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★XL★ (Parte 2)

Arata-sensei

★★

Katsuro abrió los ojos con esfuerzo sintiéndose desorientado y llevó una mano sobre su cabeza, en la zona donde se hallaba el dolor punzante que le devolvió la consciencia, y distinguió entre lo borroso de su visión la sangre reciente impregnada en su palma.

El resto de su cuerpo comenzó a reaccionarle de a poco, sintiendo el dolor como indicio de que sus receptores comenzaban a funcionar como correspondía. Recién cuando toda su anatomía recobró el sentido fue capaz de distinguir que estaba tendido en una de las tantas calles de la aldea.

Solo.

—¿Qué pasó? —Se preguntó incorporándose de a poco, teniendo como prioridad mantener el equilibrio ante las olas de mareo que le azotaban los reflejos.

En ese momento sus oídos comenzaron a captar ruidos molestos a la distancia, acompañados de gritos y pedidos de ayuda. Hasta que llegó a sus sentidos una voz llamando su nombre.

—¡Katsuro! Ey, Uchiha ¿Estás bien?

—Agh, Akiyoshi, no me grites en la oreja —Se quejó al reconocer al dueño de la voz, el Hyuga apareciendo frente a él con los brazos cruzados.

—Se ve que te golpeaste fuerte la cabeza —Opinó su compañero de equipo pensativo, no se había acercado lo suficiente ni había gritado cerca de su oído—. Vamos, te llevaré a que te revisen antes de que te causes más daño. Es lo que sucede cuando te salteas tantos entrenamientos ¿Sabes?

—¿Puedes callarte un momento? Estoy tratando de pensar y hablas muy alto —Katsuro cubrió sus oídos con ambas manos ¿Cómo había llegado hasta allí? Estaba seguro que debía recordar algo importante cuanto antes, algo que el golpe pareció borrarle y no tenía mucho tiempo en sus manos para poder solucionarlo.

—Después tendrás tiempo para pensar, estamos en plena invasión a la aldea —Replicó Akiyoshi sujetando a su compañero por uno de sus brazos para ayudarlo a caminar—. Shiro-sensei salió en busca de Suki, el primer ataque fue captado dentro del distrito Uchiha.

Suki.

Ataque.

Keitaro.

Los ojos de Katsuro se abrieron ante la realización mental. Estaban alejándose para que Keitaro no pudiese atraparlos cuando recibieron un ataque que los envío por el aire.

—Akiyoshi, necesito que uses tu Byakugan para localizar a Suki, ya —Pidió el mayor frenando en seco y causando incomprensión en el Hyuga.

—Ya te dije que Shiro-sensei fue a por ella —Respondió el castaño, pero de todas formas activó su dōjutsu para comenzar a buscar a su compañera con tal de calmar al Uchiha y que coopere con su intención de llevarlo junto a los ninjas médicos—. Ya la encontré, está b...

Su oración quedó allí, siendo frenada ante lo que logró distinguir con el uso del Byakugan. Katsuro tomó por los hombros a su compañero, ambos con el seño fruncido, y lo sacudió levemente intentando sacarlo de su ensimismamiento.

—¿Qué ocurre? ¿Dónde está?

—Hay algo extraño, es como si estuviese rodeada —Murmuró concentrándose, intentando comprender la situación desde su posición actual.

—Dime dónde está —Exigió con urgencia en su voz. No estaba de ánimos ni tenía el tiempo de seguir manteniendo una conversación.

—¿No hay forma de que vayas al hospital, no? —Suspiró con derrota Akiyoshi volviendo a sujetar a su amigo con firmeza—. Irás, pero conmigo. Vamos.

Katsuro no pudo replicar antes de ser arrastrado por su compañero en dirección a la ubicación de su amiga, pero en su interior agradecía el acto del Hyuga. No estaba seguro de qué tan rápido podría ir por su propia cuenta y si los demás se movían de su posición actual antes de que él llegase no sabría hacia donde ir.

