025.
Jeon Jungkook
Si pudiera encontrar la fórmula exacta ante mis sentimientos revueltos, sería el mejor descubrimiento. Flotando, sintiéndome libre, extasiado, con el alma en paz, por qué sus besos se volvieron la cura ante el vacío más arcano, ante mi precipicio. Pensar que sus caricias la podía obtener otra persona, me volvía loco, me hacía querer matarlo, más si se trataba de Hyun wook.
Después de que se divorció de mi madre, sus parejas no tenían límite de edad, me aterraba ese hecho -respetaba aunque sea que fuese mayor de edad-, era desesperante y odioso. Hace un par de semanas, quería que fuera a casa, para presentarme a su nueva "acompañante", llevaban saliendo 3 meses, parecía estable, según decía... la chica tenía mi edad. Por eso y más razones, no pienso ir. Tocar el suelo de la casa donde viví tantas penurias, me ahogaba.
Me sostuve contra la pared del baño, dejando que el agua cayera sobre mi espalda. Recordar sus manos en los hombros de Bora, que se crea protector... ¡Maldita sea! Le quería reventar la cara, pero si no mal recuerdo, la última vez que él y yo llegamos a los golpes, me dejó en el suelo. Decir en su cara que ella era mi novia, fue una buena idea, y más si no existieron los reproches.
Sí, Bora es mi novia. Estoy que no puedo creerlo, la puedo besar cuándo queramos, aunque eso de mantenerlo en secreto me parece incómodo, pero lo aceptaré.
Cerré la llave y tomé la toalla que se encontraba colgada a un lado. Salí de la ducha, secando mi cabello con otra toalla. Bora se había quedado afuera, esperando por mí para que nos fuéramos a la fiesta. Hablando sobre ello, la fiesta era en un local de la ciudad, donde la entrada era limitada. Solía ir a ese sitio con mis amigos, aunque en la zona 'baja', como se decía, solo accedían los vips, ojalá poder olvidarlo.
Después de colocarme algo de crema corporal, abrí la puerta, quería cambiarme afuera, no es como que Bora no me haya visto desnudo.
La miré ahí, acostada en el sofá, con la cazadora sobre sus piernas. Hojeaba una revista sin ganas, pero justo parecía interesarse en algo. No llamé su atención y solo me dispuse a dejar la mochila en una silla. Me coloqué enfrente del espejo y saqué el pantalón. Se trataba de uno de tela, color negro, era perfecto, no era tan fino, pero tampoco me daría calor.
Saqué la camisa, la cual estaba bien doblada y sin arrugas. Entré mis brazos en ella y me miré al espejo, la ordené un poco y empecé a abotonarla. Mientras subía, mis ojos se fueron hasta aquellos traviesos que miraba todas mis acciones a través del espejo.
—¿Qué leías?
—Nada importante.
Se levantó del sofá dejando la cazadora ahí. Se acercó a mí y aproveché para detenerme y mirarla. Sus manos fueron a mi camisa para ayudarme a abotonarla.
—Estás muy bonita —Se detuvo dejando tres botones sueltos— Me gusta el peinado que te hiciste.
Alejó sus manos y se dio la vuelta.
—Date prisa, deberíamos irnos.
Sonreí, viendo sus orejas rojas. Cepillé mi cabello, cubriendo un poco mi frente. Guardé todas mis cosas, y revisé el baño para asegurarme de dejar todo en orden, también de no olvidarme algo. Antes de salir, metí la camisa que era de color amarillo pálido con puntos negros, dentro de mi pantalón, así colocarme un cinturón a juego.
—¿Nos vamos? —Dije luego de tomar mis llaves y la maleta.
Iba a reventar. Desde aquí se podía ver como las personas querían pasar, pero las reglas eran que debían tener reserva o ser clientes exclusivos.
El motor del coche se apagó y me bajé, yendo hacia la puerta del acompañante, la abrí y le cedí mi mano a Bora para que bajara.
—Gracias.
Cerré la puerta. Antes de continuar, me aseguré que el coche quedara cerrado y todo bajo control. Sentí el aire fresco de la noche, por eso agradecí de haberle dejado mi cazadora, para que se abrigara. Tomé su mano, entrelazando nuestros dedos, y no la escuché renegar, se sentía tan bien.
