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030.

Im Bora

La situación se estaba volviendo más complicada.

Recibí un par de llamadas del centro médico, ya que debía ir a visitar a mi padre, pero, si lo hago, tendré que pagar las cuotas atrasadas. Lo que tenía en mi cuenta, apenas alcanzaba para una cuota. Además de llamarme, se les ocurrió enviarme una carta con la deuda y el progreso de mi padre, dicha carta que mi querida madre leyó.

Discutimos tanto anoche, que nos fuimos a dormir enfadadas. Ella no quería que regresara al hospital, pero si hacia eso, nadie se haría cargo de mi padre. Yo me volví su tutora, porque mi madre se quiso desvincular por completo, sabía que yo la reemplace y empecé a tomar las decisiones necesarias hace 2 años, pero esto de que tenía más deudas, le enfadaba, era entendible.

Hace años, hubo una crisis exagerada. Los precios subieron, los turistas dejaron de venir y dejamos de ver ingresos.
A mi padre lo despidieron de la fábrica en que trabajaba, le sentaba tan mal depender del restaurante de mi madre, que algo falló seguramente en su cerebro para salir todas las noches con sus supuestos amigos a los bares. Se hizo costumbre llegar borracho, mientras que yo apenas era una niña, no merecía ver todas esas escenas.

El verdadero problema inició cuándo, lo engañaron y empezó a apostar, a perder dinero, hasta tener deudas. Cuándo no pagas, es fácil, te dan una paliza y para casa. Lo siguiente, pones en garantía tus pertenencias, te embargan y listo. Así fue como ocurrió.

Esa noche, había cumplido 14 años, y él llegó a casa golpeado, irreconocible, todo por qué, por lo visto, su deuda había crecido, por un estúpido regalo que quería darme.
Si en verdad se hubiese dado cuenta, mi único regalo en ese momento, era que se quedara en casa, celebrando con el pequeño pastel que me regaló la madre de Taehyun, ya que no teníamos dinero ni para eso.

Su convulsión afectó la química de mi cerebro. El sangrado nasal no se detenía, se notaba confuso y sin avisar, cayó al suelo.
Fue el peor día. Estuvimos en el hospital, rezando por noticias, por respuestas a lo que sucedía.

Tuve el apoyo de Taehyun en todo momento, es algo que siempre le agradeceré. La pasé tan mal, mi madre sufría una crisis por la situación, y más cuándo le dijeron que si mi padre seguía así, llevando esa vida, le podrían diagnosticar epilepsia por alcohol.

Creímos recibir una advertencia, pero los daños estaban hechos.

Las personas cuándo beben mucho, a largo plazo se encuentran problemas y enfermedades graves, la situación es que él llevaba bebiendo 6 años seguidos, no había día que se fuera a la cama sobrio. Tenía la presión arterial alta, inflamado el páncreas, y después de un estudio, le detectaron depresión a tratar.

Mi madre no podía más, estaba exhausta. Yo quería dejar el instituto, más cuándo me expulsaron y llegué a casa con esa noticia, mi madre estaba más decepcionada.

No fui de ayuda, simplemente estaba haciendo todo mal, no podía ayudarla en nada. Mientras que mi padre enfermaba cada día, las porciones de comida disminuían, no habían ingresos en el restaurante y el banco no nos quería dar otro préstamo.

Mis calificaciones fueron las peores al acabar la secundaria, apenas pasé. No tenía planeado continuar, pero Iseul, la madre de Taehyun, pagó los primeros meses. Solían invitarnos a comer y cuándo no tenía para comer y ellos no sabían, descubrí que Taehyun decía que estaba a dieta. Fueron los momentos más extraños de mi vida.

Y creo, no, tengo seguro que la mayor decepción como hija ocurrió cuándo mi madre me encontró besándome con un cliente afuera de la tienda por la noche, todo para que dejara propina. Su comentario a decir que si acaso me estaba prostituyendo, rompió mi vida, haciéndome entender en la mierda en que estaba.

Mi padre volvió a salir, bebía, las noches llenas de discusiones, gritos, hasta el día en que llegaron a embargar el restaurante y algunas de nuestras cosas de la casa, ya que mi padre las había dado como recompensa por sus apuestas, y él justo llegó cuándo su esposa e hija lloraban, rogando a que no se llevaran nada.

Casualmente, él venía de ganar una estúpida apuesta, pero lo perdió justo en el momento en que su corazón falló y sufrió un paro cardíaco.

Nuevamente en el hospital, descubrimos que tenía cardiomiopatía dilatada.

Mierda.

Querían trasladarlo a un centro psiquiátrico. Demencia, problemas a lesiones cardíacas, arterias. Tenía tanto y nosotras tan poco.

El hospital tenía diferentes centro dentro, entonces al paso de los años decidieron estar trasladándolo. Conocían nuestro caso, no podíamos tenerlo en casa, por qué la ausencia del alcohol lo estaba volviendo agresivo.

Fue tan fácil cuándo fui por primera vez a ese desguace con Yuna, a pedir un préstamo para recuperar el restaurante.

La diferencia es que ella pagó su cantidad pequeña, y la mía era tan alta que han pasado 3 años y no la he pagado, apenas un 10%.

Solo quería hacer algo. Y a pesar de que mi madre, no me preguntó mucho, nos alegramos por volver a tener el único ingreso que teníamos. La señora Kang, madre de mi Tae, nos ayudó tanto, nos compró ingredientes, comida y eso para volver a empezar. Funcionó, más cuándo mi tía, hermana de mi madre, mandó a mis primas a vivir con nosotros -ellas empezarían sus carreras aquí–, fueron de gran ayuda, aunque fuesen dos bocas más que alimentar.

Tan trágico, pero era algo que sucedía, esto era la vida real. Me gustaba pensar que hay personas que le suceden cosas peores, pero era nada más para tranquilizar a mi alma inquieta que lloraba todas las noches en aquellos años, intranquila por ser un estorbo, por no ir a esas excursiones por falta de dinero, por no entrar a clases extras, viajar, tener ropa linda.

El pasado se volvió en el presente no tan prometedor, por sus consecuencias que ahora me afectaban. Que sí, pagamos deudas del banco, los prestamistas ilegales a los que mi padre contactaba, las de la casa, pero, faltaban las mías, las del hospital...

Busqué entre mi escritorio el paquete de pañuelos, para sonarme la nariz. Recordar una vez al mes todas las escenas lúgubres no estaba tan mal, me hacía entender que era duro, pero que podía salir adelante esforzándome más.

Antes de discutir con mi madre, anoche, le comenté que había estado hablando con aquel chico que tiró las copas hace unos meses, Jungkook. Que era ahora un amigo y que lo invitaba a comer, así que, aunque nos peleamos, eso seguía en pie.

Justo ahora, se encontraba cocinando con la ayuda de Myung.

Planeamos esto, ya que en dos días, el sábado era la cena por el cumpleaños del padre de Jungkook, así que, creímos que sería lindo que él viniera a mi casa también.

Salí de mi habitación, encontrándome ya a Jungkook, justo entrando a la casa, por segunda vez.

Mi madre le dio unas zapatillas, y mi corazón se puso blando al darme cuenta de que eran las viejas de mi padre. Tragué saliva, olvidando ese sentimiento para acercarme a ellos.

—¡Bora! Oh, aquí estás. Mira, llegó el joven Jungkook. Trajo unas bebidas y más cosas.

Sonreí ante el saludo de Jungkook. Tomé las bolsas que trajo y las llevé a la cocina. Saqué las cosas y ordené.
Min, Myung y yo, nos dedicamos a servir la mesa, con todo lo que preparó mi madre, mientras ella y Jungkook ya estaban sentados en el suelo, platicando como grandes amigos.

—Cuéntame, ¿cómo te va en el trabajo?

Escuché cuándo estaba en cuclillas colocando un par de platos.

—La semana que viene empiezo a entrenar con todo, ya que tendré un combate. ¿Y usted señora Im, como va todo?

Por último, dejé las bebidas y me senté al tiempo. Jungkook estaba enfrente de mí, al lado de mi madre. Mientras que yo, tenía a Min hee y a Myung al costado.

La comida estaba muy buena, el ambiente era tan amigable. Mi madre hablaba mucho con Jungkook, me gustaba verla alegre. Era mi madre, negar que después de nuestra discusión, escucharla llorar, no me dolió, era falso, me sentí tan mal.

Sonreí en cuanto llenó el plato de Jungkook, para que comiera más, y este no se negó en absoluto.

—¿Tienes novia?

Mi cabeza se bloqueó y de inmediato nuestras miradas se cruzaron. Lo conozco, estoy segura de que quería decir que sí y señalarme, yo también, decirle que era yo y dejarle en claro a Min hee que dejara de coquetear con él.

—Ah, no sabría responder a eso, señora Im. Estoy, conociendo a alguien por ahora, tal vez lleguemos a ser algo.

Sonrió, tomando de un sorbo la bebida de su vaso.

Pero, las cosas no pueden ser tan lindas.

—Harías buena pareja con Min hee, mi sobrina. Estudia derecho, es buena chica.

Me atoré y empecé a toser tan fuerte que se espantaron. La mano de Myung hee que estaba a mi lado apareció dando golpes en mi espalda. Y se fue más a la mierda cuándo la puerta de la entrada se abrió, dejándonos ver a Taehyun.

El ardor de mi garganta apareció de tanto toser. Tomé un poco de agua, mientras mi madre alentaba a Tae a entrar y tomar asiento. Se fue a traer un nuevo plato y ponerlo a mi lado, ya que se sentó justo a mi otro costado vació.

Lo sabía, no dejaba de ver a Jungkook.

—No sabía que habría invitados, señora Yeonmi.

—Sí. Se me olvidó decirte que venía un amigo de Bora, ya lo conoces.

Le sirvió, así como a Jungkook. Suspiré, ignorándolo, por qué aún seguía enfadada con él. No habíamos hablado desde la semana pasada, eso que ocurrió de sus mentiras.

Mi sangre hervía. Min hee no paraba de hablar con Jungkook, le preguntaba cosas personales, le sonreía, acariciaba su cabello pareciendo inocente y tierna, maldita perra, que alguien la callara antes de que se me olvidara de que éramos familia.

—No sabía que te gustaba combinar los helados —Sonrió tapando su boca— A mi me encanta poner 3 sabores distintos y no olvides las chispas.

Iba a vomitar. Me levanté de la mesa, para poder ir a la cocina a traer una botella que se había acabado.

Debía tranquilizarme. Es que, ¿el tonto de Jungkook no puede ignorarla? Le patearía el trasero si volvía a decirle lo sorprendido que estaba por descubrir otra cosa de ella.

Su presencia se hizo presente a mi lado, pero estaba disgustada, así que me giré, justo cuando tomó mi brazo para que me girara nuevamente.

—¿Estás enfadada conmigo? ¿Qué hice esta vez? Estoy tratando de ser amable con tu familia.

—Demasiado amable —Dije entre dientes— Te está coqueteando.

Su gesto de niño tonto que acaba de descubrir un misterio me molestó más.

—No me di cuenta. Perdóname, trataré de no hacerte enojar.

Parecía tan sincero que me sentí mal por enojarme. Agradecí de que hubiese una pared que separaba la cocina con el salón, así que me puse de puntillas y le di un corto beso en sus labios.

—Está bien, pero aunque ellos no lo sepan, tú y yo somos novios, he —Señalé amenazando— Si coqueteas, pondré la ley de hielo.

Susurré.

—¿No sexo?

Golpeé su hombro para que se callara.

—Eres un tonto, vámonos antes que sospechen.

Volvimos, y me di cuenta de que Myung se estaba acomodando. Taehyun lucia callado, por más que mi madre le preguntara cosas. Pude darme cuenta de que trataba de hablarme, pero, con algo de ingenio, cambiaba de tema o le hablaba a alguien.

La comida se acabó, todo quedó vació, menos por el bobo de Tae que se dedicaba a comer el poco kimchi que quedaba.

—Oye Tae, deja un poco para Jeon, es su favorito también.

Mis cejas se frunció, solo para mirarle. Jeon, Jeon, Jeon, ah, ¿qué le pasaba?

—No es algo que te importe Min, deja a Taehyun.

Escuché a Myung mientras comía unos rábanos sobrantes. Cuándo la miré, su guiño me hizo sospechar de que se había levantado y escuchó mi conversación con Jungkook, por eso se estaba acomodando. Sabía que podía confiar en ella, me da vergüenza que seguro escuchó todo, pero era una gran aliada.

—Así que Jeon, ya es amigo de Bora.

Además, que lo defienden, viene y jode.

—Sí. Es muy amable este chico. Estuve viendo como pelea, ah, es increíble.

Dijo mi madre, sorprendida.

—Es algo que cualquiera puede hacer.

El resoplo de Jungkook erizó mi piel, mierda, se iba a prender esto si alguien no los detenía.

—Deberíamos tener una pelea algún día, solo que recuerda tener un buen casco y protección para que no te haga daño.

Qué incómodo. Alguien que me saque de aquí. Cubrí mi rostro con mis manos, esperando a que no respondiera, pero era el bobo, que esperaba.

—Puedo tener un combate sin todas esas cosas. No importa toda la fama que tienes, lo que importa es el talento.

—Es decir que, ¿crees que tienes talento?

—Sí, y puede ser que tú pienses que tienes, pero eres una basura de persona.

—¡Taehyun!

Chillé, al tiempo con mi madre. Miré su reacción y buscaba respuesta en mis ojos, pero las obtendría por mi boca, por qué me estaba cansando.

—¿Qué te sucede? Antes de ponerte a hablar de basura, deberías verte.

—¡Bora!

Ahora mi madre. Dio un golpe en la mesa, pidiendo una explicación de que era lo que nos sucedía.

—¡Jungkook no te está haciendo nada y vienes y lo atacas! ¡Por favor, al menos podrías haberme mandado un mensaje estos días, para preguntarme que me sucedía!

Dije en un hilo de voz. Me sentía mal y me daba igual que todos escucharan.

—¿Perdona? ¿Por qué debería yo mandarte mensaje? ¡De repente dejaste de hablarme!

Estaba muy enfada.

—¡De la misma manera en la que le cuentas todo a tu novia, le hubieras preguntado que mierda hizo para que yo me enfadara! ¡¿Sabes qué?! ¡Llévala a tu casa, a tu habitación y dile que te diga que me contó como ahora resulta que le cuentas todo a ella, menos a mí, a mí, que soy tu amiga desde hace años!

Me levanté y fui hasta la puerta para salir. No me detuvo ese chillido de mi madre, solo quería salir de ahí y no escucharlo.

Podía ser tan tonto, ¿qué le pasaba?

Me senté en la grada de enfrente de casa, colocando mis piernas a la altura de mis pechos. Recosté mi cabeza en mis rodillas y cuándo miré enfrente, me encontré con Jungkook en la misma postura, mirándome.

—Te enfadaste mucho —Asentí— ¿Sabes que te pueden salir más arrugas?

—Calla.

Sonreí. Acerqué más mi cuerpo a él, haciendo que se pusiera derecho y yo ahora recostara mi cabeza en su hombro.

Nos quedamos ahí, mirando como las personas caminaban, como habían muchas estrellas en el cielo y la manera en la que nuestros dedos jugueteaban entre ellos.

—Tal vez, debería irme.

—Está bien.

—Mándame mensajes cualquier cosa, por más dormido que esté, vendré lo más rápido posible.

—Ajá.

—Si el sábado no quieres ir a esa casa, lo entenderé.

—Iremos. Está bien, no te preocupes.

—Te amo.

Alcé mi cabeza, para ver su rostro tan cerca. Mi rostro se sentía caliente, por el reciente enojo y por sus lindas palabras. Tomó mi mejilla, acariciándola para luego darle un beso y bajar poco a poco para llegar a mis labios. Abracé su cuerpo, para sentir el calor que necesitaba. Pero, el momento se arruinó cuándo nos separamos y la sombra de Taehyun me espantó.

Estaba de pie, en la entrada, asintiendo como si entendiera lo de hace rato.

—Lo sabía, y qué decepcionado estoy.

Admito que por más peleas que hayamos tenido, sus palabras me hirieron en sobre manera. Conocía cuánto he dado para no decepcionar a nadie más y desde ese día de nuestro aniversario, he hecho todo mal, solo por estar con Jungkook, pero jamás quise herirlo.

Tragué saliva, mientras mi labio inferior temblaba. Me levanté, para seguirlo, pero me detuvo.

>>> —¿Que me vas a decir? ¿que sigo siendo una basura a pesar de que me hayas mentido así? Hablas de que te engañé, ¿pero tú, que te engañas cada día donde quedas?

Siempre tenía razón.

Desapareció, pero no tardó mucho en volver a salir, con sus zapatos puestos.

Pasó a mi lado, sin verme, sin decir nada, para quedar frente a Jungkook. Me giré para verlos.

>>>—Y como siempre, consigues quedarte con todo. Seguro te miente como a mí.

No podía hacer nada, quería contárselo a él. Busqué el momento perfecto, pero no era hoy. Todo este tiempo hice lo imposible por defenderlo y ver primero por nuestra amistad ante cualquiera, pero amo a Jungkook, y solo me quedó esperar para ver que sucedía. No quería volver a enfadarme con mi mejor amigo, soy tonta, es mi culpa.

Ahí va, alejándose de mí nuevamente, por culpa de mis mentiras.

—Siempre termino decepcionando a los que amo.

Dije. Las lágrimas salieron sin que yo las impulsara. Su gran cuerpo corrió para atrapar el mío y consolarme. Yo no merecía, quién necesitaba ser escuchado era él, mi bobo, mi Taehyun. Tal vez fui muy egoísta, enojándome con él, pero no tenía culpa de que me ocultara donde vivía, ¿cómo sería capaz yo de juzgarlo, por qué tenía mucho dinero si él me apoyó, cuándo no tenía que comer?

Tampoco era de las amigas que estaban con él por interés y lo sabía, entonces no existía una excusa válida, eso de que no estaba orgulloso de su padre, ni yo tampoco, pero de igual conocía mi historia, pero yo no la suya.

—Este momento llegaría, y sea como sea, se iba a enojar más con nosotros.

Ordenó los cabellos que se pegaron a mi mejilla por las lágrimas. Me miraba con lástima, y volvió a abrazarme.

—No es igual, esta vez no me perdonará.

—Deben hablar, escuchar y perdonarse. El momento perfecto llegará, ya lo verás.

Y por más que sintiera que ese momento jamás podría llegar, mi corazón quiso creerlo.

.

.

.

.

Tomen agüita, no dejen de comer
y traten de portarse bien. Dios
les bendiga. Muak <3

Herbst

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