Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Oráculo

Una foto.

¡¿Cómo una fotografía pudo dejarme tan ansioso?! Mientras bajo la misma escalera que he bajado antes, no puedo evitar pensar en que nunca la he sentido más empinada y peligrosa. Y junto con la fría sensación del sudor en mi cuello, mi respiración agitada y el fuerte agarre que mantengo en el brazo de Norman mientras corremos hacia la salida, me pregunto... ¿Debería llamar a Ford? ¿Será mejor avisar a los otros? ¿Tengo el celular conmigo? ¿A dónde corremos?

La sensación claustrofóbica no me permite concentrarme en mi siguiente paso. Afortunadamente la frialdad del pomo de la puerta, al entrar en contacto con mi mano, me hace despertar del terror entumecido que me invadió durante mi huída... aunque también me hace notar la fuerza, casi dolorosa, con la que he agarrado el brazo de Norman. Suelto de inmediato mi agarre. Norman, casi por instinto, se soba el área que había estado sujetando.

—Lo lamento —le murmuro, el portazo de la puerta invadiendo el ambiente.

Me mira un instante, abriendo y cerrando su boca un par de veces antes de soltar un suspiro. Y bajando su vista, me pregunta nervioso.

—¿Estás bien, Dipper?

—¡¡NO!! ¡No estoy bien! ¡Nada de esto está bien...! —finalmente suelto mis pensamientos, tal vez más fuerte de lo que debería.— Se suponía que estas serían vacaciones tranquilas, nada más... ¡¿Por qué se nos ocurrió investigar asesinatos en primer lugar?! ¡¡SOMOS NIÑOS!! ¡¡No nos corresponde!! Deberíamos estar por ahí, haciendo cualquier otra cosa, en lugar de lidiar con ese maldito... demonio... de nuevo...

Me detengo al notar lo que acabo de gritar. También noto la expresión de Norman, claramente de preocupación (y podría decir, de miedo). Aún así, intenta calmarme, acercándose a mí y poniendo con reconfortante suavidad sus manos en mis hombros. Ante su gesto, hago un esfuerzo mínimo por sonreír, resultando más en una mueca de cansancio que una sonrisa.

—Busquemos a Cor, ¿sí? —me dice en voz baja, sin apartar su vista de mis ojos—. Tal vez ella sepa qué podemos hacer.

Con un asentimiento de cabeza mutuo iniciamos nuestra marcha hacia Coraline. Pero en silencio, pues ¿de qué podríamos hablar en un momento como éste? Pienso, irónicamente "¡Hola! ¿Cómo estás ahora que sabes que tu tío es la siguiente víctima?" 

"Estoy de maravilla, gracias por preguntar." No es una buena conversación para estrechar lazos de amistad.

—No había una foto de Stanford cuando añadí cosas en el pizarrón —susurra Norman, con su vista en el suelo y un temblor en su labio.

Mis deseos de simplemente asentir y seguir en silencio no ayudan ahora. Y después de todo, la escena en la cabaña no parece tener ningún sentido. Aún así sin voltearme a verlo, le hablo...

—De cualquier forma,—con un rápido vistazo de reojo, pregunto— ¿Qué pasó? ¿Por qué te quedaste?

—Yo... Aún si te lo digo... —puedo escucharlo cómo traga saliva, antes de continuar— ...no me creerías...

—Lo creeré. De cualquier modo estoy seguro que no será lo más extraño que ha ocurrido en este pueblo— digo con una sonrisa.

Siento que mis mejillas están congeladas. Aparentemente salir corriendo de una casa durante la noche a inicios de otoño, llevando sólo esta chamarra delgada ha entrado en mi lista de "no volver a repetir, NUNCA". Bueno... a menos que esté planeando morir de hipotermia. No estoy exagerando, realmente hace mucho frío. ¡Brr!

—Bueno... yo...

Un horrible sonido invade lento en la noche, interrumpiendo sus palabras. Un quejido, el cual sólo alguien que ha sido apuñalado y golpeado produciría. Y se acerca. Más. Y MÁS.

Siento una tensión en mi pecho y mis piernas temblorosas, están casi sin sostenerme. Miro con horror a Norman, pero él observa por nuestros alrededores, buscando. El pánico es evidente y perfectamente visible en sus ojos.

Un pensamiento inquietante pasa por mi mente. "Ya es tarde. Es tarde para salvar a Ford." De repente, un grito. El más aterrador que he escuchado en mi vida.

