039.
Im Bora
Alguna vez tuve la esperanza de viajar a Hawái, y era irreal pensar, que estaba justo en mi lugar soñado.
No tuve la oportunidad de apreciar el sitio, ya que Jungkook y yo llegamos por la noche, directamente para dormir, justo a Honolulú, una isla preciosa y la más famosa para visitar entre los turistas.
Terminé de desayunar, para luego encontrarme con el hermoso e imponente mar de fondo. Podría bajar, así ver un poco más, pasar a comprar o algo, pero seguro Jungkook me querría acompañar, así que prefiero ir sola.
Todo lo que ha ocurrido en estos días, yo, aún me siento extraña, es como si quisiera saber lo que sucede, pero no tengo respuesta alguna. Esta mañana, al despertar, algo dentro de nosotros se olvidó de los problemas, nos sentíamos bien, pero...
—Ojalá te hubieras metido a la bañera conmigo —Se trataba de un Jungkook en shorts y el torso desnudo. Había visto su cuerpo tantas veces, que no podía acostumbrarme a lo que me imponía— Ah, veo que ya desayunaste.
Se acercó a mí, dando un beso en mi cabeza, para luego sentarse en la silla de enfrente, viendo por la ventana, la vista que antes apreciaba. Desde aquí, olía tan bien, a flores y a algo dulce. Mi mirada bajó desde sus labios hasta su pecho, de ahí a sus abdominales, para volver a sus ojos.
—¿Comerás algo?
Negó. Quedamos en silencio y me sentía incómoda. No hablamos mucho desde que nos besamos en Las Vegas, las conversaciones eran cortas y cerradas, es como si él esperara a que yo preguntara algo, pero no me sentía valiente. Este tipo de situaciones, me ponían en fuera de lugar, y mi parte de ser directa, desaparecía.
Al tener la vista baja, volví a su torso, donde pude percatarme de un moretón cerca de sus costillas. Sus heridas aún no sanaban del todo, obviamente, habían pasado apenas dos días. No había nada inflamado en su rostro, solo una leve cicatriz en su labio y un rastro del morete en su pómulo, que me cautivó a hablar.
—¿Tomaste las vitaminas que te dijeron?
—Sí, después de comer, deberé tomar otras.
Y antes de que dejara de verme, me decidí.
—Quisiera preguntarte, ¿por qué? —Su silencio inundó la habitación, revolviendo mi estómago. Relamí mis labios, para volver a hablar— Quisiera saber...
—No quiero hablar de ello.
Quedé perpleja. Sin mirarme, tomó el vaso con pajilla que bebía anteriormente, y bebió, despreocupado. La impotencia me cegó, por qué me había enojado.
—¿No quieres hablar de ello? Ha pasado una semana desde que descubrí que eras el hermano de mi mejor amigo, ¿acaso eso no es suficiente para hablar?, dime.
—Deberíamos hablar luego.
Musitó y expulsé aire, ofendida.
—¿Por qué no quieres hablar conmigo o hablarme?, dime, ¡¿Cinco meses de conocernos y no te sientes seguro acaso?! Joder, es insensible, vivir así, actuando tan natural.
Mis manos temblaron al ver cómo apartaba su mirada, moviendo su cabeza un tanto desesperado, resoplando mientras me escuchaba.
—No entiendes.
—¡Por eso quiero hablar contigo, para entenderte! Ni a ti, ni a Taehyun les perdono esto, pero a él lo conozco de años, sabía su historia, sabía, de alguna manera, la forma en la que fue tratado injustamente.
—¡¿Injusto?! ¡Perdona, pero si no sabes cómo son las cosas, no deberías hablar sin pensar!
Chilló, indignado, igual que el tono de voz que usé yo al inicio. Fruncí mis labios, molesta y confundida.
—¡Esa es la razón por la que te pido que hablemos, quiero escucharte!
Otro resoplo.
Se levantó de la silla, queriendo irse, pero se retractó, quedando ahí, parado, mirándome con molestia.
—Es mi her... mi medio hermano. ¿Eso querías escuchar? Pues ya lo sabes.
