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033.

Jeon Jungkook

Después de pedir lo que íbamos a comer, me centré en escuchar a Namjoon, que hablaba sobre su plan para dejarle claro a su padre, de que no iba a hacerse cargo de la empresa familiar. Sentía que era agobiante, aun estando a su edad, tratando de dejar en claro que él hacia lo que quería con su vida. Una vida hecha en Australia, pero no veía esperanzas quedarse en el país.

—Ir a Seúl me provocaba incertidumbre.

—Temes encontrarte con Taehyung, ¿no?

Asintió, mientras jugaba con la servilleta de delante de él. Tenía que viajar últimamente mucho, ordenando papeles y, sobre Taehyung, desde ese incidente, no habíamos sabido nada de él, tampoco era como si quisiéramos. No tenía nada en contra de él, pero en cierto punto, se volvió tan lejano a nosotros, tan misero, más que antes. Compartimos momentos juntos, pero que siguiera en lo mismo, lo hacía ver tan inmaduro. Gracias a sus acciones, solo alejaba a la gente que lo amaba.

—Tu cumpleaños se acerca.

—La pasé fatal el sábado en un cumpleaños, para que el próximo también.

Resoplé.

—No seas negativo. Podemos salir a comer, con Yuna y Bora, pasar una buena tarde y ya por la noche, hacen lo que quieran.

Era una buena, si no fuera por qué la madre de Bora la riñó sin parar por llegar tarde a casa, y como se entere de que otro fin de semana pasará afuera, me buscará a mí hasta debajo de las piedras.

—La quiero llevar al combate que tendré en las vegas.

—Si su madre se molesta porque sale un fin de semana, ¿crees que no dirá nada por qué salga del país?

Reí, tenía razón.

—Descubrí que su sueño es ir a Hawái, y tenía planeado ir ahí luego. Ya sabes, tengo vacaciones después de eso.

—No sé cómo harás, pero encuentren una buena excusa.

La comida llegó y nos dispusimos a devorar todo. Me comentó como llevaba su relación y que recientemente discutió con el padre de Yuna, ya que esté los encontró fuera del restaurante besándose.

—Es gracioso, por qué la semana pasada Taehyun nos encontró a nosotros.

—¿Qué? ¡Debiste tener cuidado!

—Mira quién habla, a ti te descubrió ¡Su padre!

—Pero, ¿le ha dicho algo a la madre de Bora? Estás en problema.

—No, el muchacho no haría eso. Pero como suponía, está muy enfadado, además de que tenía una discusión ya con ella.

Metí un trozo de carne a mi boca, estaba buenísima. Cuándo llegué a Jeju, recuerdo que este restaurante fue el primero al que entré, junto a mis amigos. Ah, y las cervezas, las mejores también.

—¿Has vuelto a discutir con él?

Negué. La última vez que sucedió, fue en el gimnasio, cuándo nos gritamos un par de verdades, vino a mí con toda su fuerza y lo único que hice fue defenderme y devolverle el golpe.

—Aunque, a veces siento que volverá a pasar.

Confesé. Estábamos en un limbo, donde el primero que cayera, sería quién perdería.

—Deberías hablar con tu hermano.

—Olvida eso.

*

Me miré en el espejo por última vez y salí de mi habitación tomando un pequeño bolso. Debería pensar en cortarme el cabello, me estaba acostumbrando a tenerlo corto que me empieza a molestar un poco.

Los planes cambiaron. El miércoles tuve un combate, el cual, después de ganarlo, le avisé a Bora y me dio la sorpresa de que el sábado, o sea, hoy, quería llevarme a un lugar, a celebrar mi cumpleaños, ella y yo, no me pude negar, así que dejaría la salida con Nam, para otro día.

Según me comentó, quería que la esperara frente al edificio, por qué tenía varias sorpresas que darme. Así que, luego de cerrar mi casa, y bajar, me encontraba aquí, esperando por verla pronto.

No puedo negar que tenía intriga, no nos veíamos desde el domingo y apenas conversamos, tampoco que era necesario que habláramos todos los días para saber que nos amábamos.

Parecía que me había visto desde lejos, ya que cuándo me percate de su caminata hacia mí, sonrió avergonzada. Se miraba tan preciosa. Llevaba pantalones, una camisa corta de tirantes tan finos que dejaban a la vista su hermosa cintura. Pero, mientras más se acercaba, me di cuenta de que su cabello parecía más rosa.

