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-Jiminie, necesitamos hablar...

Taehyung estaba decidido a tocar el tema y lo hizo esa tarde cuando llegaron del trabajo y habían terminado de cenar. Él ayudaba al Omega a secar los platos que este iba fregando y los colocaba en su lugar.

Jimin terminó con el último plato y se dispuso a observar al Alfa frente a él.

-Sé que pronto será tu celo y... quería pedirte que.... si lo deseas claro.... si tú.... -Tragó en seco, no sabía por qué estaba tan nervioso-. S... Si quieres que te marque.... y así convertirte oficialmente en mi Omega.

Listo, lo había dicho.

El rubio sonrió con dulzura, nada le haría más feliz que unirse a su destinado en cuerpo y alma.

-Tae Tae, somos almas gemelas... Claro que quiero que me marques.

-No, Chim, entiende que una marca no es solo una simple mordida en tu cuello. Esa marca te atará a mí para toda la vida. Y sabes que yo... -Le falló la voz.

-Kim Taehyung, escúchame bien -dijo Jimin con determinación-. No hay nada mal contigo, ¿entiendes? Eres mi pareja destinada, mi Alfa; y no hay nada que pueda separarme de ti. Nunca lo habrá.

Tae sonrió débilmente.

-Te amo, Tae Tae.

-También te amo, Jiminie.

Y a pesar de que habían pasado solo tres meses juntos, no les parecía nada apresurado el profesarse su amor de esa manera. Después de todo, eran destinados.

Luego de una hermosa y romántica cita en un caro restaurante, al que Taehyung había llevado un tupido ramo de rosas, ambos fueron a casa a prepararse.

Por lo pronto, habían pedido unos días de vacaciones en el Instituto y el Alfa se quedaría a dormir en el pequeño departamento de Jimin, pues para un Omega era esencial sentirse cómodo y a gusto durante su celo; en su hogar y con su Alfa. Tae incluso había traído una mochila con la ropa que más usaba para que el rubito pudiera hacer el nido perfecto.

Era su primera vez, y aunque estaban nerviosos también emocionados por compartir un momento tan íntimo. Los síntomas de Jimin comenzaron temprano en la mañana, sus gemidos bajitos despertaron al Alfa a su lado, aunque bien podría decirse que Taehyung no había dormido mucho.

La luz del sol comenzaba a colarse poco a poco por la abertura entre las gruesas cortinas, dándole a la habitación una suave claridad.

-Alfa -murmuró el rubito con un ápice de azul claro tiñendo sus ojos-. T... Taehyung...

Durante el celo, los Omegas generalmente llamaban a cualquier Alfa, incapaces de reconocer a quien les saciaría el deseo. Sin embargo, una vez que tenías una pareja destinada, tu lobo clamaría por esa persona donde sea que estuviera.

Al reconocer a su Omega en celo, Taehyung reaccionó acercándose al cuerpo junto a él. Uno de sus ojos tornándose rojo tenue mientras que el otro permaneció de color avellana.

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El rubio lo observó unos segundos embelesado, los ojos bicolor posándose sobre sus labios entreabiertos al instante. Y la distancia entre ellos se hizo menos, y sus alientos quedaron atrapados en un profundo beso que aplastó sus sentidos.

Intimar en otras circunstancias se sintió muy bien, pero ahora era diferente por completo. Más caliente, más húmedo, más intenso.

El Alfa desnudó el pálido cuerpo del rubio entre besos y caricias en lugares que hacían gemir al chico. Le abrió las piernas para saborearlo en su punto más escondido y el Omega vio las estrellas.

Jimin se aferró a las sábanas con fuerza, su espalda arqueándose de placer. La lengua de Tae entrando y saliendo de su abertura no era un juego. Todo lo contrario, el castaño parecía querer devorar toda la dulce esencia que liberaba para lubricarse, pero en vez de acabarse, salía más y más.

Cuando creyó que iba a correrse deliciosamente el Alfa gruñó sacando su lengua, pero no la despegó de ahí. Sino que delineó la pequeña porción de piel que lo llevó hasta los pequeños testículos del Omega, para luego introducir uno en su boca. Al mismo tiempo, un dedo tentaba su entrada y se introducía con parsimonia.

