009.
Im Bora
Estaba lista.
Tomé mi mochila y mis zapatos para así salir de casa. Caminé por esas calles conocidas para acercarme al restaurante; mi madre dijo que me daría algo de dinero para el autobús. Sobre eso, le comenté que empecé a trabajar, razón por la cual llegaría a veces tarde a casa. En su mente no comprendía por qué le avisé tarde, entiendo su molestia, pero mis razones de ayudar eran más fuertes.
Como todos los días, al subir la pequeña colina, ahí se encontraba Taehyun esperando por mí. El día de hoy, casi no hablamos, él iba estudiando para el examen de ingreso a la universidad y yo pendiente de todo lo que haría hoy en el trabajo.
Hubo un problema en clase, así que nos tocaba un pequeño cambio. Ayer llovió a cántaros y accidentalmente, se mojó nuestro salón. Estaríamos en la clase 5, donde estaban los 3 chicos más inteligentes del curso, según decían. Aproveché aquel incidente para decirle a Taehyun que nos sentáramos juntos, pero si lo pienso bien, tal vez quiera sentarse solo o con la mentada Min-Ju.
Quería estar cerca de la ventana, así que fui directo ahí. Ah, se podía ver todo, el campo era realmente grande, siempre me ha gustado como se miraba desde el salón. Los alumnos empezaron a entrar y no encontraba a Taehyun, espero que nadie se siente a mi lado, que no sea él. Cuándo miré a mi costado por qué sentí que alguien se sentó, era Min-Ju. Ay no...
—Hola.
Hizo una reverencia y se la devolví. Taehyun se quedó en la puerta, mirando aquella escena y me contuve a hacer una pequeña sonrisa de que me salvara. Este, le daba igual y se sentó al otro lado de la clase, con unos compañeros. Desgraciado Taehyun, me las pagaría.
Las clases pasaron. Podía agradecer que apenas dirigimos palabra alguna. El timbre sonó, era señal de descanso, luego nos tocaba una hora de geografía, solo que yo no la recibiría porque hablé con el instituto de salir una hora antes, ya que empezaría a trabajar y no me daría tiempo. Mi madre habló y al final aceptaron, así que nada más me tocaba entregar todas las tareas que dejaran ese día, igual cuándo tocara otra clase.
Empecé a guardar mis cosas para poder irme.
—¿No comerás aquí dentro?
Al meter la silla dentro de la mesa, Min-Ju me habló y negué. Me percaté que sacó una tupper transparente con dibujitos de limones amarillos. Por ahora, aquello me pareció algo adorable. Me precipité al insultarla sin conocerla bien.
—¿Tú por qué no sales? ¿No irás con tus amigas?
Se quedó mirando su comida. Acerqué un poco mi rostro para verla, ¿qué le pasaba?
—Ah, no tengo amigas.
Bueno, no era de mi incumbencia. En verdad no sabía qué decir, así que me fui de ahí para acercarme a Taehyun. Le di un golpe a su mesa para que me prestara atención.
—Bo-bobo —Levantó su cabeza para verme— Creo que sería un gesto lindo que levantaras tu trasero y te sentaras junto a Min-Ju. Me ha dicho que no tiene amigas, y es algo adorable.
Susurré lo último. Miré que sonrió ladeando su cabeza, espero haya entendido el mensaje. Me acerqué a él para despeinar su cabello y salir corriendo, sabía que le molestaba aquello.
Decidí dejar cosas en mi casillero, de esta manera en el camino solo entraría a algún sitio que tuviese un baño y me cambiaría.
En verdad que la ropa que mi madre había escogido me hacía ver como una secretaria, pero decidí hacerle algún arreglo, ya que la falda era muy larga.
Aproveché a entrar en un restaurante para poder cambiarme. Doblé bien mi uniforme en mi bolsa, me coloqué una blusa de seda color blanco de tirantes y la falda recién arreglada color crema. Quité mis zapatos junto a los calcetines para hacer que otros zapatos tacón alto adornaran mis pies. Una blazer del mismo color de la falda era el último atuendo.
Salí del cubículo. Me acerqué hasta el lavamanos, dejé mi bolsa encima. Solté mi cabello, no lo iba a atar, así que lo ordené un poco.
Oh, miré mi reloj. Llegaría a tiempo, debería seguir saliendo a esta misma hora.
*
—Hola, buenas tardes.
Dije en cuanto entré al edificio. Hice una reverencia a la mujer con la que me encontré la primera vez que vine, cierto, recuerdo ese día, parecía que venía de algún encuentro sexual con alguien. Como conocía el sitio ya, me adentré por el pasillo para poder tomar el ascensor. Al llegar a la planta correspondida, la mujer que estaba en aquel escritorio no era la misma, era otra.
—Oh, ¡Hola! ¿Eres Im Bo-Ra?
Su voz era tan cálida y suave. Asentí llegando hasta a ella. Se levantó para hacer una reverencia y ahí me di cuenta de que era la secretaria del señor Jeon, estaba embarazada. Sonreí mirándola, seguro que pasaría un buen rato con ella.
Me senté a su lado como me iba indicando. No podía creer todo lo que hacía ella, yo jamás lo soportaría y ya empezaba a admirarla.
Como primera cosa, pasé casi tres horas hablando con ella, de su vida y más cosas mientras me dediqué a ordenar varios papeles que me había indicado. Su nombre era Choi Sooyoung, era del 91, pero no mencionó en algún momento al padre de su hijo o que estuviese casada. Después de tanto, en verdad me daba intriga, por qué me parecía tan transparente.
Me empecé a dar cuenta que la señorita Choi iba mucho al baño, al parecer era por su embarazo, apretaba mucho su vejiga. Admiro a todas esas mujeres que deciden ser madres, es una gran responsabilidad, no solo educarlo, el simple hecho de que aceptas todos los cambios que tendrá tu cuerpo y el futuro dudosa que tiene por delante con todas las complicaciones que traen consigo.
Seguí con lo mío, apuntando un par de números de teléfono, por mientras ella se iba al baño.
Por lo visto, el señor Jeon tiene muchos socios, los dueños de aquellos números me parecían conocidos, vaya que si lo eran. Personas reconocidas en todo el país, uno que otro hasta internacional. Me pregunto como era posible que ese hombre consiguiera tener su propio imperio, tampoco parecía tan mayor, seguro sus hijos eran apenas unos niños.
—¡Bora! Cariño, el señor Jeon vendrá ahora.
Me levanté de mi asiento. Me explicó algunas normas que se debían seguir en esta empresa. En el piso en donde nos encontrábamos, casi no habían oficinas, solo de los altos rangos y el del CEO, luego según el rango era en que planta te encontrabas. Hoy hubo una reunión en el exterior e iban a continuarla aquí, por ello venía él junto a un par de hombres, sus socios.
Cuándo el ascensor se abrió, la señorita Choi y yo hicimos una reverencia de 90 grados, aunque ella no la mantuvo por tanto tiempo. Incorporó su postura y se acercó al señor Jeon y compañía.
—Buenas tardes, señor Jeon. ¿Querrá que lleve algo a la sala de reuniones?
También reincorporé mi postura para mirarlos. El señor me miró de reojo.
—Supongo que las botellas de agua ya están puestas en la sala, trae alguna cosa para picar. No hablaremos de cosas tan importante, puedes entrar, trae a tu ayudante.
Se refería a mí. Todos empezaron a caminar hacia algún lugar desconocido que yo aún no había ido. La señorita Choi se acercó a mí, tomando un cuaderno que siempre estaba en su escritorio.
—Bora, vamos. Trae el cuaderno que te di, ahí debes apuntar las cosas que creas relevantes de la reunión que te ayudaran para después.
Asentí.
En total, eran 8 personas contando al señor Jeon. Elegantes, vestidos con similitud y la apariencias de que sus peinados costaban lo mismo que todo mi atuendo. Él se encontraba en la cabecera de aquella gran mesa, nosotras a cada lado de él, paradas, atentas a cualquier cosa –-pero al parecer el señor Jeon fue un tanto considerado, por qué dejó que la señorita Choi se pudiera sentar cuándo lo viera necesario--. Esta sala tenía bien merecida llamarla sala de reuniones, era gigante.
No apuntaba absolutamente nada, ellos estaban hablando de lo que habían comido luego de haber visto como avanzaba sus negocios, como iba su familia y demás cosas. Me percaté en cuanto alguien le preguntó sobre como llevaba sus asuntos personales y lo de su nuevo gimnasio.
—Considero que mudarme a Jeju fue una buena idea, trasladar la empresa aquí no fue tan fácil, pero los ingresos lo valen. Saben, el gimnasio le dieron más o menos 1 mes para que lo acaben.
—Es decir que sí que tienes buenos trabajadores.
Ahí estaba otra vez, mis pensamientos sobre la señora Hye. Cierto, me había propuesto arruinar a este hombre cuándo tuviera una buena cantidad de dinero... él solo pensaba en ello, yo también, pero podría decir que lo mío era por una buena causa, pero lo de él era avaricia.
—¿Ya sabes cuál será el primer combate?
—Claro. Estuve reflexionando en que fuese el campeón Jay y quitarle ese sobre nombre.
—Eso no será tan fácil Hyun-wook. Por los momentos no hay nadie que se le iguale.
—Está Jk.
Elevé mi vista un poco intrigada, hablaban de ¿Jungkook?
—A ese muchacho aún le hace falta algo.
¿Acaso no lo habían visto pelear? Yo tampoco, solo entrenar y casi no recuerdo nada de los tiempos en que lo pasaban por la televisión y el pequeño Taehyun lo miraba.
—Sí. La semana pasada lo puse a entrenar. Necesito que tenga más agilidad, en el último combate estuvo a nada de perder la conciencia, casi lo detienen. Este jueves tiene un torneo, el contrincante es un debilucho, así que creo que lo vencerá.
Hablaban de él como si fuese un objeto. ¿Quedar casi inconsciente? No entiendo nada de boxeo, pero eso no es normal, debe haber muchas normas sobre eso. Mi cabeza no puede imaginar si fuese el caso de Taehyun, no me agrada nada este 'deporte', para mí no lo es. Regresando al señor, esa manera de hablar. Era injusto, era como si tuviera todo el mandato sobre él, no era ese caso. Si lo que decía era cierto, ni siquiera lo dejaba descansar.
—Me gustaría verlo, la última vez que lo miré era un crío.
—Será difícil —Miró su reloj— Justo ahora estará entrenando. Le mencioné que podía descansar el miércoles por la noche, para que el jueves despertara reluciente. Lo que queda de semana, podríamos vernos, si es que no acaba mal.
Empezaron a reír. ¿A caso era un chiste? Este ambiente me daba mucho asco y no lo soportaba.
—Las personas necesitan descanso.
Susurré, pero al parecer el eco de la sala hizo que se escuchara. Todos pararon de reír y voltearon a verme, hasta la señorita Choi.
—¿Dijo algo, señorita Im?
Negué tragándome mis palabras. Cada vez que lo miraba, más lo odiaba.
—Y esta chica tan joven y hermosa, ¿quién es?
Empezaron a referirse a mí.
—La ayudante de Choi.
Puede ser que me haya escuchado y luego me reñiría. De inmediato, no me di cuenta de que no había dejado mi teléfono en el escritorio y empezó a vibrar en el bolsillo de mi falda. Me espanté y miré al señor Jeon que me seguía viendo. —Yo... lo lamento, es algo urgente.
Hice una reverencia y salí, no era urgente, pero debía decirlo para que no pareciera más falta de respeto. El número era un desconocido. Me acerqué al escritorio para poder hablar mejor.
—¿Si?
—Buenas noches. —Esa voz— ¿No me habías agendado? Espero que lo hagas adecuadamente. Te había mandado mensajes y no me contestaste.
—Llamaste en un mal momento Jungkook.
Como si fuese el destino, estaban hablando de él y me llama. Susurré lo mejor que podía su nombre, tampoco es que quería que supieran que lo conocía.
—¿Dónde estás? Es que, me gustaría verte ahora.
Me quedé helada, ¿como que verme? Según el señor Jeon, estaba entrenando, uh, ese hombre lo trataba mal por lo visto.
—Estoy en mi trabajo.
—Bora, son las 8 de la noche, ¿sales tan tarde? Creí que estarías en tu casa —No sabía que responderle realmente, no sé si debería verme con él. Puse mi mano sobre mi frente, tratando de pensar mejor. Cuándo quise responder algo, el señor Jeon estaba enfrente de mí y la señorita Choi detrás de él con su cuaderno en mano. — ¿Sigues ahí? Podría pasar a buscarte, no tengo ningún problema. Acabé de entrenar justo ahora e iba a ir al barrio. Pásame la dirección.
—Ah, está bien.
Respondí como pude y colgué. Levanté mi cuerpo de la silla para hacer una reverencia.
—Pido disculpas. Mi madre me llamó preocupada por qué algo ocurría en casa. Prometo que no volverá a suceder.
—Ven a mi oficina.
Su voz era tan seca que daba miedo. Lo miré como entraba y dejaba la puerta abierta. La señorita Choi me tomó de la mano, susurrando que estaría bien. Seguro que era duro con los nuevos, más conmigo.
Dejé el teléfono en el escritorio y me adentré en aquella oficina. El ambiente me hacía entender que seguro estaba enfadado conmigo, por obvias razones.
Me dediqué a quedarme parada, esperando alguna palabra de su parte.
—¿Puedes sentarte? —Hice lo que dijo— Es el primer día que trabajas aquí ¿La señorita Choi no te dijo las reglas?
Asentí mirando mis manos. La más importante por decirlo así, era no hablar en la sala de reuniones si no te lo autorizaban. Debía aprender a comportarme, solo esperar un tiempo hasta por fin irme de aquí, pero es que me parecía injusto.
—No sé si te lo han dicho, pero callada te vez más linda, deberías quedarte así siempre —Sus manos se juntaron, sosteniéndolas en la mesa. Me miraba atento, directo, sin pudor alguno que me empezó a incomodar. Apenas hoy era mi primer día, solo debía esperar un poco...— Puedes irte, Im.
Me levanté de la silla e hice una reverencia antes de salir. Puedo admitir que fue leve. La señorita Choi al verme salir, me arrastró hasta el escritorio para interrogarme.
—¿Qué te dijo? No escuché algún chillido, es raro. No me digas que te despidieron.
Tomé sus manos para calmarla.
—Solo me dio a entender que me callara y no volviese a interrumpir.
Me fijé como cayó rendida en su silla y no pude evitar reír.
Luego de unos minutos, me di cuenta de la hora, debía irme ya. Empecé a recoger mis cosas para poder salir, me despedí de la señorita Choi y me fui hacia la salida. Primer día y había sido un desastre por encima.
Mientras camina por la orilla de la carretera, en la acera, saqué mi teléfono y me fijé de la fila de mensajes que tenía de Jungkook.
Jungkook (JK)
Holaaaa
Soy Jungkook, el mejor
boxeador de todos.
6:55 p.m.
¿Estás en casa?
Me preguntaba si quisieras salir conmigo, digo, esta noche a
dar un paseo.
6:56 p.m.
¿Me estás ignorando?
7:30 p.m.
Creo que no soy un buen
besador, ya que no quieres
hablar conmigo :(
8:00 p.m.
Me gustó escuchar tu voz,
ahora... pásame tu dirección.
8:30 p.m.
Sonreí al ver todo aquello. Era tan tonta, por la presión de tener al señor Jeon de enfrente, le dije que si podíamos vernos. Pude haber inventado que Taehyun vendría por mí.
Qué pesadilla. Guardé mi teléfono, para seguir caminando con tranquilidad. Pude notar ya la parada de autobús.
Tendría que decirle que no a Jungkook, que tal vez nos viéramos mañana, prefiero irme sola, escuchando música mientras veo el cielo estrellado, pensando en futesas.
Quise apresurar mis pasos por el agobio y la presión que sentí en cuanto un coche que iba en dirección contraria, se detuvo a la orilla y empezó a ir en retroceso, como esperando a que yo me detuviera. ¿Parecía una paranoica? No, la persona del coche me estaba acosando. Metí mi mano en el bolso, para querer sacar mi móvil, llamaría a Taehyun en cualquier momento.
La ventanilla de dicho coche se bajó, haciendo que mi estúpida intriga me matara y volteara. Estaba todo oscuro, así que se me complicó reconocerlo, bueno, nada difícil al escuchar su saludo.
Las coincidencias pueden ser un desastre o una bendición, pero todas con un fin.
.
.
.
.
Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Dios les bendiga. Muak. <3
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro