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024.

Im Bora


No se puede negar que cuando estás en el punto más alto de la exitación, tu cuerpo no perderá la oportunidad de satisfacerse sin importar nada, pero había una excepción.

Tener sexo en el baño era antihigiénico, claro, si hablábamos de un baño público, así que por más caricias que el jodido Jungkook hacía contra mí, me aguanté como la mejor guerrera.

Sentía que por un leve momento me había apoderado del mundo entero. Él entre mis piernas, dejando besos húmedos sobre mi cuello, hablando, susurrando, era el cielo. El significado de mis sentimientos aún no era específico, pero que no quería separarme, lo tenía claro.

Llegó ese leve momento, donde nos quedamos callados y ahí, aprecié nuevamente su rostro, su nariz, que era la más linda que podía haber visto. La toqué con mi dedo y luego acerqué mis labios para depositar un beso.

—No quiero ir al combate, ¿puedo quedarme un rato más aquí? —Abrazó mi cintura— Deberíamos ir a mi casa, comer algo, ver películas y, tener sexo hasta cansarnos.

Mi estómago se revolvió y volvimos a quedar de frente. Acarició mis labios con la yema de su dedo y luego los besó, jugando con su lengua junto a la mía. Entonces, escuché un móvil sonar, una alarma. Sentí el vacío en mi boca, era una adicta a él.

Dios mío, debía irse, seguro lo estarían buscando para que se alistara.

Iba a bajarme, mientras él apagaba la alarma, pero no me dejó. Abrazó mi cuerpo, escondiendo su rostro en mi cuello. El ruido se detuvo y se escucharon varias notificaciones.

—¿Jungkook?

—No quiero ir, por favor, quiero quedarme aquí.

Sonreí. Le di palmaditas en la espalda, para que también me dejara ver su rostro.

—¿Acaso no deberías estar extasiado? Digo, este combate te ayudará mucho si ganas. Fama, dinero, reconocimiento. Podrás combatir con personas profesionales de altos rangos. Las ventajas son incontables.

—Trabajar con Hyun wook hizo que aprendieras muchas cosas.

Asentí. Tenía razón. Toqué sus mejillas, acariciándolas, quería verlas antes de que seguro les dejaran con un morado. No era la mejor fan de esto, no quería ni considerarlo deporte, no lo era.

—¿Debo ir? En serio no me apetece nada.

—Hazlo. Esto es tu trabajo, así como me dijiste, confío en que puedes hacerlo. Pero, Jungkook, evita que te lastimen mucho, por favor.

Empecé a darle cortos besos en cada parte que seguro golpearían en su rostro, acabando en sus labios.

—Está bien, te prometo que trataré de hacerlo bien.

Caminamos por el pasillo y ya podíamos escuchar el bullicio del público, esperando por el inicio del combate.

La mano de Jungkook sostenía la mía, me sentí como esa vez en que salíamos del hospital, era tan cálido y nada incómodo. Nos detuvimos en el punto en que debíamos separarnos, para que él fuera a prepararse y yo al lado del señor Jeon.

Me coloqué enfrente de él, sin soltar su mano.

—¿Nos vemos después del combate?

Acaricié su mano sin separar la mirada de su rostro.

—Tenía pensado pasar el rato con unos amigos, así que sería de mi agrado que estuvieses conmigo.

Tocó mi mejilla para luego darle un beso a la misma.

Asentí, después de haberle escuchado, le devolví aquel beso, pero uno corto en los labios y solté su mano.

Mientras iba por el pasillo, debo admitir que anhelaba tanto girarme y que él estuviese ahí, mirando como me alejaba, pero preferí no hacerlo.

Llegué a la sala donde estaban todos aquellos adinerados. Antes de entrar, eché un vistazo por la ventana, no estaban los mismos, a penas el señor Jeon y tres hombres a cada lado y unas chicas con poca ropa. Me adentré, sin que me percibieran, pero fue inevitable y sus ojos se encontraron con los míos. Me miró de pies a cabeza, analizando algo extraño.

—¿Dónde estaba señorita Im?

—Estaba lleno el baño señor, lo lamento. Aparte, me distraje.

Bajé un tanto la cabeza y volví a él, que ahora mantenía sus ojos en la chaqueta que yacía en mis brazos, sí, la suya, porque llevaba la cazadora de Jungkook puesta. Por un momento, sentí que diría algo, pero simplemente se giró y quedó en la posición anterior.

Estaba lejos, casi no sería capaz de ver la pelea, aunque los de aquí se dedicaban a verlo desde la gran pantalla.
Asomé más mi cuerpo al gran ventanal, quedando casi al costado de aquellos hombres. Dejé a un lado la chaqueta del señor Jeon, me estorbaba, así que aproveché mis manos para colocarlas encima del borde.

