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⟢10⟣


Jungkook recogía los vasos y platos de una de las mesas que los clientes habían dejado, no esperó girarse y encontrar a Taehyung de pie en la entrada del pequeño restaurante. Se veía terrible, no iba a mentir; cabellos castaños alborotados, rostro cansado y con ojeras, incluso había perdido peso. Sin embargo, al menor no le importaba cómo lucía, solo el hecho de que estaba ahí.

—Ho-hola... —murmuró el castaño.

—Hola, Tae.

Ver al mayor allí no hizo más que recordarle todo lo sucedido y cómo había reaccionado. Jungkook contrajo su mandíbula en un gesto de impotencia, por mucho que quisiera consolarlo aún le dolía la forma en la que el chico los había tratado. Ni siquiera sabía si venía a disculparse o a pedirle que se marchara de su vida definitivamente, pensar en eso le provocaba un nudo en la garganta.

Taehyung dio un paso hacia él.

—¿Podemos... Podemos hablar?

—Estoy trabajando, Tae, yo...

—Esperaré a que termines. —Y se sentó en una mesa para dos que estaba desocupada.

Jungkook se pasó la mano por la nuca algo incómodo, mientras algunos clientes los miraban de soslayo.

—No puedes quedarte si no vas a consumir nada. No creo que...

—Entonces me gustaría pedir un café... por favor. ―Los ojos contrarios parecían suplicar, igual que el tono que había empleado.

El pelinegro suspiró y se rindió, dio media vuelta para continuar trabajando hasta que llegara su descanso.

Con la cabeza baja, Taehyung removía el azúcar en su taza y trataba de mantener su mano estable para que no le temblara tanto. Tener a Jungkook cerca había apaciguado un poco a su lobo, sin embargo, el lazo que los unía se sentía débil, casi lejano, y la tristeza permanecía como un halo alrededor de ellos.

Al fin Jungkook terminó su turno y fue a cambiarse mientras ignoraba las miradas inquisitivas de sus amigos. No podía lidiar con ellos ahora, llevaban toda la semana preguntándole si sucedía algo y el menor lo mismo estaba de mal humor, que desanimado y melancólico.

Ocupó el asiento que había frente a Taehyung y recibió la mirada apagada del castaño. Le dolía el pecho por la distancia tan grande que había entre ellos, aunque solo los separaba una mesita de café.

—Jungkook... y-yo... Lo siento tanto... —La voz del mayor se quebró un poco pero eso no le impidió continuar—: Fui un egoísta y me comporté horrible. No tenía que haber actuado así pero no pude evitar sentirme...

—Amenazado... —murmuró Jungkook y luego exhaló con pesadez—. Jimin es tu Omega, Tae; es lógico que te sintieras amenazado cuando otro Alfa trató de tomar lo que era tuyo. Y no sabes cuánto lo lamento, nunca fue mi intención que algo así sucediera.

—Lo sé, no es tu culpa —admitió el mayor—. Sin embargo, eso no fue lo único que sentí, Jungkook. Estaba tan confundido que no podía escoger un solo sentimiento. Ira, celos, agonía y.... envidia —añadió casi con un susurro—. Es tan irónico. Creí que solo estaría dolido y enojado porque un Alfa había marcado a mi Omega, pero sentí tanta envidia de Jimin.

—Tae...

—Sentí que nunca sería capaz de darte lo que él te dio, que siempre sería insuficiente para ti... para ambos...

—No digas eso, Taehyung. Yo... —el menor se humedeció los labios, ansioso—, te prometo que encontraremos una respuesta, una solución. Haremos que esto funcione.

—Ya tengo la respuesta, al menos eso creo. En ese momento no pude ver el contexto, estaba tan cerrado a todo.

—¿A qué contexto te refieres?

Taehyung palpó su bolsillo y sacó el colgante de la luna que le había obsequiado la anciana. Lo puso en el centro de la mesa para que el Alfa lo tomara y este lo observó, confundido.