Jimin casi lloró de placer, el ardor allí abajo siendo mínimo aunque ya tenía dos largos dedos embistiéndolo y una caliente boca chupando su glande. Definitivamente su Alfa se lo estaba comiendo de varias maneras, y todavía faltaban otras más.

Taehyung terminó de desvestirse para luego acomodarse entre las piernas del rubito, quien, por puro instinto, lo rodeó con estas.

-Alfa... mi Alfa... -gemía Jimin mientras movía sus caderas para que sus miembros se rozaran.

El castaño fue adentrándose poco a poco, dulce lentitud haciendo a ambos perder la cordura.

Si bien era la primera vez, el celo de Jimin y sus fuertes feromonas envolvían a Tae y su lobo actuaba por instinto. No solo buscando el placer sublime del Omega, sino el suyo propio.

Por eso, el castaño comenzó a moverse despacio, con un gruñido ahogado. Sintiendo su miembro ser atrapado dulcemente y sus sentidos acentuarse más. Estar dentro del rubito era lo más exquisito que alguna vez había experimentado. No supo cómo habían podido esperar hasta el celo.

Una fina capa de sudor se extendió por su frente, haciendo que sus castañas hebras se le pegaran a la piel.

Y Jimin era puro gemido bajo el cuerpo del Alfa, se mordía sus maltratados y rojizos labios una y otra vez para no terminar gritando con tanta intensidad.

El momento se estaba acercando. Taehyung sintió las paredes del Omega contraerse más seguido y apretarle con delicia. Y en pocos segundos, el rubito se corrió ruidosamente al tiempo que el nudo del Alfa se hinchaba dentro de él.

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Una mezcla de placer y dolor se extendió por el cuerpo del Omega, sin embargo, se sentía pertenecer ahí. Y cuando el castaño hincó sus colmillos en aquella zona especial de su cuello, al fin se sintió completo.

Taehyung solo dejó que su lobo tomara el control, después de todo, su animal interno sabía dónde debía colocar la marca de su destinado y cuánto tiempo debía durar la mordida.

La conexión entre destinados era perfecta y sublime.

Se pertenecían uno al otro.

Aquella marca era imborrable, y aquel lazo, irrompible.

Casualmente, unos días después del celo de Jimin, celebraron su Aniversario de los Cien Días; fecha muy importante para las parejas. Ambos intercambiaron anillos sencillos como muestra de compromiso y de que estaban dispuestos a pasar el resto de sus días juntos. Estos anillos eran más bien una formalidad ante la sociedad, pues la marca era lo que más peso tenía en una relación.

Las semanas avanzaron, y la mudanza los tenía agotados pero felices. Con algunos ahorros y con la venta del auto de Tae, la pareja logró mudarse a un área más residencial y también más cerca del instituto donde impartían clases. Utilizaban el metro para moverse y el pequeño auto de Jimin para viajes más largos.

Aquella tarde, un grupo de alumnos poco aventajados de su clase le habían pedido una sesión de estudio para que les explicara mejor el contenido del examen. Taehyung no se negó y tomó el metro para luego reunirse en casa de uno de ellos.

Le envió un mensaje de texto a Jimin explicándole que llegaría después de las 11 y que no lo esperara despierto, aunque sabía que el Omega no se iría a la cama hasta verlo llegar a casa.

Sonrió como un tonto cuando Jimin le contestó con besitos y corazoncitos.

Luego de terminada la ardua jornada de estudio con sus alumnos, todos le agradecieron y el dueño de la casa incluso se ofreció a pedirle a su padre que lo llevara en su auto. Sin embargo, Taehyung no quería molestar, podía tomar el metro de vuelta.

Una vez en la estación, subió al tren correspondiente y se sentó del lado de la ventanilla. Sacó su teléfono y le envió otro mensaje a Jimin dejándole saber que iba en camino. Era casi medianoche.

Mientras guardaba el móvil y se disponía a cerrar un poco los ojos para descansar algo, lo escuchó.

-Oye, lindo Omega. -Se oyó una voz grave detrás de él-. ¿Qué haces tan solito y tan tarde en el metro?

Taehyung se congeló. No le hablaba a él, ¿o sí? La voz se escuchaba un par de asientos lejos de él, pero bastante cerca como para que el castaño pudiera captar el olor de un Alfa, tal vez más.

