Epilogue
Im Bora
Mi teléfono no dejaba de sonar, que a la tercera llamada entrante, aproveché que no había nadie en recepción y salí del hospital, para poder contestar.
Como lo sospechaba, era del centro de residencia para mayores, donde mi madre me ayudó a instalar a mi padre. Cada mes, solían llamarme, para comunicarme la situación de él, ya que seguía siendo su guardiana. Era claro, que a pesar de todo, no podría dejarlo tirado, era mi padre, que se estaba recuperando día a día, aunque encontraron que la demencia era reversible.
A pesar de todo, y que existió un día en el que creí que recordaba todo, ahora me alegra que al menos supiera mi nombre y hablara de las cosas que hizo su amigo Jungkook.
Cuándo me fui de Seúl, le había dejado instrucciones a mi madre sobre las cosas de mi padre, y –estando sobre el capricho de Jungkook–, le dejé en claro que este estaría a cargo de todo, para que no se agobiara, ya que no era su responsabilidad.
—¡Bora!
Giré sobre mis talones, al ver como Seoyeon, la hija de la prima de mi madre, gritaba desde una ventana. Cada día que pasaba a su lado, era una aventura, me recordaba mucho a Myung, seguro era cosa de familia. Terminé la llamada, donde acabaron de explicarme que la próxima semana, harían que mi padre diera un paseo cerca del sector, era algo bueno.
Me adentré al hospital, también por el hecho de que era tarde, mi hora de salida. Tenía que despedirme.
—¿Tu madre se fue?
Dije a Seoyeon, quien negó acercándose a mi escritorio.
—Está en una llamada. Te manda un recado, "No olvides nada, come bien y regresa a salvo." —Sonreí. Apilé unos papeles que tenía enfrente, para luego tomar mi bolso— Te echaremos de menos, los pacientes también. Vuelve pronto.
Asentí, para darle un abrazo luego.
No tenía tanta prisa. Había arreglado mi maleta desde ayer, solo me faltaba ordenar mi habitación, dejar la casa limpia y ya estaba. Regresaba en una semana, lo que era mucho, pero Seoyeon insistió en que fuesen mis vacaciones por estar 7 meses trabajando arduamente. Por otro lado, todo este tiempo, viví en su casa, aunque su madre, la prima de mi madre, quería que viviera con ella. Solía decir que dos jóvenes no podían vivir juntas, tenía un poco de razón.
Me tiré a la cama, después de un largo día. Estaba realmente entusiasmada porque llegará mañana y subirme en ese avión.
Mi vista estaba en el techo, mientras mis parpados se cerraban lentamente, pero acabé de espantarme por el ruido de mi teléfono.
*El más guapo
Hola bonita,
solo pasaba a desearte
una linda noche.
11.10 p.m.
Sonreí. Era él. Recuerdo cuándo hace seis meses, vino a Seúl, ya que tenía un combate y no dudó en pasar la noche aquí. Me daba gracia pensar, en como cambió su nombre en mi teléfono, era tontísimo.
Estaba por dormirme.
Me despertaste.
11.11 p.m.
*El más guapo
¿Me perdonas si te
mando una foto?
Mi espalda creció tres
centímetros, y me hice
un nuevo piercing.
11.11 p.m.
Había un día en la semana, que siempre pasaba esto. Tenía mi galería llena de fotos suyas, sobre los platos de comida que cocina, él haciendo ejercicio, cantando borracho, cuándo logró defender su cinturón de boxeo, la vez que visitó a mi padre y se tomó una foto.
No sabía que había encontrado mi felicidad, y estaba más cerca que nunca. Lo echaba de menos, eso era cierto. Habían días en los que, simplemente, me quedaba dormida por llorar tanto. Era difícil superar situaciones en las que te vez bajo un estrés traumático, un pánico que llena tu cuerpo hasta romperte sin más.
Las sesiones que tuve con Seoyeon, ayudaron bastante. Y me alegro de que haya sido ella quien se ofreció. Había aprendido tanto, que existió el día en que descubrí lo que quería ser, a que me quería dedicar, eso lo tomamos como un gran avance de no verme patética.
Mi refugie en Jungkook todo el tiempo, que estar 7 meses lejos, se volvieron un martirio, aunque esas dos veces que logramos vernos, fueron las más aliviadoras del mundo. Pero, tomar un poco esta distancia, nos dejó en claro que era lo que queríamos, que estábamos tan a gusto con nosotros mismos, que no lo creíamos.
Y como siempre, me quedé dormida mientras hablaba con él.
Salí con prisa, para llegar al aeropuerto, ya que Seoyeon dijo que me llevaría. No había algún problema, dejé todo en orden en casa, guardé lo necesario y me subí al avión, prometiendo volver después de mis vacaciones.
Durante el vuelo, tengo que admitir que me sentí un poco abrumada por qué dejar Jeju fue difícil, volver también estaba siéndolo. No quería encontrarme con alguien no deseado, y es que tenía claro que no sería así.
Mis amigos se hicieron cargo de contarme todo lo que sucedía por la ciudad, además de decirme bien lo que sucedió con HyunWook. Jungkook me lo hizo saber, pero solo por encima.
HyunWook se había ido hace 4 meses de Jeju. Al parecer, sus hijos se presentaron frente a él, para exigir lo que ellos merecían por ser desgraciadamente hijos de él –idea de Wonwoo– Su mujer lo dejó, habían socios que se volvieron en su contra, y no tenía nada.
Llegaron a un acuerdo, que volviera a su empresa de Seúl, mientras que Wonwoo se hacía cargo de la que había en Jeju. Mientras que Jungkook, dejó la empresa, pero estaría bajo la protección de alguien como su hermano mayor, casi conocido como su padre, hasta en nivel internacional.
Con respecto a Taehyun, él no estaba interesado en lo más mínimo, no quería nada, y así fue. Además, tuvo el apellido Jeon hace mucho años, pero su abuelo se lo quitó de nuevo.
Era tan apaciguador, saber que por lo menos, ellos se encontraban bien, aunque no tuvieron el padre que necesitaban en sus peores momentos, ahora podían seguir viviendo con más tranquilidad, con las personas que los aman, y por supuesto, yo estaba con ellos.
Mi madre, bueno, en realidad casi todos querían que levantara una denuncia en su contra, justo antes de irme a Seúl, pero simplemente no me sentí capaz de ello. Así que simplemente, cuándo estábamos en la policía ese día, Jungkook habló de por qué había lastimado así a su padre, mientras que yo, lo afirmé, por más que no pude ocultarlo.
Hyunwook tuvo que pagar una gran cantidad de dinero para salir bajo fianza, estando así en juego su gimnasio, y su empresa. Otra de las razones por las cuales Wonwoo, decidió quedarse con ella, pero... decidió comprársela y al parecer, seguían los trámites para el cambio de nombre.
—Ya estamos aquí, señorita.
Levanté mi cabeza, hacia la ventana. Me disculpé con el conductor, para luego bajar. Me ayudó a bajar las maletas del maletero y le pagué.
Estaba en mi barrio, en casa.
No hacía tanto calor como Seúl, pero el mar provocaba un poco más de humedad. Esta sensación, la echaba de menos. Tomé mi maleta, y empecé a caminar poco a poco, pasando por aquellas calles que me daban buenos recuerdos. Parecía una dramática. No habían pasado ni años, pero era una vida vivida en un lugar que siempre atesoré, así que era distinto.
Me detuve unos minutos, justo enfrente del gimnasio que estaba siendo remodelado. Sobre este sitio, no tenía idea que haría Wonwoo, por qué al parecer este ahora también le pertenecía. Solté mi maleta, para cruzarme de brazos, pensando todavía en la idea de ahorrar para comprarle ese gimnasio a Wonwoo y destruirlo. No estaría tan mal, remodelarlo, ¡talvez haciéndolo una casa!, ¡una grande! Estaría muy bien.
Ah, una casa de gente sin dinero, ¡oh!, ¡Sería genial!
Sonreí ante la idea. No era tan mala, cuándo se me ocurrían cosas... mi cabeza explotaba.
—¿Bora?
Giré mi rostro, viendo como se trataba de Jungkook. Mis ojos se nublaron al instante, sintiéndome llena de felicidad por la idea de estarlo viendo, trotando hacia mí.
Mi cuerpo fue abrazado por sus brazos, apretando con fuerza. Era enorme, realmente era cierto eso de sus hombros. Olía igual que siempre, a esas malditas frutas del bosque, tan adictivo, tan él. Traté de separarme, colocando mis manos sobre su pecho, estaba tan guapo.