»¿Una luna?

—Representa mis dos caras, mi lado Alfa y mi lado Omega —explicó Tae; en su mente trataba de organizar las ideas de lo que había logrado comprender con anterioridad—. Siempre creí que debía estar solo, pero encontré una estrella para que me hiciera compañía, Jimin, mi Omega destinado.

Jungkook tragó en seco. De pronto sintió miedo de que Taehyung quisiera apartarlo de su vida y romper todo lazo con él para quedarse solo con Jimin, pues ciertamente ellos estaban juntos primero. Sin embargo, para el pelinegro, no era uno o el otro, eran los dos. Quería a Taehyung y a Jimin, aunque pareciera una aberración de la naturaleza o una locura para la sociedad. No obstante, también sabía que Taehyung tenía la última palabra, y por más que le doliera, si le pedía alejarse lo haría.

»Todo era perfecto entre nosotros. Mi lobo había encontrado a su compañero de vida, su complemento... Pero luego llegaste tú. —El castaño estiró sus manos por encima de la mesa para tomar las de Jungkook, que aún sostenían el colgante—. Y la luna necesita de las estrellas, pero no puede brillar sin el sol... Y tú, Jungkook, eres mi sol, mi luz… mi Alfa destinado.

Una ola de alivio mezclado con ilusión envolvió el cuerpo de Jungkook casi de inmediato. No lo estaba rechazando, ¿o sí?

»Lamento mucho la forma en la que reaccioné cuando te vi con Jimin, no lo supe en ese momento... Supongo que nuestros lobos siempre saben guiarnos incluso cuando nuestro lado humano se rehúsa a aceptar lo que tiene delante. Tu unión con Jimin era inevitable, tan inevitable como la nuestra.

—Tae, no comprendo lo que quieres decir... ¿Inevitable?

—Ese es el contexto, Jungkook; somos destinados —reveló el castaño—. No se trataba solo de mí, los tres somos almas gemelas. Jimin y yo somos tus Omegas, y tú y yo somos los Alfas de Jimin. La luna, con su estrella y su sol...


Jimin sintió que marcaban el código de acceso al departamento de Seokjin, lo que significaba que estaba de vuelta. Y él ni siquiera se había movido de su lugar en el sofá, podría decirse que prácticamente tenía hecho un nido, sin embargo, su aroma se desvanecía cada vez más.

Luego del regaño del Omega mayor, se obligó a comer un par de sandwiches que este le preparó y se dio un baño de agua caliente para contrarrestar la temperatura tan baja que tenía su cuerpo. Esa era la rutina que había mantenido los últimos días; casi no comía, y por mucho que intentara guardar el calor con bebidas y duchas calientes, su cuerpecito se tornaba frío casi al instante.

En el espejo semi empañado del cuarto de baño, observó ambas marcas en la unión de sus hombros y su cuello, parecía irreal sentir que su lobo pertenecía a dos personas diferentes. Y al mismo tiempo, no sentía nada extraño o fuera de lugar. Se preguntó si eso significaba que su lazo con Jungkook y Taehyung ya no tenía ningún efecto en él, como si ambas mordidas se hubiesen anulado entre sí. De igual manera le sería imposible negar lo terriblemente asustado que estaba de perderlos.

Reprimió sus lágrimas y se vistió con las ropas que Seokjin le había prestado, le quedaban muy holgadas pero no tenía muchas opciones. Ya había molestado al doctor más que suficiente como para pedirle que le comprara ropa de su talla. Salió de la habitación y regresó a la sala para acomodarse una vez más en el sofá y levantar sus piernas para hacerse bolita.

Y entonces lo sintió.

Su corazón dio un vuelco y comenzó a latir con fuerza, su lobo olfateó el aire para llenar sus pulmones de aquella esencia que tanto añoró. Ahora estaba seguro de que se había convertido en su mezcla de aromas favorita: moras, corteza de cedro y una pizca de lirios en perfecto contraste con suave cacao y roble.

