041.
Im Bora
Removí mi cuerpo, hasta encontrarme con Jungkook cerca de mí, con la boca abierta y solo con la sabana en su trasero.
Bostecé, sintiendo un poco de frío. Maldije, porque la ventana de la habitación estaba abierta, ya que al tonto este, anoche, la dejó abierta porque dizque hacía calor. Me levanté para ir a cerrarla, quitando las sabanas. Y estando cerca de aquel vidrio, pude maravillarme nuevamente por lo hermosa que era la vista desde aquí. El sol era fuerte y parecía que haría un buen clima el día de hoy.
Jamás había sentido este tipo de emoción en mi cuerpo, desde ese día en la carpa, al escuchar a Jungkook hablar con sinceridad, me dio ganas de dejar de mentir... es irónico. Siento que, puede existir una posibilidad que entienda todo lo que hice, y no me juzgue. Era difícil saberlo si no lo intentaba, pero tampoco era como si lo quisiese perder.
Me adentré al baño, para poder lavarme la cara y ponerme alguna bata, pero me encontré frente al espejo, viendo mi cuerpo desnudo. Sonreí avergonzada, recordando estos días, la manera en la que me sentí tan deseosa, los labios de Jungkook buscándome todo el tiempo. Toqué mi clavícula donde había un leve rojo, que lo dejó ayer mientras estábamos en la piscina. Estaba feliz en cierta manera, me gustaba quién era en este momento. Era... Feliz cuándo lograba hacerlo reír.
La puerta del baño se abrió, asustándome.
—Joder Jungkook.
Musité, viéndolo entrar. Tenía un ojo abierto, y completamente desnudo, igual que yo.
—¿Buenos días?
No podía enojarme. Quise ignorarlo, mientras ponía pasta de dientes en mi cepillo, pero pronto, lo tenía detrás de mí, así que solo vi por el reflejo del espejo, como me ponía un bata encima y luego depositó un beso en mi mejilla.
Jungkook me gustaba, en serio me gustaba tanto que me dolía.
Teníamos un par de planes por la tarde, eso de ir a la montaña era uno, y me emocionaba mucho.
—Iré al centro, tengo que comprar un par de cosas para esta tarde, ¿me acompañas?
Acabé de lavarme la boca, y lo miré a mi costado, donde ahora él iba a lavarse.
—No, me quedaré. Quiero tomar el sol un rato en la tumbona.
—Está bien bonita.
No me iba a ir, así que me quedé dentro, mintiéndome en la ducha, para bañarme.
El sol estaba directamente sobre mi cabeza, por eso decidí poner una sombrilla que me cubriera un poco. Tampoco era como si quisiera quemarme y lastimar mi piel. La piscina me tentaba, pero mejor decidí quedarme sentada, revisando un par de revistas, tomando mi limonada y ya está.
¿Acaso estaba viviendo mi mejor vida? Maldición, es como si disfrutara mis días antes de una gran tragedia.
Recordé que no había visto mi móvil, ni siquiera he hablado con mi madre, la cual estará loca por saber mi paradero. Sería lindo de alguna manera que tuviera la oportunidad de traerla a este lugar, que pudiese descansar un poco. Y de pronto, me sentí culpable, yo no merecía estar viviendo tan relajada, mientras ella está matándose. Ni hablar de mi padre, lo echaba de menos.
Tenía un par de audios de voz, que en resumen, la mitad eran de ella molesta. De cierta manera, era agradable escuchar su voz, sus pequeños enfados y una risa traviesa. Al parecer, tuvo muchos clientes y decía que me necesitaba, que cuándo regresaría del viaje que tenía con Taehyun, que como era que Taehyun regresó antes y yo no estaba, que regresara pronto, que me castigaría, que ya no le creía a Myung nada, que debía prepararme para mi examen.
Apagué el móvil, recordando porque lo había apagado.
Suspiré. El sol fue tapado por una nube y maldije. Antes, salió en el noticiero que habían posibilidades de lluvia entre la madrugada y mañana por la mañana. Bueno, en estas temporadas, no hacía frío, pero las lluvias traían el fresco viento que nos hacía entender que estábamos a finales de octubre.
Me tuve que levantar, porque el timbre de la puerta sonó, lo que era raro, porque no había pedido nada, Jungkook se llevó sus llaves, así que... lo que sea. Me adentré a la casa, casi corriendo, y al abrir la puerta, miré a un cartero ¿Repartían cartas en casas alquiladas de Hawái? Extraño.
—¿Puede firmar aquí?
Asentí, viendo mi nombre completo en la pequeña caja que traía. La firmé, y lo vi marcharse. Cerré la puerta, acercándome al comedor con la caja, así también buscaba un cuchillo que me ayudara a abrir esto.
No tenía información de algún remitente, pero sí la dirección de destino, y mi nombre. Logré abrirlo, después de varios segundos, solo para encontrarme con una nota encima de un par de cosas que por lo visto había debajo.
Leí la primera línea que decía "Te hago entrega de tu camisa gris que dejaste en casa hace unos meses", quité la nota de mi vista, solo para ver esa camisa. Al tomarla con una mano, se desdobló, viendo así, que era grande, justo como las que usaba Jungkook.
La dejé a un lado, para ver nuevamente dentro, que había otra cosa, una pequeña caja que sujeté para abrirla y encontrarme con un collar de colgante.
Al no entender, volví a la nota, donde había más texto. "Cuándo te llevé a la habitación, ese día que te emborrachaste, te quitaste la camisa y tu cadena se soltó. Se me olvidó, devolvértela. Recuerda Jeon, si tu novia no está complaciéndote de nuevo, ya sabes donde puedes encontrarme."
Tiré la nota, tratando de entender. Iba a vomitar por la manera en la que mi cabeza se aturdió. Entonces, recordé el día del combate, cuándo fui a buscar a Jungkook, para querer hablar, y justo él confesó que no había tenido nada con Rebeca. Pero, ahora teniendo esto... ¿Qué significa? ¿Qué sí pasó algo?
Volví a leer la maldita nota, una y otra vez, y a pesar de hacerlo hasta entre líneas, me dolía. No es el hecho de que sea celosa, joder, Jungkook era mi novio y a pesar de estar molestos, eso no nos daba derecho de ser infieles, porque él lo fue, lo dice esta nota, lo dicen sus acciones, lo que yo he visto.
¿Me engañó? Pero por lo visto estaba borracho, eso lo sé bien, tengo un par de mensajes de voz que me hizo él esa noche, diciéndome cuanto me amaba, lo cual fue otra razón, para que el día del combate fuese a verlo.
Suspiré con fuerza, necesitaba calmarme, y más al escuchar la puerta abrirse.
—Hola bonita, no sabes, casi me arrolla un coche. No me di cuenta de que el semáforo estaba en rojo —No dije nada, ni me moví. Esperé a que llegara a mí, y que se callara. Me fijé que dejó un par de bolsas en la mesa, justo al lado de la caja que recibí—¿Encontraste mi camisa?
Mi cuerpo tembló y me enfadé. Levanté la cabeza, para verle con una sonrisa mientras tomaba su camisa entre sus manos. Era más que obvio que era suya, pero escucharlo decirlo sin tener idea, me estaba haciendo entrar en pánico.
Tragué saliva, evitando llorar, gritar y pegarle.
—Es tuya —Susurré. Tomé la nota, para dejársela a él, para que la leyera. Sabía bien que era de Rebeca, su firma con un R, lo confirmaba. Tenía ese propósito. Al no escuchar respuesta, volví a verlo, quién parecía sorprendido, sin respuesta— Venga, estoy dispuesta a escuchar lo que pasó esa noche, claro, si te acuerdas.
La maldita nota cayó sobre la mesa, junto a la camisa.
—Te lo iba a explicar ese día, todo lo que dice, es mentira. Rebeca es una arpía que solo busca joderme. Escucha, esa noche estaba dolido, me emborraché, ella me llevó a mi habitación, me besó, y lo acepté porque algo dentro de mí, pensó que eras tú.
—¡Oh, vaya que sí era yo! Joder Jungkook, ¿por más borracho que estés te da derecho a tener sexo con ella?
—No tuvimos sexo.