—¿Por qué no me dijiste que venías? —Tomó mi rostro con ambas manos, y sentí como besó la punto de mi nariz— Seis meses desde que no te veo, estás hermosa. Dios, pensé que solo pintarías tu cabello a negro de nuevo, pero es que te lo cortaste, te queda fenomenal.
Cada día más enamorada.
Sonreía también con su mirada, tan profundo que no bromeaba cuándo decía que iba a llorar. Esas pequeñas arrugas en la esquina de sus ojos, junto a su amplia sonrisa de conejo, me hacía sentir justo como me dijo él una vez, tan... drogada.
—Deja de hablar de mí, mírate tú. Casi nos parecemos, por favor, que largo que tienes el cabello. Tan sexy.
Reíamos a carcajadas.
Sus manos atraparon mi cintura, para acercarme a él. Me detuve en ese piercing nuevo en su labio, junto al otro que tenía ahí. No sé qué le pasaba a este hombre con las perforaciones, pero le quedaba jodidamente bien. Por mi parte, quise rodear mis manos sobre su cuello y acercarme más a él.
—No sabes como necesitaba tenerte así.
Rocé sus labios, tentándolo para que hiciera algo, pero a él también le gustaban estos juegos, o eso creí hasta que tomó mi nuca para besarme bien. Cerré mis ojos, dejándome llevar por aquel beso que me llevaba a las nubes. Era lento, tan excitante, mientras que nuestras lenguas aparecieron en escena.
Metí mi mano en su cabellera, era lo mejor que se podía sentir justo ahora, junto a sus caricias en mi cintura.
Antes, le pegaría por estar haciendo esto, pero era domingo, no había nadie en la calle.
—Y tú no sabes cuánto necesitaba tus labios.
Comenté, en medio de nuestros labios que se rozaban. Abrí los ojos, viendo como este aún los tenía cerrados, pero sonreía como un bobo. Lo solté, esperando a que él hiciera lo mismo, pero ahí seguía, ahora viéndome con tanto cariño que revoloteaba mi corazón.
—Tengo que soltarte, pero te aseguro que esta noche no lo haré. —Susurró, como si quisiera que solo yo escuchara— Ahí viene mi hermano.
Justo cuándo me hizo la señal de que venía detrás de mí, giré mi cabeza hacia donde miraba. Era verdad, se trataba de Taehyun junto a Minju. Mi cuerpo tenía ganas de saltar de alegría, pero tampoco era mi personalidad ir corriendo hacia alguien, pero que más daba.
Me abalancé contra el cuerpo de Minju, mientras nos abrazamos emocionadas.
—¡Adoro tu cabello!
—¡El tuyo está más largo!
Dije, volviendo a abrazarla. Era gracioso pensar que hace una año la insulté tanto por no hacerle caso a Taehyun, pero era tan agradable.
—¿Sabe que estoy aquí?
—No lo sé.
Escuché en susurro que hablaban aquellos dos, así que los miré, con los brazos cruzados. Volví a sentirme tonta al nunca sospechar que eran hermanos, cuándo tenían tanta similitudes, como la de ser dramáticos. Le di un codazo, que hizo que se quejara.
—Claro que sé que estás aquí bobo, pero tenía que saludar a Minju.
—Bienvenida supongo.
Lo miré de reojo. Que podía decir, Taehyun era a uno de los que miraba casi siempre. Estaba haciendo trámites para ver si lograban trasladarlo a la universidad de Seúl, pero no había manera, aún, eso y que su abuelo le insistía ir a visitarlo casi siempre, como obligación, pasaba a verme.
—No sabíamos que venías, o sea, nadie. ¿Cuándo te irás?
—En una semana —Dije bajando la cabeza, como si estuviese triste por ese hecho— Bueno, pero tenemos tiempo para hacer cosas juntas —Escuché como carraspearon su garganta— Juntos, quería decir.
Taehyun bufó riendo y fui hasta él, para abrazarle. Era bueno regresar, aunque fuese por poco tiempo.
No sé cuánto había pasado desde que mi madre no se detenía de hacer cosas en la cocina. Estaba enfadada conmigo porque no sabía que venía, además de que no le dio tiempo de preparar cosas. Cada 5 minutos se acercaba a nosotros, a renegar, que me echaba de menos, que podía llamar, que como era posible que hablara casi siempre con Jungkook y con ella no.
—Tía, deberías calmarte un poco y venir a sentarte. Min hee ya dijo que traería algo de comer.
—No, Bora debe comer comida hecha por su madre. ¡Mira qué delgada está!
—Yo creo madre, que tiene toda la razón. Debería ayudarla a cocinar.
Jungkook se levantó, dejándome tirada en la conversación que estábamos teniendo. Y ahora le llamaba ¿madre? Este hombre era una locura total.
—Es increíble.
—Sí.
Afirmé a lo dicho por Myung hee.
—Oye Bora —Escuché a Minju— Al final, ya decidiste cuándo tiempo te quedarás en Seúl.
Tae junto a Myung me miraron, pero si decía la verdad, no tenía idea. Le mencioné de Jungkook que, probablemente, regresaría en noviembre, pero todo en Seúl lucía bien. Era como si, hubiera iniciado de nuevo, nadie me conocía, nadie hablaba a mis espaldas por ser una mentirosa o la decepción de una familia.
Que sí, que los echaba de menos, pero solo a ellos y el ambiente de mi barrio, a los residentes, no mucho.
Lo único que pude hacer, fue encogerme de brazos, sin saber qué decir. Encontré una carrera casi adecuada, pero le miraba un poco más de futuro en Seúl, bueno, eso era lo de menos, porque en Jeju también necesitarían a ese tipo de profesionales. La cuestión es que no tenía idea justo ahora.
—Creo que deberíamos hablar de eso luego. —Musité. — ¿Alguna novedad?
—Jungkook es muy unido a tu madre, siento que me remplazó.
Dijo Taehyun, mirando hacia donde estaban ellos dos, dedicados a la cocina. Mientras que Minju trataba de animarlo.
—Ya veo de donde ha estado aprendiendo a cocinar tanto. No deja de mandarme fotos de los platillos que cocina.
—Sabía que te gustaba, pero es que realmente estás tan enamorada.
Miré a Myung, y capté su indirecta. Era normal que pensaran eso, cuándo estaba sonriendo como boba hasta cuándo Jungkook cocinaba. Me avergoncé, pero no podía cambiar de tema. No podía entender como se había vuelto tan guapo, a penas podía dejar de verlo. Nuestra despedida sería jodida de nuevo.
Suspiré, apoyando mi rostro sobre mi mano. Era tan bonito la forma en la que su cabello cubría toda su frente, en verdad le quedaba perfecto ese cabello.
—Oye, ¿quieres ir a dar una vuelta?
Volví al mundo real de nuevo, viendo como Taehyun estaba de pie, señalando la puerta. Asentí, así que lo seguí.
Ninguno dijo nada, simplemente, caminábamos al lado del uno, hacia algún sitio desconocido, hasta que llegábamos a nuestra colinilla personalizada. Sonreí, trayendo recuerdos de vuelta, de todas esas veces que llegué tarde, cuándo nos peleamos, cuándo nos reímos, cuándo un día dejamos de vernos aquí, hasta hoy.
Antes de que me fuera, fui a su casa, en verdad era grande, y por lo que tenía sabido, se iban a mudar a otra, cerca de aquí mismo, pero una que su madre compraría. Me alegraba tanto aquello.
—Si tienes algo que decirme, hazlo.
—Me gustaría que intentes ir a la universidad.
—Ya decidí mi futuro, y quiero intentar hacerlo. Pero esta vez, sin tu ayuda económica.
—Yo...
—Jungkook me lo mencionó hace un par de meses, también me negué. Esto va más allá del dinero, también está si me siento capaz de afrontarlo. Tampoco quiero que me digas que soy buena en algo, eso no funciona totalmente.
Silencio, mientras mirábamos hacia aquel callejón que llevaba hasta su casa.
—Vendimos la casa y mi madre me dio el dinero.
—¿Qué harás con él?
—No lo sé. ¿Nos mudamos juntos?
Lo miré y no pude evitar reír. Recién cumplimos 16 años, cuándo tuve que salir del instituto, estaba tan desanimada por la circunstancias, hasta que él llegó a decirme que también la había dejado por un año, para ayudarme a ahorrar para entrar el siguiente. Nos prometimos comprar una casa y mudarnos juntos.
No era una mala idea, pero estaba segura de que esa idea solo fue de esos niños tan pequeños.
—¿Eres feliz? —Pregunté, mientras tomé su mano. Entonces, volví a recordar cuándo yo era más alta que él, y era mi protegido— Si no es así, dímelo y le pego a Minju. Aunque si tú le haces daño a ella, también te pego a ti.
Apretó más mi mano.