Mi corazón casi sale de mi pecho, por el sobresalto. Y el grito que Norman y yo soltamos, probablemente todo Gravity Falls lo escuchó. Gritamos, al menos hasta que la misma voz agonizante no deja de repetir "Tienes un nuevo mensaje"... Mi terror y pánico muta hacia un desconcierto.

—¿...qué...? —pregunto al aire. Norman saca su teléfono con desconfianza y manos temblorosas.

El desconcierto cambia a la furia y molestia.

—...ese no es mi tono... —murmura él tímidamente.

Su actitud me hace pensar que él no lo puso, probablemente es alguna broma de Mabel o Wybie. ¡¿Quién demonios tiene un tono de teléfono tan aterrador?! En mis intentos por recobrar la mayor cantidad posible de dignidad perdida en ese grito, no puedo evitar mis ganas de ahorcarlo.

—¿En serio? —le pregunto y continúo con... — Porque parece que tu teléfono sufrió mucho antes de morir —digo sarcásticamente, dirigiéndole la mirada de mayor odio que soy capaz de formar.

—Es de Coraline —dice Norman, avergonzado—, quiere saber porqué no hemos llegado aún.

"¡Ay! ¿Cómo explicarle?" pienso. La cantidad de información que debemos comunicar a nuestra amiga de pelo azul no cabría en un mensaje de texto. Y ninguno de nosotros tiene la voz para mandarle un audio. Apoyando mi brazo en el hombro de Norman, puedo leer el mensaje «Más les vale que les pasara algo horrible o que estén muertos, porque si me dejaron plantada los mato». Obviando las amenazas de muerte, el mensaje acompañado con múltiples emojis de caras rojas enojadas logra que me tranquilice un poco.

—¿Perder nuestra dignidad, y la fe en la humanidad, cuenta como un suceso horrible? —me pregunto con calma y en voz alta.

No espero una respuesta. Pero la recibo con la risa de Norman, interrumpiendo la tensión en el ambiente. Tal vez sean los nervios, pero puedo jurar que vi unas cuantas lágrimas salir de sus ojos.

—Espero que sí. Nos costará mucho recuperar ambas.

Nos miramos por un momento antes de estallar en risas. Es patético que gritemos así por un tono de mensaje. Con suerte nadie estaba pasando cerca de nosotros o no existiría ninguna dignidad que pudiéramos rescatar.

—Vamos —continúa Norman—, antes de que realmente tengamos algo por lo que gritar.

Iniciamos nuestra marcha con un mejor ánimo que antes. En cierto punto del trayecto, Norman se detiene a ver el mapa que había mandado Cor, marcado con su ubicación. Entre tanto, yo intento contactar con Ford y Stan, fallando, pues uno manda mi teléfono a la contestadora y el otro no recibe siquiera la llamada.

—Perfecto —murmuro con sarcasmo e irritación.

Al preparar mentalmente una gran queja para esos dos, sólo me detengo para mirar a Norman. Justo frente mío. Mirando un punto atrás de mi.

—Norman —con incomodidad decido preguntarle—, ¿Te... te encuentras bien?

Mi voz se quiebra al preguntar pero lo disimulo con una tos. "Tal vez lo que sea que Norman quiere decirme realmente sea extraño" pienso con duda.

—Ella te sigue —murmura Norman— y no parece muy feliz.

—Norman... —digo con miedo— no hay nadie allí...

Finalmente me asusto por la incertidumbre que avanza en mí. Y la actitud de Norman... ¿Acaso perdió la cabeza? ¿Es un fantasma? Desearía, honestamente, que sea sólo una persona que escuchó mi grito de niña. Me niego a creer que hay un ente paranormal pegado a mí. Siguiéndome.

—Vamos —le digo, agarrando su mano—, Cor debe estar planeando nuestro funeral.

En silencio, decidimos apresurar nuestro paso. Éste último trayecto es el más eterno e incómodo que he tenido en toda mi vida. Y realmente está superando los que he tenido con Mabel, que son muchos más.

Llegamos. Por fin.

Le doy una ojeada rápida al local, juzgándolo. Es una pequeña cafetería, con una fachada naranja brillante, algo descascarada. Tiene una muy, muy grande puerta (más alta que la altura de cualquier persona) de madera oscura, con su nombre "Cafetería La Belle Dame", pintada con letras blancas en ella.

