015.
Im Bora
A cualquier parte que fueras, existiría el perfil de una persona arrogante y estúpida. Pero, ¿por qué los hombres ven correcto gritarle a una mujer por la calle? Hace años, mi padre mencionó que eso ocurre por qué los hombres ven atractiva a una mujer y no se aguantan las ganas de dejarlo en claro, entonces, con 14 años, fui incapaz de entender la necesidad de hacerlo.
Se puede admirar de lejos, pero sin molestar. Una mujer no es un objeto cualquiera al que puedes decir un disparate ofensivo o incómodo.
Mi cuerpo se tensó, a penas podía detenerme para ver con asco a quién me gritó. Era repugnante imaginar el hecho de que seguramente me miró de pies a cabeza.
Sentí los pasos detrás de mí que me seguían. Mierda, debía preparar mi garganta para gritar por si algo sucedía. Desee con todas mis fuerzas que Jungkook apareciera por aquí, así como dijo.
—Oye, déjame ayudarte preciosa —No me detuve y seguí más rápido para poder llegar aunque sea a la parada de bus— Bora.
No podía ser Jungkook por qué él me decía 'Bonita', aparte, reconocía esa voz ahora. Young.
El cuerpo del tipo se puso enfrente de mí, sus manos hacían gestos de querer tocar mis brazos, pero lo evadí.
—Vaya, si te hubiera conocido con este estilo, aseguraría que no pareces de 23, aparte de que te ves como un desastre. Hace un mes que no nos vemos.
Fruncí mis cejas, resoplé y me hice a un lado, pero ahí estaba ese agarre de mierda.
Acomodé mi bolso y traté de soltarme, pero me apretó tanto que me quejé del dolor.
—Suéltame, si no lo haces te rompo la cara Young.
Así fue, lo hizo con una sonrisa en los labios y nuevamente le di la espalda. Me sentía asqueada por su presencia. Por un momento, sentí miedo, como ese tan normalizado, que tiene una mujer de ir sola por la noche y que un hombre pueda hacerte algo. En corea también pasaba lo mismo.
Un coche cegó levemente mis ojos por sus luces, venía tan rápido y aparcó sin cuidado justo a un lado de la cera donde me había detenido. A los locos, como estos, deberían quitarles la licencia para conducir, bueno, mejor no si se trataba de él...
Bajó del coche, sin apagar el motor. Pude ver su rostro, sentía ese malestar mientras se acercaba a mí, oh, qué escalofríos.
—Ahora ya sé quién eres.
Dijo Young metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Se refería a Jungkook.
—Que bueno que sepas quién soy —Se colocó a mi lado, no sé dignó a verle, su atención estaba sobre mí. Sus manos atraparon mi rostro y sin pensarlo sus labios tocaron los míos. Tan dulce que podía derretirme como mantequilla justo en ese momento, sin importar que Young nos mirara. — Creí que saldrías más tarde. Tengo suerte de venir a tiempo, ¿nos vamos?
Su rostro aún seguía cerca del mío, aquellas palabras formadas en un susurro me hizo estremecer. Quitó sin preguntar mi bolso y lo sostuvo, alzó su mano para que yo la tomara.
Nos acercamos al coche, abrió la puerta del acompañante y dejó que entrara, quitándome primero la mochila y dejándola en la parte de atrás junto al bolso.
Pensé que vendría de inmediato al coche, pero cuándo la puerta se cerró, se acercó a Young. Quería bajar para evitar cualquier malentendido, pero después de unos segundos, regresó hasta el coche para subirse.
Me quedé mirando la reacción de Young, estaba atento observándome. Me pregunto que le habrá dicho.
El coche arrancó y estábamos emprendiendo camino hacia algún lugar que aún no conocía. Sentía el ambiente, frío, más como sus dos manos estaban sobre el volante, se notaba como su lengua pasaba por su mejilla interna. No sé que pensar sobre lo que pasó hace unos momentos atrás.
—¿Por qué?
Dije arreglando mi falda en la parte de adelante. Esperé su respuesta atenta, mirando como a él no le importaba.
—¿El qué? —Quedó pensativo— Ah, no creo que te vuelva a molestar si te encuentra.
No podía creerle por el simple hecho que sonreía cuándo lo dijo, se miraba como si justo ahora tuviese 12 años y fuera el niño más santo de todos, pero en realidad es un demonio condenado.
Guardé silencio. No quise preguntar a donde íbamos, seguro me llevaría a comer o algún sitio. Miré los alrededores y ya sabía a donde estábamos yendo.
—¿Cómo estás? —Pregunté— Sobre el miércoles, fue espantoso ver como te golpeaban.
El semáforo se puso en rojo y su mirada fue a mí. Esta parada la conocía tan bien.