—Lo soy boba. No te lo pude decir, pero a pesar de que pienses que fuiste egoísta todo ese tiempo, por no preguntarme como estaba, eso jamás ocurrió —Lo vi— Todas esas veces que me salvaste de que me golpearan de pequeño, cuándo le gritabas a niños por mí, cuándo sujetabas mi mano justo como ahora, en esos instantes. Te volviste alguien preciado para mí, que como fuese, entendía algo de lo que ocurría en mi vida sin decirlo.
No quería llorar, pero era imposible cuándo Taehyun me decía todas esas cosas tan lindas.
>>> —Además, a pesar de que suene raro, si no fuese por tí, no hubiera podido acercarme a Jungkook, él realmente fue mi ejemplo a seguir, también mi hermano. —Limpié la lágrima tonta que salió— Y así como dijiste, espero que seas feliz con la decisión que tomes. Espero no lastimes tanto a mi hermano, porque si no te pego. Al igual que él, si te hace daño, le rompo la cara.
Sonreí. Mi alma gemela, que más podía esperar de él. Estoy segura qué si pudiera, en mi otra vida elegiría que fuese mi mejor amigo, la persona que jamás me dejó, por encima de cualquier cosa.
—Gracias.
Dije, sollozando.
—Ah, deja de llorar. Eres una chillona.
—¡Oye!
Renegué, soltando su mano.
—Ven, vamos a visitar a la señora Hye.
Esa idea me gustaba mucho.
*
Había recibido un mensaje esta mañana, sobre que fuera al gimnasio del barrio, a donde justo iba ahora.
No me fue mucho esfuerzo levantarme hoy, así que traté de ayudar a mi madre en el restaurante por más que se negara. Los clientes habituales llegaron, halagando, diciendo que estaba "tan grande y bonita". Por la tarde, aproveché para ir de compras con ella, le dije que cerrara aunque sea unas horas el lugar.
Solíamos pelear casi siempre por cualquier cosa, así como madre e hija, pero estos eran de aquellos momentos que quise con ella.
Con lo que estuve ahorrando, alcance para comprarle unos lindos zapatos, merecía vestir bien siempre.
Tenía planeado quedarme a dormir en casa, pero creo que los planes cambiaran, porque el que me envió ese mensaje, había sido Jungkook.
Supongo que era por el horario de verano, pero no estaba tan oscuro que digamos. Por otro lado, hoy no dejaba de llover y no me di cuenta hasta más tarde, así que me mojé un poco el cabello.
—¿Hola?
Chillé, mientras me adentraba más al gimnasio, que yacía en oscuras. Qué raro, era temprano para que estuviera cerrado, bueno, es que no estaba cerrado tampoco.
Seguí, un tanto torpe al ver una luz al fondo, así que decidí ir. Entonces, sentí un nudo en mi garganta. No entendía qué hacía él ahí, con las luces apagadas, junto a una mesa con velas y comida, que se quitara ya porque empezaría a llorar.
Di un par de pasos más, y ya estaba cerca, viendo lo hermoso que lucía con el cabello de esa manera, su camisa blanca con esos cuatro botones abiertos, dejando a la vista la cadena que le regalé antes de irme.
Sonreí, sin mostrar los dientes, por qué entonces lloraría. Tenía sus manos dentro de sus bolsillos de su pantalón que parecía negro, y sus mangas remangadas.
—Ven aquí —Llegué hasta él, aún más cerca. Una de sus manos tocó mis cabellos mojados por la lluvia— Tienes un paraguas, pero ¿por qué tienes el cabello así?
Su leve sonrisa invadió mis pensamientos más profundos, para que indagara en la sensación más hermosa que existía en cualquier persona. Acariciaba mi cabello, tan suave que me transmitía la paz que siempre creí que tenía, pero es que, siempre la tuve estando a su lado. No era lo mismo, es decir, muchas confundimos la paz, la felicidad, la sensación que yace en nuestro cuerpo, cuándo estamos con ese alguien que amamos.
Era justo cuándo ocurre un eclipse, cuándo la luna y sol, como amantes que eran, se acercaban para volverse uno, para ser extrañamente perfectos y hermosos. Imaginar que no podía dar un paso adelante, sin que me hiciera sentir afortunada de estar a su lado.
—¿Qué hacemos aquí?
Mordí levemente mi labio, mientras este miraba la mesa.
—Eso mismo me pregunté hace un año y dos meses, cuándo justo aquí nos encontramos.