Gemí frustrada por su respuesta. Estaba alucinando con esto. Quise tratar de ponerme en cada situación, imaginar que todo lo que ocurría, no era de mi incumbencia, pero sí, si lo era, ¿acaso no era capaz de entenderlo? Mi mejor amigo desde siempre fue su hermano. Yo daría la vida por Taehyun y él por mí, ese chico era hijo del hombre que me estuvo haciendo la vida imposible, quién dejó moretones en mi piel, si él se enteraba, pasarían muchas cosas malas.
Esta situación, era la misma con Jungkook. Yo solo quería escuchar más, que pasó con los Jeon, por qué todo fue tan mierda. Yo tenía una imagen de Jungkook algo definida, pero cuándo escuché que golpearon a Taehyun, me sentí mal. Tenía que haber una razón.
—-Eres un idiota —Asentí, confirmando lo que había dicho— ¿Por qué es tu "medio hermano", me ocultaste que lo eran?, ¿Por esa razón le golpeabas las veces que quisieras, igual que el estúpido de tu padre?, ¿Por esa misma y estúpida razón lo tratabas tan mal?
—¡Arruinó mi vida! ¡¿Acaso esa no es una razón?!
Clamó, tan fuerte como si se hubiese desahogado por primera vez. Sus ojos estaban un tanto cristalizados que la impotencia me llenó. No quería esto, ni tampoco esperaba esa respuesta, joder, todo se estaba jodiendo.
—¿A qué te refieres a que arruinó tu vida?
Susurré. Su gesto de molestia se calmó, para suspirar. Quería alejarse de mí, evadir nuevamente mi pregunta. Se movió, apenas, hacia el sofá, pero fui más rápida y lo tomé del brazo, para que se detuviera.
—Somos medios hermanos, él no quería relacionarse con nosotros o mucho menos, tener nuestro apellido, entonces, ¿por qué tendría que contártelo?
Tenía razón en parte, pero no era la respuesta que esperaba. Me estaba evadiendo de todas las maneras posibles.
—Hablé con Wonwoo, me dijo varias cosas, pero nunca mencionó que tu otro medio hermano haya sido un detonante para arruinar tu vida, si hubiese sido así, tu otro medio hermano, Wonwoo, también lo sería —Lo solté, viendo cómo apenas podía mirarme— ¿Sientes que Taehyun arruinó tu vida solo por qué nació?, ¿No te parece eso bajo y egoísta?
Declaré, disgustada. Sus acciones me hacían parecer que veía a otra persona diferente de Jungkook. No me dijo nada, solo se fue y no lo detuve. Algo me dijo que regresaría, y así fue, pero ahora con una camisa puesta y algo que guardaba en sus bolsillos.
—Necesito aire.
—¿Ahora te vas?
—No puedo estar aquí, junto a alguien que me reclama por cosas absurdas, cuándo lo único que espera, es encontrar un culpable del mal que le hicieron a su amigo. Eso te interesa a ti. Y no solo yo estoy siendo egoísta.
Se dirigió a la salida, sin esperar por mí. Cerró la puerta, dejándome completamente sola.
Fui a a sentarme al sofá, pensando bien en todo lo que había dicho. Era tan tonta, él tenía razón, de alguna manera he estado tan concentrada solo en Taehyun. Escondí mi rostro entre mis manos. Me sentía tan estresada sobremanera, no quería pelear más...
No podía quedarme aquí, supuestamente debería estar disfrutando un poco o algo, pero no me apetecía nada. Teniendo en cuenta, que Jungkook quería que pasáramos el día entero visitando Honolulú y mañana ir a otra isla, donde nos hospedaríamos por una semana entera. Con todo lo que ocurre, no sé lo que va a pasar.
Me dispuse a salir un rato, con la ayuda de mi teléfono, que tenía internet y busqué a donde podía ir. Salí de la habitación del hotel, para encontrarme con calles casi similares a las de mi barrio, claro, con diferencias de países y habitantes, pero la brisa fresca del mar, se sentía.
Me atreví a alejarme un poco del hotel, mientras me tomaba un par de fotos. Visité tiendas locales, donde pude obtener un folleto, que narraba la historia del sitio, cosas para visitar y más. Habían algunos que llamaron mi atención, pero tendría que ir en coche para llegar, así que me dispuse a deambular sin tanto conocimiento.
Vendían un sinfín de cosas. Me agradaron bastante algunos artefactos que vendían, collares, pulseras, adornos, plantas, ¿caracoles?, quería comprarme todo, pero apenas me dio por coger un par de billetes que tenía en mi maleta, así que decidí solo tomar fotos sin parar. Miré una figura de niña hawaiana bailando, ¡En movimiento!. La necesitaba, pero su precio era demasiado alto, así que tomé un par de fotos y videos a todas las que estaban en el escaparate.
Aunque no iba a comprar ninguna prenda, entré al probador más de diez veces, prendas como vestidos holgados, faldas, otros de dos piezas, y todo tan colorido, floreado que me daban ganas de sonreír, pero mi corazón en algún momento se sintió triste, recordando que a Jungkook le hubiese agradado comprar alguna camisa por broma.
Después de mi gran aventura, acabé sentada en una larga piedra, alta, donde las personas se sentaban, solo que yo quedé vista al mar con agua cristalina, junto a un sombrero que compré y con un vaso lleno de frutas en la mano.
Traté de imaginarme un segundo en lo que estaría haciendo si estuviese en Jeju. Hyunwook buscándome por debajo de las piedras, mi madre dándome el regaño del siglo, por qué se enterará de que no hice el examen de ingreso a la universidad, mi molestia con Taehyun, la situación de mi padre que no mejoraba...
No podía sacarme de la cabeza eso, por más que estuviese a kilómetros de distancia. De alguna manera, estaba tan exhausta. Respiré hondo luego de tragar un trozo de sandía. Sentía tan limpia mi alma justo ahora, tranquilidad que no tendría en nada. Mis ojos pesaban tanto, que me acostaría a dormir aquí mismo.
En estos últimos días me he ido a la cama, pensando por horas enteras hasta quedarme dormida, tratando de unir lazos de historias, hasta que Wonwoo me confesó todo aquello.
La historia de Jungkook, chico adolescente que nunca obtuvo atención de sus padres, donde solo se sentía como un estorbo.
Agradecía que Wonwoo estuviese con él, en sus momentos más críticos, y me dio pesar saber que, este quiso hacer más por su hermano, pero no podía, ya que, algunos de los sucesos ocurrían cuándo él estaba con su madre.
¿Qué cambió? Daba gracia imaginarse al Jungkook que conozco, odiando mandar mensajes, cuándo a mí me bombardeaba con estos mismos. Teníamos eso en común, me molestaba mandar muchos mensajes, por eso casi no contesto, se me olvida y pasan días, pero con él no era así. Recuerdo una noche que no dormí nada, hasta que amaneció por hablar con él sobre tantas tonterías, como de superhéroes, dibujos animados o recetas de cocina.
Pero recordar todo eso, me entristece. Me iba a tomar un descanso adecuado para lo que se me venía encima, así que, aunque estuviésemos enfadados, pienso ir a esa maldita isla y encararlo de todas formas.
*
Luego de permanecer un rato buscando una camisa en mi maleta, la encontré, dejándola sobre la cama. Regresé al espejo, para ver cómo me quedaban un par de pantalones negros ajustados, al aprobarlos, volví a por la camisa de cremallera. Cuándo estaba por meter uno de mis brazos, la puerta del baño se abrió, dejándome ver a un Jungkook, con una toalla en su cadera.
Nuestras miradas se cruzaron, y no sabía que podía desear tanto que no desviara la mirada, pero simplemente regresó al baño después de tomar su ropa. Me sentía tan tonta de alguna manera, pero recordé quién era, aún tenía un poco de orgullo y dignidad.
Acabé de alistarme, y fui hasta el pequeño salón, sacando de paso mis maletas. Así como planeó, iríamos a Kailua, otra isla de Hawái.
Después de un gran rato, salió, con su maleta también. Parecía asegurarse de dejar todo en orden.
—Vamos.
Dijo apenas, abriendo la puerta y esperando a que yo saliera. Me adelanté, esperándolo en el pasillo, mientras miraba cómo cerraba la puerta y luego, sin preguntarme, tomó mi maleta, dirigiéndose al ascensor.
Ayer, me perdí un poco y fue una razón por la que llegué tarde. Él estaba en la habitación, comiendo y bebiendo. Quise charlar con él todo lo que hice, pero preferí quedarme callada e irme a dormir.
Durante el transcurso –el cual no duró ni una hora–, apenas cruzamos palabras. Al llegar a la nueva isla, pasamos a comer por un restaurante, ya que no comimos en el avión, además de que fue tan trivial, como no. Yo, apenas tomé un refresco. No me sentía bien, solo algo mareada y con dolor de cabeza, causa del maldito estrés.
Nuevamente, alquiló por lo visto un coche, un jeep gris. Parecía ser recomendado para ir por estos tipos de zonas.
Era agradable que al menos llevase las ventanas abajo ahora que dejamos la carretera principal. Podía ver la playa desde aquí, amaba esto, era como estar en Jeju... esto hacía que no lo echara de menos. La música le daba un poco el toque, así que, inconscientemente, moví mi cabeza.
Las calles empezaron a cambiar, ahora empezaba a ser entre tierra y cemento combinado. Me fijé en varias casas que tenían bastante espacio de distancia, no me cabía dudas de que tendrían la mejor vista al mar.
Me sentía tan ansiosa de llegar, que al ver su giro para entrar en el recinto de una casa, me puso los pelos de punta. Aparcó enfrente de esta y aún no había apagado el motor, cuándo desabroché el cinturón y salí, para ver el lugar.
Tenía un gran garaje, era una casa de casi tres plantas, seguro por dentro sería espaciosa y agradable... mordí mi labio emocionada, para darme cuenta de que Jungkook decidió a bajar las maletas del coche y corrí a ayudarlo.
Tomé la maleta, rozando su mano y me detuve, viendo su rostro. Fruncí mis labios, sintiendo como la presión en mi pecho quería salir, quería hacer algo, pero él parecía tener más iniciativa. Tomó mi cuerpo para abrazarme y lo acepté.
—Lo siento... por ser un patán y gritarte.
Escondí mi rostro en su pecho, que albergaba un olor tan exquisito.
—A veces decimos muchas cosas cuándo estamos enfadados, al igual que yo, porque tienes razón, soy egoísta.
Me tomó por los hombros, acariciando mi mejilla.
—Somos personas, podemos serlo a veces, ¿no? —Asentí— Te prometo que te contaré todo, pero no ahora, entiéndelo por favor.
Tomé su rostro, y lo besé. Le creería. Flexible, eso era lo que tenía que ser. Por muchos años que hayan pasado, seguro algo le seguía molestando y se oprimía a no hablar de sus sentimientos.
Le ayudé con una mochila y mi maleta, para poder entrar.
Nada más adentrarnos, todo era reluciente. El salón grande junto a la televisión, el comedor y la amplia cocina, para luego unas escaleras que llevaba al segundo piso. Me olvidé de Jungkook completamente, para apreciar cada detalle, el balcón con sillas y abajo una piscina, con fondo, el mar.
Subí a la segunda planta, viendo qué había un minibar al aire libre, una mesa de billar, dos habitaciones y apenas miré, un par de baños y había más arriba, la habitación, al parecer, principal.
Fui intensa, así que, quería regresar con Jungkook, pero este ya había subido con las maletas, lo que me asustó, ya que pesaban mucho.
—Ya iba a ir por la mía, solo, me emocioné —Miró por el balcón, maravillado también. Soltó las maletas para venir hacia mí— ¿Es hermoso?
—Tú lo eres más —-Sonreí avergonzada, sintiendo sus manos en mi cintura— Te tengo una sorpresa esta noche.
Susurró cerca de mi oreja.
—¿Otra más?
—Sí. Deberías empezar a desempacar, guardar tus cosas en el armario, y buscar lo que te pondrás, por qué a las 9, pasaré por ti.
Después de haber dejado todo listo, cerré la puerta de casa, para esperar por Jungkook. En cada suspiro, pude sentir menos presión que el anterior. Me sentía nerviosa de alguna manera que no lograba entender.
Tenía un poco de frío en las piernas, ¿cómo no?, se me había ocurrido ponerme un vestido corto, junto a unas botas, sin mangas. Lo bueno es que encontré una chaqueta de cuero de Jungkook y la tomé prestada.
Di un par de pasos de un lado a otro, esperando por él. En el tiempo que obtuve para prepararme, decidí cortar mi pelo y agradecí de haber traído una caja de pintura para el cabello. Cometí la travesura y no se ve tan mal. Ya no se veía amarillo como antes, solo rosa como la primera vez. Debería plantearme regresar al negro.