—Si ves mi rostro, los moretones son leves. Siempre que pasa esto coloco alguna pomada, ¿quieres ver como está?
Levanté mi cuerpo para querer ver su rostro, hasta donde me permitía el cinturón de seguridad.
Arriba de su ceja tenía una leve herida y su pómulo estaba un poco morado. Poco a poco bajé mi mirada hasta su nariz, hermosa, sin heridas y luego sus finos labios, en el inferior tenía una pequeña rajadura. Toqué con delicadeza con mi dedo, deslizándolo hasta al otro extremo de su comisura y de pronto besó mi dedo.
—Me mirabas tan atenta, ¿acaso quieres que te bese?
—No.
Dije volviendo a mi asiento. El coche avanzó y mi mente se perdió. Tan mareada.
Era distinto, esta vez no aparcó afuera, simplemente se adentró a donde estaba el garaje del edificio. El motor del coche se apagó y bajó. Hice lo mismo que él en cuanto la puerta se abrió.
—Mis cosas...
—Tranquila, cuándo te lleve a casa no tendrás que volver a bajar.
Asentí, pero simplemente cargué mi bolso conmigo, dejando la mochila del instituto.
Fuimos hasta la puerta que nos llevaría al ascensor, así subir hasta su Penthouse. Todo el sitio era silencioso, creo que más o menos vivían cinco personas en este edificio.
Mi barriga rugió, no quería comer porque últimamente las comidas por la noche me daban náuseas y preferiría comer alguna ensalada de frutas o verduras. Me pregunto que comeremos.
Ingresamos al apartamento, y así como la primera vez, aquel olor inundaron mis fosas nasales, trayendo nostalgia y dulzura.
—¿Qué preparamos hoy?
Dijo dejando las llaves en el mesón de la entrada. Seguí sus pasos hacia la cocina.
—Me lo dices como si preparáramos comida todos los días.
Sonrió travieso. Antes de seguir tras él, dejé mi bolso en el sofá del salón y volví a la cocina.
—Voy a decepcionarte, no tengo mucha hambre porque en la foto que te mande sale que comí una pizza. Me quedaron algunos trozos, ¿te apetece? —No quería negarme, pero seguro me caería mal a esta hora— ¿Por qué no dices nada? ¿A caso estás a dieta? No creo que haga falta, me gusta como te ves, debería gustarte a ti también.
—No es nada de eso. Últimamente, me da asco todo lo que como por la noche, supongo que los horarios de mi comida cambiaron, será por ello.
Asintió.
—¿Fruta?
También asentí afirmando su propuesta.
Luego de varios minutos, estábamos sentados -bueno, solo yo, por qué él estaba recostado como un vagabundo en el otro sofá, mirando-, comimos todos lo que habíamos preparado, simplemente cortamos varias frutas como bananos, manzanas, kiwi, piñas, sandía y no recuerdo que más. Por lo visto, Jungkook era fanático de las manzanas, rojas, tenía muchas.
Hablamos de un par de cosas, como que me desagradaba el deporte que realizaba nuevamente, su profesión. Era una cuestión que me provocaba malestar, por el momento no quería confesarle más de esos sentimientos, pero dejé claro que no me agradaba.
Le mencioné sobre que tenía un examen dentro de dos semanas para el supuesto ingreso a la universidad, de paso me atreví a contarle sobre lo de Minju, ya que él me confesó lo que le dijo a Young "Como te vuelva a encontrar con la chica que está dentro de mi coche, acabarás como mi contrincante de ayer". Me dio mucha gracia, la cara de Young ahora tenía explicación.
—¿Sueles llegar a casa tan tarde?
—Cuándo llego a media noche, eso es porque salgo con Taehyun.
—¿Hoy qué escusa pondrás? En nada será media noche.
Me espanté. ¿Las 11:40 de la noche? Mi madre me mataría. Busqué mi móvil que estaba en mi bolso y miré su chat. Por lo visto solo decía que se iba a dormir y esperaba que le avisara cuándo llegase.
Suspiré cansada. Le ayudaría a lavar los platos y le diría que me llevara nuevamente a casa.
—Debo irme, pero primero lavemos esos platos, ¿puedes llevarme?
Asintió levantándose.
—Yo me encargo de esos platos al volver —Se detuvo en frente de mí— Tuviste que pasarla mal estando con ese uniforme.
No mucho, ya que era más cómodo que el uniforme de trabajo. Tomé mi bolso y lo coloqué en mi hombro.
Al erguir mi cuerpo, sentí como su mano se puso en mi quijada y nuestros labios se unieron. Qué embriagador, sabía un poco a vino, a ese que bebió minutos antes. Lo deseaba cada vez que hacía esto, sus labios suaves, su lengua tocando la mía, como chupaba mi labio inferior.
Mis piernas flaqueaban y provocaba cosquilleo en todo mi cuerpo. Abracé su cuello dejando caer el bolso, mi camisa y la camiseta de tirantes que tenía por dentro se levantaron, entonces pude sentir las manos frías de Jungkook, tocar mi cintura.
—¿En verdad quieres que te lleve?
—¿Quieres que me vaya? —Susurré y volví a besarlo.
—Te aseguro que aquí tengo condones.
Sentí todo temblar, era como si estuviera a punto de perder el conocimiento. ¿Quería tener sexo conmigo? Creo que era muy obvio. Como torpes, quitó mi corbata tirándola al suelo, por mi parte quité su camiseta dejándome ver su hermoso cuerpo, estaba volviéndome adicta.
Agitada, excitada, ansiosa, lo empujé haciendo que cayera contra el sofá y me senté encima de él. Quité mi camisa quedando solo mi sostén y seguí besándolo.
—Toma el control, bonita.
Dijo con una voz grave, tan profunda como seguro, su miembro iría dentro de mí. Empecé a moverme encima de él, sus manos atraparon mi trasero, lo apretó encima de mi falda. Sus labios no dejaban de besar mi cuello, maltratándolo como me gustaba.
Sus manos acariciaron desde mis rodillas hasta meterlas dentro de mi falda, llegando a mis bragas y su elástico.
Nuestras lenguas seguían tocándose una y otra vez. Besé su quijada, su cuello y me detuve oliéndolo, que bien olía, era a gel de baño, a limpio. Después de memorizar aquel olor, seguí bajando hasta sus pectorales, encorvando un poco mi cuerpo. Quise hacerle un chupetón y cuándo lo intenté escuché un gruñido por parte de él, espero le haya gustado.
Besé sus pezones y los succioné, quería que sintiera lo que me hizo sentir a mí.
Agarró mi nuca junto al escaso cabello de ahí, haciendo que levantara mi cabeza y lo mirase.
Desabrochó mi sostén y me miró, su mirada lujuriosa, quería probarme también.
—Mi turno.
Me acomodó acercándome a él, metió mi pezón a su boca, pasaba de uno al otro, acariciando cada parte, haciéndome sentir necesitada de más. Su otra mano, que estaba aún en mis bragas, se metió ahí, buscando algo.
Sus dedos largos me tocaron, los sentí tan bien que creí que perdería el control.
Su mano bajó más, pasando de mi entrada directo a mi punto más endeble. Quería ser tocada siempre, pero por él.
Mi respiración era agitada, no podía más. Mis piernas temblaban, mis manos estaban enterradas en sus hombros desnudos. Miré como un leve hilo de saliva se desprendía de su boca y mis senos. Sentía tan frío, pero no tuve que esperar mucho porque mirándome, con esos ojos negros como donde estaban mis pecados, sacó su lengua y lamió como si de una paleta se tratase.
Su trabajo consistía en mirar mis gestos que provocaban su lengua y sus dedos, pero todo dio la vuelta cuándo se detuvo y bajó un poco sus dedos.
—Quiero que penetres mis dedos, bonita —Susurró chupando mis senos. Su dedo -al parecer el de en medio- se inclinó un poco hacia arriba y levanté un poco mi trasero— Mi dedo entrará y solo debes moverte un poco.
Asentí nerviosa. Bajé lentamente sintiéndolo, su dedo ya dentro de mí. Suspiré profundamente. Su dedo ahí adentro me estaba matando, más cuándo sentí que empezó a moverlo suavemente adentro, solo hacia adelante, deseando que metiera otro. Gemí nerviosa por aquello. Sus labios fueron a parar a los míos.
Se detuvo y como pudo sacó su dedo, sin esperar un segundo, lo volví a sentir, pero más grueso, maldita sea, otro dedo.
—¡Jungkook!
La excitación me estaba volviendo de una manera que jamás creí que sentiría, es decir, teniendo a semejante hombre metiendo sus dedos dentro de mí.
Puedo imaginar que si sus dedos no estuviesen llenos de mis fluidos, dolería más.
Ahí dentro, yo agitada, apenas puedo mantener mis ojos cerrados, pero no aguantaba más, quería abrirlos y mirarlo, mirar como me miraba.
Hice pequeños saltos, no eran ni saltos, solo era como si hiciese leves movimientos de arriba hacia abajo.
Su mano apretó mi trasero, haciéndome sentir ansiosa y deseosa.
De pronto quería hacerlo más rápido, pero me daba miedo que al hacerlo sacara completamente su dedos y cuando volviesen a entrar me lastimara.
No me dolía, estaba lo que se podría llamar "en momento de ser penetrada" mi entrada podía hasta llegar a sentir un tercer dedo, pero en eso me detuve y sacó su mano.
—Espera.
Me levantó como una muñeca, dejándome a un lado. Miré como se alejaba hacia algún lugar.