Llegamos a la entrada, donde el guardia al verme hizo una pequeña reverencia y nos dejó ingresar.
El pasillo, como siempre, era oscuro, y a los lejos se podía observar esa tenue luz.
—¿Te conocía? —Asentí— Es decir que ya has venido muchas veces aquí.
—Se podría decir que sí.
El ambiente nos acogió, más cuándo se dieron cuenta de que había llegado. La música se detuvo y un gran reflector nos apuntó, dejándonos expuestos ante muchos. Mi mano fue soltada y tapé mis ojos con mi brazo.
—Ahí está, el mejor, ¡El campeón, JK!
El escándalo me hizo espabilar de que se acercarían a mí, y dejarían a Bora detrás de todo, así que volví a tomar su mano a pesar de que se había ido detrás de mí.
Me felicitaron entre todos mientras me acercaba a la barra y la música volvía a reproducirse.
—¡Vaya que eres conocido!
Escuché que trataba de decirme, así que solo le sonreí. Después de toda aquella avalancha, llegamos a la gran barra, donde muchos vinieron a mí para que les pudiera firmar cosas, a felicitarme, menos a tomarme fotos, ya que estaba prohibido en el local.
—Si te lo confieso, esto sucede en cada combate.
—¿Vienes cada vez que tienes uno?
—A veces.
Levanté mi mano para que algún bartender viniera, le pedí dos copas de Margaritas. -Que descubrí que a Bora le gustaban mucho- La música era muy buena, me hacía sentir relajado cada vez que venía aquí y ahora más, que la miraba a ella. Parecía tan inocente, tomaba en una pajilla, y admiraba el sitio con esos ojos tan hermosos, que brillaban más que la propia luna.
Apoyé mi codo en el metal de la barra, para luego colocar mi rostro en la palma de mi mano, para observarla con serenidad. Me fijé como dejó la copa sobre la barra y notó mi mirada.
Nadie dijo nada, ella hizo un mohín con sus labios, sin entender, debía hacerlo, por qué así sería cada día en que estuviésemos juntos. No podía creer que éramos novios, aún recuerdo cuándo la conocí, esa chica que tenía siempre las cejas fruncidas. Quería tocar su mano, pero en eso escuché una voz que se acercaba pronunciando mi nombre
—¡Jungkookie! —-Mierda— Tanto tiempo sin vernos.
Su mano fue a mi hombro. Miré su rostro, junto a esa gran sonrisa y sin percatarse de que hubiese alguien más ahí conmigo. No podría creerlo, él estaba ahí, no recuerdo la última vez en que nos vimos.
—Taehyung... ¿Qué haces aquí?
—¿Cuándo dejé de ser tu hyung? —Giró su cabeza, mirando a Bora— Oh vaya, pero si estás muy bien acompañado.
Asentí. Me levanté del taburete y fui hasta colocarme a su lado.
—Taehyung, ella es Bora, mi novia —Su gesto me hizo entender que no podía creérselo— Bora, él es Taehyung, un viejo amigo de Seúl, que me sorprende que esté por aquí.
—Mucho gusto.
Como lo imaginaba, tomó la mano de Bora para darle un beso y saludarla. Suspiré en lo bajo y seguí observándolo.
—Es un placer conocer a la mujer que hizo que, mi querido amigo dejara su pasado atrás.
—¿Su pasado? —-Sentí la mirada de Bora sobre mí.
No voy a negar que sí lo hubiese visto en otras circunstancias, me alegraría de verlo, pero justo ahora no, por qué sé que Namjoon estará en algún lugar. No quiero ver como empieza una pelea y tener que intervenir.
—Nosotros vamos a bailar. Fue un gusto verte Taehyung, espero otro día podamos salir a beber o algo.
Tomé la mano de Bora, así que se levantó del taburete y fuimos hasta la pista del baile.
Nos movimos entre todos, su cuerpo cerca del mío, podía sentir su respiración sobre mi pecho descubierto, sus manos sobre mi cuello y esa caricia en mi cabello.
—El pasado del gran Jungkook, me pregunto de qué se tratará.