Desde la cocina, Jin frunció el ceño y gruñó bajito. Si esos dos venían a molestar a Jimin y no a arreglar el desastre que habían provocado, se las tendrían que ver con él. Así que se dirigió hacia la puerta y la abrió justo cuando Jungkook estaba a punto de llamar.

El rubio se movió inquieto en el sofá, su instinto le empujaba a salir corriendo al encuentro de ambos chicos, pero su orgullo lastimado le advertía que se quedara quieto y aguardara el inminente encuentro.

El pelinegro y el castaño entraron con pasos lentos y bajo la mirada atenta y severa del doctor Kim.

—Asumo que tendrán una conversación civilizada y no una como en la Edad de Piedra. —Hizo una pausa para dejarlo en claro, y cuando asumió que así sería, continuó—: Iré a comprar algunas cosas al mercado más cercano para darles privacidad. Y Jimin, tienes mi número por si estos dos no saben comportarse.

—Hyung, estaré bien —murmuró el Omega menor un poco avergonzado de que Jin estuviese tan a la defensiva por él.

Seokjin tomó su abrigo y su móvil, y luego de ponerse sus zapatos, abrió la puerta y se marchó. El pesado silencio que le siguió a todo aquello reinó en la habitación como si de un velorio se tratase.

Jimin levantó la vista para mirar a Jungkook primero. Pensó que le resultaría agobiante una vez pasados los efectos del celo, pero el lazo que lo unía al Alfa era tan fuerte y denso como el que tenía con Taehyung, y aunque dañado, seguía ahí, casi podía tocarlo.

El pelinegro asumió que a Taehyung le costaría un poco romper el hielo, así que hizo ademán de sentarse en el otro sofá que se encontraba frente al que Jimin ocupaba.

—¿Cómo estás, Jiminie?

—Tan mal como ustedes, supongo. —El Omega se encogió de hombros y desvió la mirada para encarar la de Taehyung.

Este se movió con lentitud hasta sentarse junto al Alfa, sin perder contacto visual con el rubito.

—Minnie... Te debo la disculpa más grande de este mundo y no estoy seguro si alguna vez podrás perdonarme. No tienes idea de cuán arrepentido estoy...

El ceño fruncido del Omega no desapareció, aunque sus ojos mantenían esa dulzura que lo caracterizaba. Dios, Taehyung se sentía como un completo estúpido ahora que reflexionaba sobre sus actos. Jimin era el ser más hermoso y de corazón noble que había conocido y él lo había tratado como un cualquiera, sin siquiera preocuparse por su estado.

Una mordida de otro Alfa podría ser letal para un Omega, podría incluso provocar su muerte. Antaño, eso hacían las manadas cuando atacaban a otros territorios para obtener más tierras y poder; los Alfas iban a por los Omegas, y si no los violaban antes, igualmente mordían sus cuellos para que murieran y así debilitar a sus Alfas. Los pocos sobrevivientes eran forzados a unirse a la manada que triunfara.

»Fui un completo estúpido, lo sé; insensible y egoísta y mil calificativos más —continuó el castaño—. Me tomó por sorpresa y mi lobo me hizo reaccionar con la primera emoción que capté. Sé que no tengo excusa para haberte tratado así, Jimin. A ninguno de los dos. Todo ocurrió tan rápido que no pude... —Tae hizo una pausa cuando su voz tembló poquito—. Igual sigo siendo un egoísta... porque no quiero perderlos. Mucho menos ahora que estoy seguro de que los tres somos destinados.

—¡¿Qué?! —el Omega exclamó sorprendido.

Si bien el doctor Kim había mencionado el innegable hecho de que ahora el rubito tenía dos Alfas, no habían hablado de esa posibilidad. Y es que no existía esa posibilidad porque nadie tiene dos destinados en esta vida, solo uno.