Miró al frente con temor, pero no vio a nadie en su vagón.

-Omega, ¡están hablando contigo! -Escuchó hablar a otro tipo.

-¡Tal vez tengas que enseñarle a ese Omega cómo tiene que someterse ante un Alfa, Hyung! -chilló otro más.

«¡Por Dios! ¡¿Cuántos son?!».

Taehyung, en la vorágine de pensamientos y posibles escenarios de cómo huir que cruzaban por su mente, recordó sus supresores. Y claro, para colmo de males, lo que recordó era que no se los había tomado porque no quería interrumpir la sesión de estudio con sus alumnos. Y ahora, al menos una hora después de haber dejado la casa, su dosis anterior de supresores ya no cumplía ninguna función .

Y aunque se los tomara ahora, tardaría al menos media hora en hacer efecto.

«Mierda. ¡Qué imbécil eres, Taehyung!». Pensó que si los ignoraba y se bajaba en la próxima estación tendría oportunidad de huir, y esta vez, llamaría un taxi.

Faltaban solo un par de minutos para llegar, pero Taehyung estaba subestimando a los Alfas que se le acercaban hambrientos.

-Solo porque eres lindo y hueles bien no significa que puedas ser grosero, Omega -dijo uno de ellos mientras se asomaba por la parte de atrás del asiento del castaño.

Taehyung casi gritó al darse cuenta de la cercanía de aquel Alfa, al parecer sus instintos de Omega estaban saliendo a flote; sin embargo, se mordió la lengua y apretó con fuerzas su bolso contra su pecho. Cuando hizo ademán de pararse, otro de los Alfas lo interceptó mientras que un tercero se sentaba a su lado.

-Tranquilo bonito, solo queremos pasar un buen rato -explicó como si aquella situación fuese de lo más normal.

-Si te portas bien, olvidaremos que nos has ofendido y te dejaremos ir. -El de atrás le acarició un poco los mechones casi rizos, que ya comenzaban a pegarse a su frente y nuca por el sudor.

-Querrás decir... ¿cuándo terminemos con él no? -Y el que estaba de pie frente a su asiento rio con sorna.

El metro se detuvo y las puertas se abrieron, Taehyung no podía siquiera levantarse e intentar correr pues enseguida lo atraparían y sería muchísimo peor. En algún rincón de su mente surgió la idea de que si se quedaba tranquilo, todo acabaría más rápido y le dejarían ir después de estar satisfechos.

Y aunque su parte racional le decía que eso era lo mejor, su miedo interior le hizo encogerse más en el asiento, lleno de repulsión. Pensó que estaba a punto de tener un ataque de pánico, trataba de que el aire entrara a sus pulmones pero le parecía la tarea más difícil del mundo.

Entonces, como si fuera una reacción natural en él, o como si tuviera idea de lo que hacía, emitió un gemido débil que sonaba más bien como un lamento desesperado, para que quien lo escuchara se apiadara de él y le ayudara. Sin embargo, Taehyung no sabía que aquel gemido lastimero de Omega en peligro solo podría ser escuchado por su pareja, su Alfa destinado.

Jungkook casi pierde el metro porque le tocó cerrar en el restaurante de su mejor amigo Hoseok; apenas pudo montarse en el último vagón. En cuanto entró, notó un grupo de al menos cuatro personas hacia el fondo, aparentemente conversando; no había más nadie.

El pelinegro acomodó su máscara y se quedó de pie, luego se colocó sus audífonos y subió el volumen sin cuidado mientras el tren se ponía en movimiento otra vez. Siempre le había gustado escuchar la música bien alta. Sin embargo, aquel desgarrador chillido lo escuchó mucho más alto que la canción.

Se quitó los audífonos y se volteó hacia el grupo de amigos. Avanzó hacia ellos con pasos largos para luego captar sus olores a Alfas excitados, lo cual le provocó una mueca de asco. Sin embargo, otro olor captó su atención enseguida.

Olía a lirios y era el más puro aroma con el que alguna vez se había cruzado. Aunque también olía su miedo y escuchaba su gemido de Omega en peligro. Pero ¿cómo? Eso no era posible, ¿o sí?