Quién iba a pensar que yo había sido capaz de tocar el cuerpo de ese hombre del ring, pasar mi mano por su pecho y apretujar con fuerza esa espalda esbelta sin pudor y con lujuria, mientras me hacía suya, mientras gemía cerca de mi oreja mi nombre.

Dios, debía estar loca, necesitaba olvidarme de eso.

—Señorita, ¿algún refrigerio?

Volví a mí. Un hombre, mesero de este sitio, tenía una bandeja llena de bebidas en sus manos, me negué y percibí la mirada de una mujer a lo lejos, una de esas semidesnudas. ¿Qué le pasaba? Estaba parada, sus manos cruzadas y cada vez que me miraba elevaba una ceja con asco, me provocaba algo de gracia con ganas de patearle el trasero.

El combate había iniciado.

Todo era tranquilo, sin problema alguno, no parecían ir con prisa. El contrincante de Jungkook caminaba a la orilla, mientras que él abarcaba el centro, como si controlara este asalto.

Trabajar con el señor Jeon, me hizo comprender no solo la administración y el negocio que se movía, también me dispuse a observar otros combates y peleas antiguas de Jungkook.

Los narradores gritaban llenos de energía cuándo alguien se dignaba a hacer frente. Y ahí estaba, una ruleta de puños para el contrincante, que fue lanzado hasta una esquina. El árbitro intervino, haciendo que Jungkook volviera al centro. Este intentó mantener la distancia, pero le llegó una mano al rostro

—¿San, pudiste verlo? Fue la manera más limpia de llegar. Es impresionante, después de esos golpes del gran JK, Kaoto logró reponerse.

—¡Wow!, ya conocemos al ganador del primer asalto.

¡¿De forma limpia?! Me has de estar jodiendo. El maldito llamado Kaoto dejó tambaleando a Jungkook, aprovechando a embestirlo con 5 o 6 golpes.

La campana sonó.

El primer asalto había acabado. No podía ver, sentía que se me bajaba la presión. El que parecía ser el coach de Jungkook, lo redirigió a su esquina, lo sentó en un banco que pusieron segundos antes.

Lo veía tan exhausto, quería bajar hasta ahí para verlo, y darle ánimos. Por lo visto, le habían dado en algún lugar de las costillas y tenía herido el labio.

Después de unos segundos, el protector bucal, volvió a su boca.

La campana sonó.

Era un martirio. Podría decir, en un resumen, que el segundo asalto, como el tercero, Jungkook era el ganador, pero, en este último, había controversia, por qué lo estaban haciendo muy bien ambos. El contrincante, a pesar de estar al borde de la derrota, no se daba por vencido y trataba de esquivar los golpes de Jungkook.

He de admitir que el temblor de mi cuerpo no ayudaba, sentía como cada parte de lo que era quería salir a ayudarlo.

Entonces, el puño zurdo de Kaoto, cayó sobre su rostro, haciendo que se enfureciera, porque ni siquiera vaciló y se lanzó hacia él, manteniendo su postura.

—¡Dale!

Chillé, desperada porque estaba la cuenta regresiva, este asalto debía ser suyo, y la batalla.

Brillaba, su rostro estaba en todas las pantallas. Era increíble, era una estrella, mi... estrella.

La campana sonó.

Ambos fueron hacia su esquina, junto a su equipo. Yo debería estar ahí y darle mi apoyo también. Lo que sea. Puse una mano en mi pecho, tranquilizando mis nervios.

Pasaron varios minutos de incertidumbre, hasta que el árbitro recibió los resultados de los jueces especializados. Tomó la mano derecha de Jungkook, y la izquierda de Kaoto.

—Por "decisión unánime", el ganador de esta pelea es —Cerré mis ojos, y pedí a lo más sagrado que dijera ese nombre, él debía ganar— ¡En la esquina azul! ¡Jk!

Su mano fue levantada y todos empezaron a gritar. Por mi parte, tapé mi boca de la emoción, quería felicitarlo, decirle que lo había hecho fenomenal.

Una voz me llamó, era el señor Jeon. Debíamos bajar, él quería hablar con Jungkook, aparte de que según el horario, después de la pelea, a él también lo entrevistarían.

Empezamos a bajar y yo me coloqué justo detrás de él y mordí mi labio de las cosquillas que sentía en mi barriga en ese momento, de como aguantaría las ganas de tirarme sobre él.

Varios guardias apartaron a las personas que obstruían el camino, entrevistadores y demás, todos celebraban la victoria de Jungkook. Y, entre toda esa avalancha, los malditos, no se dieron cuenta de que yo estaba con el señor Jeon, que me cerraron el paso y me apretujaron como unos salvajes. Traté de empujarlos con todas mis fuerzas y quejarme, pero sus chillidos eran más altos.