Que lo negara, me molestaba más. No podía verlo ahora, necesitaba aire, estar sola y pensar, aquí me estaba ahogando. Había algo en Rebeca que siempre me hacía fastidiar y hoy lo comprobé. Lo dejé ahí, para subir a la habitación, para buscar ropa y cambiarme.
—¡Bora!, ¡Escúchame!
Se quedó en la puerta, viéndome cambiar. Me puse una falda, me quité mi camisa y sostén, para luego ponerme otra sola camisa sin manga, que la amarré por mi cuello. Busqué por toda la habitación mis sandalias, y cuándo las encontré, sentí el agarre de Jungkook que me detuvo.
—¡¿No entiendes que quiero estar sola ahora?! —Chillé— ¡Jungkook, siempre trato de entender y cuándo en el mejor momento creemos que estamos, me entero de más cosas! Me contaste lo de Taehyun, ¿ahora debo enojarme por Rebeca para que puedas acabar de contarme toda la verdad?
Resopló, soltándome. Me puse mis zapatos, para luego coger un bolso y meter ahí todas las cosas que podría necesitar.
—Espera, no hagas esto de arrebato.
—Lo hago porque no me quiero acabar enojando con tus palabras torpes, mientras me explicas como es que, seguías teniendo una relación con esa tipa —Fruncí mis labios antes de hablar—. Ahora dime, hace meses, cuándo te hice esa pregunta que si te habías masturbado o habías tenido sexo con alguien, y me fui de tu casa, ¿fuiste con ella verdad? —Bajó la cabeza— ¡Dime!
—Sí.
Bufé.
—En ese tiempo, no éramos novios, ni siquiera habíamos tenido relaciones, pero la conoces mucho antes que yo, ¿por eso corres con ella cada vez que yo no te complazco?
—No es así —Salí de la habitación, para poder llegar al salón y tomar mi teléfono— Escúchame Bora, no arruines esto de nuevo.
Me detuve en seco, porque sus palabras me ofendieron.
—¿De nuevo? Ahora te hago otra pregunta, cuándo fui con tu padre a tu combate, ese día en que nos encontramos en mi camino al baño, tú estabas en ese habitación con Rebeca, ¿qué hacían ahí? ¿Hablar? No éramos exactamente novios, pero sí estábamos juntos.
Al no ver una respuesta, lo entendí. Mordí mi labio, con impotencia por su vago interés. Salí de la casa, azotando la puerta, junto con las llaves del otro coche que Jungkook decidió alquilar para mí. Agradecí tener mi carnet de conducir, porque quería irme de aquí, alejarme lo más posible de él.
Una cosa tras otra. Y lo peor estaba por venir, por qué me aterraba que mi pasado hiciera que nos alejáramos más. Maldita sea, ¿por qué no podíamos estar bien? Yo tenía derecho de enojarme de esta manera, Dios, fui flexible entendiendo, escuchándolo, pero todo acaba mal, nadie me asegura que otro día en que estamos molestos, se vaya con ella. ¿Qué tiene ella que yo no?
Varios kilómetros más adelante, tuve que detenerme, por qué mis ojos se nublaron. Mi cabeza quedó en el volante, mientras sollozaba. Pensar que era feliz para encontrarme con la peor mierda, me hacía sentir y ver tan vulnerable. Uno, dos, tres días buenos, ¿y luego qué?, ¿Acaso siempre sería así?
Recordé que hoy iríamos a la montaña, pero ese plan se canceló... bueno, se canceló para él, porque yo iría.
Limpié mis lágrimas, tomé aire. Olvidarme de eso, ajá, eso haría.
Decidí pasar por el mercado, comprando unos bocadillos por si me daba hambre y otras cosas por si necesitaba. Si no me equivoco, estaba bastante lejos, ya que, habían pasado varias horas.
El color verde se apoderó completamente de mí. Se miraba tan lindo ir por esta carretera, el viento fresco moviendo mi cabello, una manera tan limpia que me hacía respirar con tranquilidad.
Según el GPS, con el coche se podía subir más arriba, pero ahí se encontraba un sitio para aparcar y subir caminando haciendo senderismo. Por mi parte, no me gustaba mucho, pero parecía atractivo. Asimismo, habían cabañas en el camino, para comprar cosas, y aproveché en cuanto llegué.