—Es difícil de creer, pero tiene que ser real, Jimin —intervino el azabache—. ¿De qué otra forma habrías aceptado dos marcas de dos Alfas diferentes? Incluso me reconociste durante tu celo —agregó con un tono más bajito.

—Hubiese notado que eras mi destinado en el momento en que te conocí, como le sucedió a Tae cuando te vio —refutó el Omega.

—Nuestra parte humana nos hizo pensar racionalmente, nunca lo consideramos siquiera porque era algo inconcebible. Incluso si tu lobo te hacía sentir extraño, te dirías a ti mismo que eran celos, inseguridad, o hasta miedo. Cualquier cosa que resultara más natural en lugar de reconocer otro lazo —dijo Tae.

—Ustedes.... ¿sentían otras cosas? —preguntó Jimin.

—Yo estaba muy confundido, sobre todo cuando ustedes comenzaron a llevarse mejor. Trataba de no pensar en eso porque no quería dejar que me afectara  —confesó Tae.

—Yo tampoco quería admitir ciertas cosas, pensamientos, sensaciones... —expresó Jungkook—. Sin embargo, quien lleva ahora nuestras marcas eres tú, Minnie. ¿Quién mejor para discernir nuestro lazo?

El rubio guardó silencio. También había estado confundido, enojado, celoso y asustado. Mas en el fondo, sabía que su lobo necesitaba tanto a Tae como a Jungkook, por muy imposible o ridículo que fuese.


El doctor Kim en realidad se había quedado merodeando por fuera del departamento, en caso de que aquellos tres no llegaran a entenderse. Aunque imaginaba que Taehyung había cedido e ido en busca del Alfa primero para arreglar las cosas. No obstante, seguía teniendo más preguntas que respuestas.

En ese momento, una idea bastante descabellada cruzó por su mente. No estaba seguro si se arrepentiría de llevarla a cabo, pero supuso que no tenía nada que perder, sería solo una llamada telefónica que podría brindarle otra perspectiva a todo lo acontecido recientemente con los chicos. Así que marcó un número desde su móvil.

—¡Oh, Seokjin, viejo amigo! —La voz del otro lado de la línea se escuchó arrastrar cada palabra, haciendo énfasis en lo de «viejo amigo».

Jin estaba seguro de que Myungsoo no lo había perdonado y tal vez nunca lo haría; pero estaba dispuesto a pasar su actitud por alto para averiguar lo que quería. De todas formas, esa llamada no iba a enmendar lo sucedido entre ellos.

—Myungsoo, ¿cómo has estado?

—Perfecto, aunque imagino que no llamas después de tantos años para preguntar por mi salud.

Jin lo imaginó sonreír ladino y encogerse de un hombro, lo conocía tan bien.

—Ni siquiera me dejas fingir ser educado antes de ir al grano —intentó bromear, mas siendo mordaz a propósito.

La risa de Myungsoo era casi contagiosa, al menos Jin creía haber destensado el ambiente.

—Bueno, nunca has sido de darle muchas vueltas al asunto, ¿cierto? —acató Myungsoo—. Así que, adelante. No me importa saltarme las formalidades. Después de todo, entre amigos no es necesario.

Y ahí estaba otra vez, otra indirecta, otro detalle que forzaba al Omega a sentirse culpable por lo que había hecho, aun cuando tenía todas las razones del mundo para hacerlo. Volvió a ignorar las intenciones de Myungsoo de echarle en cara el pasado y continuó con su propósito.

—Verás, estoy preparando una conferencia para un foro universitario. Ya es mi tercer encuentro con los estudiantes y me han enviado vía correo sus opiniones acerca de los temas tratados y, por supuesto, me han hecho preguntas sobre otros temas relacionados. Entre ellos el de los destinados y sus posibles implicaciones genéticas.

—Ah, destinados —murmuró su amigo—. Recuerdo que fue un proyecto que nos quedó pendiente... —Hizo una pausa y luego agregó—: Como muchos otros.

Jin suspiró brevemente, ya había hecho la llamada, por lo que llegaría hasta el final sin revelar ninguna información comprometedora.