Pasaron con rapidez por varias calles, muchas de ellas ya vacías por el gran trabajo de los rescatistas y otras varias aún algo pobladas por aldeanos en espera de su turno de ser trasladados a un lugar seguro.

Algo demasiado bien hecho para ser un ataque sorpresa, y esa duda quedó en Katsuro mientras corrían por más y más calles.

—Es allí —Señaló Akiyoshi saltando a uno de los techos cargando a su compañero, su dedo apuntando a uno de los edificios destruídos en la distancia.

Katsuro asintió estabilizándose por su cuenta y ambos debatieron rápidamente un plan antes de acercarse.

Akiyoshi tomó la delantera y, moviéndose tan sigiloso como le fue posible, se posicionó detrás de la mujer en el techo que llevaba un arco en sus manos con el que tenía amenazadas a las personas en la calle. Hizo uso del taijutsu de su clan con habilidad, golpeando con el puño suave los puntos necesarios para dejar a su enemiga fuera de combate, y dió un último golpe arrojándola fuera del tejado.

Aprovechando el desconcierto de los espectadores Katsuro saltó de imprevisto desde lo alto de otro de los techos a medio destruir y con un golpe fuerte en la cabeza noqueó al shinobi de Raíz más cercano a él. Su objetivo en un principio había sido Keitaro pero éste estaba lejos de su rango de ataque.

Suki, recobrando la motivación al ver a sus amigos, sujetó el brazo de otro de los miembros de Raíz y tironeó con fuerza hasta hacerlo golpear con violencia contra la pared a su espalda, causandole una desorientación que aprovechó para alejarlo del lugar con una patada certera y potente en sus costillas. Rápidamente se acercó al ninja de Raíz restante, golpeando su rostro con el codo de forma salvaje y robó la katana que éste llevaba antes de darle a oportunidad de defenderse. Su pie presionó con fuerza el rostro ajeno sobre el suelo destruído y giró su torso lo suficiente para apuntar con la punta de la katana a Keitaro.

—Eso... fue muy rápido —Murmuró Katsuro sorprendido, su cuerpo tieso en la posición de ataque que había adoptado para enfrentarse al miembro de Raíz que terminó siendo pisoteado por su amiga.

—Sorprendente ¿No lo crees? —Expresó el Uchiha mayor que se dedicó a ver con diversión el enfrentamiento a pocos metros bajo él—. Tu ex resultó ser la usuaria de un poder que podría interesarle a más de uno. Aunque si consiguiera el Mangek-

—Callaté —Exigió la menor con sus ojos y la katana fijos en Keitaro. Incluso de esa manera se las ingenió para posicionar a Katsuro detrás de ella con protección—. Acaba con todo esto de una maldita vez y vete de mi aldea, ya bastantes problemas causaste.

—¿Estás segura de eso, Suki-chan? ¿Acaso quieres terminar con nuestra diversión tan pronto? —Sus palabras parecían una queja, pero el tono de su voz y la sonrisa en su rostro implicaban que tenía algo más entre manos además de la invasión presente—. Por cierto, detrás de tí hay otro problema que no creo que quieras ignorar.

Suki y Katsuro voltearon con alerta al compás de la risa de Keitaro y ante sus ojos vieron a Akiyoshi siendo sujetado por aquellos shinobis extraños, similares a los que enfrentaron en su viaje a Sunagakure, a pocos metros de distancia.

—Akiyoshi —Susurró Suki con preocupación, pensando alguna manera de salvar a su amigo.

—No te preocupes tanto por otros cuando tu propia seguridad esta en peligro.

Suki intentó volver su atención a Keitaro al escuchar sus palabras, pero lo único que vio fue la figura de un hombre enorme tras ella antes de perder la conciencia en consecuencia de un golpe fuerte.

El recién llegado sonrió de forma tétrica antes de reír con malvada emoción. Las cabezas de ambos jóvenes Uchiha, que él había estrellado entre sí, cayeron de sus manos y ambos cuerpos se desplomaron al suelo con un golpe seco.