—Hola guapo, ¿estás esperando a alguien?

Me aguanté las risas y metí mis manos en mis bolsillos, mirándola.

—Sí, la verdad, pero tú te ves realmente bonita. ¿Tienes novio?

—No —Su cuerpo coqueto se acercó a mí, tocando mi pecho— ¿Quieres ir a dar un paseo conmigo?

—¿Así que no tienes novio?

Resopló.

—Ah, Jungkook, arruinas el juego.

—Pero si no tienes novio, ¿yo quién soy? —Bromee, pero ella acabó molesta porque no seguí su juego. Tomé su cintura, tocando su suave piel, para atraerla y besar sus labios— Ay, no te enfades linda. Me encanta como te ves, tan sexy.

—Aww, suéltame.

Volví a darle un corto beso, y la solté.

—Al menos deberías tratarme lindo, hoy es mi cumpleaños.

—Ya lo sé, por eso, aquí va mi primera sorpresa —Me crucé de brazos, esperando, impaciente. Empezó a buscar algo en su bolso, sacando una billetera y me percaté de que era una tarjeta— Desde hace un mes, estuve recibiendo clases de conducir y el jueves, oficialmente, aprobé. ¡Estás viendo a tu nueva chofer personal por el día de hoy!

Sonreía tanto que de pronto sus mejillas explotarían. Lucia tan contenta que me lo transmitió y la llené de besos.

—Felicidades, mi amor.

—Soy increíble, lo sé, basta.

—Entonces, ¿a dónde me llevarás hoy?

Guardó su carnet y estiró su mano, esperando a que le diera algo.

—Sabía que no podía ir muy lejos por el momento, así que estuve viendo donde pasar el día, y tengo un plan detallado de todo lo que haremos. Esta chica conducirá a tu bebé.

Por un momento, imaginé mil escenarios. No tenía idea de como manejaba, no estaba seguro de dejarle las llaves de mi bebé. Parpadee repetidas veces, haciéndola esperar.

—No.

—Ah, ¡Jungkook! Es tu cumpleaños, déjame consentirte.

Me iba a arrepentir. Saqué mi llave tembloroso, dejándola en sus manos. Con su otra mano, tomó la mía, jalándome hasta el garaje del edificio. Apreté mis ojos, suplicando a todas las deidades que tuvieran compasión conmigo.


Pues resultó siendo menos de lo que esperé. Era demasiado cuidadosa que me daba gracia. Íbamos a estrellarnos por ir a 30 kilómetros por hora, apenas se asustaba cuándo sobrepasa los 40. Cuándo trataba de hablarle, me gritaba por qué le distraía, dios, que risa me daba verla así. Era tan linda.

—Bora...

—¡¿Qué quieres Jungkook?! ¡¿No ves que estoy manejando y de remate el estúpido de atrás me pasó a gran velocidad?!

No, era aterradora. Me quedé callado, mirando por la ventana a donde nos dirigimos. Le dije antes que podía poner en el google maps a donde quería ir, pero mencionó que esa voz le irritaba y que ella recordaba a la perfección el lugar.

Esperando a que llegáramos, aproveché para ponerme a jugar con mi teléfono, por qué si no, querría hablar y me gritaría. Busqué mis gafas para ponérmelas y justo sentí que disminuyó más la velocidad. No tenía mucha idea de donde estábamos, miré en los alrededores, habían muchas familias yendo hacia algún sitio desconocido y locales movibles a lo lejos.

El motor se apagó, sacó las llaves y se aseguró que había aparcado bien, entonces, me miró con una gran sonrisa.

—Oficialmente, llegamos.

—Qué alegría.

Cuándo estaba a punto de bajarme, me tomó del brazo. Me dio tanta gracia lo que iba a hacer. Se bajó y dio la vuelta por el coche para llegar hasta mi puerta y la abrió, ofreciendo mi mano.

—Eres el cumpleañero, quiero consentirte.

—Tan amable.

Sonreí, mientras que esta cerró la puerta y abrazó mi cintura, alzando su mirada.

—Te vez tan atractivo con gafas.

Besó mis labios, entonces tomé su quijada para devolvérselo.

—¿Dónde estamos?

Me soltó, pasando sus manos detrás de su espalda, sonriendo sin parar. Mordió su labio, ignorándome completamente. Parecía más contenta que yo. Mi corazón no paraba de saltar de emoción, era completamente adorable, mi tipo de esta manera.

Al verificar que el coche estaba cerrado, la perseguí. El suelo empezó a ser de tierra, ensuciando un poco nuestros zapatos. Habían una gran cantidad de niños paseando con sus padres, normal, estábamos en un parque de atracciones.

De alguna manera, esto me hacía sentir melancólico. Estos sitios me encantaban, adrenalina, diversión, y ella sabía -por qué las veces que hemos hablado-, como amaba de niño estos sitios, y quedarme hasta tarde viendo el cielo en la playa. Quería lograr dormir cerca y ver el amanecer nada más abrir los ojos. Tan sencillo y significativo, por qué los recuerdos que tenía de alguna vez hacerlo, eran lastimeros.

—Olvídate de todo, hoy vamos a subirnos a varios juegos.

De todas las grandes atracciones, puedo decir que la más divertida fue la montaña rusa y la atracción de agua, donde nos sacaron dos fotos, una riendo a carcajadas y la otra de Bora casi llorando. Conseguí un conejo de peluche, y un micrófono inalámbrico en los dardos, mientras que Bora, descubrí que tiene una buena puntería, por qué con la pistola de juguete, le dio a su objetivo todas las veces, ganando ahora ella un conejo gigante de peluche, y una figura de un anime que me agradaba, así que me los regaló.

Tenía la suerte de su parte, ganó una cámara instantánea también, pero apenas tenía para 5 fotos, así que dijo que lo aprovecharía conscientemente.

Nos sentamos en unas bancas cercanas, con nuestros premios a un lado y aprovechando para tomar nuestra bebida.

—Te regalo el conejo gigante.

—Pero es tuyo.

—Lo gané para ti, también la figura.

Tomé el conejo gris que gané y se lo puse en su regazo.

—Entonces, ten este como recuerdo mío.

Se levantó, para tirar el vaso de plástico y volver a mí.

—Tengo una idea.

Ordenó los conejos, colocando el grande a mi lado y el pequeño en mi regazo. Se alejó un poco y me hizo una señal para que posara. Se alistó para tomar la foto y sonreí en cuánto escuché aquel sonido de la cámara. De pronto salió la foto impresa y la tomó entre sus dedos, moviéndola repetidas veces, volviendo a mí.

No dejaba de verla, mientras sonreía.

—¿Me la enseñas?

—Eres tan bonito.

Parecía que los papeles hubieran cambiado y provocaba cosquillas en mi estómago.

—Deberías tomarnos una foto juntos.

Negó, tomando a su conejito.

—Lo haremos luego. Ahora, vámonos que se nos hará tarde.

Hice caso omiso a todo lo que quería.

Esta vez, tenía ganas de manejar, pero volvió a gritarme, así que me contuve a no volver a preguntar nada.

Salimos del lugar, llegando hasta la carretera que nos permitía ver la playa tan cerca, seguro iríamos a algún local cercano. A pesar de todo, ella ya no lucía tan tensa como antes, simplemente conducía normal, hasta logré poner música, lenta, pero era algo.

El barrio a donde llegamos, se parecía mucho a Jib, el barrio donde vivía ella. Habían muchas restaurantes y locales, creí que nos detendríamos en algún momento, pero era un atajo, por qué pronto salimos para dejarnos a la vista de casas tradicionales en los alrededores. El cielo estaba despejado y el sol quería descender.

Quedé tan inmerso, que Bora ya estaba viniendo a abrirme la puerta.

—¿Harás siempre esto? Me estoy acostumbrando.

—Solo hoy, pero si quieres puedo hacerlo más veces. —Me encantaba. Dejamos los regalos en el coche y me fijé que el lugar parecía seguro. Nos tomamos de las manos y emprendimos camino hacia un sitio que aún no conocía— Venía casi siempre de pequeña.

Las calles eran muy iluminadas, las personas tan alegres.

—¿Dónde estamos?

—Mis abuelos se conocieron aquí.

La miré con atención.

Paseamos unos minutos más, llegando a un gran edificio al cual entramos. Era un restaurante de dos plantas.

—Así que era cierto que vendrías.

Una mujer mayor, con acento marcado de la provincia, se acercó a nosotros. Hicimos una reverencia y nos adentramos más.

—Hola, señora Yoon, le aseguré que vendría.

—Me da mucho gusto Bora.

—Él es Jungkook, mi novio.

Mi mente se nubló, creí que diría que éramos amigos, pero no. Saludé adecuadamente y la señora respondió con otra reverencia.

—Ah, eres tú. Felicidades. —Me sonrió. ¿Sabía que era mi cumpleaños? —Vengan, su mesa está por aquí.

Hizo una reserva por lo visto. Seguimos a la mujer, subiendo las escaleras. Era más lindo desde esta altura. Nuestra mesa estaba en la ventana. No sentamos y la mujer mayor nos dejó un momento para que pensáramos que pediríamos. Tenía la mejor vista enfrente, Bora sonriente viendo el menú y el mar de fondo, vaya que si era un gran cumpleaños.

—Ya lo tengo decidido, ¿y tú?

—Sí.

Barbacoa, muchas verduras y salsas deliciosas. Disfruté completamente cada segundo, nos reímos haciendo el tonto. Tomé un par de fotos de las vistas, de la comida y de ella, que lucia perfecta.

Me quedé solo unos minutos, ya que ella se fue al baño. Aproveché para ver el móvil un rato, pero me espanté cuando las luces se apagaron, y lo único que iluminaba era el atardecer que se apreciaba gracias a los vidrios. Giré mi cuerpo por las pisadas, encontrando a Bora, con un pastel iluminado gracias a las velas prendidas, en sus manos, caminando hacia mí, mientras cantaba el feliz cumpleaños.

Dejó el pastel sobre la mesa, sentándose luego ella en su asiento.

—Feliz cumpleaños Jungkook. Espero que tengas mucha salud, que podamos compartir más de estos días juntos. No olvides sonreír, por qué cuándo lo haces, yo también lo hago.

Un nudo en mi garganta apareció. Encontré a la persona indicada, estaba más que seguro de ello. Habían pasado años en los que no me sentía tan especial, sin necesidad de llenar una casa con personas que apenas conoces para celebrar otro año de vida, no, solo éramos, ella, el atardecer, el pastel y yo, ¿qué más podía pedir?

—Gracias.

Dije apenas.

—Sopla las velas y pide un deseo.

Cerré mis ojos y pensé en tantas cosas, pero la principal siempre estuvo ahí. Así que, abrí los ojos y soplé las velas. Aplaudió sonriente. Me levanté y fui hasta ella, bajando un poco mi cuerpo para encontrarme con su rostro. La besé, sintiendo como si fuese la primera vez.

La luz se prendió, pero nuestros labios no se separaron.

—Te amo.

—Te amo Jungkook.

*

La noche estaba estrellada, tan linda como la chica descalza que jugaba con el mar para que no la mojara. No tenía conocimiento de que tenía acceso a la antigua casa donde vivieron sus abuelos. Por lo visto, tenía cosas preparadas, por qué quería que nos quedáramos a dormir aquí, y no pude negarme.

Arreglé una manta que trajimos de la casa y la puse en la arena, junto a un par de cosas que trajimos para comer por el momento, para acompañar el buen vino que nos regaló la señora del restaurante. Después de varios segundos, apareció, con lo bajo del pantalón mojado.

—Estaba muy fría. —Serví un poco de vino en su copa y se la di. Nos quedamos en silencio, bebiendo, viendo las olas golpear la arena, la luna y las estrellas iluminadas a lo lejos del mar— Mañana visitaré a mi padre.

La miré.

>>> —Habían pasado dos semandas exactas desde que me ausente completamente. Seguro estará esperando por mí.

—¿Por qué no has querido ir?

Sus ojos brillaban tanto. Pude ver apenas como tragaba saliva. Entendía ese sentimiento, era como si no pudieras decir algo por qué si sucedía, acabaría llorando.

—No tenía el dinero suficiente para pagar la cuota. Había alguna posibilidad de que lo mandaran a un sitio de personas sin hogar, pero logré... pagar algo atrasado —Algo dentro de mí se estaba rompiendo al escucharla. Bebió todo el líquido de la copa y me dispuse a servirle más— Cometió tantos errores, que hicieron que lo llevaron a donde está ahora, no es perfecto, oh, nadie lo es, pero de alguna manera no puedo cortar los lazos que tengo con él. A veces quisiera contactarle todo, así como hacía de niña, y que me regañara por mis travesuras.