—Pues aún hay cosas que no me quedan claras y quisiera contestar las preguntas de los estudiantes lo mejor que pueda. Creí que podrías ayudarme, siempre fuiste el experto entre los dos.

Tal vez un pequeño halago, aunque cargado de hipocresía, lograría una mejor reacción.

—¡Cómo no, viejo amigo! Es lo menos que puedo hacer por ti.

—Bueno, escojamos un caso hipotético en el que un Omega fue marcado por su Alfa destinado. ¿Es posible que pueda ser marcado por otro Alfa?

—¿Para sustituir la marca anterior? Es probable, pero no es muy común.

—No —refutó Jin—. Un Omega con dos marcas de dos Alfas diferentes.

—Mmm... Lo pones bien difícil, Seokjin. ¿Estás seguro de que esta pregunta viene de tus alumnos?

Jin rio nervioso y trató de que no le fallara la voz.

—¡Claro! ¡Solo a ellos se les puede ocurrir hacer tales preguntas absurdas!

—Bien, biológicamente, es imposible para un Alfa compartir a su Omega enlazado. Por fuerza mayor, intentaría destruir todo aquello que pueda poner en peligro su relación con su Omega ―aclaró Myungsoo.

—¿Y qué sucede si, hipotéticamente, este nuevo Alfa es también destinado de ese Omega?

—En ese caso, el único argumento que encuentro razonable, aunque suene descabellado, es que los tres sean destinados.

—¿Los tres?

—Sí, verás, puede que en vidas pasadas hayan sido destinados por separado. Y en esta vida coincidieron los tres. Es insólito pero sí, sería un lazo de tres —concluyó su viejo colega.

Seokjin estaba maravillado con esta nueva teoría, eso explicaría mucho. Desde la dualidad de Taehyung hasta el celo adelantado de Jimin y el hecho de que Jungkook lo marcara a pesar de que, en apariencia, no era su Omega.

Ahora que tenía una segunda opinión al respecto, se convencía cada vez más de que esa era una interpretación bastante sensata del asunto. Los tres eran almas gemelas, y uno de ellos, de manera inevitable, había tenido que adoptar una doble naturaleza para ajustarse al destino diseñado por la Diosa Luna.

»Seokjin, ¿sigues ahí?

La voz de Myungsoo interrumpió el rumbo de sus pensamientos.

—Sí, aquí estoy. Solo tomaba notas para incluirlas en la siguiente conferencia.

—Bueno, es un caso hipotético así que no tenemos pruebas para confirmar a ciencia cierta si eso podría ocurrir.

—Por supuesto, pero ya sabes cómo son los alumnos durante una conferencia. Prefiero darles una explicación lógica consultada con un verdadero especialista, que quedarme en blanco en medio de la presentación.

—Entiendo. Oye, deberíamos tomarnos un café, Seokjin y ponernos al día; por los viejos tiempos —sugirió el contrario.

—¡Por supuesto! —comentó Jin con fingida emoción, sabiendo que eso jamás iba a ocurrir—. Me parece muy buena idea.

Le agradeció a Myungsoo una última vez antes de despedirse y cortar la llamada. Tenía que hablar con los chicos, por lo que regresó al departamento con premura.

―Perdonen que interrumpa, sé que necesitan tiempo para conversar y quería darles privacidad, pero creo que tengo una hipótesis bastante verosímil acerca de lo que está ocurriendo con los tres.

—Lo sabemos, doctor Kim —dijo Jungkook.

—Somos destinados —murmuró Jimin, la frase sonando extraña en su boca, pero correcta para su lobo—. Y no de manera separada, sino los tres al mismo tiempo.

—Oh, bueno, entonces ya descubrieron esa parte.

—¿Hay más que no sepamos? ―Esta vez habló Taehyung.

