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cap 5

-No te preocupes... estaré allí en la mañana –hablaba por el móvil con Alex- Lo sé, no hay problema... Entonces el sábado a las 10 am. En tu casa...–me despido de ella y cuelgo.

Me tire con la cabeza colgando del borde de la cama. Estaba cansada, esta semana ha sido difícil. Realizar 3 trabajos de investigación para Ciencias, Comunicación e Historia. Una obra de arte abstracto para Arte. Y por último tener que escribir un poema para Persona.

Ciento una suave presión en mi pecho, levanto mi vista viendo a Yugi. Este solo me mira y se acomoda para dormir, lo cual lo hace al instante. Empiezo a pensar en algunas cosas.

Dentro de 2 días es nuestro viaje, no sé cómo sentirme. Estoy emocionada, estar esperando casi 3 meses por este día es desesperante. Por otro lado, tengo una sensación de estar alerta e incómoda con mí entorno. Como si algo me asechase a cada rato.

Les he mencionado a mis amigos sobre esto. Lo cual ellos no supieron que responder, ya que siempre he sido muy atenta con mi entorno. Por un momento sentí como Fox posaba su mirada sobre mi hombro, como si viese algo para después hacer como si nada pasase.

-Wolf ya calma –me habla Yugi- Yo también estoy preocupado, presiento que algo va a suceder.

-¿Qué quieres decir con esto? –pregunto al verlo así, cosa rara en él.

-Recuerda que no soy un espíritu común y corriente, ni siquiera soy un guía –me siento sobre la cama mientras él lo hace frente a mí- Soy un guardián, uno de bajo poder, pero aun así mi deber sigue siendo protegerte.

No entendía porque me repetía las misma palabras que uso cuando nos conocimos. Eso fue hace casi 5 años y aún lo recuerdo como si fuera ayer. Ese día que cambio mi punto de vista de este mundo para siempre.

Era un día de junio, llovía a cantaros. Regresaba de la primaria, donde nadie me apreciaba. Durante el recreo, un compañero me pego un chicle, embarrándolo por toda la cabeza. Mi melena que me llegaba hacia la cintura, ahora era corto, parecía un chico.

Pero eso no fue todo. Cuando empezó a llover, me empujaron a unos de los charcos, manchando todo mi uniforme. En ese momento estaba embarrada de pies a cabeza y tratando de controlar mis lágrimas.

Hoy no habría nadie en casa, estaba sola, como siempre.

Había tomado otro camino, el cual me lleva a un parque, el cual siempre me llamo la atención. Cuando pase frente a un árbol, tal vez un abedul, escuche unos ruidos muy leves. Nadie a mí alrededor daba señales de mirar en la dirección en donde tenía la mirada.

Curiosa me dirigí a ver, pero no había nada. Me iba a ir cuando siento que me miran, al voltear veo algo brillando y lo tomo. Al verlo me dio gracia ya que era un collar para gato, en lugar de una placa o campanita, había un ala de ángel de cobre con un diamantito naranja en el comienzo del ala.

Sonreí al verlo, estaba sucio pero igual seguía siendo lindo. Lo metí dentro del bolsillo de mi blusa y me fui casa. En el camino una imagen vino a mi mente. Un gato, hermoso, que solo duro un segundo.

Al llegar a mi hogar, me saque la ropa y la puse en el cesto de lavandería. Una vez desnuda, tome el collar y me fui a bañar. Llene una tina con agua tibia y le puse jabón de rosas y limón líquido, para hacer burbujas.

Una vez metida, me relaje y puse en marcha mi aseo. Ya llena de jabón y champú, comencé a lavar el collar. Cuando termine de enjuagarlo pude verlo a detalle.

Era plata y no cobre como pensé, y el diamante no era naranja sino blanco. Salí del baño y me puse el pijama. Contemple mi nuevo peinado, por suerte un gran mechón se salvó. Este se encontraba en la parte delantera, cubriéndome el ojo. Parecía una emo, más de lo que ya lo aparentaba.

Dando un suspiro contemple de nuevo el collar. Mis ojos brillaron de emoción, una idea que albergaba en mi mente, encendida por inspiración.

No tenía sueño pero si determinación. Salí de mi habitación y baje al primer piso. Sin impórtame del regaño que recibiría después, llegue al estudio de mi tia Andy, un lugar en donde podrías ver bocetos y telas a montón.

Tome unas telas de felpa-peluche color blanco y rubio-caramelo, aguja, un carrete de hilo blanco, trozos de algodón rosa y botones. Al tener mi botín, corrí a mi guarida comenzando mi creación.

Cortar y coser, eso era lo que mi mente mandaba. Poco a poco tomaba forma, siendo primero el cuerpo y al final la cabeza. Al terminarlo, solo sonreí.

Era un gato de peluche, de unos 50 cm de alto y 24 cm de ancho. Su cola era larga y peluda. Era lindo y me felicite a mí misma por mi trabajo, ya que era la primera vez que hago un peluche.

Era perfecto tal como es, pero un detalle le faltaba. Sus ojos.

Nada encajaba para ellos. Ni los botones ni perlas de colores servían. Pero recordé algo que podría funcionar. Sacando un cofre de madera negra, dentro del armario, eran mis tesoros.

Lo abrí y encontré lo que usaría de ojos. Dentro hay joyas, fotos y pequeños juguetes o broches. Pero, lo que hay dentro de un saquito, era lo que me importaba.

Saque un par gemas verdes del saquito, dejando el resto en él. Las piedras eran del collar que le hice a mí, ya fallecido, gato Osito. La tristeza me invadió, pero pude ignórala por momento. Dirigiendo me otra vez al escritorio, comencé a coserle los ojos al peluche con delicadeza.

El cansancio me venció, con mi vista nublosa, veía con cariño el animal de peluche. Era como si tuviera vida propia. Una risita escapo de mis labios.

Antes de caer en los brazos de Morfeo, le coloque el collar que recogí esa tarde y murmure:

-Yugi te llamaras... -fue lo último que dije.

Desperté esa mañana sintiendo una calidez junto a mi cuerpo, el cual ignore. Estaba muy cómoda, que no me importaba que ese día tuviera escuela. Aparte mi cabello no era lo mejor. Tenía que arreglarlo.

Después de un rato entre en razón y me di cuenta de algunas cosas. La primera, era que estaba en mi cama, cuando me quede dormida sobre el escritorio. Y la segunda, sentía como algo suave y peludo se frotaba contra mi cara.

Al abrir los ojos, solo vi a 2 pares de ojos esmeraldas mirándome sonrientes para después decir:

-Buenos días Wolfram.

Después de eso fue todo raro. Primero algunas sorpresas después dudadas. Al final era feliz por mi nuevo amigo. Lo había creado en un momento de soledad pero ahora no lo estaría más.

Me explico algunas cosas que hasta la fecha no entiendo. También arreglo mi cabello, haciendo que el evento del día anterior solo era un mal sueño.

Desde ese momento Yugi y yo fuimos inseparables, con una que otra aventura. Dándome más confianza y seguridad en mí persona. Pero aun hasta el día de hoy, no dejo mi naturaleza solitaria. Pero, gracias a él conocí a 2 personas a quienes considero hermanos.

Una sonrisa se formó en mis labios de solo recordar todo lo vivido, inconscientemente, acaricie a Yugi que estaba enroscado sobre mi estómago. Este solo alzo su cabeza y me miraba con esas profundas gemas verdes, analizando el porqué de mi sonrisa y que escondía en mi alma.



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