—Salgamos de aquí —Comandó el Uchiha mayor bajando de su posición con un salto—. Será mejor retirarnos antes de que el dueño de ese cuervo nos arruine el plan. Y lleven al Hyuga, quizás haga el reencuentro un poco mas... emotivo.

★★

—Creo que este era el último —Comentó Shisui dejando el cuerpo del enemigo junto a los demás.

—Al menos el último de esta zona —Concordó Itachi afianzando el nudo que sostenía quieto a uno de los enemigos.

—¿Por qué los dejamos atados nada más? —Preguntó Sasuke confundido, viendo con intriga la hilera de shinobis enemigos que se encontraban de pies y manos atadas para inmovilizarlos. Algo en ellos le daban una sensación extraña, como si los conociese de algún lado.

—Porque es la forma más rápida de detenerlos —Explicó el mayor de los tres, sus ropas arrugadas y con manchas de suciedad al igual que su piel por los enfrentamientos sin fin—. Están siendo manipulados por un Kekkei Genkai y no hay forma de detenerlos, ni siquiera un Hyuga utilizando el puño suave podría detener sus ataques.

—¿Cómo es eso posible? —Inquirió con incredulidad el mayor de los gemelos.

—Porque no tienen vida —Respondió con simpleza Itachi—. Su flujo de chakra es inexistente y no sienten cansancio sin importar el tiempo de pelea. En otras palabras, son cadáveres utilizados como marionetas.

Sasuke abrió la boca pero ninguna palabra salió por ella debido a la sorpresa. Entonces sus ojos examinaron con más atención los rostros semi-cubiertos de varios de los enemigos y una sensación desagradable se le instaló en el estómago al recordar.

Algunos de ellos eran los ninjas que él mismo había asesinado en los trabajos de Keitaro. Lo había ayudado a conseguir cadáveres que terminaron siendo participes en la invasión de su aldea.

El menor de los presentes apretó sus puños con furia, sus nudillos tornándose blancos pero sus pensamientos volviéndose negros con enojo. Pero la sensación desagradable pasó a segundo plano cuando un mal presentimiento suprimió su corazón.

—Suki...

Itachi logró escuchar el suspiro de su hermano menor y puso una mano en su hombro intentando tranquilizarlo.

—Izumi está en el grupo que se dirigió al distrito Uchiha, si algo sucede ella nos lo hará saber, no dejes que las emociones sobrepasen y nublen tu razón, menos en una situación crítica como esta.

Como si las palabras del hijo mayor de Fugaku se tratasen de una invocación, la Uchiha recién nombrada apareció frente a ellos agitada por la rapidez de sus pies al dirigirse hacia el pequeño grupo de tres encargado de una de las zonas céntricas de Konoha.

—Itachi, Shisui, Sasuke —Saludó Izumi controlando su respiración para contrarrestar las sacudidas en su voz por el esfuerzo reciente—. Ya liberamos el distrito Uchiha, pero no hay rastro alguno ni de Suki ni de Katsuro. No pude buscar en otros sitios porque mi grupo fue reasignado, el presunto líder de Akatsuki entró en la aldea y se convirtió en prioridad.

Itachi y Shisui compartieron una mirada de alerta, sabiendo que posiblemente Keitaro se haya unido al líder de Akatsuki con tal de desviar la atención de sí mismo y tener el tiempo suficiente de completar su plan.

A la vez lograba ponerlos ante una elección difícil ¿La seguridad de la aldea o la seguridad de un ser querido?

En ese momento el graznido de un cuervo llamó la atención de todos y ambos Uchiha le observaron con el ceño fruncido al notarlo actuar inquieto, sobrevolando la zona buscando llamar la atención de los presentes con desesperación.

—Sasuke —Llamó Itachi sin despegar sus ojos del animal para no perderlo de vista al verlo alejarse con rapidez—, busca a nuestro padre y dile que-

—Eh, Sasuke-kun ya se fue —Avisó con nervios Izumi, su mano señalando en la misma dirección donde el cuervo se estaba alejando.

El mayor de los hermanos suspiro cerrando los ojos por un momento ¿Por qué sus dos hermanos menores eran tan impulsivos?

—Será mejor que vayamos tras él —Opinó Shisui, aunque para ser sincero consigo mismo iba a seguir al cuervo de todas formas. La aldea era de las cosas más importantes para él, pero su novia estaba por sobre todas las cosas.

Ambos Uchiha se despidieron de Izumi y corrieron en busca de Sasuke y el cuervo, el cual ya se había alejado bastante de su lugar. Sus pies fueron veloces, pasando por escenas donde aún había miembros de todos los clanes combatiendo contra los enemigos, pero no se detuvieron hasta llegar contra una de las paredes de la cúpula azul que privaba a Konoha del exterior.

Y para su sorpresa, no eran los únicos allí.

—Veo que no soy el único que busca a mis alumnos —Fueron las palabras con las que Aburame Shiro recibió a los Uchiha.

Sasuke ya se encontraba a su lado, buscando inútilmente una manera de pasar al otro lado de la cúpula.

—¿A qué se refiere con sus alumnos? —Preguntó Shisui notando los insectos que volaban inquietos a su alrededor— ¿Akiyoshi está con ellos?

—Así es —Asintió el mayor de todos los presentes llevando sus ojos al exterior teñido de azul—. Tengo insectos rastreadores para mis tres alumnos, y todos indican que su ubicación está por allí afuera.

—Debe haber alguna forma de traspasar la cúpula si todos salieron una vez que fue iniciado el ataque —Pensó en voz alta Itachi acercándose a su hermano para examinar el lugar con detenimiento.

—Pensé sobre eso y hallé una forma, pero tardaría demasiado haciéndolo por mi cuenta —Asintió Shiro captando la atención de los tres Uchiha—. Debemos acabar con los que la crean.

Llevaría tiempo, pero era la forma más eficiente de conseguir su cometido.

La pregunta era ¿Llegarían a tiempo?

★★

El sol estaba en lo más alto del cielo al momento que Katsuro volvió a abrir sus ojos. El negro de sus iris parecía brillar por los rayos que allí impactaban.

Pero entonces recordó todo.

Su cuerpo se incorporó de forma automática, sintiendo bajo sus manos el cesped en el que estaba sentado. Frente a él, Keitaro lo observaba de pie con sus dos peones más fieles tras él.

—Hasta que despiertas —Fueron las palabras con las que el mayor lo recibió—. Parece que algunas cosas nunca cambian, siempre fuiste de sueño pesado.

—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó el menor clavando su mirada filosa como dagas en las pupilas ajenas—. Déjate de dar vueltas y suelta lo que intentas conseguir de una puta vez.

—Y también siempre fuiste impaciente ¿Todavía no aprendes que no debes apresurar las cosas, hermanito?  —Replicó con burla Keitaro, gozando la mirada furiosa del contrario por el apodo desagradable para ambos—. Esperaba a que tus queridos amigos reaccionen por su propia cuenta, pero si tan apurado estás podemos adelantar un poco las cosas.

Katsuro frunció el ceño al ver la emoción oscura en la mirada de la persona a la que más odio tenía, pero cuando vio la sonrisa perversa crecer en el rostro de su hermano mayor con anticipación supo que algo malo iba a ocurrir dentro de poco.

Algo peor de lo que él era capaz de imaginar.

—Hazlo —Ordenó Keitaro, sin desviar sus ojos del joven frente a él.

El hombre a su espalda, de cuerpo fornido y gran estatura, asintió en silencio con una mueca de diversión maligna antes de moverse de su lugar.

Katsuro dirigió su atención al hombre que se estaba acercando hacia su dirección, su cuerpo poniéndose alerta de forma automática. Él conocía a ese hombre, o al menos sabía qué había hecho y qué era capaz de hacer, en cualquiera de ambos casos nada bueno salía de él.