El pelinegro no se detuvo mucho a pensar en eso y enseguida los interrumpió.

-¡Yaah! ¡¿Qué creen que están haciendo?!

Los tres Alfas giraron sus cabezas para mirar a Jungkook con sorpresa y luego desdén.

-Sigue tu camino, niño -dijo el que parecía ser el mayor y más fornido.

Jungkook bufó bajito. «¿Niño?».

-Lo haré, cuando dejen a este Omega en paz -demandó el muchacho, arrastrando las palabras, como si esto fuera un hecho.

-Nosotros lo vimos primero, es nuestro. Lárgate ya, cara de conejo -se burló uno de los Alfas.

-Parece que tendré que partirles la cara a los tres a ver si me entienden -comentó Jungkook mientras se cruzaba de brazos.

-Yo me encargo de él, Hyung -dijo el tercero de ellos sonriendo con malicia, pero una mano lo detuvo.

El Alfa que permanecía sentado se levantó y traqueó su cuello sonoramente.

-Al parecer esta noche cualquiera cree que puede faltarnos al respeto así como así -se quejó con voz profunda al tiempo que avanzaba unos cuantos pasos.

-Yaah, imbécil... -llamó Jungkook-. Todavía no te pateo el trasero y ya estás hablando mierda.

Era obvio que estaba provocándole, sería mucho más fácil si el tipo estaba enojado y solo intentaba usar su fuerza bruta.

-Veremos quién le patea el trasero a quién, niño.

Jungkook se cercioró de que los otros dos Alfas estaban al pendiente de la inminente pelea y habían dejado al Omega detrás, quien parecía haberse acurrucado en el piso delante de su asiento.

El pelinegro alzó sus manos y se colocó en posición de defensa, no sin antes provocar aún más al bravucón al hacer un movimiento con sus dedos para que se acercara. Nunca había tenido que utilizar sus técnicas de taekwondo para una lucha callejera, pero aunque no supiera nada de defensa personal siquiera, no le tocarían ni un pelo a ese Omega si él podía evitarlo.

El musculoso Alfa arremetió contra Jungkook, quien parecía de constitución menuda pero era bastante fuerte y rápido. Esquivó el primer golpe del tipo, luego el segundo, y ya había calculado su fuerza y su proyección. El joven Alfa sonrió para sus adentros, esto sería más fácil de lo que creyó. Cuando el contrario se lanzó a su abdomen para derribarlo, Jungkook lo esquivó una vez más pero esta vez, le agarró un brazo y se lo torció detrás de la espalda.

El tipo gritó de dolor y trató de zafarse pero Jungkook hizo otro movimiento en el que lo dejó aún más inmovilizado.

-¡Hyung! -Sus amigos hicieron ademán de acercarse.

-Uh-oh, ni se les ocurra, o le parto el brazo -advirtió el pelinegro.

Los otros dos se detuvieron y todo quedó en silencio por un instante hasta que el intercomunicador del metro avisó la próxima estación.

Jungkook entonces tomó al Alfa y lo alzó un poco, manteniendo su brazo dolorosamente torcido, y sin previo aviso estampó la cabeza del hombre contra uno de los tubos del tren. El tipo cayó inconsciente en el frío y sucio piso.

Las puertas del metro se abrieron en ese momento.

-Yo ustedes... -anunció el pelinegro limpiándose las manos y la ropa-, me llevo a su Hyung mientras todavía respira... si no quieren ser los próximos en comerse el polvo del tren.

Los otros dos, presos del pánico, recogieron el cuerpo inerte del mayor y salieron del vagón casi corriendo.

Jungkook se acercó con rapidez al bulto en el suelo al tiempo que se bajaba la máscara para que el Omega no viera segundas intenciones en él.

»Hey, tranquilo. Ya se han ido.

El chico levantó su rostro, que había estado escondido entre sus rodillas mientras sus brazos abrazaban sus largas piernas; y el corazón de Jungkook dio un salto de emoción y comenzó a latir con desespero.

Mío. Su lobo interior se removió inquieto y feliz.

El chico frente a él era de cabellos castaños, que casi le cubrían los ojos color avellana. Sus cejas tupidas y finas, nariz puntiaguda adornada por una pequeña peca, y unos pronunciados labios; era simplemente hermoso.

Y era él, por quien había esperado toda su vida. Su pareja destinada. Jungkook sabía que no muchos tenían el privilegio de encontrar a su alma gemela en esta vida, pero sabía que cuando la encontrabas, era tan gratificante. Euforia, era la única palabra con la que podía describir su estado de ánimo en ese momento.

Los ojos de Taehyung se encontraron con los de color chocolate oscuro de aquel Alfa. «No puede ser. No otra vez». Su corazón latía tanto que parecía se le iba a salir del pecho y solo deseaba lanzarse a los brazos de aquel chico. Era como si un imán le atrajese irremediablemente hacia el pelinegro, se sentía seguro y protegido. Alfa, quiso decir. Pero se mordió la lengua y regresó a la realidad en pocos segundos. Y todavía tenía tiempo para poner en marcha su plan anterior.

Taehyung se puso de pie con brusquedad y con toda la rapidez de la que fue capaz, se lanzó a las puertas automáticas del vagón y salió corriendo al andén.

»¡Espera! ¡No voy a lastimarte!

Taehyung corrió aún más deprisa, pero sabía que el chico venía detrás de él. Le costó demasiado seguir huyendo, por un lado su cerebro le decía que tenía que alejarse y por otro, su lobo gruñía por dentro en desacuerdo.

Sentía que sus piernas le fallarían en cualquier momento y el pecho le dolía por el esfuerzo de subir las escaleras para salir de la estación; en realidad nunca había sido muy atlético. Ni siquiera sabía dónde estaba ni qué dirección estaba tomando, pero no se detuvo un segundo, no podía. El pánico que sentía porque algo así le estuviese pasando era mucho mayor que la necesidad que tenía de detenerse y rendirse ante aquel extraño Alfa.

El castaño al fin salió a la calle, por lo tarde que era no había nadie pasando por allí. Aún podía sentir la presencia del pelinegro cerca, llamándole. Dobló en la primera esquina que encontró pero una de sus piernas le traicionó y terminó cayendo al pavimento dolorosamente.

Cuando intentó levantarse, ya era tarde, el Alfa estaba ahí. No supo por qué pensó que tendría oportunidad de escapar. A duras penas logró sentarse y pegar su espalda al muro que tenía detrás. El esfuerzo físico que había hecho, más el hecho mismo de estarse alejando de aquel chico, hacía que su pecho doliera y su cuerpo temblara.

»Deja de huir de mí, por favor. No te haré daño -murmuró el pelinegro con tristeza en la voz-. No podría...

El chico se agachó hasta estar a su altura, sus intensos ojos casi brillando en la tenue luz de aquella calle solitaria. Lentamente y sin dejar de mirarlo, el Alfa levantó su mano para rozar la mejilla de Taehyung con sus largos y delgados dedos. El Omega se estremeció de dolor, no se había dado cuenta que tenía un pequeño rasguño ahí. El extraño chasqueó su lengua en señal de desaprobación.

»Te has lastimado... -habló bajito mientras acariciaba la mejilla herida del castaño-. ¿Por qué huiste de mí, Omega? Si no hubieses...

-No soy un Omega -interrumpió Taehyung, y con la poca fuerza que le quedaba apartó la mano del pelinegro de su rostro-. No lo soy... ¿entiendes? Solo déjame ir.

-¿De qué hablas? Puedo sentir tu aroma a lirios y sé que eres un Omega. Eres mi Omega-. declaró Jungkook con certeza, ya no había razón para negarlo, esas cosas solo se sabían y punto.

-Que no lo soy... No soy Omega... No lo soy... No lo soy -El castaño negaba frenéticamente con la cabeza y su respiración se había vuelto más entrecortada.

-Tranquilo... -murmuró el extraño Alfa-. Todo está bien ahora.

La visión de Taehyung estaba cada vez más borrosa, el oxígeno casi no llegaba a su cerebro, no podía respirar bien. En solo segundos, su cuerpo colapsó y terminó desmayándose en los brazos del pelinegro.

*Nota*
Espero les guste este capítulo.

Aaahh, ya apareció Jungkook!!! UwU

Perdón la demora, ni siquiera había visto que ya el capítulo uno había llegado a las 100 vistas.

Besitos y abracitos 😘🤗

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