Tenía razón, la primera vez que nos vimos, fue literalmente aquí, enfrente del restaurante de Hye. Le quería matar.
—Jk, nombre tan raro.
—¿Bora?
Reímos. Si se pudiera ser posible, estoy seguro de que justo ahora mis ojos tendrían estrellas por verle de la misma forma en que lo hace él, aunque sus ojos literalmente tenían corazones, no sabría como explicarlo, brillaban tanto, más por la luz de las velas.
Nos separamos un momento, para sentarnos en la mesa. Parecía una cena romántica un tanto extraña, pero es que, no solo había venido por las vacaciones, sino que también, hoy cumplíamos un año de estar juntos.
Tomamos unos minutos, para platicar, para escucharnos la voz en persona. La música de fondo me hacía sentir realmente cómoda, aunque era variada, de pasar a ser lenta a un poco más movida, pero lo mejor, es que conocía cada una.
—Quiero contarte algo —Lo miré atenta— Le compré este lugar a Wonwoo.
—¿Qué? —Abrí la boca por la impresión, sin creerlo. — ¿Es en serio?
—Sí. Tengo planeado, cambiarlo por completo, ya no se harán grandes shows. Seguirá siendo un gimnasio, pero uno para todas las edades, donde se pueda practicar otros deportes.
Mi emoción fue tanta, que no pude evitar levantarme de mi silla e ir hasta él. Me senté sobre su regazo, a un lado, mientras este puso sus manos en mi espalda baja.
—Estoy tan feliz por ti. —Tomé su rostro y lo llené de besos— Estoy segura de que lo harás genial.
—Gracias, Bonita. Tengo un gran proyecto para esto, y quiero incluir a la señora Hye. A veces la visito, y bueno, necesita dinero, por ello le ofrecí algunos tratos.
Era un gran hombre. Lo conocí por la señora Hye, y aquí estábamos. Volví a besarlo y se reprodujo una canción que amaba.
—Yo quiero decirte algo. —Se miraba tan tierno desde aquí arriba, con su cabeza elevada, acariciando mi cabello— Quiero ser fisioterapeuta.
Confesé y es que, no podía ver a una persona más feliz que él.
—Mi amor, esta es una gran noticia. ¿Puedo ayudarte en algo? Sabes que puedo, estaré ahí para ti, te ayudaré para todo.
—Alto ahí caballeroso innato. No lo pienso hacer ahora, después de charlar con Taehyun, me convenció un poco. Ya tenía planeado esto, pero no estaba claro. Así que, me tomaré otro año en Seúl, el cuál me servirá para prepararme.
—Estoy tan orgulloso de ti, ven aquí.
Besó todo mi rostro, sin dejar algún espacio, para luego llegar a mis labios. Eran tan suaves que me derretía, tan dulces que podría quedarme aquí hasta que alguien me despertara de este sueño grato, lleno de fantasía.
—¿Soportarás que no esté otro año más? Te prometo que volveré.
—Soportaría mi propia muerte por esperarte. Necesitas saber que nadie podría tomar tu lugar, y que estoy tan obsesionado con tu rostro.
—Eso lo sacaste de la canción que suena ahora.
—Tienes razón.
Volví a a él, a sus labios, así como lo haría una y otra vez.
Descubrí que era el amor, descubrí la felicidad extrema. Mentir está mal, al carajo, era verdad. Pero a pesar de todo, somos personas que tomamos las cosas sin moderación, así como yo, que estuve a punto de arruinar todo lo que tenía, y a quien se convertiría en mi mundo entero.
Acaricié con mi dedos su mejilla, sentada aún encima de él, mientras la canción estaba llegando a su final. Tan hermoso que mi corazón se sentía tan mal.
No teníamos nada, pero lo obtuvimos todo cuándo nos conocimos.
—Te amo Jungkook.
Susurré, entre dientes, mientras volvía a besarlo. Quería que cada día, a pesar de estar cerca o lejos, fuese mágico y lleno de locuras, tomados de la mano, amándonos como si fuese el último día.
FIN.
.
.
Hola :(
Y hasta aquí llegamos.
Fue tan rápido,
pero la obra llegó a su final.
Espero de todo corazón que
haya sido de vuestro agrado.
Gracias por llegar hasta aquí.
Sois los mejores.
Manténgase saludables, sonrían
Dios les bendiga. Besitos, Muak <3
—Herbst
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