Sonreí. Toqué su quijada, acariciándola.
—Pues, ese donde estaba con chicas sin compromiso. Nada iba en serio, que quieres que te diga, hasta que llegaste tú, esa chica enojona, encargada de hacerme la vida imposible.
Levantó un ceja y giró su rostro. Reí travieso viendo su expresión. Me encantaba tanto.
No podía negar lo que era, cuándo no me importaba absolutamente nada, sin sentimientos y solo sexo, hasta que un día Namjoon llegó, me detuvo ante lo que me pasaba.
Creía que podía ahogar mis problemas en el placer, más si tenía a Taehyung diciéndome que era la única solución, que no había nada de malo, solo dejar en claro que era cosa de una noche. Alcohol, pruebas de sustancias que podían dañar mi carrera... fueron días tan duros que dejé en un pasado, pasado que pertenece ahí y no quiero que Bora sepa, por qué ella pertenece a mi presente y mi futuro.
—Oye, ¿algún día me dirás sobre tu relación con tus amigos?
No le respondí, así que solo empecé a besarla.
La ostentosa vida de un pequeño joven, empezaba a tener un sentido casi válido para dejar de ser negativo, solo tener una leve esperanza de que así como no me rendía, nunca me di por vencido por ella, y hoy, podía darme cuenta de que sería capaz de muchas cosas más.
Estos momentos tan íntimos, tan nuestros, eran la prueba más grande de lo que sentía hacia ella. La salida a la playa, las cenas, cuándo nos encontramos en el hospital, los pequeños encuentros, cuándo la miré en ropa interior en ese vestidor, en ese justo momento descubrí de que no era un capricho sexual.
Acaricié su perfecta tez, bajé la mirada para encontrarme con su cuello, así que fui hasta este, para darle un beso. Apreté su cintura para pegarla más a mí.
—¿Hoy que mentira le dirás a tu madre?
Levanté mi cabeza después de que mi nariz quedara impregnado su perfume, oh Dios, que bien olía.
—No lo sé. —En nada sería media noche. Me preocupaba que su madre la regañara o algo por el estilo. Y ahora que lo pienso, no entiendo eso de que se ha quedado a dormir en un hospital, me pregunto si tiene que ver con su padre— Voy al baño, ya vuelvo.
Asentí. La solté y miré como se alejaba de mí.
Fui hasta la barra, donde por lo visto, Taehyung no se había ido, no, estaba con Namjoon peleándose. Mierda, lo sabía.
Me apresuré para llegar hasta ellos. Un chico que estaba por ahí, quería entrometerse para que se alejaran, y la presencia de ¿Yuna? Sí, de ella no lo permitía.
—¿Qué es lo que hacen?
Dije, viendo que poco y más, sus frentes iban a juntarse.
—¡Oh, Jungkook, por favor, por favor haz algo!
Miré a Yuna, con sus ojos cristalizados.
Era un escándalo, era como revolver años pasados. Suspiré y tomé el brazo de Yuna para que se alejara de ellos, no quería que saliera perjudicada. Por otro lado, metí mi mano entre ellos y los alejé.
Taehyung tenía esa estúpida sonrisa en su rostro de que no había hecho nada. Fue hasta el taburete para sentarse, sin separar su mirada de nosotros. Namjoon, él estaba que lo llevaba el diablo. Debía ponerme serio, ahora podía entrometerme.
—Detente hyung, basta de esto —No me prestaba atención, era como si estuviese necio a golpearlo— ¡Hey! ¡No vas a pelearte con él esta noche ni otra!
Relamió sus labios y escuché como hizo sonar sus dientes.
—El niño tiene razón. Solo diré que aún sigue sorprendiéndome que sigas con esa, al menos consíguete una prostituta mejor.
Mi mirada fue hasta él, quería reventarle la cara, pero me calmé. Namjoon no. Sentí como me empujó hacia un lado y fue hasta él. Le dio con el puño cerrado en la mejilla, haciendo que cayera del taburete. Taehyung se había pasado y merecía ese golpe, los siguientes, ya no.
—¡Namjoon!
Escuché a Yuna, queriendo meterse, pero en eso, miré a Bora acercarse hasta la escena, asustada. Rasqué mi cabeza desesperado y fui hasta esos orangutanes.