Aproveché que no estaba para quitar mis bragas y dejarlas en el suelo, cuando iba a quitar mi falda, miré que venía casi trotando.
—Veo que te alistaste.
Sonrió pícaro. Antes de volver a sentarse en el sofá, tuve el privilegio de verlo completamente desnudo enfrente de mis ojos, su cara a veces engañaba, era en verdad un hombre y a mí me gustaban, pero solo él.
Me senté sobre su regazo, mirando como sacaba el condón de su envoltura. Su miembro estaba igual que el miércoles, erecto, duro. Se masturbó un poco mientras me miraba y luego puso el condón en su miembro.
—¿Lo hacemos?
Mordí mi labio indecisa. Su pene sería el primero en entrar en mí.
—Claro, pero ¿puedes hacerlo un poco lento? Tengo mucho tiempo no estar con alguien, sabes.
Dije entre dientes, avergonzada, pero sentí un pequeño beso en mi frente que me hizo despabilar. Me gustó aquel gesto, iba a tener sexo por primera vez, era algo que cualquier ya ha hecho o hará, hoy me tocaba a mí con un chico que al parecer me atrae por nuestra química, que hace que no pueda dejar de verlo, que me transmite una confianza que al principio era odio. La verdad, no me arrepentía de hacer esto, no me arrepiento de lo que vaya a hacer después.
Levanté mi trasero como antes, la punta de su miembro apenas entró y solté un chillido, apretando sus hombros. Él se detuvo y me miró atento.
—Si quieres que salga de ti, dímelo y lo haré.
Asentí apretando mis labios, cerré mis ojos y bajé poco a poco hasta la mitad, ahí me quedé tratando de acostumbrarme. Expulsé todo el aire que había aguantado.
—¿Es de tus primeras veces?
—Ah, no podría asegurarlo. Digamos que sí.
Mentí y él parecía entender por qué le costaba penetrarme y porque me dolía. Sacó su miembro y me miró atento.
—Bora, quiero penetrarte, tanto si tú lo quieres. Talvez querrás que te toque más o...
No dejé que dijese más, tomé su miembro alistándolo a mi entrada. Gemí, al sentir todo su pene dentro, estaba llena, estaba en ese momento que pensé que algún día estaría, pero jamás con Jungkook. Abrí los ojos para encontrarme con él, con sus cejas fruncidas, su cabeza acostada en el respaldar.
—Dios.
Dijo apenas. Mi pecho se saldría de mi cuerpo, no sabía qué hacer, pero sus manos tocaron mi trasero, levantándolo un poco, haciendo que me recostara más sobre su cuerpo. Empecé a mover mi cadera.
Hacía tanta fuerza contra mi trasero que seguro quedaría alguna marca, por ahora aquel gesto levantaba mis glúteos, dando más libertad a la penetración, sin obstáculos.
Seguro que a causa de esta posición en la que estábamos, era tan profundo.
Sus gemidos eran agudos, pero a la vez cuándo maldecía le salía tan grave, profundo, sí, la palabra profundo, todo era profundo, más cuándo puse mis manos en su pecho y empecé a dar leves saltos encima de él. Me estaba acostumbrando a la sensación, me gustaba.
—Oh, joder.
Mis pechos empezaron a subir y a bajar muy rápido, casi no conseguía algo de respiración. Entré en pánico, cuándo sentí ganas de ir al baño para hacer pis, era un orgasmo, o no lo sé, pero quería hacerlo más rápido. Me dolía un poco, bueno, me escocía por el condón que rozaba, pero la sensación era única.
Empecé a sentir esa sensación de cuando corro, mi cuerpo empezaba a sudar, y mi cabello húmedo pegándose en mi frente.
Chillé tanto que mi voz se quebró. Nuestros gemidos y aquel sonido obsceno que producía nuestro cuerpo cuándo Jungkook me penetraba era lo que más me excitaba. Nuevamente, sus manos fueron a levantar mi trasero y empezó a mover su pelvis, alzándome, como embestidas desde ahí abajo. Perdería la razón, mis manos temblaban y mis ojos en algún punto se pusieron en blanco, mierda, se sentía tan bien.
—Más.
—¿Más qué bonita?
Oh, su voz ronca corrompía cualquier sentido de tranquilidad, estúpida, nadie podía estar tranquilo, cuándo te penetran, cuándo te acarician el cuerpo de manera delicada, tratándote como si fueses la obra de arte más bonita de todas.
Su cuerpo húmedo, sus labios tratando de ahogar mis gemidos, el salón lleno de ellos, que gratificante que todos los problemas desaparecieron y mi nivel de estrés disminuyó a cero. Estaba viviendo mi mejor época, y no quería que acabara.
.
.
Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Dios les bendiga. Muak. <3
—Herbst
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