—¿Tu mamá no lo quiere?

—A veces creía que sí, pero le hizo daño, no físico, pero esas discusiones, hacer que casi perdiéramos lo poco que teníamos, y que no hubiera comida en la mesa, hizo que tomara una verdadera decisión; Cuándo él saliera en algún momento, y tuviera la capacidad mental para firmar algo consciente, se quiere divorciar.

Suspiramos al mismo tiempo. Apoyé mis brazos sobre mis rodillas, viendo hacia enfrente. No quería preguntar más, solo escucharla. Dedicó unos minutos para acabar el vino, y volvió a pedirme.

>>> —Quisiera dejar el pasado atrás, pero es inevitable no pensar hasta cansarme. Al menos ahora, a pesar de la situación desagradable, logro comer todas mis comidas.

Y si yo pudiera devolver el tiempo, le daría todo mi dinero para que no le faltara algo. No quería hacerla saber que tenía lástima por ella, solo demasiada empatía. Quería esconderla entre mis brazos para que este mundo dejara de lastimarla.

Todo se detuvo cuándo escuché un sollozo. Me alarmé, dejando la copa vacía a un lado y tomando su rostro para que me mirara. Tenía sus mejillas tan rojas, claro, por el vino.

—Mi vida.

—Echo de menos de Taehyun

Cerré los ojos, sintiendo por parte culpa. La acerqué a mí, abrazando su cuerpo frío. Su llanto se hizo un poco más fuerte, abrazó mi cuerpo en respuesta. Acaricié su cabeza y luego su espalda, dejando que se desahogara completamente. Sentía que lloraría también, este día sería lindo, pero verla llorar me ha destruido tanto.

>>> —Perdoname... no quiero parecer dramatica justo el día de tu cumpleaños.

Escuché apenas, sonando su voz tan floja y fina.

—Está bien.

—No quería alejarlo —Sollozó— Él es mi mejor parte... si lo pierdo por amarte, no sé qué haré.

Lo comprendí completamente. Seguro existiría una forma en la que pudiéramos llevar esto bien, sin volver a provocar lágrimas amargas que no se olvidarían.

Se separó poco a poco de mí, escondiendo su rostro para que no la mirara, pero tomé su mano, percatándome de una leve marca que tenía en su antebrazo interno, justo arriba de la muñeca.

—¿Qué es esto, Bora?

Pregunté temeroso, pero hizo que la soltara.

—No es nada, ayer me golpeé en la mesa.

Dijo, sonando su nariz. Volví a ella, tomando su rostro, sintiendo dolor. Sus mejillas, labios y nariz estaban tan rojos, esos ojos tristes y lejanos, profundos que me preocupaban en sobre manera. Acaricié levemente sobre sus pómulos, para luego darle un par de besos.

—No seré Taehyun, tampoco quiero remplazarlo, pero úsame como tu mejor amigo, lo soy, y también tu pareja —Sus labios se fruncieron, evitando nuestro contacto visual— Debes hablar con él, olvídate de tu orgullo por una vez si tanto aprecio le tienes.

Como un borreguito asustado, volvió a esconderse en mis brazos, y solo la abracé.

>>> —Si necesitas algo en algún momento, o sientes miedo, si crees que podré ayudarte, dímelo e iré enseguida, más rápido que el hombre araña.

La leve sonrisa que hizo, me calmó un tanto. No hablamos más, no quería que lo hiciéramos. No pensé que mi cumpleaños acabaría así, y me hace sentir que conocí otro lado de Bora tan apasionado. Amaba tanto a los que eran tan suyos, su familia, su amigo... estuvieron tanto tiempo juntos, entiendo que llegue un entrometido a interrumpir algo tan lindo como lo que ellos formaron y que discutieran.

Guíe a mi corazón para no hacer alguna locura, por qué era capaz de decirle que nos separáramos unos días para que hablara con Tae, pero en verdad solo nos haríamos daño.

Pero si tenía que acercarme al chico nuevamente, lo haría por Bora. A demás, creo que era momento de que solucionaremos nuestras diferencias después de años, algo que, gracias a ella, podría ocurrir. 

.

.

.

.

Estoy actualizando tanto, porque después de semana santa estaré algo ocupada, así que, me esforzaré.

Tomen agüita, no dejen de
comer y trat
Besitos. Muak <3

Herbst

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