Los turistas abundaban. Habían algunos que iban vestidos para hacer senderismo, otros que iban a otro tipo de excursión al torrente de agua de la montaña de al lado... todo tan divertido.
—Hola, ¿podemos ayudarte en algo?
Parpadee varias veces, casi espantada por la manera en la que una mujer mayor apareció enfrente, con un acento difícil en inglés.
—Yo... Ah... —¿Cómo decía en inglés que necesitaba ropa para poder ir a bañarme en el torrente? Fue más grave, cuándo empezó a hablarme en una combinación de inglés y hawaiano— Señora, no entiendo nada.
Dije en coreano, haciendo que ella quedara ahora perpleja.
—Discúlpela, no entiende inglés.
Un tipo apareció justo a mi lado, hablándole a la señora, quién se fue. ¿Por qué se iba? Sí necesitaba ayuda.
Giré mi cuerpo, encontrándome con un chico bastante alto, de fracciones marcadas.
—¿Tú quienes eres? Ah, seguro no entiende coreano.
—En realidad sí, porque soy coreano.
Abrí mi boca, atónita. Era tonta, era obvio que sería coreano, si parece más coreano que yo. No me pude mover, hasta que tapé mi boca avergonzada. Empezó a reír, volviendo su rostro tan genuino y lindo. ¿Qué? ¿Como que lindo? Pero es que, tenía una linda sonrisa.
—Lo lamento —Hice una reverencia, y cuándo me erguí, su amplía sonrisa se fue, mostrándome su mano alzada.
—Mucho gusto, me llamo Woo-seok —Tomé su mano, para luego sentir su leve apretón. Me alejé un poco, ya que, era algo informal la situación para alguien que no conozco.
Volví a hacer una reverencia para despedirme, pero en eso, este se puso enfrente de mí, esquivando que me fuera.
—¿Necesitas algo más?
Pregunté. Asintió con una sonrisa que me desorientó.
—Yo, bueno, quería saber si necesitas ayuda en algo. Me ofrezco voluntario a llevarte donde necesite por si te perdiste.
Cuándo iba a decirle que estaría bien que me ayudara, un grupo de chicos aparecieron.
—¡Fabián! —Los chicos aquellos se acercaron a abrazar al chico que por lo visto se llama Fabián y no Woo-seok— Joel ya pagó, deberíamos irnos... ¿Quién es esta preciosura?
Empezaron a hablar entre ellos, y como no me interesaba, retrocedí un poco, debía irme ya, antes de que anocheciera.
—Oye, espera —No presté atención y seguí caminando— Dime tu nombre al menos.
—Mia —Dije, viéndole. Hice una reverencia y acabé de irme.
Me recordé de la película La La Land, la protagonista se llama Mia. Buena elección de nombre.
Después de estar intentando comunicarme –gracias, traductor–, conseguí un par de cosas, como el alquiler de unos flotadores para bajar el torrente de agua. Siendo sincera, no estuvo mal hacerlo sola. Fue, como cuándo eres hijo único, sin amigos, y te tocaba jugar solo, exactamente así, tenía experiencia en eso.
Fue divertido, me reí mucho cuándo estuve a punto de chocar contra un piedra. Agradecí, de que traje conmigo un traje de baño completo para subirme al flotador. El inspector, que ayudaba a todos, me indicó en todo momento como hacer las cosas para no estrellarme y que fuese más divertido.
Iba a ser la hora de que el atardecer apareciera, y de que yo me fuera. Fue estresante volver al sitio donde podía cambiarme, para volver a las cabañas donde dejé el coche. Pero, a la vez, interesante, por qué me encontré con el grupo de amigos.
—Hola chica de cabello rosa.
Sonreí apenas, haciendo una reverencia.
—Hola mentiroso.
—¿Ah?
Dijo que se llama Woo-seok, pero sus amigos le dicen Fabián.
Sonrió ampliamente, dejándome ver su gran sonrisa perfecta. Bufé, quitándome esas ideas tan tontas que se cruzaban.
—Mis padres son católicos y me bautizaron con ese nombre, por eso en el extranjero me llaman así. Tú llámame Woo-seok.
—Y tú puedes llamarme Bora.
—Sabía que no te llamabas Mía, eso lo sacaste de La La Land ¿no?
Por alguna extraña razón, me reí, para no sentirme avergonzada.
*
Los chicos con los que empecé a viajar, eran realmente ruidosos.
Wooseok, me convenció fácilmente de que me fuera con ellos, después de que se me escapó decirle que iba a la montaña vecina, para ver el atardecer. –Ellos tenían el mismo destino–. Era un tipo agradable, sus amigos también. Cuatro hombres con su respectiva pareja, mientras que por lo visto, él estaba solo. Según me comentó, estaban de vacaciones, y decidieron alquilar dos jeeps, además de que, esta noche, se quedarían a dormir en unas de las cabañas de la montaña cuándo bajemos de ver el atardecer.
A él le tocaba manejar, así que, uno de sus amigos me dijeron de ir adelante, y acepté. La mayoría de la isla se miraba desde aquí, era una sensación verdaderamente imponente que calaba mis huesos, igual que un frío abrumador.
—Y chica de Fabián, ¿en qué trabajas?
No tenía idea que uno de sus amigos hablaba coreano, así que me quedé perpleja, bueno, también por su pregunta. Wooseok y yo apenas hemos hablado un poco de donde venimos, él de Ilsan, yo de Jeju, su familia tenía un restaurante pequeño. Conocí que era ingeniero civil, uno de los mejores, pero yo recordé de lo que quería entrar a hacer Taehyun y se me escapó decir que era una universitaria en Administración de empresas.
—Es una universitaria, Administración de empresas. Igual que tú.
Iba a empezar a hacer más preguntas, pero agradecí el hecho de que por lo visto ya habíamos llegado. Todos empezaron a bajar del coche, pero Wooseok me detuvo.
Miré hacia el frente, habían un par de coches aparcados, también venían a ver lo mismo.
—¿Sucede algo?
Rascó su cabeza y luego sonrió. Entendía muy poco, pero decidí no moverme, esperando a que dijese algo.
—No puedo dejar de sentir esto cada vez que te veo —Maldición, no podía ser. Quitó su cinturón y giró un poco su cuerpo para verme bien— Es extraño esto, no creí que volvería a sentirlo, pero el rosa de tu cabello y tus labios, me vuelven un tanto loco.
—Yo..
—Sé que es muy rápido, mi madre me recrimina por ser tan directo y no tan reservados como la mayoría de los coreanos. Pero esto es lo que soy, y sería fantástico que pudiéramos conocernos.
Byeon Woo Seok, hombre recién conocido, extremadamente guapo, educado, amable, gracioso, pero no era Jungkook.
Entré en pánico, cuándo tomó mi mano. La aparté de inmediato, sintiendo una gran presión. Necesitaba entender la situación, pero el reflejo que entraba por la ventana, me despabiló. El atardecer. Lo ocurrido, salió de mi mente, abrigando mi cuerpo, la breve imagen de un cielo tan hermoso, cálido y pacífico... Yo quería tener este pequeño momento con Jungkook, pero no fue así, en cambio, estaba con un desconocido que por lo visto sentía algo por mí.
Salí del coche, quedándome justo al lado, viendo como el sol se atrevía a bajar poco a poco, escondiéndose. Es como si yo fuera este sol, que no quiere que el mundo lo vea, ¿se avergüenza? Por qué yo sí, me avergüenzo de mentir, de ser yo, porque me volví una decepción para mis padres.
—El atardecer no opaca el amanecer.
Musitó Wooseok, quién también se había bajado y ahora estaba a mi lado. Amanecer, ¿yo también podría amanecer? Salir para que todo el mundo me mirara, era aterrador, a decir verdad lo era.
Una completa tontería.
—¿Puedes llevarme a un lugar? —Susurré— Tengo que volver.
Sonreí. Entender que siempre habría alguna persona que iba a querer destruir lo que existía, era lo que me faltaba pensar. Si tan solo decía la verdad por una vez, no pasaría nada, tenía personas que se llenan la boca diciendo que me aman, así que solo me quedaba creerles. El amor es fuerte... y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para que mis seres queridos amaran a mi verdadero yo.
