Capítulo 2. La mejor amiga... pero no tanto
Para la hija de la Reina Malvada, muy pocas cosas en Auradon le resultaban emocionantes, ella sabía muy bien por qué lo sentía así. Su mejor amiga de aventuras se había esfumado de su vida. Sin decir nada. Solo se fue. Así como su madre hacía 4 años.
Si Evie tuviera que recordar cómo fue para ella su último año, lo definiría como «raro», tanto literal como figuradamente. Había estado tan pendiente de la universidad, su noviazgo, de mantener a raya a Jay y Carlos, que no se imaginó cuán doloroso sería contrarrestar el sentimiento que justamente se había empezado a presentar de la boca al estómago desde que dejó a Ben en el Campus.
La Princesa Azul había estado escondiendo aquella tristeza que sentía por la partida de Mal. Si sé era lo suficientemente sincera, ni ella misma sabía que esa emoción había entrado en ella. Había vivido con rencor y confusión ante lo que hizo su amiga, pero eso no le impidió continuar adelante, así como Ben, Jay y Carlos lo habían hecho. O al menos intentado.
El timbre había sonado. Pero tan pronto entraba por sus oídos, así de rápido salía y ella misma se olvidaba de que en algún momento lo escuchó. Su mano se encargaba de todo el peso de su cabeza, mientras su ademán demostraba que se había despedido del mundo real. Sus pensamientos enigmáticos dejaban mucho que desear para su novio, que justo la miraba obstinadamente.
Miraba en un punto indeterminado de la sala, cuando él apareció a lado de ella.
—Evie... ¿pasa algo? —preguntó Doug.
¿Qué si pasa algo? Diría yo, ¿que es lo que no pasa hoy?, pensó.
Era un buen chico, pero a veces podría ser un poco... distraído. De pronto se acordó de una persona. Pero no valía la pena recordarla. Ya era mucho que le prestara mucha parte de su día a esa chica que la defraudó.
—Cariño ¿puedo preguntarte algo? —indagó la peliazul un poco dudosa. Sus manos por alguna extraña razón habían comenzado a temblar—. ¿Tú crees que algún día Ben se pueda volver a enamorar?
La tan repentina pregunta de su novia lo dejó casi conmocionado. Ella jamás había hablado de algo así, claramente estaba haciendo referencia a Mal, y él bien sabía que a Evie no le gustaba hablar de ella. La última vez que lo hizo, su prometida le dejó de hablar por más de dos días.
—Eso es lo que más deseo, Evie —respondió—. Mal perdió su amor el día en que se fue. Lo dejó con el corazón destrozado —concluyó.
—Lo sé. Mal es todo un misterio. Si he de ser sincera, creo que lo mejor será sacarla de mi vida de una vez por todas.
La voz de Evie resonó como un eco por todo el salón. Una y otra vez. Las luces se apagaban y se encendían como si alguien estuviera apretando el interruptor cada 3 segundos. Esa misteriosa escena Evie ya la había vivido antes. Y definitivamente cada vez sentía que algo no estaba bien, aunque siemplemente intentaba ignorarlo.
—¡No de nuevo! —exclamó Evie un poco enfadada. Era la tercera vez en el día que le había pasado—. ¿Cuándo parará?
—¿Cómo? ¿Ya te había pasado? —preguntó su novio cuando por fin se había restablecido el parámetro de la luz.
—Sí. De hecho, mira esto —pidió—. Esta tarjeta no me ha dejado de perseguir. La tiro a la basura y vuelve a aparecer.
—Esto está muy raro —comentó Doug analizando la tarjeta entre sus manos-. ¿Qué crees que signifique el número 16?
-Ni idea. ¿Pero sabes qué?, mejor hay que olvidarlo —aconsejó Evie restándole importancia a la situación, mientras apartaba la tarjeta.
Posteriormente con sus brazos rodeó el cuello de Doug de forma seductora. Se fue acercando coquetamente a su novio. Enseguida le susurró cositas en el oído a la vez que los dos extendían una sonrisa. No había cosa que Evie quisiera más que besar a su novio y dejar que la magia saliera, hasta incendiar todo el cuarto con su insensato amor. Evie sentía la respiración de su amado tan cerca, que podría sentir el tacto de sus mejillas. Entonces cerró los ojos, al igual que él, con el fin de de olvidarse de todo el mundo afuera.
—¡Hey chicos! -Interrumpió Carlos con una sonrisa traviesa, sosteniendo entre sus brazos a Chico. Al percatarse de la incómoda situación que acababa de interrumpir, sus gestos se convirtieron a imprudentes—. Lo siento. ¿Interrumpí algo?
—No, no. Para nada querido. Sólo le estaba sacando una basurita a Doug del ojo —contestó malhumorada y en un tono sarcástico, mientras sus ojos se dirigían de manera muy poca amistosa a su amigo pecoso.
—Uf, menos mal. Pensé que los había interrumpido a medio... Bueno, ya saben -recalcó riendo, mostrando alivio—. Hubiera sido incomodo.
TE MOSTRARÉ QUÉ ES INCÓMODO, pensó Evie en su mente.
—Evie... —le advirtió Doug al ver lo que ella estaba por hacer. La chica entonces respiró hondo.
Evie aún no podía creer lo inoportunos que eran los chicos. No había podido besar a su novio desde hace... Bueno ya ni siquiera lo recordaba. Era como si lo hicieran a propósito, y si fuera así, no le sorprendería para nada. Quería pensar que a pesar de ser un día intenso, no dejaría que nadie le arruinara la asombrosa reunión que había planeado. En un principio lo hizo para calmar la pena de sus amigos, pero el que más lo necesitaba era Ben. Nadie más que él para tratar de pasar el día y acabarlo.
Pero de su cuenta corría que su mejor amigo se la pasaría bien con todos las personas que de verdad lo querían, no como Mal, que lo decía amar, pero que probablemente solo jugaba con él.
—Vámonos, cariño —dijo—. Necesito ir a hablar con Lonnie.
Doug salió por detrás de Evie. Sin embargo, Carlos se quedó en el aula, creyendo como la Princesa Azul, que Mal era todo un misterio.
—¡Evie! ¿Sigue en pie la reunion? —le gritó Ally, la hija de Alicia desde las gradas.
La única cosa... Bueno, persona que no soportaba Evie, era esa chica. Siempre tan presumida, egocéntrica y superficial, que hasta Audrey le caía mejor. Se quedó pensando en quién demonios le habría informado de la reunión, entonces se le cruzó por la cabeza Jay. Seguro que fue él. Si algo sabía de ese chico era que no servía para guardar secretos. O más bien para guardar los secretos que le convenía revelar.
—No, se canceló. Es que Doug y yo iremos a ver algo de... de la boda —Se giró hacia Doug, implorándole que no la desmintiera. Mientras, Ally miraba a Doug con atención.
—Es cierto —reiteró.
Ally asintió y volvió a su entrenamiento de porristas. Del otro lado, en el Campo de Torneo, Jay estaba haciendo volteretas y riéndose de su contrincante tirado en el pasto. A ese pobre chico le debió doler. Evie no pudo evitar pensar que bien lo tenía merecido. Rápidamente supo que el chico que yacía en el pasto agonizando de dolor, era Zivon. Él era otra razón para no ir a ver a sus amigos entrenar. De verdad odiaba a ese chico. Así que sintió una sensación de alegría al verlo en esa situación.
—¿Por qué le mentiste a Ally? —preguntó Doug, una vez seguro de que nadie los escuchaba.
—Me la debía, ¿acaso no recuerdas la vez que destrozó mi vestido en la inauguración de la Escuela para Hadas? —Él asintió—. Desde ese día se porta increíblemente bien conmigo. Es una hipócrita —concluyó frunciendo los labios.
—Oye, tranquila —dijo—. No te ves bonita enojada.
La chica peliazul le sonrió. Se le abalanzó para darle un abrazo, para luego frotar la mejilla en su hombro. Amaba saber que Doug estaba ahí para ella y que no se iría, de eso estaba segura. Pero algo la invadió de pánico instantáneamente. Al ver a Ben que los divisaba con gran interés, supo qué le pasaba a sí misma. No quería pasar lo mismo que Ben. No quería perder al amor de su vida.
Se fue inundando de tristeza desde los dedos de los pies hasta la punta de los oídos. No obstante, tardó en darse cuenta que no era por ella, sino por su amigo al otro lado. ¿Qué se sentirá ser abandonado por alguien que creías que te amaba? Ella lo vivió y sigue viviéndolo como amiga, pero ¿cómo sería directo al corazón?
Rato después, Doug se fue a realizar sus actividades como el Presidente de Estudiantes, así que entendió que no la pudiera acompañar donde Lonnie. Había estado hablado con ella. Tenía tantas ganas de desahogarse con alguien, que por poco le contaba el nudo que tenía atravesado. Pero no lo hizo.
Tomó el celular de su bolso, disfrutando el aire denso que podría cortarse con una espada. Se sentó sobre sí misma bajo el mismo árbol en el que hacia rato Ben estaba aguantando todos sus sentimientos atrapados. Tenía que admitir que era un buen lugar para liberarse. Automáticamente sus dedos buscaron la ventana de la galería. Se encontró con una... con una foto de Mal y ella. A decir verdad, con todo un álbum de las BFF que solían ser hacía todavía un año.
Sus lágrimas descendieron por la piel de su rostro hasta caer en el centro de su espejo mágico, que se encontraba en su regazo. Soltó el celular sin darse cuenta. Se oyó el ruido, pero lo dejó pasar. Una foto de ella y Mal apareció reflejada en aquel espejo. Y por un solo segundo, se olvidó del extremo rencor y resentimiento que sentía hacia su amiga descendiente.
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