—Es solo una teoría, como les dije —continuó el mayor de todos—. Lo hablé con un viejo amigo, fuimos colegas hace mucho tiempo y su doctorado fue del tema de las almas gemelas. —Tomó asiento junto a Jimin, pues los otros dos habían permanecido algo alejados en el otro sofá—. Por supuesto que es muy extraño todo lo sucedido, no obstante, el hecho de que Jimin haya aceptado dos marcas sin problema alguno es una razón de suficiente peso para considerar que sean destinados. Sin embargo, lo que comenté con mi amigo es el por qué. ¿Qué sentido tiene que ustedes tres sean almas gemelas?

Los chicos se miraron con rostros pensativos, era algo que no se habían detenido a pensar. Entonces el pelinegro hizo la pregunta:

—¿Pues cuál es su teoría?

—Sus vidas pasadas —dijo Jin por fin—. Los tres fueron destinados en sus vidas pasadas, pero puede que no hayan coincidido como ahora. Si en esta vida nacieron los tres en el mismo espacio de tiempo, uno de ustedes tenía que asumir una naturaleza híbrida para poder cerrar el círculo sin que alguno quedara fuera.

El viaje de regreso a casa fue silencioso. Cada quien sumido en sus pensamientos y deseando, tal vez, poder recordar detalles de esas vidas pasadas. Porque, sin importar su jerarquía en la sociedad, ahora sabían que su lazo había trascendido épocas. Con certeza, la Diosa Luna no se había equivocado.

Una vez en casa, una ligera aura de incomodad los envolvió y para romper la tensión, Tae intentó hacer una broma:

—Supongo que necesitaremos una cama más grande. —Su sonrisa murió al instante cuando los otros dos no reaccionaron igual.
 
—Taehyung, no tienes que... —Jungkook se rascó la nuca y desvió un poco la mirada—. No tienes que obligarte a hacer algo con lo que no te sientes cómodo. Tú y Jimin pueden seguir durmiendo en la otra habitación y yo...
 
—No es incómodo... Solo es... raro. Creo que sería lamentable el tener que escabullirnos los unos de los otros; así no es cómo debería ser —expresó el castaño.

—Tae tiene razón, Jungkook —intervino Jimin—. Ya sabemos que los tres somos destinados, y si bien no vamos a forzar nada, tampoco podemos seguir alejados y lastimándonos cada vez que nos mostramos afecto.
  
—Ya tuvimos suficiente de sentirnos dolidos y culpables, no hacemos más que sufrir y deteriorar a nuestros lobos. Es verdad que las cosas no sucedieron de la mejor manera, pero me siento más feliz y aliviado así —confesó Taehyung—. Me aterraba tanto la idea de perderlos para siempre —susurró.

Jungkook negó con la cabeza y enseguida envolvió al mayor en un fuerte abrazo.

—Eso no va a suceder.

Taehyung estaba demasiado ávido de contacto físico y emocional, su cuerpo colapsó en los brazos del Alfa y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez. En su mente se agolpaba toda la angustia y el pánico que había experimentado en los últimos días, y como había estado a punto de no solo perder a uno, sino a sus dos destinados. El calor del Omega se les unió un instante después y los tres compartieron un abrazo que era mucho más que eso. Sentían el lazo invisible de las almas gemelas estrecharse aún más, dando lugar a lo que siempre debió haber sido.
   
En un par de horas ya estaban compartiendo una deliciosa comida, luego se turnaron para ducharse mientras los otros fregaban los trastes y recogían. La cama King size del Alfa relucía con sábanas limpias y almohadones de más; era la primera vez que dormirían así. Y aunque nerviosos, sus lobos estaban en armonía. Tenían la abrumadora e inefable sensación de que todo iba a estar bien y que los hilos entrelazados del destino finalmente los habían guiado a casa.


*Nota*
Bueno, misterio resuelto, según yo. Nuestros chicos son destinados y por ende… se viene trío, así que abrochen sus cinturones porque esto se saldrá de control.

Regálenme su estrellita.
Besitos y abracitos.

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