—¿Ocurre algo?
—Lo lamento Wooseok, necesito que me lleves a la cabaña, y tomar mi coche para regresar a casa, con mi novio.
Su gesto me hizo entender, que por lástima, rompí un poco su corazón.
No pude dejar de pensar en las cosas que podría decirle. Le diría, que estaba dispuesta para escuchar la otra parte de su historia, y lista para hablar de mí. Rebeca no importaba, ni siquiera el padre de Jungkook, por qué esta era nuestra vida.
Wooseok fue muy amable, se ofreció a traerme en mi coche, porque según él estaba muy alterada. Era verdad.
—Si discutiste con tu pareja, ¿estarás bien?
—Claro que sí Woo, él jamás me haría daño.
Pude ver que habíamos llegado, así que, cuándo aparcó justo detrás del jeep, bajé del coche, para luego él. Sus amigos venían detrás, así que supuse que se iría con ellos.
—Muchas gracias —Me puse de puntillas, sosteniéndome en su hombro y dejé un beso sobre su mejilla— Volvamos a vernos algún día.
Este asintió. Me despedí y entré con prisa a la casa. Busqué en la cocina, el salón, afuera, él no estaba. Grité su nombre, un poco exhausta y asustada por no encontrarlo. Subí a la tercera planta, la habitación, para encontrarme con Jungkook, de espalda.
—¡Jungkook! —Me detuve de acercarme a él, en cuanto vi nuestras maletas hechas— ¿Jungkook?
Se giró y apenas miró mi rostro. Entré en pánico, sin entender concretamente lo que sucedía.
—Volvemos a corea.
—¿Qué? Nos íbamos en tres días.
Y de pronto, tuve un mal presentimiento. Tragué saliva, viendo lo indiferente que fue. Pasó a mi lado, sosteniendo su maleta y dejando las mías. Estará molesto por qué me fui todo el día, sería lo normal, pero, ¿lo suficiente para que nos fuésemos ya?
*
Me limité a guardar silencio durante todo el viaje de regreso. Se sintió de la misma manera de cuándo viajamos a Las Vegas, que ni siquiera me dispuse a devolverle alguna mirada, pero ahora era al revés.
Realmente incómodo. Desesperante ver su desdén, hasta el punto de querer llorar. Tenía razón cuándo dijo que también era egoísta. Tanto alardeaba de ser empática, y no pensé en sus sentimientos por un segundo cuando me enojé con él.
Lo peor, es que debía enfrentar mi realidad más rápido de lo que pensé. No quería, en serio, tenía mucho miedo por primera vez. Cuándo estábamos en Hawái, le mencioné que cuándo volviéramos, que me quedara en su casa un día, para saber qué decir con mi madre y confesarle nuestra relación, pero por lo visto, eso no pasaría.
Desde que nos bajamos del avión, el camino que tomó en el coche, me hizo entender que había algo mal. El rótulo de entrada al barrio, me removía mi estómago sobremanera.
—Jungkook —Musité apenas, pero no me hizo caso. Literalmente, llegamos a mi casa y aparcó enfrente. Como era capaz de hacer esto, maldición, me estaba desesperando. Bajó del coche, yendo hacia el maletero. Me dispuse a bajarme también, mirando sus acciones. Dejó mi bolso encima de la gran maleta, en la puerta de mi casa— ¿Qué pasa? ¿No me piensas hablar?
Y esa pregunta, me dio más miedo que nada, por la forma en la que se giró, viniendo hacia mí.
—"¿Hablar?" ¿Quieres hacerlo? He estado dispuesto todo el tiempo, pero tú no, por qué eres una mentirosa.
Apreté mis labios, reteniendo las ganas de llorar. Era el hecho de que, estaba enfadado conmigo, y la manera en la que me dijo mentirosa, me rompió más.
—¿Qué?
—Sé lo de mi padre.
.
.
.
.
Aquí os traigo un nuevo capítulo.
Disculpen que sea largo.
Manténgase saludable,
sean felices. Dios les bendiga.
Besos <3
—Jungherbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro