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003.

Im Bora


Jamás en mi vida pude imaginar que algo así podía pasarme. Podríamos llamar que lo que hizo fue una venganza, lo puedo entender, pero cada acción tiene su reacción.

Chillé lo suficientemente alto para ser escuchada. Mi mente deambulaba entre gritarle todos los insultos que existían o simplemente raparle la cabeza. Giré sobre mis talones, quitando mi delantal y lo tiré al suelo. Estaba ahí, despreocupado y encogiéndose de hombros, como si no hubiese hecho nada.

Con cuidado, me moví para no pisar algún vidrio y me acerqué a él. Tomé su brazo, para que me prestara atención. Le señalé mi ropa mojada, pero este volvió a encoger sus hombros.

—Eres un...

Mierdas. Eso era. Dios, si pudiera, le pegaría como lo hace Taehyun a su saco, maldición. Con un aspecto altanero, se acercó a mí, evitando los vidrios del suelo.

—¿Un qué?

Susurró, jugando conmigo. Dejó de prestarme atención. Recobró su postura e iba a acercarse a Myung-hee para pagarle, pero no llegaría hasta ahí. Me coloqué a su lado y lo empujé nuevamente para que me mirara.

—¡Eres un imbécil! Si querías hacer algo, ¿por qué aquí? No tienes ni puñetera idea de cuanto costaban esos vasos. Pagarás por todo.

Sonrió socarrón al escuchar mis palabras. Sentí mi cuerpo tensarse al ver a su guardia moverse hacia mí, pero el imbécil lo detuvo.

—Si quieres, puedo quedarme hasta que la dueña regrese, le comento que tuviste la culpa y te echará a la calle.

Oh, no tenía idea el idiota. Gracias a las acciones divinas, mi madre entró al local, dejó las bolsas que traía a un lado y quedó perpleja ante el desastre. Se acercó a mí y jaló mi brazo mirándome detenidamente. Yo no podía dejar de verlo a él, maldito, desgraciado, le partiría su cara y borraría su estúpida sonrisa.

—Señora...

—¿Qué te pasó Bora?

Jaló mi brazo y tomó mi quijada como última alternativa para que la atendiera.

—Un accidente, que este chico lo pagará porque es muy amable y se siente culpable. Tranquila, mamá.

Pronuncié bien lo último, para ver si sus neuronas funcionaban y entendía. Pero, Chin-mae le asintió en señal de que este restaurante era de nosotras, dueña mi madre.

—Lo siento tanto, yo, no quise.

—A nadie le importa, le agradecería que pagara y se retirara.

Apareció su cara de imbécil arrepentido, sus ojos se agrandaron como perrito y a mí me valía tres cominos. Hice sonar mis dientes y salí de ahí, tirando humo.

Hacía frío, más por lo de mi ropa mojada. Odiaba las noches justo ahora. Arrugué mi nariz. El olor a Coca-Cola y cerveza estaban impregnados en mí, daba asco. Tomé un mechón de mi cabello y jugué con él para calmarme.

¿Qué le costaba coger un par de tijeras y cortarme el cabello? Ah, conozco a la perfección cuanto costaba cada cosa del restaurante. Que sí, simples vasos, vasos que valían mucho.

La puerta se abrió, llamando mi atención. Era él. Miré hacia el frente nuevamente, pero este se acercó a mí, despacio, con cuidado. Me levanté del tronco en que él estaba sentada, no quería verlo.

—Ya pagué. Creo que hubiese sido fácil burlarme de tu nombre raro que hacer aquello ¿Bora? —Bufé molesta. Iba a entrar, pero escuché su voz. Parecía arrepentirse también de aquello.— Mi nombre no es Jk.

—No me importa.

Entré al local y lo dejé ahí. No podía pensar este día, mis maldades o mejor dicho, mi justicia me amargó el día en vez de satisfacerme.

Habían acabado de limpiar. Young fue amable, junto a sus amigos, de haber ayudado.


*


Estaba odiando aquella cita. A los dos días de haberle dado mi número, me llamó para vernos. Las apariencias engañan, cierto. Young era aburrido, solo me hablaba de fútbol, era tan cliché. Podía hablar de futbol unos minutos, pero no 2 horas de cita. Lo que sabía de él; le gustaba el fútbol, su jugador favorito era Messi, cuándo era pequeño ganó dos medallas por ser el mejor y ganar el partido, viajó a Barcelona para ver un partido y que tiene 25 años.

Conclusión: Quiero irme.

Mi cabeza empezó a doler, no pude comer bien. Mientras seguía hablando, pensé en todo lo que debía estudiar cuándo llegara a casa, aunque hoy Taehyun iría a entrenar y quería verle.

Acabamos de comer. Él se acercó a pagar, yo dije que pagaría lo mío, pero insistió. Bajé un poco mi falda de cuero y coloqué mejor mi bolso.

Sin que lo pidiese, su mano tomó la mía y entrelazó nuestros dedos. Quería llevarme a casa, tenía el coche prestado de su amigo y no podía negarme. Cuándo llegamos hasta donde estaba el coche, abrió la puerta y dejó que entrara. Sabía que iba a querer besarme, así que antes de que subiera, saqué mi pequeño espejo de mi bolso y miré que mi labial no estuviera escurrido, mis dientes estaban limpios, mi aliento olía bien, me miraba bien. Me acomodé al ver que entró. Se sentó mirando hacia mí y me analizó.

—¿Cuántos años tienes? Perdona no haber preguntado antes.

—23, no tenemos tanta diferencia.

Él sonrió emocionado. Era mentira, tenía 20. Si le decía, me trataría igual y bueno, el chico era guapo.

Camino a casa, repetidas veces acarició mi pierna descubierta y me miraba por el rabillo del ojo, yo me mantenía fija a la carretera. Estaba segura de que querría saber a donde llevarme, lo bueno es que solo sabía que "trabajaba" en el restaurante, no que vivía ahí. Le di una dirección en especial, para saber donde me dejaba.

Aparcó el coche y vi como desabrochó su cinturón.

—Me encantó estar contigo, espero salir otra noche.

—También me gustó escucharte hablar toda la noche.

Esperé a sus movimientos, pero estaba tenso. Su mano volvió de nuevo a mi pierna y la otra a mi nuca.

Acercó su rostro al mío, era rudo. Sin pegar aún nuestros labios, miré como sacó su lengua y delineó mis labios primero. Besó lentamente mi mejilla, hasta llegar a mis comisuras. Cuándo abrí mi boca, ansiosa a que hiciera algo, empezó a besarme. Metió su lengua desde el primer momento, Dios, era malísimo. Su mano seguía acariciando mi pierna, pero en eso pasó a la otra y chocó contra la parte interna y subió más.

Literal, estaba comiéndome. Ocultaba mis labios con los suyos, los chupaba ansioso, pero llegó un punto en que me dio asco, podía sentir que solo me llenaba de baba. Sabía su intención, así que detuve sus manos y traté de separarme de él.

—Adiós, Young.

Dije y bajé apresurada. Limpié mi boca. No estaba mal, pero ya no quería verlo. Bajé mi falda y seguí mi camino hasta el gimnasio donde entrenaba Taehyun.

Por la hora, seguro no habría nadie en el lugar. Me acerqué más subiendo aquellas cortas escaleras, y abrí la gran puerta que estaba frente a mí. Nada más había oscuridad, seguí caminando hasta encontrar una luz tenue al fondo.

Quité mis zapatos y caminé descalza hasta llegar a él. Como no me miraba, me acerqué al ring de boxeo que se encontraba detrás de él, me subí como pude y me senté. Parecía ansioso por alguna razón. Sus golpes al saco eran tan agresivos, sus guantes chocaban brutamente.

Sus piernas apenas estaban quietas y su torso se movía de un lado a otro combinando golpes. Estaba sudando, estaba muy sudado. Su camisa manga corta estaba pegada a su cuerpo y su cabello estaba mojado contra su frente. Moví mis pies en el aire. Debía ser sincera una vez, él era bueno, sus gestos eran muchos al momento, tal vez podría mejorarlo. Yo creo, que puede ganarle a cualquiera.

De repente, se detuvo al dar un fuerte golpe y cayó al suelo. Empecé a aplaudir llamando su atención y este sonrió al verme. Se levantó cansado del suelo, acercándose. A mi lado habían varias botellas de agua, agarré una para dársela y que tomara.

Taehyun era una persona atractiva, podía decir que si no fuera porque lo conozco desde hace 10 años y no lo viera como solo un amigo, me gustaría. No soy propensa a enamorarme, no me gusta el amor, solo me gusta sentirme bien, tampoco juzgo que algún día lo haga.

El sudor bajaba por su cuello mientras bebía agua, aquello era una buena imagen, desearía que la perra de Min-ju lo mirara y se enamorara de él ya.

Cuándo acabó, dejó la botella a un lado y puso sus manos con guantes en mis piernas para que le ayudara. Mientras quitaba sus guantes, le comenté sobre la cita, ya que me había preguntado. Solo se rio cuándo mencioné el beso.

—Hubieras besado a Jisung y comparar.

—Lo sé, Jisung parecía besar bien, igual este, pero las apariencias engañan.

—Los mensajes del maestro de inglés sí que te ensañan cosas.

Sonreí. Alcé mis brazos para que me ayudara a bajar. No quería hacerlo porque estaba sudado, pero me daba igual. Como si fuera una bebé, puso sus manos debajo de mis axilas, solté una risilla por las cosquillas y me cargó para dejarme en el suelo. No me soltó, más bien, siguió haciéndome cosquillas y me quedé agachada, con él literalmente encima de mí, haciéndome reír.

—¡Maldito Taehyun, snqbhsg!

—No entendí.

No podía ni hablar, me hacía mucha gracia. Cuándo me soltó, reincorporé mi postura y empecé a darle golpes en su brazo, pero haciendo la broma, hacía fuerza para que se notaran sus pequeños pero tonificados músculos.

Sacándonos de aquella burbuja que solíamos tener, escuché un carraspeo de garganta que hizo que nos detuviéramos. Miré el rostro de Taehyun, parecía sorprendido, así que me di vuelta para verlo, lo que me faltaba.

Jk, que no se llamaba Jk, estaba ahí, parado, con unos guantes colgados sobre su cuello, en tirantes, dejando a la vista varios tatuajes, pantalones cortos y su cabello levemente despeinado, claro, no se podía ver mucho porque era corto.

—Creí que no habría nadie ahora.

Me fijé que la mirada que estaba puesta en mí, pasó a Taehyun, los dos se miraban como si entre ellos se conociesen, era extraño, porque sabía que nunca lo había visto en persona.

—Ya nos íbamos.

Dijo Taehyun cortando la vista con aquel Jk, pensé que se emocionaría, saltaría y le pediría un autógrafo. Tomó la camisa y otra cosa que tenía por ahí y alzó su mano para que la tomara. Antes de hacerlo, coloqué mis zapatos y nos fuimos de ahí. Pasamos a su lado sin voltear a verlo.

Taehyun tenía un casillero por aquí, personalizado, así que seguro se cambiaría.

—Deberías ducharte, no irte así.

No quería bañarse, quería irse ya. Al final, logré convencerlo, yo me quedaría sin problema a esperarlo. Me di la vuelta en el banquillo y esperé a que se quitara su camisa y se metió a las duchas.

Me dolían los pies, tuve que ponerme unas zapatillas. No, estos zapatos no eran de tacón alto, pero molestaban. Mientras esperaba, empecé a escuchar un leve ruido y sentía curiosidad, así que me levanté del banquillo y quité de nuevo mis zapatos para ir a escondidas. Di algunos pasos para esconderme detrás del ring, podía verlo a él, en el saco de boxeo que estaba al lado de donde estaba Taehyun, me dejaba una vista mejor. Sus movimientos eran lentos, precisos, no tenía prisa ni ningún tipo de enojo, a diferencia de Taehyun.

Estaba tan neutro, no parecía enojado, solo miraba con atención el saco negro. Agitaba sus manos repetidas veces en el aire, se detenía y volvía a otra ronda de golpes, esta vez, lo hacía más rápido y contra el saco, con golpes suaves, eran justo en medio.

La otra diferencia es que solía moverse a veces de lugar, parecía imitar un combate y en eso, su actitud cambió. Su gesto era otro, hizo mi cuerpo erizar. Dio pequeños saltitos y la ronda de golpes duros, rápidos, justos, había empezado, le daba tan bien, parecía hacerlo mejor que Taehyun, como todo un profesional, vaya que si lo era.

Puedo admitir que no podía moverme de aquí, quería seguir mirando. Me aproximé un poco más.

El sudor se notaba ya en su frente, no se pegaba a su cabello, simplemente estaban las delgadas hileras cayendo, su sudor caía desde su oreja hasta el cuello, sus brazos brillaban, sus tatuajes eran tan atractivos.

Su camisa se pegó rápidamente a su cuerpo tonificado y grande, era un hombre musculoso y tan sensual

Mierda, ¿en qué pensaba?

Detuvo el ritmo y dio pequeños saltitos agitando sus manos y cuándo dio el último golpe, era como si me lo hubiese dado a mi cuerpo.