Sentí que tocaron mi mano y me alerté. Me sacaron de golpe de entre la multitud, aquello hizo que me tropezara y mi cuerpo chocara contra otro, al parecer el mismo que me sacó. Respiré agitada y nerviosa por la situación. Cuando entré en razón, separé mi rostro del pecho de ese hombre.

—Debiste ir a mi lado.

Me alejé de inmediato al darme cuenta de que era él. Tragué saliva, me sentía nerviosa ante esa mirada en su rostro, odiaba que fuese padre de Jungkook, ese parentesco lo aborrecía.

—Gracias, supongo.

Susurré apenas. La fragancia que emanaba me hizo sentir ridículamente mareada. Era como si lo que pensara fuese exagerado, pero recuerdos de cuando estuve con Jungkook vinieron a mi mente. Mi cuerpo aún estaba tan cerca, así que di dos pasos hacia atrás, nerviosa, queriendo que me volvieran a salvar de aquella situación tan vergonzosa.
Pero, había algo que me inquietaba, así que miré hasta el hacia el ring de boxeo, y ahí estaba él, con sus brazos sobre las cuerdas, mirando la situación.

No existió la multitud, las cámaras, el ruido, solo nuestras miradas y ese extraño sentimiento que Jungkook era lo único que se iluminaba en el lugar.

Definir su rostro, era misión imposible, pero de que esos ojos me llamaban, era real. Sin importarme todo, me encaminé hacia él.

Me desilusioné un poco por el hecho que llamaban su nombre desesperadamente e hicieron que se fuera.
Encontrándome cerca del cuadrilátero, desde ahí abajo pude escuchar a los reporteros haciendo tantas preguntas a la vez.

—Fue algo cansado tener este combate, fue difícil derrotar a Kaoto, sabiendo lo exitoso que es. Espero conseguir más victorias, por ahora me iré a descansar. Gracias, buena noche.

Querían más palabras del vencedor, pero este lució desesperado por irse. Su cuerpo cruzó por el espacio que creó su equipo entre las cuerdas. Tal vez sea ilógico, pero me sentía patética, debía ir donde el señor Jeon.

—¡Campeón! Lo has hecho fenomenal.

Según sabía, el señor Jeon estaría justo ahora en esa entrevista, que quedaba justo a donde iba Jungkook, así que disimuladamente, fui detrás de él, bueno, eso hubiera pasado si no me lo hubiese encontrado en el pasillo y su señal de ir tras de él no existiera.

Esa gran espalda que acaricié tantas veces, estaba tan sudada y algo roja, seguro por el hecho de que las cuerdas lo lastimaron o algo. Era algo extraña esta situación, si hace horas atrás nos besamos, lo nuestro era singular.

Me detuve en cuanto él lo hizo, quedó enfrente a una puerta y la abrió, esperando a que yo lo hiciera antes. Este sitio, era idéntico al otro camerino que tenía, ja, ese mismo donde se le hice un oral.

—Jung...

Dije, pero me asusté cuándo tiró la toalla que llevaba en su hombro al sofá y sin verme se fue hacia algún lugar, el baño. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué me trataba así? Estaba completamente loco si cree que voy a permitir esto.

Me crucé de brazos y lo esperé cerca de la puerta. Debía darme una explicación de lo que ocurría, o si no me iba a enojar.
Salió, con su rostro un tanto húmedo, directo hacia mí.

—Bora, no quiero que vuelvas a acercarte a ese hombre.

—¿Qué?

—Ese hombre es de lo peor y mi peor desgracia es que sea mi padre. Entiende de una vez, no te acerques a él, no aceptes nada, no lo toques.

—Yo, no sé qué decirte.

—¡¿Cómo que no sabes?!

—¡No considero que haya necesidad de gritar Jungkook!

Chillé más que él. Dios, me desesperaba. No éramos nada para que reclamara, y peor cuándo no había hecho algo. Gruñí, frunciendo mi frente y los labios.

—Estoy harto de esta situación, ¿has visto como te mira?

—¿Qué más da? Jamás me fijaría en ese hombre.

Bufé.

—No es eso, ¿te das cuenta? No, eres tan tonta.

—Y tú, un imbécil. Vete a la mierda.

Pasó sus manos por su rostro. Esto se nos estaba saliendo de las manos. No iba a continuar, era algo que alguna vez pasé y no lo volvería a pasar, sabiendo que no vale la pena, o bueno... tal vez Jungkook sí, pero no, no.

Giré mi cuerpo para irme.

—¡Bora! —Detuve mi paso, estaba echando humo— Sé mi novia, no quiero estar separado de ti ni un maldito segundo, no quiero que cualquiera pueda tocarte y no decir nada, ya que... no somos nada. ¿Entiendes ahora? Ese hombre, sí, mi padre, es un sin vergüenza.