El sonido de una moto me espantó, así que me giré para ver de donde provenía... maldición. Aparcó justo detrás del jeep, se quitó el casco y estaría a punto de gritar de la emoción.
No puedo creer que mi maldita fantasía se iba a cumplir.
Montar una Harley en Hawái, y con Jungkook, que era aún mejor.
Por una extraña razón, en realidad no, no era tan extraña... pero mi corazón se sintió tímido, feliz, genuinamente excitado de emoción. Y las drogadas mariposas de mi estómago, revivieron, al ver como se quitaba el casco, para después bajarse y sonreír, de oreja a oreja, que me haría perder la razón.
—¿Esto es en serio?
Comenté, mientras me acercaba a él.
—Me recomendaron un buen lugar donde alquilaban Motocicletas, y después de tanto, conseguí una de color negro, además, aproveché para comprar una chaqueta oficial "Harley-Davidson".
Y se miraba absurdamente precioso. Le quedaba tan bien, era negra, con toques naranjas. Se concentró unos segundos en desabrochar otro casco que traía en la parte de atrás y me lo dio.
Caí en cuenta que llevaba un vestido y maldije, pensando también en el hecho del frío que posiblemente me daría. Tomé el casco y traté de abrochar, hasta que sus dedos aparecieron para ayudarme.
—Sabía hacerlo.
—Pero yo lo quiero abrochar.
Hizo clic, y justo alejó sus manos, para acercar sus labios y depositarlos sobre los míos.
Algo dentro de mí, imaginó una gran historia en la cual mi enamorado adolescente pasa a buscarme a casa, para nuestra décima tercera cita, mientras que mi padre, por alguna razón, nos espía por la ventana... era agradable tener una imagen que es imposible que se haga realidad.
Volvió a subirse a su moto, así que me acerqué más, colocando mis manos sobre sus hombros para tomar impulso, y me quejé un poco, por el leve miedo que me dio.
Caí en cuenta que pude sentarme de lado, pero podría caerme de esa manera, así que daba igual. Me fijé en que giró su cabeza, y luego escuché su voz.
—Ten cuidado, no vayas a darte en el tubo de escape, y mantén los pies en ese soporte ¿ok?
—Y supongo que mis manos van aquí, ¿No?
Pasé con suavidad mis manos por su cintura, mientras que traté de reposar mi cabeza -con el tonto casco-, sobre su espalda.
Apenas sentí como se rio, y escuché un murmuro.
En el camino, que fue un tanto fresco, estaba un poco lejos, pero según él, valdría la pena. Casi no cambié de postura, ya que, tenía a la vista el mar y en el otro, un par de casas.
Tan agradable, que podía soltarme y estirar mis manos como lo muestran en las películas, pero no sería capaz, me daba un poco de miedo. Era sereno, el frío me hacía sentir, de alguna manera, viva, que traía a la cruel realidad, donde egoístamente obtuve felicidad por unos segundos.
Me hundí tanto en mis pensamiento, que después de un rato, empezamos a adentrarnos a lo que parecía una villa. Habían pequeñas casas y justo nos detuvimos, frente a una pequeña.
Esperé a que el motor se apagara y me indicara que bajara, y así lo hice. Arreglé mi vestido y me saqué el casco. Revisé detalladamente el lugar, no tenía idea por qué estábamos aquí.
Después de bajarse, alzó su mano para que la tomara, y eso hice, mientras sostenía mi casco en la otra mano.
Abrió la puerta, para adentrarnos luego. Era muy pequeña, como si fuese de una sola pieza, pero de dos pisos. Quise detenerme un poco, para ver como una cotilla, pero su agarre me detuvo, haciendo que solo mirara hacia la gran puerta de vidrio que estaba justo enfrente. Nada más salir, había un trozo de cemento, para encontrarnos con la arena.
Nos quitamos los zapatos y al erguir mi cuerpo, me señaló a lo lejos, donde se iluminaba un camino, hacia una carpa también llena de luces, con cortinas que se podían soltar.
—Jungkook...
Musité, mientras nos acercábamos más. Tomé mi labio inferior con intenciones de morder, y justo, su cálida mano, abrazó la mía, guiándome más rápido para acercarnos.
—Vamos bonita.
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.
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.
Aparecía, perdón por tardar.
Manténgase saludable.
Dios les bendiga, besitos,
muak <3—Herbst
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