Tenía una sonrisa en su rostro, vaya que estaba satisfecho con lo que hacía.

Me di la vuelta y empecé a caminar hacia los vestidores, no podía creer lo que había visto. Mis manos temblaban y no podía controlar mi respiración. Al llegar, miré a Taehyung colocando su camisa, justo a tiempo. Cerró su casillero y me miró preocupado.

—Pareciera que viste un fantasma.

Sonreí nerviosa y tomé mis zapatos. Quería irme ya de ahí. Cuándo estábamos saliendo, él ya no estaba, así que no tuve que verle.

En todo el camino, Taehyun llevaba charlando sobre cosas del instituto y yo solo estaba en los movimientos de Jk pasando de una manera lenta por mi cabeza. La mirada que tenía en sus ojos había sido tan lujuriosa, tanto que no podía imaginar como me sentiría si fuesen hacia mí.

—No me estás escuchando Bora, ¿Qué ocurrió? ¿Volvió a molestarte cuándo me duchaba?

Negué saliendo de mi laguna mental.

—Estaba pensando en que no te emocionaste al verlo, digo, es la primera vez que lo vez. Ah, no sabía que viniera por aquí. Todo es confuso.

—Por las cámaras da una imagen, pero parece arrogante por lo que me has contado, aunque la mitad, tú tuviste la culpa.

—No, no es así y lo sabes. No puedo permitir que se salga con la suya. Imagínate, se sabe que vive en Seúl, ¿qué le trae por aquí? ¿Solo el restaurante que su amigo Jeon compró?

—No deberías meterte ya en ese tema. Hazme caso por una vez.

Detuvimos nuestro paso. Mirábamos el autobús llegar y nos subimos. No dijimos nada en el transcurso. No sé lo que le pasaba, mejor hubiera mentido para no desilusionarlo por su ejemplo a seguir, pero Taehyun era mejor que ese.

Nos separamos donde siempre lo hacíamos y seguí mi camino. Nunca se me pasó por la cabeza seguirlo, siempre respeté su privacidad y lo que siempre me pedía, aunque a veces debía admitir que me daban ganas descubrir donde vivía.

Al llegar a casa, traté de hacer el menor ruido posible. Seguro mi madre tuvo un día pesado y estaba profundamente dormida. Me adentré a mi habitación.

Quité mis zapatos y los dejé a un lado de la entrada, también mi falda y saqué un pijama y me lo coloqué. Cuándo acabé, tomé mi portátil, quería buscar algo. Coloqué la dirección del gimnasio al cual iba Taehyun, busqué información y me di cuenta de que el dueño era 'Jeon Hyun-wook', mismo que compró el restaurante de Hye.

Mientras seguía bajando, también salió algo sobre que tenía muchos negocios; era socio de una tienda de moda que fabricaba ropa para deportistas, un gran imperio, al parecer; era dueño de dos gimnasios reconocidos de toda corea del sur; atendía una pequeña parte de un canal de televisión que transmitían las peleas y las organizaba; y por último, lo cual era más conocido, era por su agencia Golden Tycoon, gracias a eso, se hizo grande -según narraban los distintos artículos-.

Así que era capaz de pagarle aquella cantidad a Hye, seguro que tenía a muchos boxeadores a su cargo, por eso ganaba más dinero a cuerpo de ellos.

Me interesaba. Quiere decir que el gimnasio que pensaba construir sería el tercero, ¿pero por qué? Ya tenía ese donde Taehyun iba. Las tarifas aparte son muy altas, no entiendo como es que Taehyun logra pagarlas.

Encontré una página oficial. Así fue como llegué a la biografía de ese hombre y empecé a leer.

Decía un poco lo de sus empresas, que había empezado desde muy joven en los negocios, pero que su sueño siempre fue ser un boxeador profesional, pero a causa de una lesión, no continuó.

Sobre su familia, solo mencionaba que por los momentos era un padre soltero que mantenía a sus dos hijos, aunque no salía nada sobre ellos, pero si de los boxeadores que tenía en su mando, ahí estaba el mentado Jk. Entré a su perfil, en la foto en la que se mostraba, se miraba muy llamativo. Quería buscar más, pero la puerta se abrió y tuve que hacerme la dormida.

Quería saber más, solo un poco más sobre todo lo que tuviese que ver con ese chico al cual le corté el cabello.

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Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Dios les bendiga. Muak. <3

— Herbst

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