—Veo que recuerdas a mi mejor muchacho —Comentó Keitaro con satisfacción al ver el estado de alarma de su hermano menor—. Pero no debes preocuparte, sus ojos están puestos en alguien más por el momento.

Katsuro miró por un momento al mayor, su expresión claramente denotando desconfianza por sus palabras y molestia por la situación actual. Sus ojos volvieron rápidamente al grandulón mientras este pasaba por su lado, ignorándolo por completo, y cuando volteó tras él palideció por el pánico instantáneo.

—¡Suki! ¡Akiyoshi! —Gritó con urgencia intentando llamar la atención de sus dos compañeros que estaban tirados en el cesped a unos metros de él. Se puso de pie con rapidez, sufriendo un mareo que lo dejó de rodillas mientras miraba con impotencia lo que no era capaz de evitar.

El hombre se inclinó al llegar junto a ambos jóvenes aún inconscientes y con la violencia que lo definía y la brutalidad de la que disfrutaba tomó los largos cabellos castaños del Hyuga, levantándolo de un solo jalón y sacudiéndolo sin importarle la posibilidad de dislocarle el cuello. Akiyoshi abrió levemente los párpados antes de que un quejido escapé de sus labios, causando una risa burlesca en su agresor que queriendo más diversión levantó una de sus piernas para hundir su calzado con fuerza en el estómago de la inconsciente Suki.

Pero todo quedó en silencio cuando, luego de unos pocos golpes más y algunos sacudones en el pecho de la menor, un cuervo salió abriéndose paso por su boca. El animal levantó vuelo con rapidez, alejándose del lugar a la vez que Suki abría los ojos algo ida.

—¿Quiere que me encargue del cuervo, jefe? —Preguntó la mujer, que se había mantenido en silencio hasta el momento, preparando el arco en caso de recibir una respuesta afirmativa.

—No será necesario, no serán capaces de deshacerse de la cúpula antes de que nos vayamos de aquí —Respondió el Uchiha mayor sin despegar sus ojos de la escena creada por su peón—. Será mejor terminar con esto cuanto antes en caso de que algún Uchiha haya quedado fuera de la cúpula. Ya demasiado tiempo perdimos al tener que salir del lugar cuando ese clan nefasto regresó de imprevisto.

La mujer asintió, no tan segura de que el plan salga a la perfección por los cambios a último momento, y tomó una bocanada de aire tratando de calmarse mientras dirigía sus ojos a otro punto muy lejos de allí. No le gustaba la violencia, pero a la vez era demasiado fiel a su jefe como para frenar los sucesos actuales.

Katsuro trató de volver a ponerse de pie, consiguiéndolo a duras penas, y, sabiendo que las posibilidades de ganar eran casi nulas, se arrojó sobre el hombre para tratar de liberar a su compañero de equipo. Lo que ninguno esperaba era que al mismo tiempo, de forma casi irrealista, Suki se levantó y apoyándose en sus manos dirigió una patada certera a la mandíbula del grandulón. El agarre de éste se aflojó un poco debido al ataque inesperado, y tanto Suki como Katsuro tomaron los brazos del Hyuga para alejarse unos metros.

—No creí que caería en eso —Opinó Suki tomando una posición de pelea, hablando a ambos de sus compañeros—. Ese maldito tiene fuerza, por un momento creí que no podría seguir fingiendo estar inconsciente.

Sus amigos la observaron masajear su estómago golpeado, tratando de calmar las punzadas de dolor con un poco de ninjutsu médico. Suki había despertado al escuchar el quejido de Akiyoshi, pero debido a su cercanía con el enemigo había decidido esperar a alguna distracción en la que poder atacar sin que se lo espere. Si llegaba a levantarse e intentar atacar antes cabía la posibilidad de empeorar la situación de su compañero.

—En cada nuevo encuentro logras sorprenderme con algo nuevo, Suki-chan —Habló Keitaro con sus ojos oscuros fijos en la menor—. Pero ya que estamos todos listos ¿Alguno es capaz de recordar a mi amigo? ¿No se les hace conocido de algún lado?

Los tres jóvenes llevaban sus ojos de Keitaro al hombre frente a ellos con precaución, preparándose para cualquier ataque que se les dirija. Pero lo único que sucedió fue que el grandulón frente a ellos rió por lo bajo antes de cortar su palma con un kunai, manchando el metal con su propia sangre, antes de lanzarlo con la fuerza suficiente para clavarlo en el suelo a pocos pasos delante de ellos.

Y con el ruido de un par de risas Suki entendió rápidamente el mensaje.

El extraño arrojó un objeto entre los tres menores.

“Un kunai se incrustó al suelo, pero algo llamó la atención a los ojos de Suki.”

Su primer misión de equipo.

Sangre.

Ese día un nuevo tomoe se había añadido a sus ojos.

—Sensei ¿Falta mucho aún?

Ese día fue la última vez que vio a su Sensei.

—...Arata-sensei.

Era el asesino de su primer sensei de equipo.

Un par de aplausos comenzaron a resonar en el ambiente, pero los ojos de Suki seguian fijos en el objeto causante de traer consigo recuerdos traumáticos.

—Respuesta correcta —Festejó con falsa alegría Keitaro—. Aunque esperaba que Katsuro sea el primero responder, dado que él conocía a mi muchacho y sabía sus planes en ese entonces.

Akiyoshi frunció el ceño totalmente enajenado con ese hecho, y sus ojos claros se clavaron en su compañero con una mirada analítica.

—¿Quién es este hombre y a qué se refiere con eso?

Sin embargo, Katsuro era incapaz de responder, apretando sus dientes con rabia y teniendo la razón nublada por el deseo oscuro de querer acabar con los tres enemigos de forma que cada uno sufra el dolor que el creía que merecían. Que tengan el final que sus propias vidas corruptas buscaban al actuar sin compasión ni miramientos.

—Antes que nada, hay alguien más que vino con nosotros —Anunció Keitaro, logrando con solo pocas palabras ganar la completa atención de los menores—. Espero que lo reciban como corresponde, él lleva esperando bastantes años por este momento. O al menos, su cuerpo lo hizo.

El mayor dio un asentimiento de cabeza a la mujer tras él mientras sus ojos se mantuvieron fijos en su otro peón. Keitaro había pasado mucho tiempo planeando cada movimiento para llegar a este momento y ese hombre que tanta fidelidad le juró por años había decidido iniciar la invasión por su propia cuenta antes de lo establecido, solo esperaba que no intentase pasar por encima de su autoridad una vez más o tendría que deshacerse de sus acciones irresponsables sin importar el medio.

Suki, por otro lado, tomó lugar en medio de sus compañeros para brindarles un apretón en el hombro a cada uno, pidiéndoles dejar cualquier emoción o duda para otro momento, incluso obligándose a sí misma a dejar bajo llave los recuerdos trágicos de su primer misión como genin. Toda la situación gritaba peligro y debían concentrarse en salir de allí lo mejor posibles.

Pero había algo que los tres jóvenes jamás habían creído posible, y ese algo se acercaba a ellos desde las sombras de los árboles cercanos.

Porque ya no era un alguien, su cuerpo había sido despojado del alma bondadosa que algún día había ocupado ese recipiente.

—¿Acaso ese es... Arata-sensei?

—Lo fue hasta el día de su última misión —Respondió como si fuese un hecho interesante Keitaro, actuando de una manera despreocupada, sin culpa alguna de haber conservado en su poder el cuerpo de alguien más. Sin importarle el sufrimiento de quienes amaban a ese ex shinobi de Konoha, ni el suicidio de su esposa por la devastadora pérdida—. Tú, Suki, podrías estar a su lado en ese momento, pero terminaste humillando a mi muchacho que cayó en el genjutsu de una niña con solo un tomoe.

El recién nombrado bufó con enojo, apretando sus puños impacientes por acabar con la azabache que lo había hecho pasar tal vergüenza. Quizás se deba porque en ese entonces jamás había enfrentado a alguien con el Sharingan o por su falta de cuidado al tratarse de solo tres niños débiles, pero le había hecho fracasar la misión que le hubiese dado tanto reconocimiento en ese entonces.

