par de años —añadió el rubio.
El puchero de Jimin y los ojitos de cachorrito de Jungkook le apretaron el pecho, pero en el buen sentido. Y Taehyung se permitió relajarse y dejar que la emoción lo embargara. Solo serían tres días. ¿Qué podría salir mal?
En un abrir y cerrar de ojos la semana pasó volando. A decir verdad Taehyung se encontraba más calmado; la convivencia había mejorado muchísimo y los momentos incómodos se habían reducido bastante. Todavía se sentía un poco culpable por los besos que intercambiaba con Jungkook en el sofá para luego regresar a su cama y abrazar a Jimin hasta caer dormido. Sin embargo, no podía negar que su lobo iba asimilando todo poco a poco, ¿qué más podía pedirle después de tanto que lo reprimió y recriminó?
Ese viernes fueron los tres al aeropuerto a despedir a Taehyung, quien tenía todo listo en su maleta y cargaba una mochila con lo necesario para el viaje en avión.
—Ten.
Jimin alargó sus bracitos y le entregó una bolsa al castaño, pero ante su evidente confusión Jungkook fue quien intervino:
—Es un suéter de Jimin y una camiseta mía, las usamos mucho durante la semana —explicó el azabache con un leve sonrojo.
A Tae solo le tomó un segundo darse cuenta del gesto tan lindo de los chicos, pues en caso de extrañarlos, tendría su aroma en aquellas prendas y la distancia sería más llevadera. Soltó un pequeño suspiro completamente enternecido.
—No sé qué hice para merecerlos… —dijo bajito.
El rubio se acercó para darle un último abrazo y, sin pensarlo mucho, al separarse animó al Alfa pelinegro a hacer lo mismo. Y así, Jungkook acortó la distancia entre él y Tae para envolverlo entre sus brazos.
»Gracias… A los dos…
El castaño sentía sus ojitos picar por la emoción y quiso decir mucho más, pero no halló las palabras correctas. Se alejó con el rostro colorado y un sentimiento de paz en su interior, tal vez ya era hora de que su vida tomara un rumbo apropiado en el que podría aceptarse a sí mismo, a su dualidad y a sus parejas.
—Hey, Jimin. ¿Quieres ir al restaurante de mi amigo? Olvidé recoger mi uniforme para poder lavarlo —dijo Jungkook una vez que salían del aeropuerto y se dirigían a su auto—. Nos queda de camino y nos darán comida gratis.
La carcajada de Jimin no se hizo esperar y aceptó de inmediato. De veras no esperaba hallarse tan cómodo con Jungkook tan rápido, pero no podía negar que el Alfa era bastante agradable y se encontró muy a gusto con él. Confiaba en que ya no albergaba celos o envidia en su corazón, aunque su lobo estaba actuando un poco raro.
—¿Un Omega? ¿Nuestro Jungkookie ha traído a un tierno y lindo Omega con él? —La chillona voz de Hoseok, ahora en forma de susurro, se escuchaba desde la cocina del pequeño restaurante.
—Así es —convino Namjoon—. Hacen una linda pareja, ¿no crees?
—¡Hyungs! —gritó Jungkook desde una pequeña mesa junto a la ventana—. ¡Estamos justo aquí y podemos escuchar todo! ¿Pueden dejar de decir tonterías?
Jimin permaneció en silencio, con un suave sonrojo cubriendo sus mejillas. Nunca imaginó que los amigos del pelinegro pensaran que eran pareja.
Dos cabecitas asomaron por las puertas de doble hoja de la cocina, una castaña y la otra rubia platino, casi blanco.
—Oh, JK. ¡Cuánto tiempo sin verte! —saludó Hoseok como si nada.
Jungkook levantó una ceja.
—Nos vimos ayer, Hyung.
—¿Nos vas a presentar a tu amigo? —interrumpió Namjoon para salvar al Beta de avergonzarse más.
Con un suspiro cansado porque sus amigos se estaban comportando como un par de mocosos inmaduros.
—Él es Jimin, y sí, solo es mi amigo. Él tiene pareja así que dejen de incomodarnos con sus comentarios —pidió al borde del enojo.
—Uy, qué maduro de tu parte, JK. —Hoseok rio—. Ya, ya, solo bromeábamos. Nunca habías traído a nadie y pensamos que tal vez…
—Pues ya ven que no —interrumpió el azabache.
Ni siquiera él entendía por qué de pronto estaba actuando de esa manera. No era un crimen que sus amigos pensaran eso, después de todo, nunca lo habían visto traer a un Omega.
—Un placer conocerte, Jimin —Namjoon estrechó su manito.