Tragué saliva inquieta. Maldito, era Jungkook, porque me ponía así. Lo miré, no sabía qué decir, que hacer. ¿Ser novios?

—Jungkook, lo que hablamos ese día...

No tenía más excusas que poner, las mentiras se me estaban acabando y eso era alarmante. No, no podía, no quería, yo, Jungkook y yo no...

—Eres una mentirosa. Estar tanto tiempo contigo me hizo dar cuenta, sé cuando estás nerviosa y cuando...

—No puedo.

—Te quiero a mi lado.

La puerta se abrió y toda nuestra atención fue hacia la entrada. Lo que me faltaba. Era el señor Jeon, mirándonos y sin entender nada.

—Bora, qué susto, creí que te había perdido.

Como si no le importara Jungkook, se movió hacia mí. Parecía que quería tomar mi mano, pero recordé el momento que pasé allá afuera, y lo incómoda que me sentí, así que di dos pasos hacia atrás y sonreí falsa.

—Señor Jeon, una disculpa. Venía a comentarle al peleador Jk que usted lo buscaba.

—Ya veo. Jungkook, deberías ponerte una camisa y ducharte, debes ir a descansar. Hablaremos mañana, ve a la oficina, por favor.

Él asintió, pero no tardó mucho cuando su atención fue hacia mí.

—Vámonos Bora, te llevaré a tu casa.

No, no. Asustada, miré rápido a Jungkook, quién había tensado su mandíbula y sus manos se volvieron un puño. Comprendo que en esta situación, el culpable era su padre por ser así, si podría decirlo y yo por permitirlo.

—Tranquilo, yo la llevaré.

Obvio que estaba furioso, era como si la vena de su frente fuese a explotar. Mi mirada pasaba del mayor, al joven, sucesivamente. No puedo creer que no me di cuenta de que eran parientes, su cabello, su rostro, su aura, tan similares y diferentes a la vez.

La tensión me estaba provocando ansiedad, solo una vez me había pasado. Taehyun contra Jungkook, pero no tenía nada que ver con este caso, Tae siempre lo hacía cuando un tipo le molestaba.

—Ya veo, aunque es inoportuno que lleves a una chica que no te conoce mucho.

Lo escuché bufar.

—Es mi novia, así que creo que lo inoportuno sería que su jefe la lleve, cuando yo puedo hacerlo.

El mundo se congeló. "Es mi novia", ¿en qué idiotez estaba pensando?

Lo miré, quería matarlo aquí mismo. Se mostraba orgulloso, pero no era la gran cosa, lo iba a moler a golpes. Esto era complicado, ahora lo sería más trabajando en la empresa de ¡su padre!

>>>—Sería mejor que salieras del camerino, debo cambiarme y charlar unas cosas con Bora.

Sentí cuatro ojos literalmente sobre mí, así que levanté mi cabeza, encontrándome primero con el señor Jeon, que apenas se quedó ahí unos segundos y salió cerrando la puerta a su vez.

Difícilmente podía moverme. Es difícil chocarte contra la realidad, donde tú yo pequeño y el tú de ahora ven algo de amor que apenas sabías que tenías. Si pudiera seguir todo en secreto...

Salí de mi laguna, y pensé en esa pequeña posibilidad. ¿Qué pasa si en verdad me había enamorado? Era lo más obvio, pero admitirlo golpeaba mi corazón, con turbulencias temerosas.

Reí leve, sin creerme lo que haría. No era la mejor tomando decisiones, pero podría aprovechar este momento y abrir mi corazón nuevamente, sí.

—Ahora resulta que soy tu novia.

Dije. Giré sobre mis talones, encontrándome con un Jungkook directo, uno que a pesar de que estaba solo con una pantalón corto, pellizcaba sus mejilla nervioso y evitaba mi mirada.

Me gustaban las anteriores facetas de él, pero me gustaba aún más este Jungkook. Pasé mi cabello detrás de mi oreja en cuanto me coloqué enfrente de él.

—Debía, necesitaba decirlo Bora.

Podía llenarlo a besos ahora mismo. Esa primera vez que dijo que yo le gustaba, ¿era verdad? ¿La segunda? Dios, habíamos tenido hasta sexo y no podía sacarme de la cabeza que consideraba que lo odiaba.

Tomé su mano y la coloqué en mi cintura. Mis piernas querían temblar por su apretón y la manera en la que me acercó más a él. Acaricié su rostro, por encima de aquellas heridas, y de puntillas, le besé su frente, su mejilla, su nariz, así rozando mis dedos por sus labios resecos. Acerqué mis labios a los suyos, sin besarlo aún.

—¿Qué crees que haces?

—Debería hacer la misma pregunta.

—¿Vas a besar a tu novia o no?

—Joder, claro que sí.





Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Dios les bendiga. Muak. <3

—Herbst

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