El título de asesinar a uno de los hijos del líder del tan temido clan Uchiha era un logro que más de uno desearía poseer.

—Pero nadie nos impide que este día te vuelvas de nuestra utilidad —Retomó la voz Keitaro, mirando a la menor con un brillo de avaricia en sus ojos oscuros—. Mi muchacha tiene una habilidad muy poderosa en el mundo ninja, y el tener en su poder a alguien de tu especie le facilitaría muchos trabajos. Más si tenemos en cuenta el poder que tu Sharingan esconde.

—¿Alguien de mi especie? —Replicó Suki frunciendo el ceño, el enojo dentro de ella resultandole muy difícil de manejar. Habían invadido su aldea, herido a mucha gente inocente, maltratado a sus camaradas y presentado no solo al asesino de su primer sensei sino también su cuerpo manipulado—. No importa cuánto trates de describirnos de esa manera, tú eres uno de nosotros sin importar las veces que lo niegues, la sangre maldita de los Uchihas también está en tu cuerpo y llevas los ojos de quienes tuvieron el poder que tanto dices odiar.

Las mandíbulas de Suki y Keitaro se tensaron a la vez, ambos observándose con odio como si fuesen el reflejo del otro. Compartiendo más similitudes de las que cualquiera de ellos pudiese nunca saber.

—Que intrépido de tu parte el hablar de esa manera estando en una posición tan desventajosa —Opinó el Uchiha mayor, mentalizádose de que seguía en control del contexto completo—. ¿Haces un poco de entrenamiento intensivo y te crees con el poder de derrotarme?

—Nunca dije eso, pero veo que el orgullo y egocentrismo perduran incluso en quienes intentan despojarse del apellido —Sonrió de lado la menor, habiéndo encontrado el punto más sensible del mayor que entrecerro su mirada filosa—. Aún seré débil contra alguien de su nivel, pero eso no implica que deba rendirme. Si quieres asesinarme no te lo dejaré tan fácil.

—Esta bien —Asintió Keitaro largando una rafaga agresiva de aire por la nariz—. Veremos que haces cuando no soy yo quien va a por tí.

La mujer tras él asintió entendiendo las palabras de su jefe y soltó la orden que se le había asignado antes de poder dudar.

—Mátalos.

Como una marioneta perfecta el cuerpo de Arata corrió hacia los que en un momento fueron sus primeros alumnos, preparando un kunai en cada mano con el que producir heridas graves en los menores. Su boca al descubierto revelando los hilos que mantenían cerrada su boca.

Los tres jóvenes se alejaron al tiempo justo para evadir el ataque con efectividad, pero mientras sus sentidos se centraron en el enfrentamiento Keitaro y su fiel seguidora intercambiaron palabras decisivas.

—El cuerpo no va a soportar un enfrentamiento completo, jefe. Lo mantuve de la mejor manera pero la descomposición biológica hará que el cuerpo falle en solo minutos.

—No necesitamos que dure, traspasa el humo al cuerpo del Hyuga.

—Ese chico ya fue controlado hace no mucho tiempo, sabe que mi Kekkei Genkai puede destruir algunos de sus órganos si lo vuelvo a hacer.

—Valdrá la pena.

La mujer tragó saliva prohibiéndose demostrar su descontento. En su cabeza la imagen de su madre se presentó, incentivándola con esas últimas palabras a seguir las ordenes del Uchiha.

Parte dos del capítulo con 4439 palabras.

Este capítulo aún continua, pero me estaba quedando muy largo así que lo restantante lo voy a añadir al siguiente capítulo que me iba a quedar de pocas palabras.
Así que va a haber capítulo hoy jueves (aunque ya paso media noche y es viernes, pero ustedes entienden XD) y mañana 👌🏻✨.

También les dejo unos memes creados por la talentosa Anni_Jeon.

¡Gracias por leer, nos leemos!

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