—I-Igualmente —murmuró apenado el rubito.
—Aww, en serio eres una cosita demasiado tierna —comentó Hoseok.
—Hyung… —masculló Jungkook.
—Oh, vamos, Jungkookie —protestó su amigo—. Me dices que solo es tu amigo y que ya tiene pareja, además, soy un Beta. ¿Qué tanto te molesta que diga que es lindo?
—Me molesta y punto —gruñó el maknae—. Porque su pareja no está aquí y yo respondo por él, ¿entiendes?
Todos quedaron algo perplejos por lo sucedido, más aún cuando los ojos del azabache parecieron brillar con un suave escarlata por un breve instante.
—Oookey. ¿Por qué no nos calmamos un poco, eh? —Namjoon intentó aplacar la situación, el ambiente se había tornado denso de repente—. Dejaremos las bromas de mal gusto para otro momento. Les traeré el postre especial de la casa, sé que a Jimin le encantará.
Hoseok y Namjoon regresaron a la cocina y los demás camareros continuaron atendiendo a los pocos clientes que había a esa hora, por fortuna, no muchos se dieron cuenta de lo sucedido.
Jimin y Jungkook tomaron asiento otra vez, aunque el Alfa mantuvo la cabeza gacha debido a la vergüenza. Dios, ¿por qué había dicho eso? Era como si su lobo le hubiese reclamado por Jimin. Quizás solo estaba siendo un poco territorial porque Taehyung no estaba, y creía que debía cuidar a Jimin; pero ¿cuidarlo de qué? Sus amigos jamás intentarían hacer algo y solo estaban de broma.
—Jungkook…
—Lo lamento, Jimin. —El azabache largó un suspiro—. No quise hacerte sentir incómodo. Es que Taehyung no está y no creo que sea correcto que mis amigos jueguen de esa forma cuando recién acaban de conocerte.
Jimin abrió los ojos de par en par, pues un mohín de Jungkook era algo digno de admirar. El menor realmente lucía como un cachorrito a veces. Le causó algo de ternura que lo defendiera cuando Tae no podía.
—Está bien —murmuró—. Te lo agradezco. Pero no es necesario que pelees con tus amigos por mí. Ahora no van a querer contratarme si renuncio a mi trabajo como profesor —añadió en broma para aligerar el ambiente.
Jungkook sonrió poquito. Jimin era alguien tan dulce como noble, era de esperarse que no se lo tomara a pecho.
El sábado en la mañana, después de haber hecho el desayuno juntos una vez más, Jungkook y Jimin hicieron videollamada con Tae. Estaba muy contento porque todo estaba saliendo muy bien y el domingo a primera hora podría tomar su vuelo de regreso a Seúl. Y aunque Tae no les comentó que la ropa de ambos le había sido de mucha ayuda, ellos pudieron ver las prendas encima de la almohada del castaño en su cama de hotel.
Parecía que todo estaba marchando bien y que los tres, al fin, se habían hecho a la idea de que podían convivir y compartir sin problemas.
Parecía…
—¡Mngh…!
Un dolor agudo se clavó en el bajo vientre de Jimin y le hizo casi arrastrarse hacia el baño. «¿Qué está pasando?». El rubito se asustó. Se encontraba solo en su habitación, solo en aquel gran penthouse. Jungkook estaba trabajando en su turno de noche en el restaurante y no iba a regresar hasta dentro de un par de horas, pues el fin de semana el restaurante de Hoseok cerraba a medianoche.
No podía llamar a Tae, a esa hora debía estar durmiendo para poder tomar su vuelo temprano en la mañana. Tampoco quería molestar al azabache por una tontería que seguro era un mal de estómago. Sin embargo, media hora después, Jimin se dio cuenta de que no estaba malo del estómago y se horrorizó por completo.
Su celo se había adelantado.
Los síntomas eran inequívocos. Dolor de cabeza, sudoraciones, temblores, punzadas dolorosas en su vientre y mucho, mucho lubricante natural humedeciendo su pijama. No tenía supresores con él ya que no los necesitaba, siempre compartía su celo con Taehyung, y además, este no debía llegar hasta el próximo mes. ¿Por qué se había adelantado sin razón alguna? Y precisamente cuando su Alfa no estaba para ayudarlo. Siendo destinados y llevando su marca, solo podía clamar por su pareja, nadie más.
Una ducha de agua fría y un té caliente después, Jimin yacía envuelto entre las mantas gimiendo de dolor. Si seguía así tendría que llamar al doctor Kim para que le inyectara un supresor, sin embargo, creyó obstinado que podía aguantar un poco más hasta que su Alfa llegara.
Jungkook tecleó el código de acceso al penthouse y se adentró con pasos cansados dejando caer las llaves de su auto en una pequeña mesita. Eran casi las dos de la madrugada; se había tardado más de lo normal porque el restaurante había sido reservado para una fiesta que terminó con más tragos de lo usual y una ridícula pelea. Por suerte, todo se resolvió y el cliente pagó por los daños al lugar, que fueron mínimos, pero daños al fin.
Agotado y deseoso de solo darse una ducha y lanzarse a la cama hasta la mañana siguiente, avanzó descalzo por el pasillo mientras se desabotonaba un poco la camisa. Sin embargo, su lobo pareció alzar las orejas y olisquear el ambiente mucho antes que él. Un intenso aroma proveniente de la habitación de Jimin y Tae parecía inundar todo el pasillo y envolverlo como en un abrazo sofocante. Vainilla, dulce pero no empalagosa, y un poco de jazmín y lavanda complementaban aquel delicioso aroma que llamaba la atención de su lobo.
El azabache gruñó bajito antes de recobrar los cinco sentidos. «¿Jimin está… en celo?».
Sin poder evitarlo alcanzó la puerta a grandes zancadas y cuando estaba a punto de llamar se detuvo algo brusco, dejó la mano en el aire y jamás tocó la madera. ¿Qué podía hacer? Quien único podía asistir a Jimin era su Alfa, pues que otro lo intentara sería considerado prácticamente violación. Justo ahora, Jungkook no debía siquiera acercarse a dos metros del Omega, quien con certeza habría echado el cerrojo.
Lo más seguro era retirarse y esperar a que Taehyung llegara en la mañana. Como Alfa, él sabía que pasar un celo solo era terrible, pero no había nada que pudiera hacer. Así que reprimió los instintos de su lobo y se alejó de la puerta hasta entrar en su habitación y al fin respirar más tranquilo; aunque podía adivinar las feromonas danzando alborotadas tras él.
Jungkook se despojó de su ropa y se dijo que lo mejor era darse su merecida ducha y descansar. En unas horas llegaría Tae y él se marcharía a casa de Hoseok y Nam por un par de días para darle privacidad a la pareja. Su lobo gruñó descontento con esa idea, mas Jungkook se había vuelto un experto en ignorarlo. Una vez bajo el chorro de agua fría, destensó sus músculos y suspiró exhausto, tratando de no imaginar cómo se vería el rubito sin ropa y mojado.
Joder. ¿Por qué justo tenía que entrar en celo cuando estaban solo ellos dos? La Diosa Luna podía ser bastante cruel y sarcástica a veces. Y, oh, el azabache no tenía idea cuánto, hasta que escuchó la cortina del baño descorrerse y el fuerte aroma a flores silvestres y vainilla del Omega inundar sus fosas nasales.
Congelado por completo, y no por el agua fría en particular, Jungkook no hizo ademán de moverse. No, no podía ser. Eran su cerebro y sus hormonas descontroladas las que le hacían creer que el Omega había venido a él, que lo estaba buscando.
—¿A-Alfa…?
La melodiosa voz de Jimin hizo eco en el lugar.
Y el menor solo pudo tragar en seco antes de voltearse despacio, como si temiera moverse demasiado rápido y desencadenar una serie de eventos de los que se arrepentiría más tarde.
Y ahí estaba. Su cabello dorado era un desastre encantador, sus ojos brillaban de un tenue azul pálido y sus labios permanecían entreabiertos y tentadores. Solo llevaba la camisa del pijama, tal vez demasiado entreabierta, dejando ver su pecho de nieve y sus llamativas clavículas. El Alfa no se atrevió a bajar más la vista porque sabía que aquellos muslos serían su perdición.
—Ji-Jimin —murmuró con voz rasgada—. Debes irte… No puedes…
Mas el Omega dio un paso hacia él, luego otro, hasta que sus manitos alcanzaron el definido rostro del Alfa; ambos sonrojados por distintas razones.
—Alfa… —Esta vez no era una pregunta.
—N-No… estás c-confundido. —Llevó sus grandes manos hasta las de Jimin para apartarlas—. No soy tu Alfa… n-no soy Taehyung…
—Lo sé…
Los ojos del azabache se ensancharon sobremanera.
»Jungkook… Alfa…
Y esas fueron las últimas palabras de Jimin antes de acercarse por completo y besar al chico desnudo frente a él.
*Nota*
😳😳😳😳
No tengo nada que decir.
Regálenme su estrellita.
Besitos y abracitos 😘🤗
Namu Alfa
Hobi Beta
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