—¡Bora, ve con Yuna!
Dije, y vi que asintió.
Era como si la riña continuara. Disfrutaba que Namjoon le golpeara y devolverlos aún más. No me di ni cuenta, cuándo él ahora estaba encima, dándole golpes sin piedad. Tomé su cuerpo con fuerza, levantándolo y tirándole hacia todas las personas que se habían acercado a ver el espectáculo.
—No deberías meterte, este asunto seguirá hasta que no lo mande al hospital.
—¡Taehyung, cállate de una puta vez! Vete de aquí —Se reincorporó, limpiando la sangre de sus labios— A mí no me mires así, no voy a estar de tu lado, nunca. Ahora, vete por las buenas.
Su mirada fue hasta Namjoon, quién se levantaba del suelo con la ayuda de Yuna y de Bora.
—Cuándo quieras, visítame.
Las personas hicieron un camino para que saliera del lugar. Aquí las peleas no estaban permitidas, y los guardias ya estaban a nada de sacarlo, solo que me adelanté. Cuándo perdí su vista, giré mi cuerpo, para ver a Namjoon sentado en el taburete, quejándose. El bandido ese le había golpeado las costillas. No puedo creer como ahora se exhibe de ser ser un excelente viticultor, si a veces podía ser un gilipollas en toda orden.
Uno de los bartender trajo una bolsa con hielo, aparte de que se bebió varios martinis para desahogarse.
—No sabía que ellos estuviesen aquí —Me dijo Bora en un susurro. No nos iban a escuchar, ya que ellos charlaban y quería darles privacidad.
—Sabía de Namjoon y de otros amigos que no he podido ir a buscar, pero supongo que ellos tienen una relación.
No era un secreto. El día que regresé de dejar a las primas de Bora a su casa, regresé al penthouse y me encontré a Yuna en mi cocina con solo la camisa de Namjoon. Hice que olvidé todo eso, si no, ella estaría muriendo de vergüenza para toda la vida.
—-¿Por qué peleaba con tu otro amigo?
Suspiré.
—Es un problema personal entre ellos, donde Yuna está involucrada. Si quieres saberlo, deberías averiguarlo por parte de ella.
Tomó mi brazo, para sostenerse. Me pareció el gesto más puro de todos.
Miraba a su amiga con lástima, tratando de entender lo que sucedía. Era normal, yo no podía decirle mucho, era un problema en el cual no estaba tan ligado, era un problema de ellos.
Quería presentarle un par de amigos más, y colegas del boxeo, pero ya no tenía ganas de estar ahí, así que quería irme.
Me acerqué a ellos, para decirles que nos íbamos y que si podíamos ayudar en algo, pero se negaron. Al parecer, ella llevaría a Namjoon a su casa ahora de que al parecer su padre se había ido de viaje.
—Cualquier cosa, llámenme.
*
Todo el camino fue en silencio. No podía sacarme de la cabeza todo lo que pasó antes. Casi tres años desde que no miraba a Taehyung, solíamos hablar un par de veces, pero ver lo mucho que ha cambiado, me eriza la piel.
Pasé buenos días a pesar de todo, Namjoon me terminó de criar, Taehyung era ese chico que me llevaba a hacer las cosas malas, pero ambos eran como mis hermanos. Saber que todo inició por una chica, me hace creer que tengo suerte.
Pero bueno, descubrí que Namjoon jamás dejó morir su amor, otra razón para que siga siendo mi ejemplo a seguir. Es que, pensar que podría pasar tanto tiempo y Bora seguiría en mi corazón, me hacía tan feliz.
Introduje la llave en la puerta y la abrí, dejándola entrar primero y después yo, cerrando la puerta a la vez.
Al girarme, miré como empezó a quitarse sus zapatos de tacones y los recogió entre sus dedos. No pude evitar ver esas hermosas piernas, su espalda descubierta y su cuello. Dejé la mochila en la entrada y fui hasta ella.
—Eres tan bonita.
Dije atrapándola entre mis brazos. Llevé mi nariz hasta su cuello, le di un par de besos y una pequeña mordida, la cual la hizo gemir. Su trasero empezó a restregarse contra mi pantalón, mi maldito fin.
Hice que se girara, tomé su rostro entre mis manos y la llene de besos.
—No quiero seguir preguntando sobre lo que ocurrió, pero quiero decirte que eres un gran amigo. —-Asentí para volver a besarla.— ¿Jungkook? —Me detuve un poco para verla.— Ojalá esta noche no acabe nunca.
Susurró antes de darme un corto beso. Pasó sus manos por mi pecho, bajando poco a poco, hasta llegar a mi cinturón.
—La noche podrá acabar, pero el hecho de que me gustes, o que estemos juntos, durará mucho.
Mordió su labio, sonriendo avergonzada. Me encanta. A veces era tan tierna y otras tan... malditamente caliente, sí, así como estaba, porque su mano acariciando mi miembro de esa manera, hizo que me pusiera duro.
Tragué saliva, la necesitaba. Quería besarla, pero desapareció, porque empezó a bajar lentamente, quedando en rodillas. Quitó mi cinturón, y desabrochó mi pantalón.
La vida me sonreía, había ganado el combate de hoy, Bora era oficialmente mi novia y estaba a punto de masturbarme.
Mi bóxer fue bajado un poco, lo suficiente para que mi pene saliera, frente su rostro. Ver que subió la mirada, su rostro desde aquí me excitaba en sobre manera, podía tener un orgasmo con solo la imagen. No sé que hice en mi vida pasada para merecer esto.
Su mano hizo tacto con mi piel caliente, que tuvo efecto contra su fría y pequeña mano. Mi cabeza subió por inercia, mirando ese hermoso techo color pálido.
Movía su mano, masturbándome y tuve la obligación de ver, justo en ese instante en que mis fluidos y su saliva se juntaron. Tenía sus ojos cerrados, sus manos acariciando mis testículos y su maravillosa lengua haciendo de las suyas.
Podría asegurar que había pasado mucho desde que no estábamos juntos y por eso no faltaba nada para que cayera en la desesperación, porque era adicto a Bora
Mi corazón iba tan rápido como su boca, de paso, lo tenía casi todo dentro. No duraría más, cada parte de lo que hacía me llamaba para el clímax. Sus manos tocaron mis muslos con fuerza, como si gracias a esa acción, lo hacía mejor, oh Dios, claro que sí.
Bajé mi mano para tomar su cabello por inercia, la necesitaba más que a nadie. Ya estaba aquí. Sin hacerle mucho daño, apreté su cabello por la satisfacción de que iba a tener el orgasmo, así que tampoco quería eyacular en su boca. Mis muslos fueron más apretados y podía sentir su garganta.
Si esto fuese el paraíso, Dios, nunca me saques de aquí.
Exhalé cansado, como su hubiese corrido un maratón. Podía dejarme caer ahí mismo, pero la miré, ahora sentada en el suelo, cabizbaja. Metí mi pene dentro de mi ropa y bajé a su misma posición.
Tomé su barbilla, solo para encontrarme con una Bora sonrojada. Tenía sucias sus comisuras y sus ojos llorosos, no, en realidad, tenía una lágrima dramática en su mejilla.
—¿Lo tragaste? Yo no quería...
—No estaba tan mal, mmm ¿salado?
Mi corazón palpitó, al igual que mi miembro nuevamente. Con la ayuda de mis dedos, limpié su mejilla y esa cara de muñeca, me terminó de romper.
Coloqué mis manos debajo de sus axilas, así levantarla del suelo, y estando parados, la cargué entre mis brazos, permitiendo que sus piernas se cruzaran entre mi cintura.
No aguantaba más, así que la llevé a la primera superficie, como la mesa del comedor, pero el golpe que recibí en mi hombro me hizo retractarme. Fui hasta la escalera para ir a mi habitación.
—Eres como una muñeca, mi pequeña muñeca.
Dije. Nos íbamos a matar en las escaleras, porque ella no dejaba de besar mi cuello y clavícula. Subió la cabeza para verme.
—¿No era tu bonita?
—Mi muñeca bonita, preciosa. Eres todo.
Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Dios les bendiga. Muak. <3
—Herbst
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