"Con la insistencia de Coraline por venir aquí y la distancia que prácticamente nos llevó fuera del pueblo, realmente esperaba algo mejor", pienso, mientras un fuerte aroma a chocolate caliente me invade.

Nuestra amiga nos espera, apoyada en la pared, mientras mira su celular. Al acercarnos, nos escucha y su rostro cambia a rojo inmediatamente.

—¡Se dignaron a venir! —dice, con asombro y alegría exagerados—, pensaba que a ustedes, sus majestades, les había surgido algún compromiso.

No me dejo engañar por su sarcasmo. Coraline no puede ocultar su mirada molesta, aunque parece lo suficientemente calmada para que yo perciba alguna intención asesina de su parte.

—Lo sentimos. Algo pasó y...

—¿Van a pasar, queridos? —nos interrumpe una voz de mujer. Los tres volteamos— Está haciendo mucho frío aquí afuera. Vamos, pasen. Estoy segura que pronto empezará a llover. 

Nos miramos entre los tres. Y con un encogimiento de hombros propio, veo a Coraline tomar la iniciativa y ser rodeada por el brazo de la mujer. Rápidamente nos apresuramos a seguirlas. Aunque me detengo al ver que Norman se voltea por unos segundos, como si buscara algo. Me nota enseguida, y con nerviosismo, me indica con un movimiento pequeño de su mano que avancemos.

Es un sitio tranquilo, a juzgar por la cantidad de personas que hay. Y tampoco hay muchas mesas... Coraline camina hacia una de ellas, ignorando el tarareo de la entusiasta mujer. Norman se sienta en la mesa antes y abre la silla al lado suyo con su pierna.

—Gracias... —le digo después de sentarme.

—¡Bienvenidos a "La Belle Dame"! El hogar del mejor chocolate caliente en Oregon —exclama, con exorbitante entusiasmo—. ¿Gustan pedir un aperitivo ligero para empezar? Tenemos para ofrecer "L'oreille Orson" y los "Doigts Farcis Marron". Aunque nuestro postre estrella son los "Yeux Chocolat Dubois", perfectos para compartir... Aunque también podría ofrecerles "Algiz", pero es nuevo y aún no llegan los ingredientes...

Que nombres más raros... ¡Espera! ¿Oreille no es... oreja... en francés? ...y Orson y Dubois son nombres... Esta mujer es muy extraña...

—Tal vez necesiten más tiempo para hacer sus pedidos —comenta con calma. Y con una voz digna de ópera, nos dice—. Vuelvo pronto.

A saltitos, marcha hacia el mostrador, dejándonos mudos por el desconcierto. Y así seguimos por un tiempo, hasta que somos interrumpidos por mi tono de celular. Con esperanza de que sea Ford (o Stan) lo saco del bolsillo, y... es Mabel... enviando una espantosa fotografía de un niño disfrazado de Hombre Lobo enjaulado, con ella, Wybie y Neil a su alrededor, saludando a la cámara. "Mira lo que atrapamos. ¿Me dejas conservarlo?" dice el texto. La escena me causa un ataque de risa. Norman, curioso, toma mi teléfono y, posteriormente, se ríe junto a mí.

Guardo mi teléfono, después de recuperarlo y enviar un mensaje a Stan. La alegría en la foto me tranquiliza, permitiendo que aprecie este lugar. Realmente es una agradable cafetería, con sólo el sonido de las cucharas golpeando la porcelana. Es tranquilizantes poder descansar de todas mis preocupaciones, sin pensar en muertos o desaparecidos. Suelto la tensión en mi cuerpo, relajándome. Por fin...

Una aguda y suave voz interrumpe mi tranquilidad.

—No debieron venir niños.

Abro mis ojos de golpe por el sobresalto. Y me enderezo con cuidado encontrando a una mujer sentada delante mío. Por supuesto, no había alguien antes, sentado en esa silla. Pero la mujer, sin inmutarse, permanece callada mientras nos examina con un desliz lento de su mirada.

Sus cabellos, de un blanco plateado, desprenden un inusual brillo por la luz de las lámparas.

—Realmente no debieron venir —repite, esta vez con burla—. Ahora sabe que lo persiguen.

—¿Qué...

—Shhh —me interrumpe con un largo y frío dedo en mis labios—, no tengas miedo. Él ya sabía cuán inevitable es su encuentro. Ocurriría tarde... o temprano...

Con su mirada en mí, me sonríe amable y casi comprensiva. Yo, incómodo, desvío mi mirada hacia Norman, quien parece no creer lo que ve. Y la mujer, con un chasquido de dedos, recupera mi atención para después proseguir con su monólogo.

—Te esperaba —prosigue con calma—. Expectante.

—¿A mí? —y señalando a Norman y Coraline, pregunto con incredulidad— ¿Por qué no a ellos?

—Porque puedo darte lo que necesitas —dice, sacando un juego de cartas, de color negro y con un triángulo dorado en su centro—. Puedo decirte lo que quieres saber con tanta desesperación... Puedo decirte tu futuro próximo...

No le creo ¡Ni siquiera conozco a esa mujer! Miro a Norman, quien no disimula su curiosidad, y a Coraline, quien no se molesta en ocultar su burla. ¿Pensará que yo he llamado a esta loca mujer? ¡Ayy! Realmente debí disfrutar mis breves momentos de paz.

—Es curioso cómo los humanos siempre han querido conocer el futuro, sus destinos—, dice al colocar algunas tarjetas en nuestra mesa, todas boca abajo—, pero su especie, tal vez ingenua, tal vez en negación, no sabe qué no puedes cambiar tu porvenir. No importa cuánto conozcas de éste.

—Ehh...

—Pero toda acción tiene su precio —dice, junto a una mirada de prepotencia—. NUNCA lo olvides.

Creando énfasis, me apunta con un dedo acusatorio. Y dicho dedo con su larga y afilada uña, llega a tocar mi nariz, con un leve destello de ternura. Un movimiento de nerviosismo en mis acompañantes causa que desvíe su mirada, finalmente enfocándose en Coraline y Norman. Y algo en sus expresiones llama su interés, pues baja su mano y con voz omnisciente dice:

—Ustedes son definitivamente curiosos, tal vez por naturaleza. Bueno, esa curiosidad los ha llevado a mí. Al Oráculo.

En un gesto muy místico, pasa sus manos por encima de las tarjetas, sin realmente tocarlas, y murmura palabras que no alcanzo a escuchar. En seguida me mira y saca una de las cartas, entregándomela. La carta número 12 del Tarot: El Ahorcado. La imagen, pintada en un cartón, produce una ilusión de movimiento a la luz de las lámparas. Y creo poder escuchar un grito en el fondo de mis oídos. "Sacrificio". Eso es lo que creo que la carta me trata de decir.

—Sabiendo esto, ¿aún quieres saber lo que traerá el futuro?

Trago saliva con miedo, mis sentidos sensibilizados por la incertidumbre. En cambio, esta mujer sólo sonríe. Y con un tono burlón me dice:

—Mueres por saber. ¿Pasará algo malo? ¿Sigue tu tío con vida? ¿Qué es peor al demonio de la mente? ¿Podrán detener la profecía? Una profecía que, por cierto, es más antigua que todos ustedes. Incluso más antigua que el tiempo.

«¡¿Cómo lo sabe?!» Aunque lo niegue, ella tiene razón. Realmente lo que más quiero ahora es decir "". Pero mis nervios me lo impiden. Trato de limpiar el sudor de mis manos en mi pantalones cortos, sin lograr apartar la idea de mi mente.

«¡¡Una oportunidad!!»

«NO. Es un error.»

«Pero vale el riesgo. No más preocupaciones por la próxima víctima.»

«Podría estar mintiendo.»

«Pero si no lo hace, es muy probable que sea la única oportunidad que tengo para obtener respuestas.»

«No lo hagas.»

¿Fue casualidad o destino entrar aquí? ¿Oportunidad o maldición? ¿Estamos siendo manipulados? ¡¡Ni siquiera sé si lograré evitar algo, o sólo le facilitaré el trabajo!!

Una risita interrumpe mis pensamientos.

—Acaso... ¿Te ha dado miedo? —pregunta— No me extrañaría. No todos están preparados para ciertos conocimientos.

Sus ojos se cierran con calma. Levanta sus tarjetas, con el cuidado de no mostrarnos ninguna otra.

—Tal vez te sobreestimé —continúa— Realmente creí que alguien como tú, que cumples un papel fundamental en el Samhain, eras perfecto para tener el conocimiento del futuro de tu lado.

—Yo...

La anciana niega con su cabeza. Con una amplia sonrisa en su rostro, sus manos sacan torpemente de su cuello una cuerda delgada con una pequeña llave antigua y oxidada. No tarda en entregarme el objeto.

—Cuando el momento llegue, un momento en el cual no exista la luz al final de tu camino, sabrás cómo usar esto.

Camina alrededor de la mesa, hacia Norman. Cuando llega a su lado, procede a cerrar sus ojos con una mano. Posteriormente, vuelve a hablar.

—Los tiempos que alimentan sus más grandes temores, finalmente ha llegado.

Ahora camina hacia mí. Cuando llega a mis espaldas, coloca sus manos en mis ojos. No puedo evitar notar la calidez que desprenden... el consuelo que me entregan. La calma me produce somnolencia, por lo que, con dificultad, logro entender sus últimas palabras.

—Por cierto, escuché que una pequeña quiere una noche cliché, la tendrán si miras lo que hay guardado en el segundo cajón de...

Ya no escucho lo que dice. Mi mente, desconectada de cadáveres, destinos o quehaceres pendientes. Sólo yo y mi mente, que tararea mi canción favorita de BABBA a todo volumen....

—¿Y bien? ¿Cuáles son sus pedidos?

Abro mis ojos quienes me reciben con una vista borrosa. Parpadeo un par de veces hasta enfocar completamente mi vista para ver a la mesera. Ella, con una sonrisa que no titubea, parece impaciente por nuestra respuesta.

Escucho un bostezo, lo que hace que me voltee. Veo a Coraline, quien está somnolienta y veo a Norman, quien se frota un ojo con vigor. Parece que no fui el único que durmió en medio de la presentación de los platillos con nombres extraños... ¿Habrá sido un sueño?

«Necesito una malteada... y después... una buena noche de sueño...»

—¿Qué tal un... —con una expresión ansiosa, la cual llama mi atención, Norman dice— ...Ansuz?

Un silencio repentino inunda la cafetería. Siento que somos el centro de atención en este lugar. Me giro y veo que todos los comensales nos miran. Algo negro, y visiblemente viscoso, escurre de la boca de uno de ellos, en la mesa con tres personas. A pesar de ser extraño, supongo que debe ser chocolate, así que no le doy gran importancia.

—Lo siento —dice la mesera—, se terminó.

Su sonrisa se tensa, incluso parece  forzada. No para de mirar a Norman con una expresión que no me gusta. Coraline, extrañada por la pregunta, le dice:

—Norman... solo venimos por unas malteadas... —sin recibir respuesta suya, me habla— ¿...Dipper?

Niego con la cabeza. No entiendo lo que ocurre frente a mis ojos. El pensamiento de que, tal vez, no deberíamos estar aquí me invade. Pero Norman, con una expresión decidida, continúa hablando con la mesera. Ella ya no se ve feliz con nosotros.

—Inguz, Tyr, Uru, Ansuz, Algiz... —Norman mira a la mesera mientras dice las extrañas palabras—, Caim...

—Ya lo saben.

Inmediatamente la mesera pronuncia esas palabras, todos los comensales en el local se levantan de sus mesas y avanzan hacia nosotros rápidamente.

—¿Pero qué...?

No alcanzo a terminar mi pregunta cuando percibo a alguien detrás de mí agarrándome por el cuello de mi camisa. No volteo mi cabeza hacia la persona, en cambio, con preocupación muevo mi vista a Coraline y Norman quienes están en la misma situación.

Un murmullo empieza a sonar en la sala. Incluso puedo jurar que entre las voces, se escucha el sonido de unos tambores resonando en la habitación, a un ritmo siniestro. El resultado de esa mezcla da un cántico extraño e incomprensible, lleno de palabras sin sentido. Las luces se atenúan lentamente, sin apagarse. La temperatura también cambia, resultando más cálida que antes.

Mis manos se sienten sudorosas, aunque no estoy seguro si es por cambio de temperatura, o por mis nervios, que cada vez son mayores.

—¡¡Nos vamos!! —declara con fuerza Coraline.

Acto seguido, hace el intento de dejar su lugar en la mesa. Es la extraña mesera quien se lo impide, empujándola de regreso a su asiento. Entonces Coraline le dice a la mujer:

—No pueden retenernos aquí.

Sus palabras están llenas de determinación. Yo al contrario, sentado e inmóvil por el miedo, no puedo evitar preguntarme «¿De dónde logra sacar su valentía?». Norman está en las mismas. Lo veo en su cara durante nuestro intento por mirarnos disimuladamente.

—Samhain está cerca. El ritual se concretará, según lo planeado —dicen las voces en unísono de los clientes—. La bruja tiene el poder. El demonio proveerá los materiales. Y ustedes... nos entregarán lo necesario que traerá al dios de regreso a la vida.

Los clientes, con su mirada perdida, no parecen ser conscientes de sus palabras. Yo, por un reflejo causado por mi sorpresa, me pregunto «¿a qué se refieren con "Dios"?»

—Vírgenes y guerreros, sanadores y filósofos, estén preparados —entre la armonía de voces, una de ellas es resaltada—. Pues los guardianes ya han sido marcados. Y el hombre representado por la Mano con 6 Dedos será el primero en caer.

...La mano con 6 dedos... El pánico me inunda al entender la conexión. ¡¡TÍO FORD!! «Debo encontrarlo», pienso, «¡¡DEBO ENCONTRARLO!!». Ya no siento el oxígeno llegar a mis pulmones. Respiro más rápido, pero no recibo el aire. Mi vista se nubla, volviéndose borrosa...

«Estoy teniendo un ataque de pánico

La realización causa que mi flujo de pensamientos cambie: «No puedo perder el control. Sólo empeoraría las cosas para Coraline y Norman.»

Entonces busco con mi mirada algo. Cualquier cosa. Como la polvorienta mesa, el colorido mantel que la cubre, la pequeña azucarera azul, en las tazas decoradas que se encuentran boca abajo sobre platos de porcelana y en las servilletas mal dobladas al lado.

Los sonidos a mi alrededor se vuelven lo siguiente en mi mente: el golpe constante de una cuchara con los bordes de una taza, la respiración agitada de mis amigos, el suave sonido que produce la electricidad en las lámparas viejas del techo y el zumbido de una mosca volando.

La tranquilidad está regresando, pero no lo suficiente. Entonces sigo, buscando encima de la mesa con mis manos algo que pueda tocar: la tela suave del mantel, la fría porcelana de la taza y la servilleta de tela mal doblada, algo rugosa. Inhalo y exhalo, enfocando con mayor facilidad mis pensamientos, esta vez hacia los olores, como el delicioso y lejano aroma de chocolate caliente siendo preparado, mezclado con un extraño olor agrio similar al de leche echada a perder.

Finalmente en calma, dejo salir un fuerte suspiro, sintiendo el ligero sabor a hierro proveniente de la sangre en mi boca, notando así la fuerza con la que estuve mordiendo mi lengua. Con una calma que me permite pensar con claridad, y un cansancio que no estaba previamente, vuelvo a la situación en la que nos encontramos, con aquel hombre que sigue agarrando el cuello de mi camiseta.

Coraline no deja de gritar una serie de maldiciones y frases desesperadas, Al tiempo que intenta, y consigue, romperle la nariz a la persona que la sujeta. Ésta no se inmuta por el dolor o el sangrado. Norman, por su parte, está increíblemente pálido, mirando un punto distante y murmurando palabras incomprensibles. «Es como si se hubiera vuelto loco

—¿Él estará encantado si obtenemos el primer elemento? —, escucho a una mujer decir, sin ningún tipo de expresión.

Ella agarra a Coraline. Los tres nos quedamos inmóviles, en silencio, esperando que alguna de estas malditas personas dejen de hablar en algún tipo de código que solo ellos entienden. «¡¡Qué demonios ocurre aquí!! ¡¡Qué es lo que el imbécil de Bill Cipher quiere con nosotros!!»

—No aún. El símbolo de valor no está preparado— comenta la mesera con una horrible mueca sonriente en su rostro, la cual me recuerda una mala costura. En este caso la sonrisa está exagerada, alargada y antinatural—. La pieza que corresponde al Amo no debe ser contaminada por otros. Y la visión aún es débil.

«¿Qué es lo que pasa en este lugar? ¿Nadie sabe hablar claro aquí?» no puedo evitar pensar con incredulidad. «¿Un símbolo del valor? ¿Por qué me miró cuando habló de la "pieza del amo"? ¿Qué es eso? Y realmente no importa si alguien tiene mala vista.»

—Se nos acaba el tiempo en este mundo.

Sus palabras suenan tristes. Al mirarla, sólo veo cómo su sonrisa se amplía en una forma que me recuerda a las caricaturas. En la boca, los dientes se caen. Y al golpear el suelo se deshacen en arena negra.

El agarre en mi ropa se desvanece. Por instinto toco mi cuello, sintiéndolo más caliente que el resto de mi piel. Alzo la vista, en búsqueda de comprobar la seguridad de mis amigos. Norman está bien y recuperando el color en su rostro, respirando bocanadas de aire. Coraline sigue maldiciendo (por lo bajo) mientras hace algunos movimientos con sus brazos.

Uno a uno, los hombres y mujeres frente a nosotros comienzan a desintegrarse en sangre y arena. Sus ojos y dientes se desprenden de sus rostros y la piel en sus cuerpos parece consumirse en fuego, dejando los músculos visibles. Gritos de agonía acompañan a la desesperación en sus rostros. Una de las mujeres arranca tiras de su piel las cuales se queman en el aire antes de caer al suelo formando arena negra. Y un hombre rasga los músculos expuestos con los dientes que aún le quedan.

Es un espectáculo macabro que no parece tener fin. Y los gritos se incrementan cuando unas gotas frías empiezan a caer del techo.

¿Gotas...? Aprovechando la excusa, separo mi vista del espectáculo y pregunto al aire:

—¿Qué es esto...?

—Lluvia— responde Norman—. Es lluvia.

—Pero...—dice Coraline—, ¿por qué llueve dentro de un restaurante?

Me encojo de hombros, sin saber qué decir. Los gritos ya se habían desvanecido, como si nunca hubiesen estado allí en primer lugar.

Espera.. ¿dónde estamos? Es esto... ¿el bosque? Pero... ¿Cómo llegamos aquí? Parpadeo un par de veces, pero el suave césped en el que estoy recostado y los altos pinos que nos rodean no dejan la menor duda del lugar en el cual estoy.

—¡¡CUIDADO!!

El grito de una voz conocida, me saca de la sorpresa. Aunque aún confundido me muevo, encontrando a Coraline y Norman igual de extrañados con la situación.

—¡Dipper! ¡Cor! ¡Norman! —pregunta Mabel con preocupación— ¿Están bien?

Me mira desde arriba, retirando el flequillo de mi frente. No puedo evitar cuestionarme, pero sale como un murmullo dejándome en claro lo mucho que duele mi garganta.

—Vamos, levántate —, responde mi hermana mientras me ayuda a levantarme—. ¿Cómo llegaron aquí? Nos preocupamos mucho cuando ninguno nos respondió.

—Si, pues es normal encontrar a tres chicos heridos en medio del bosque durante una tormenta.

El sarcasmo de Wybie es muy notorio mientras ayuda a Coraline, quien no deja de darle manotazos murmurando que puede hacerlo sola. Norman, por otro lado, consuela a Neil, quien no para de llorar por el miedo.

—¿...cómo llegamos aquí...? —dice la peliazul, al levantarse y sacudir su ropa— Hasta donde yo recuerdo, estábamos en esa cafetería del infierno...

—¿Cafetería? —responde con incredulidad Wybie—. Chicos, estuvieron caminando por el bosque todo este tiempo. Nos pareció raro, por eso los seguimos.

Las palabras de Wybie son inquietantes. Pues si no vivimos todo aquello... ¿significa que fue un sueño...?

—Pero... no, la... la mujer sonriente... —balbuceo junto a un intento de ordenar mis pensamientos—, y la vieja...

—Si, el Oráculo... Ella te entregó... —acto seguido, Coraline se arroja hacia mí, tirando de cierta cuerda delgada y atada en mi cuello, con una llave demasiado familiar—. ¡¡LO SABÍA!! ¡¡NO FUÉ UN SUEÑO!!

—Chicos... no es que quiera interrumpir este emotivo encuentro, pero... —empieza Neil, limpiando lágrimas de preocupación y gotas de lluvia de su rostro—, tal vez deberíamos ir a casa.

—Pero la cabaña nos queda muy lejos. —comenta Mabel.

—¡¡Quédense con nosotros!! —grita emocionado Neil. Norman parece estar de acuerdo—. Es la casa más cercana. Además, no creo que a los Babcock les moleste.

—De acuerdo —dice Coraline con cansancio—. Vayamos a la casa de Norman.

Emprendemos la caminata en absoluto silencio. Pareciera que ninguno de nosotros quisiera hablar de lo ocurrido. Por mi parte no puedo librarme del temor y la preocupación por lo sucedido en aquella cafetería. Hay una pequeña parte en mí que aún espera que sólo haya sido un sueño, pero de ser real, el Tío Ford podría estar muerto. Y mis nuevos amigos...

«No permitiré que Bill nos haga daño.»

Al llegar a la casa de Norman, no puedo evitar pensar que aún siendo pequeño , resulta ser un sitio muy agradable. Los padres de Norman, a pesar de que tendrán su primera salida romántica en el pueblo esta noche, muy amablemente nos dejan quedarnos solos en la casa. Con la condición de prometer no hacer nada riesgoso o extraño mientras no están.

Y al final sólo deciden irse porque Mabel, sin permitirse arruinar una salida romántica, prácticamente los empujó fuera de la casa. Nosotros veíamos, conteniendo la risa, a la pobre pareja se sacada de su propio hogar.

—...Bueno... —dice Norman, incómodo—. Vamos...

Acto seguido, nos guía a la habitación en la que pasaremos la noche. Al llegar enseguida noto que es un sitio amplio, algo vacío y polvoriento. Los escasos muebles en el lugar aún están con sus respectivos materiales de embalaje, como si los habitantes no hubiesen tenido la oportunidad de desempacar.

Me ubico al lado de Norman para susurrarle:

—Es muy lindo.

Me responde con casi un inaudible "gracias" antes de que otra voz nos llame.

—Oigan, Dipper, Norman... —nos llama Coraline con un movimiento de su mano, sin mirarnos—. ¿Recuerdan lo que dijo el Oráculo?

Parece estar muy centrada en los cajones de un mueble de madera oscura. Ni siquiera nos miró al hablar.

—¿Cosas sin sentido sobre el destino?

Mi respuesta está cargada de todo sarcasmo e incredulidad que puedo poner en ella. Ante esto, ella solo rueda sus ojos, cruzando sus brazos al tiempo que voltea para vernos.

—No —dice la chica—, lo otro.

Algo en su expresión y tono de voz hizo que me tomara la conversación más en serio. Así pues trato de recordar todo lo que esa vieja nos dijo.

—Algo sobre el hombre queriendo saber el futuro... Mmmm... lo de los riesgos y un final inminente... bla, bla, bla... —digo en voz alta—. La luz del camino... un cajón cliché... el último éxito de BABBA... Espera un poco... ¡EL CAJÓN! EL SEGUNDO CAJÓN.

Coraline me dedica una mirada sarcástica y molesta... Aunque, en mi defensa, de toda la palabrería de esa mujer lo que menos importante suena es un cajón. Wybie, recargando con dificultad su codo en el hombro de Norman, decide unirse a nuestra conversación.

—"El segundo cajón en un mueble antiguo traerá una maldición..." ¿Así? ¿O más cliché?

—Hay que averiguarlo —, responde ansiosa Coraline.

Nos miramos un segundo antes de correr a ubicarnos tras ella. Estamos tan pegados entre nosotros que el espacio vital ya parece simplemente un concepto. Con lo lento que nuestra amiga abre el cajón, como si quisiera dar más dramatismo a la situación, nos pone ansiosos. Lo sé, puedo ver los nervios... y también la expectación en sus rostros. No los culpo, pues... ¿Qué es tan importante a tal punto que un espíritu vidente, de hace miles de años, quiere que sepamos?

—Definitivamente no puede ser más cliché.

Y claro que es cliché. Preadolescentes reunidos en noche de tormenta. Solos en casa.

¿Cómo resistirse a una sesión de Ouija? 

¡Ya llegó por quien nadie lloraba! ¡Finalmente volvimos! Un capítulo largo y probablemente el último tranquilo. 

Y esta vez mi querida editora MalenMM me pidió dejarles un mensaje de su parte así que ¡Aquí esta!:

 "Me gustaría disculparme por el retraso. La versión no editada de este capítulo ya lleva lista desde hace algún tiempo. Pero por razones personales no pude terminarla antes. Eso es todo. Gracias por vuestra paciencia."

¿Ustedes que harían? ¿Aceptarían el trato del Oráculo o prefieren no conocer el futuro? Un dilema complicado que tendrá importancia más tarde en esta historia. Muchas gracias por leer si llegaste hasta aquí. Por ello les dejo aquí un pequeño avance de lo que se viene en el siguiente capítulo...

¡Nos leemos en el próximo capítulo! No olviden comentar y votar, siempre me alegra leerlos ¡Chau! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro